CRISTO ATADO
A LA COLUMNA
Pedro de
Bolduque (Medina de Rioseco, Valladolid, 1545-1596)
Hacia 1590
Madera
policromada
Iglesia de
San Miguel, Cuéllar (Segovia)
Escultura
renacentista. Escuela castellana, corriente romanista
Sirva esta escultura de Cristo atado a la columna, que se conserva en la iglesia de San
Miguel de Cuéllar, para acercarnos a la escultura castellana de los años
finales del siglo XVI, cuando la influencia de Juan de Juni se mezcla con los
aires renovadores que supuso la corriente romanista que implantara Gaspar
Becerra. Aparece entonces un tipo de escultura híbrida cuya calidad, en algunos
casos, apenas supera lo mediocre. En este momento destaca la figura de Pedro de Bolduque, autor que recogiendo
la influencia de Juan de Juni y la estela romanista implantada por Gaspar
Becerra y Esteban Jordán, realiza una escultura de calidad un tanto desigual,
pero con una personalidad artística muy bien definida en la elaboración de
retablos, tabernáculos y esculturas devocionales exentas.
En su abundante producción muestra una sólida
formación como escultor y ensamblador, lo que se traduce en un meritorio conjunto
de relieves y esculturas elaboradas en dos sucesivas etapas: la correspondiente
a su estancia en Medina de Rioseco (Valladolid), su ciudad natal, donde se
forma y arranca su actividad, y los trabajos realizados durante su posterior asentamiento
en Cuéllar (Segovia), donde junto a los pintores Maldonado se convertirá en el
gran impulsor de la escuela cuellarana, secundado por los escultores Roque
Muñoz y Pedro de Santoyo, sobre los que ejercería una gran influencia. Como
consecuencia, sus trabajos se diseminan por zonas próximas a estas dos
poblaciones, donde su catálogo de retablos e imágenes se ha ido paulatinamente
incrementando hasta colocarle en un lugar destacado entre los escultores del
último Renacimiento.
EN TORNO AL ESCULTOR RIOSECANO PEDRO DE BOLDUQUE
Los Bolduque constituyeron un clan familiar de
escultores asentados en Medina de Rioseco e integrado por los hermanos Juan
Mateo, Pedro, Andrés y Diego, hijos del entallador Mateo de Bolduque (activo en
Medina de Rioseco desde 1540) y de Juana Muñoz, apuntándose su posible procedencia
de la población flamenca de Bois-le-Duc (actual Holanda), de donde recibirían su
apellido castellanizado. Tras la muerte en 1564 del padre, el Maestre Mateo, sería
Juan Mateo quien dirigiese el taller, en el que se formaron sus tres hermanos,
destacando entre todos ellos Pedro de Bolduque.
Pedro de Bolduque nació en 1545 en Medina de
Rioseco, donde fue bautizado en la iglesia de Santa Cruz. A la muerte de su
hermano Juan Mateo en 1570, Pedro de Bolduque comenzó a dirigir el taller
familiar riosecano, ocupándose, junto a su hermano Andrés y otros colaboradores,
del Retablo de San Agustín de la
iglesia de Capillas (Palencia) iniciado por Juan Mateo en 1568, obra
documentada de sus años iniciales en la que se aprecia la impronta juniana,
presente en toda su producción posterior, así como detalles inspirados en estampas
de obras de Miguel Ángel, como el Juicio Final de la Capilla Sixtina.
A partir de 1573, después de realizar la
restauración de una serie de figuras de los Corral de Villalpando en la Capilla
de los Benavente de la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, Pedro de
Bolduque entra a formar parte del taller de Juan de Juni, que ese año había
contratado el retablo mayor de esa misma iglesia de su villa natal, donde el
maestro borgoñón se comprometía a realizar la mitad de la escultura y a dar los
modelos que deberían realizar Francisco de Logroño y Pedro de Bolduque. En este
trabajo estuvo ocupado hasta 1577, aunque durante el proceso sufrió una
enfermedad que le obligó a otorgar su testamento en 1575 (dado a conocer por
García Chico), aunque logró restablecerse. Cuando muere Juni en 1577, teniendo
que ser rematado el retablo riosecano por Esteban Jordán, Pedro de Bolduque ya
había realizado el Cristo crucificado
del Calvario que remata el retablo, en el que realiza un ejercicio anatómico
que incorporaría en sus posteriores trabajos, como el magnífico Crucifijo de la iglesia de Santa María
la Sagrada de Tordehumos (Valladolid).
