SAN JUAN
BAUTISTA
Esteban de
Rueda (Toro, Zamora, 1585-1626)
Hacia 1621
Madera
policromada
Museo Iglesia
de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)
Procedente
del monasterio de Madres Carmelitas de Tordesillas
Escultura
barroca española. Escuela de Toro
En el Museo Iglesia de San Antolín de Tordesillas está
recogida una escultura de San Juan
Bautista, procedente del monasterio de Carmelitas Descalzas de la misma
población, que es un buen exponente de las aportaciones de la denominada
escuela de Toro en el último tercio del siglo XVI y primero del XVII, cuando se
produce un cambio desde los planteamientos manieristas imperantes —corriente
romanista— a los modos barrocos. La escultura ha sido atribuida por Jesús Urrea
a Esteban de Rueda, escultor toresano que se formó junto a Sebastián Ducete,
igualmente natural de Toro, junto al que trabajó asociado hasta la muerte de este
maestro a finales de 1619, continuando después en solitario durante tan sólo
siete años.
Si la personalidad y trayectoria profesional de
Esteban de Rueda ya es bastante conocida, debido a las aportaciones de estudios
realizados en tiempos recientes, su valoración artística como escultor sigue
siendo controvertida, oscilando desde ser considerado como un simple
colaborador de Sebastián Ducete y seguidor incondicional de sus modelos después
de la muerte de éste, recibiendo también influencias de la obra de Gregorio Fernández, en
ocasiones con obras algo anodinas, a ser valorado como el verdadero renovador
de la escultura toresana, en la misma línea que lo hicieran Francisco de Rincón
y Gregorio Fernández en Valladolid, a pesar del inconveniente de haber quedado
truncada su carrera por su muerte prematura a finales de 1626 —apenas superados
los 40 años—, lo que impide conocer lo que hubiera podido aportar en su
evolución personal.
LA ESCULTURA DE SAN JUAN BAUTISTA
Esta escultura a escala natural, datada hacia
1621-1622, por tanto tras el fallecimiento de Sebastián Ducete, fue encargada para
presidir el retablo mayor del Real Convento de San Juan Bautista, fundado en
1478 en Tordesillas y ocupado por religiosas comendadoras de la Orden Hospitalaria
de San Juan de Malta.
A este respecto, conviene recordar que durante la
Edad Media existió en Toro una importante encomienda de la Orden del Santo Sepulcro
que mantuvo parte de su jurisdicción tras su extinción en 1489, cuando quedó
integrada en la Orden Hospitalaria de San Juan de Malta. Esto favoreció que las
dignidades toresanas recomendaran, en las iglesias que gobernaban y en los
monasterios sanjuanistas y encomiendas cercanas, que las imágenes devocionales
fuesen encargadas a artistas toresanos, como ocurre en este caso, recibiendo el
afamado taller de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda numerosos contratos
para realizar imágenes reclamadas por aquella orden1.
Aquel convento quedó extinguido en 1945, momento que
fue ocupado, bajo la advocación de Cristo Rey, por las Madres Carmelitas, desde
cuyo convento la escultura de San Juan
Bautista fue trasladada a la iglesia de San Antolín, actualmente convertida
en museo de arte sacro de la villa.
La escultura representa a San Juan Bautista con los atributos tradicionales, tan repetidos en
el renacimiento español, con la figura erguida del que es considerado por la tradición
cristiana como precursor de Cristo, con una potente anatomía y vestido con una
ruda y áspera túnica de piel de camello, semejante a un cilicio, a la que se superpone
un manto rojo que hace alusión a su futuro martirio.
En su mano izquierda sujeta un libro, como símbolo
de la predicación de la palabra de Dios, sobre el que está recostado un pequeño
cordero que alude al sacrificio de Cristo, según las propias palabras del
Bautista cuando vio a Jesús dirigirse hacia él: "He aquí al cordero de Dios; he aquí al que quita el pecado del mundo".
Esta referencia es explícita en la cruz que porta en su mano derecha,
convertida en un estandarte al llevar incorporada una banda en la que aparece
bien visible una inscripción con el testimonio: "Ecce Agnus Dei".
Aunque la escultura todavía recuerda algunos modelos
creados por Sebastián Ducete, presenta una mayor monumentalidad. En ella
Esteban de Rueda se aleja de los acusados contrapostos
de su maestro, aunque mantiene en la tipología humana las vigorosas anatomías
masculinas, así como el trabajo de paños duros y
angulosos, con pliegues muy quebrados con la intención de crear fuertes
contrastes lumínicos para proporcionar a la escultura un claroscuro de carácter
pictórico.