Además de realizar una custodia —actualmente
desaparecida— para la iglesia de Berrueces, Pedro de Bolduque elaboró entre 1570
y 1572 una pequeña escultura del Niño
Jesús para Villacreces, actualmente en paradero desconocido,
correspondiendo a los mismos años la escultura exenta del apóstol Santiago que aparece reaprovechada
presidiendo el retablo churrigueresco de la iglesia de Santiago de Medina de
Rioseco. De gran mérito es el Cristo del
Humilladero, crucifijo colocado en un retablo lateral de la iglesia de San
Agustín de Capillas, realizado hacia 1575.
En 1576 hace el tabernáculo o custodia y la imagen
de la Asunción del retablo mayor de
Moral de la Reina, en 1578 ejerce como tasador en Castromonte del retablo de la
Concepción, realizado por Mateo García y Juan de Torrecilla, y en 1580 cobra la
imagen de la Asunción del retablo
mayor de la iglesia de Bustillo de Chaves, de influencia juniana y romanismo
becerresco, contratando en ese momento el retablo de la iglesia de los Santos
Justo y Pastor de Cuenca de Campos, con la escena central del martirio de los
santos titulares, un excelente Calvario en el remate y un amplio santoral.
Pedro de Bolduque San Sebastián, h. 1594. Retablo de la Virgen del Rosario, Cogeces del Monte Retablo de Santiago, 1580, capilla de Santiago, Catedral de Segovia |
Es hacia 1580 cuando traslada su taller a la villa
de Cuéllar, donde, no obstante, continúa compaginando los nuevos encargos con
otros llegados de Medina de Rioseco. El primer gran contrato firmado en tierras
segovianas fue el Retablo de Santiago
solicitado en 1580 por Francisco Gutiérrez de Cuéllar, Contador de Hacienda de
Felipe II y Comendador de la Orden de Santiago, para la capilla de la misma
advocación en la catedral de Segovia. Este retablo representa el arte más
depurado de Pedro de Bolduque, con una estructura clásica resaltada en la calle
central y una decoración manierista con criterio romanista que, siguiendo el horror vacui, acoge medallones con
virtudes, frontones partidos, figuras de putti,
festones, guirnaldas colgantes y caprichosos encasamientos para albergar
pinturas. Junto a la hierática imagen del santo titular, encargada por el
comitente en Génova al escultor Orazio Castellino, en el banco1 del
retablo figura el relieve del Traslado
del cuerpo de Santiago, con policromía de Alonso de Herrera, y en el ático Santiago en la batalla de Clavijo,
constituyendo la variedad de elementos ornamentales una auténtica novedad en la
zona segoviana.
De 1581 data la Virgen
de Rosario de la iglesia de Bahabón, de impronta juniana y policromada por
Julián Maldonado. De esos mismos años debe ser la Asunción de Castillo de Chaves. Durante los diez años en que estuvo
instalado en Cuéllar fueron numerosas las imágenes de la Virgen con el Niño
realizadas por Pedro de Bolduque, siempre con expresión melancólica y no
siempre resueltas con igual maestría.
Pedro de Bolduque Relieve de la Batalla de Clavijo y Traslado del cuerpo de Santiago Retablo de Santiago, 1580, capilla de Santiago, Catedral de Segovia |
En 1582 firmaba el contrato del retablo de Berrueces
y en 1583 el de la iglesia de San Miguel de Fuentidueña (desaparecido), lo que
implica dedicación a encargos llegados desde ambas comarcas, la vallisoletana y
la segoviana. En 1584 realizaba un tabernáculo para la iglesia de San Andrés de
Cuéllar, en principio fue solicitada a Juan de Arnao, que murió sin
materializar el encargo, y que fue objeto de un pleito entre pintores para su
policromía. Esta obra, dada por desaparecida, según Fernando Collar pudiera ser
la que en nuestros días se conserva en la iglesia de Chañe.
En 1584 Pedro de Bolduque, casado con Ana Velázquez,
bautizaba a su hijo Agustín en la iglesia de San Miguel de Cuéllar. En 1585
concertaba con los canónigos Dávila y Lozano el retablo de la capilla del
canónigo Pedro de Segovia de la catedral segoviana, lo que suponía su segundo gran
retablo en el recinto catedralicio. En su hornacina central, según
requerimiento del contrato, presenta las esculturas de bulto de Cristo atado a la columna y San Pedro,
cuya policromía corrió a cargo de Cristóbal de Velasco. La escultura de Cristo
es de una gran belleza y bien proporcionada, utilizando, como recurso
generalizado en todo el Renacimiento, el tipo de columna alta. El espacio
central del banco del mismo retablo está ocupado por el bello relieve de Quo vadis.