La escultura presenta una cuidada anatomía,
sugiriendo huesos —marcadas clavículas—, venas y músculos bajo la piel que en
el cuello tienen forma de V, presentando al santo envejecido por la dureza de
su estancia en el desierto, con un trabajo naturalista de la cabeza, recubierta
por un melena de mechones agitados que forman rizos que ondean al aire, un
recurso que repetirá en otras de sus esculturas, como en el Ángel de la Guarda de la iglesia de
Santo Tomás Cantuariense de Toro, configurando el rostro con largas barbas,
boca entreabierta, grandes ojos y arrugas en la frente.
Esteban de Rueda realizó otras versiones de San Juan Bautista de idéntica
monumentalidad, siendo la más antigua la que figura en el retablo mayor de
Morales del Vino (Zamora), en la que también intervino Sebastián Ducete, siendo
realmente notable el San Juan Bautista,
de gran belleza y esbeltez, que actualmente se encuentra en el Museo de Arte
del Condado de Los Ángeles (Los Angeles County Museum of Art), realizado hacia
1620, pocos meses antes que el ejemplar tordesillano.
Se desconoce cómo era venerada la imagen en el
primitivo convento sanjuanista, aunque se presupone que presidiendo un retablo
en compañía de relieves alusivos a la vida del santo. En el Museo Nacional de
Escultura se guardan dos retablos2, adquiridos por el Estado en
2005, con altorrelieves que representan el Bautismo
de Cristo y el Martirio de San Juan
Bautista. Estos fueron estudiados y divulgados por Vasallo Toranzo3
en una monografía dedicada a Sebastián Ducete (1568-1620) y Esteban de Rueda
(h. 1585-1626) que fue publicada en 2004. En ella el historiador atribuye la
autoría de ambos relieves al taller toresano de Esteban de Rueda, señalando al
tiempo la inspiración de la escena del Bautismo en un grabado de Cornelis Cort
y la del Martirio en otro de Giovanni Battista Mercati, algo común en todos los
obradores de la época.
Aunque ambas composiciones se alejan del
abigarramiento manierista de Sebastián Ducete, en base a la tipología de los
rostros, al tratamiento de los paños y otros aspectos formales, estos dos
relieves pueden asociarse al mismo encargo que la escultura exenta de San Juan Bautista4, de modo
que, a pesar de las diferentes mazonerías que los enmarcan, ambos relieves,
obra de Esteban de Rueda, debieron ser realizados igualmente en 1621-1622 para
formar parte del desmembrado retablo dedicado a la vida del santo en el
desaparecido convento de San Juan Bautista de Tordesillas, en el que la imagen
del Precursor que tratamos ocupaba la hornacina central.
Esteban de Rueda. San Juan Bautista, h. 1620 Los Angeles County Museum of Art, Los Ángeles |
LA SENDA EN SOLITARIO DE ESTEBAN DE RUEDA
De la biografía de Esteban Conejo de Rueda, nombre
verdadero del artista, se conocen muy pocos datos. Nació en Toro en 1585 y a
los 13 años ingresó como aprendiz en el taller de Sebastián Ducete para
realizar su formación. Con su maestro, que había dominado la actividad
escultórica de Toro durante la segunda mitad del siglo XVI, llegó a mantener
una estrecha relación no sólo laboral, sino también afectiva, que perduró hasta
la muerte de aquél a finales de 1619. Además, Esteban de Rueda supo ajustarse
tanto al estilo de Sebastián Ducete, que en las numerosas obras en las que
ambos colaboraron es difícil distinguir el estilo de cada uno, conociéndose un
buen número de tallas en las que trabajaron asociados durante la fructífera década
del taller de 1609 a 1619.
En el estilo de Sebastián Ducete se aprecian
influencias manieristas de Juan de Juni y de Gaspar Becerra, a pesar de lo cual
supo infundir a la escultura una nueva vitalidad al incorporar numerosas
novedades, siendo esta creatividad la que dio lugar a la aparición de un
pujante foco toresano equiparable al formado en Valladolid. Incluso se anticipa
a Gregorio Fernández en el recubrimiento de las figuras con ropajes ampulosos,
pesados y con pliegues de aspecto metálico5, apreciables en el Cristo atado a la columna (1611) de la
iglesia de San Gil de Burgos y en la Inmaculada
(1612) realizada para la iglesia de Santa María de Villalar, hoy en el
Seminario Diocesano de Valladolid.
Izda: Bautismo de Cristo. Grabado de Cornelis Cort, Museo del Prado Dcha: Esteban de Rueda. Bautismo de Cristo, 1621, Museo Nacional de Escultura (Fotos Museo del Prado y MNE) |
Caracterizado por dotar a las figuras de un gran
movimiento, con giros bruscos y ondulados contrappostos,
potentes anatomías en las figuras masculinas, con un personal tratamiento de
los paños, emotividad desbordada, rostros populares junto a otros idealizados
en Vírgenes y ángeles, manteniendo
constantes resabios manieristas, Sebastián Ducete, junto a Esteban de Rueda,
fueron autores de unas esculturas de elegantes movimientos y una fuerte carga
lírica. Sirvan como referencia las bellas versiones del Ángel de la Guarda (hacia 1615) que se conservan en la Colegiata de
Toro, la serie de bustos relicarios de santas del mismo tiempo que se conservan
en la capilla relicario de la iglesia de Santiago de Medina del Campo, antiguo
Colegio de Jesuitas, o la exquisita Virgen
de Belén (hacia 1610) de la catedral de Zamora.
A partir de la muerte de Sebastián Ducete a finales
de 1619 Esteban de Rueda se puso al frente del taller comenzando a trabajar de
forma independiente, en un primer momento limitándose a terminar las obras
comenzadas por Sebastián Ducete para cumplir los compromisos del taller. Sin
embargo, en ese tiempo dos circunstancias fueron desfavorables a su actividad
escultórica. Por un lado, Toro y su comarca sufrieron una lamentable depresión
económica que se arrastraba desde los primeros años del siglo XVII. Por otro,
en esos años el auge de Gregorio Fernández acaparaba el panorama escultórico,
imponiendo sus cánones estéticos y sus modelos en Valladolid y su zona de
influencia. Por estos motivos disminuyeron considerablemente los encargos cuando Esteban
de Rueda comenzaba a firmar sus propios contratos6.
Izda: Martirio del Bautista. Grabado de Giovanni Battista Mercati Dcha: Esteban de Rueda. Martirio del Bautista, 1621. Museo Nacional de Escultura ( Fotos Artnet y MNE) |
La primera obra en solitario fue la finalización del
retablo de la iglesia de San Miguel de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), concertado
junto a Sebastián Ducete y asentado en 1622. Junto a este retablo, destruido
por un incendio en 1971, realizó para la misma iglesia otras obras personales,
como el Cristo atado a la columna que
fue descubierto en 2016 abandonado en un trastero durante unas obras realizadas
en dicha iglesia7, obra que se data hacia 1620 y que presenta alguna
mutilaciones, entre ellas la columna.
Para satisfacer los compromisos, Esteban de Rueda
comenzó en 1620 a contratar a un buen número de aprendices, entre los que se
encontraban Cristóbal Díez, Domingo de Neira, Andrés Enríquez, Juan Calleja y
Antonio de Ribera, pasado este último al taller vallisoletano de Gregorio
Fernández tras el fallecimiento de Esteban de Rueda8.
En 1620 se ocupaba del retablo del monasterio del
Carmen Calzado de Medina del Campo, que había sido concertado junto a Ducete en
agosto de 1619. Jesús Urrea lo identificó con el que fue trasladado en 1870 a
la iglesia de San Esteban de Valladolid, actualmente Basílica de la Gran
Promesa, donde fue retocado cuando el templo se remodeló tras la Guerra Civil.
Esteban de Rueda. Detalles del Bautismo de Cristo y Martirio del Bautista, 1621, Museo Nacional de Escultura |
A él pertenece al altorrelieve de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que se
conserva en la misma iglesia y que es la obra más interesante del retablo. En
él Esteban de Rueda plasma una escena íntima de gran naturalidad en la que
Santa Ana se dispone a abrazar a su nieto, resuelta con un gran movimiento y
pliegues duros y muy profundos, en la línea de Ducete, destacando el
tratamiento idealizado de la Virgen, la espontaneidad del Niño y la
caracterización popular de Santa Ana, configurando una escena de inusual amabilidad
en el arte castellano. Con diferentes matices y en bulto redondo, Esteban de
Rueda repetiría la escena en 1624 en el sugestivo grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño de la iglesia de Santa María de
Villavellid (Valladolid), aunque ya se aprecia una evolución hacia una
composición más atemperada de las figuras, con ampulosos ropajes y grandes
pliegues, la Virgen reposada y estable y Santa Ana como genial obra maestra,
apareciendo con signos de vejez, con profundas arrugas y boca desdentada,
manteniendo sin embargo una sonrisa cómplice a la del Niño que dota de
sinceridad y alegría a la escena.
Entre 1620 y 1626 Esteban de Rueda no sólo se dedicó
a elaborar imágenes exentas y obras para retablos, sino que también realizó
trabajos de arquitectura, como su intervención en el Palacio del conde de
Fuentesaúco de Toro y en la reconstrucción del convento de la Concepción
Francisca de Toro, así como a la elaboración de rejas, como las de la capilla
de don Alonso de Fonseca, conde de Villanueva de Cañedo, en el convento de San
Ildefonso de Toro.