Pedro de Bolduque Retablo de San Pedro, 1585, Catedral de Segovia |
En 1586 Pedro de Bolduque alquilaba algunas casas de
Cuéllar y firmaba el contrato para realizar dos retablos destinados al convento
de la Concepción Francisca de esta villa segoviana, conservándose tan sólo uno
de ellos. Al mismo tiempo, manteniendo una estrecha relación con los pintores
Maldonado, elaboraba retablos e imágenes para la villa de Fuentepelayo, como el
Retablo de San Pedro de la iglesia de
Santa María, hoy conservado en la del Salvador, presidido por una meritoria talla
de San Pedro en cátedra. En 1588
cobraba el Retablo de la Quinta Angustia
de la misma iglesia de Santa María de Fuentepelayo, donde el grupo principal,
como advierte Jesús Urrea, se inspira en el retablo del Santo Entierro que
realizara en 1571 Juan de Juni para la capilla del canónigo Juan Rodríguez en
la catedral de Segovia.
Si hacia 1590 realizaba el magnífico Cristo yacente que se conserva en el
Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco, igualmente inspirado en el Santo
Entierro de Juan de Juni, otro importante retablo realizado por Pedro de
Bolduque fue el contratado en 1591 para la Cofradía del Rosario del convento de
Santa Cruz de Segovia, presidido por una imagen de la Virgen del Rosario sobre un trono de nubes y serafines, acompañada
en los laterales de un repertorio de la Orden de Predicadores, con Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino, San Pedro Mártir y San Vicente Ferrer. De este retablo se conserva en la Diputación de
Segovia la imagen de Santo Domingo, mientras que el resto del conjunto, con
apreciables modificaciones, se encuentra en el presbiterio de la iglesia de
Tenzuela.
Pedro de Bolduque Detalle de Cristo atado a la columna y San Pedro arrepentido Retablo de San Pedro, 1585, Catedral de Segovia |
A principios de 1593 se encontraba de nuevo en
Medina de Rioseco, donde contrataba con Luis Martínez el Retablo de San Blas para una capilla de la iglesia de San Pedro
Mártir, así como el retablo del monasterio de Santa Clara (sustituido por otro
barroco en 1662) y meses después el retablo de la iglesia de San Pedro de Berrueces.
Entre las tallas que realiza en ese momento en Medina de Rioseco se encuentran
algunas de sus mejores obras, como el Cristo
de la Clemencia, que del remate del retablo de la iglesia de Santiago pasó
a recibir culto en la sacristía, un crucifijo que sigue la estela de Becerra
y que culmina el modelo iconográfico
repetido por Pedro de Bolduque, caracterizado por una anatomía vigorosa,
músculos en tensión, barbas y cabellos ondulados, la corona de espinas tallada
y el perizonium sujeto por una cinta,
cayendo en forma de "V" al frente, anudado a los costados y dejando
visible la cadera derecha.
Pedro Bolduque Detalle de Santiago peregrino, h. 1570, talla reaprovechada en el retablo mayor churrigueresco de la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco |
Regresado a Cuéllar, en 1594 firma ante Gabriel
Partearroyo la realización del retablo del recién fundado monasterio de la
Trinidad de esa villa, cuya policromía correría a cargo de Gabriel Maldonado de
Cárdenas, obra desgraciadamente no conservada. No obstante, en 1596 reaparece de
nuevo en Medina de Rioseco para otorgar su segundo testamento ante Jerónimo de
Benavente, en el que disponía ser enterrado en la iglesia riosecana de Santa
Cruz. Asimismo, hacia 1594 realiza el Retablo
de la Virgen del Rosario de Cogeces del Monte, donde deja en las escenas de
la Natividad de los relieves del banco su estilo bien definido.
Por razones estilísticas, se han atribuido a Pedro
de Bolduque obras dispersas, como la escultura de San Juan Bautista de la iglesia de San Martín de Segovia, el
monumental San Bartolomé de Bustillo
de Chaves o el Santiago peregrino que
preside el retablo mayor de la iglesia de Ceinos de Campos. Otro tanto ocurre
con algunas tallas marianas localizadas en Cuéllar, como la Virgen del Rosario que preside el
retablo de la iglesia de San Miguel, modelo imitado por sus seguidores; la Virgen con el Niño de la iglesia de
Santo Tomé o la Virgen del Rosario de
la iglesia de San Cristóbal.
Pedro de Bolduque muere en 1596 después trabajar en
Cuéllar durante trece años, donde fue capaz de impregnar la escultura del
ámbito cuellarano, cuyos ecos alcanzaron hasta 1600.
Pedro de Bolduque Izda: Cristo atado a la columna, 1585, Catedral de Segovia Dcha: Cristo atado a la columna, h. 1590, iglesia de San Miguel, Cuéllar |
EL CRISTO ATADO A LA COLUMNA DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE CUÉLLAR
Esta escultura de tamaño natural —173 cm; 207 cm con
peana— seguramente fue concebida por Pedro de Bolduque con fines procesionales.