El número de poblaciones que cuentan con obras de
Esteban de Rueda es extenso, como Alaejos, Benafarces, Casasola, Mota del
Marqués, Tordesillas y Villavellid en la provincia de Valladolid, incluida la
capital; Morales del Vino, Toro y Villardondiego en Zamora; Cabrerizos del
Monte, Peñaranda de Bracamonte en Salamanca, ciudad donde para realizar la
escultura del retablo mayor de la iglesia de San Martín fue escogido superando
las aspiraciones de otros famosos maestros, entre ellos Gregorio Fernández.
Desgraciadamente, este retablo sucumbió en el siglo XIX en un incendio.
Esteban de Rueda. Izda: Inmaculada, h. 1612. Seminario Diocesano, Valladolid Dcha: Asunción, 1624-1626. Catedral Nueva, Salamanca |
Para terminar, reseñaremos que en la obra de Esteban
de Rueda en solitario se aprecia una evidente evolución en su estilo. Desde su
inicial acomodación a repetir miméticamente las formas personales de Sebastián
Ducete, evoluciona acusando una clara influencia de los modelos y arquetipos creados
en Valladolid por Gregorio Fernández, escultor al que conoció personalmente en
1620, cuando ejerció como tasador del retablo de los Santos Juanes realizado
por el maestro gallego para la iglesia de Nava del Rey (Valladolid).
Esta evolución queda patente al comparar la Inmaculada del Seminario de Valladolid,
que Vasallo data en 1612, con la Virgen
de la Asunción de la Catedral Nueva de Salamanca, solicitada a Rueda en
1624 y entregada en 1626. La primera responde a un planteamiento manierista
romanista, con una cabeza al estilo de Ducete y la figura inmersa en un
movimiento de torsión, con paños agitados y abundantes pliegues, aunque estos
ya adoptan un aspecto metálico, multiplicándose lo ángulos agudos y las líneas
en zig-zag. Por el contrario, en la Asunción salmantina, una de las últimas
obras de Rueda, el estilo es mucho más ponderado y sosegado, con la Virgen
dispuesta frontalmente y con un gesto estático que realza su solemnidad. La
disposición de las manos, los ropajes y los cabellos inevitablemente remiten al
arquetipo de Inmaculada creado por Gregorio Fernández, en este caso sin la
rígida gravedad fernandina por la animación que producen los ángeles de la
peana y los que revolotean alrededor.
Sebastián Ducete y Esteban de Rueda Izda: Detalle de Cristo atado a la columna, 1611. Iglesia de San Gil, Burgos Dcha: Detalle de la Virgen de Belén, h. 1610. Catedral de Zamora |
A finales de 1626, cuando tenía dos encargos
pendientes para San Martín de Pinilla, Esteban de Rueda, casado con Inés del
Moral, moría dejando menores de edad a sus cinco hijos: Antonio, Cristóbal, Antonia, Isabel y
Tomasa. Fue enterrado
en la iglesia de Santa Marina de Toro, compartiendo la sepultura con su amigo y
maestro Sebastián Ducete.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 VASALLO TORANZO,
Luis: San Juan Bautista, en Catálogo
de la exposición Aqva / Las Edades del Hombre, Toro, 2016, p.
59.
2 MARCOS VILLÁN,
Miguel Ángel: Relieves del Bautismo de
Cristo y del Martirio de San Juan Bautista. En: BOLAÑOS ATIENZA, María, El Museo crece: Últimas adquisiciones
2005-2010, Madrid, 2011, pp. 50-53.
Esteban de Rueda. Cristo atado a la columna, h. 1620. Iglesia de San Miguel de Peñaranda de Bracamonte (Foto La Gaceta de Salamanca) |
3 VASALLO TORANZO,
Luis. Sebastián Ducete y Esteban de
Rueda: escultores entre el Manierismo y el Barroco. Instituto de Estudios
Zamoranos "Florián de Ocampo", Zamora, 2004, pp. 77 y 152.
4 VASALLO TORANZO,
Luis: San Juan Bautista, en Catálogo
de la exposición Aqva...Op. cit. p.
59.
5 URREA FERNÁNDEZ,
Jesús: Los maestros de Toro: nuevos datos
y obras. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), nº
48, Universidad de Valladolid, 1982, p. 245.
6 VASALLO TORANZO,
Luis: Esteban de Rueda tras la muerte de
Sebastián Ducete. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología
(BSAA), nº 64, Universidad de Valladolid, 1998, p. 339.
7 Noticia
publicada por La Gaceta de Salamanca, en su edición digital, el 3 de enero de
2016, con el título "Descubierta en el trastero parroquial una obra del
escultor Esteban de Rueda".
8 VASALLO TORANZO,
Luis: Esteban de Rueda tras la muerte... Op.
cit., pp. 345-346.
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