Muestra la figura de Cristo con las manos amarradas y los brazos rodeando la
columna, junto a la que apoya la cabeza. El modelo repite de cerca el Cristo atado a la columna que preside el
retablo de San Pedro de la Catedral de Segovia, dotado de un marcado contrapposto, con el cuerpo en rotación
helicoidal típicamente manierista y con la cabeza girada hacia la figura de San
Pedro que le acompaña.
En este caso la figura de Cristo aparece mucho más
serena y con una expresión de resignación, huyendo, como es habitual en la obra
de Pedro de Bolduque, de remarcar el dramatismo y la tragedia para mostrar una
expresión ensimismada y melancólica que proporciona a la imagen solemnidad, un
valor destacable en la producción del escultor, cuyas obras se suelen
caracterizar por carecer de un sentido emocional, posiblemente por la excesiva
intervención de oficiales y colaboradores en la elaboración de retablos.
Con una esmerado tratamiento anatómico, de esbeltas
proporciones y vigor corporal, Cristo adopta una postura de contrapposto, con el peso del cuerpo
descansando sobre su pierna derecha, lo que permite la ligera flexión de la
izquierda para romper el hieratismo. Su posición frontal se ve animada con el
giro del torso hacia la izquierda, donde los brazos describen un arco que rodea
la columna, con las manos cruzadas y los dedos dirigidos hacia abajo,
destacando la tensión muscular en brazos y piernas.
El centro emocional se concentra en la cabeza, que
apoyada a la columna presenta una larga cabellera simétrica con dos mechones
marcados sobre la frente y rizos apelmazados que discurren por la espalda
dejando visible la oreja derecha. De igual manera, también aparece simétrica
una corta barba de dos puntas con pequeños rizos tallados meticulosamente y que
rodean la boca entreabierta, en la que son apreciables los dientes tallados y
la lengua. Su rostro queda configurado por una nariz larga y recta, cejas poco
arqueadas y párpados ligeramente resaltados, con las pupilas pintadas
dirigiendo la mirada a lo alto, lo que le proporciona un gesto cargado de
misticismo y un espíritu solemne acorde con los postulados contrarreformistas.
Cubre su desnudez un paño cuyo tratamiento es muy
distinto al del modelo de la catedral de Segovia, en este caso ciñéndose a la
cadera y formando al frente suaves ondulaciones, con uno de los cabos cayendo
por el costado derecho y compartiendo con el modelo citado un remonte en
diagonal que permite contemplar el muslo de la pierna izquierda. Igualmente, a
diferencia del modelo catedralicio segoviano, que presenta gruesas cuerdas de
talla, los amarres son postizos.
Ambas versiones comparten una columna alta, con
basa, fuste y capitel, que en su policromía imita jaspe. Este modelo fue
generalizado durante el Renacimiento, siendo Gregorio Fernández quien en su
taller vallisoletano contribuiría, algunos años después, a la difusión de una columna baja y
troncocónica, basándose en la reliquia conservada en la basílica de Santa
Práxedes de Roma, elemento que cambiaría por completo la disposición corporal
del Cristo atado a la columna como referencia al momento de la Flagelación y al
padecimiento físico de una figura humanizada al límite.
Pedro de Bolduque Cristo yacente, h. 1590, Museo de Semana Santa, Medina de Rioseco |
Como es lógico, la policromía se centra en el
trabajo de las carnaciones, resaltando algunas partes sonrosadas —mejillas,
pechos, rodillas, etc.— y hematomas violáceos como huellas del azotamiento,
especialmente visibles en piernas y las muñecas amoratadas.
La escultura, en definitiva, es un buen exponente de
la capacidad profesional de Pedro de Bolduque y de su aportación a la escultura
tardorenacentista, desde una óptica romanista, en sus talleres en Medina de
Rioseco y Cuéllar.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 En el banco del retablo de Santiago de la catedral de Segovia, a la izquierda del relieve central, figura
un magnífico retrato oval de Don Francisco Gutiérrez de Cuéllar, atribuido al
pintor cortesano Sánchez Coello.
Pedro de Bolduque Cristo de la Clemencia, h. 1593, iglesia de Santiago, Medina de Rioseco |
BIBLIOGRAFÍA
COLLAR DE CÁCERES, Fernando: Sobre
Pedro Bolduque, Anuario del Dpto. de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.).
Vol. XI, 1999, pp. 101-128.
HERGUEDAS VELA, Miguel: El
Retablo de Nuestra Señora del Rosario de Cogeces del Monte, obra de Pedro de
Bolduque, Publicación Asociación Cultural Arcamadre, 11, Cogeces del Monte,
Valladolid, 2010.
PÉREZ DE CASTRO, Ramón: El escultor Pedro de Bolduque: orígenes y
primeras obras, BSAA Arte nº. 78, Universidad de Valladolid, 2012, pp.
69-98.
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