24 de abril de 2020

Visita virtual: CRISTO ATADO A LA COLUMNA, la excelencia de un maestro terracampino














CRISTO ATADO A LA COLUMNA
Pedro de Bolduque (Medina de Rioseco, Valladolid, 1545-1596)
Hacia 1590
Madera policromada
Iglesia de San Miguel, Cuéllar (Segovia)
Escultura renacentista. Escuela castellana, corriente romanista













Sirva esta escultura de Cristo atado a la columna, que se conserva en la iglesia de San Miguel de Cuéllar, para acercarnos a la escultura castellana de los años finales del siglo XVI, cuando la influencia de Juan de Juni se mezcla con los aires renovadores que supuso la corriente romanista que implantara Gaspar Becerra. Aparece entonces un tipo de escultura híbrida cuya calidad, en algunos casos, apenas supera lo mediocre. En este momento destaca la figura de Pedro de Bolduque, autor que recogiendo la influencia de Juan de Juni y la estela romanista implantada por Gaspar Becerra y Esteban Jordán, realiza una escultura de calidad un tanto desigual, pero con una personalidad artística muy bien definida en la elaboración de retablos, tabernáculos y esculturas devocionales exentas.
En su abundante producción muestra una sólida formación como escultor y ensamblador, lo que se traduce en un meritorio conjunto de relieves y esculturas elaboradas en dos sucesivas etapas: la correspondiente a su estancia en Medina de Rioseco (Valladolid), su ciudad natal, donde se forma y arranca su actividad, y los trabajos realizados durante su posterior asentamiento en Cuéllar (Segovia), donde junto a los pintores Maldonado se convertirá en el gran impulsor de la escuela cuellarana, secundado por los escultores Roque Muñoz y Pedro de Santoyo, sobre los que ejercería una gran influencia. Como consecuencia, sus trabajos se diseminan por zonas próximas a estas dos poblaciones, donde su catálogo de retablos e imágenes se ha ido paulatinamente incrementando hasta colocarle en un lugar destacado entre los escultores del último Renacimiento.

EN TORNO AL ESCULTOR RIOSECANO PEDRO DE BOLDUQUE   

Los Bolduque constituyeron un clan familiar de escultores asentados en Medina de Rioseco e integrado por los hermanos Juan Mateo, Pedro, Andrés y Diego, hijos del entallador Mateo de Bolduque (activo en Medina de Rioseco desde 1540) y de Juana Muñoz, apuntándose su posible procedencia de la población flamenca de Bois-le-Duc (actual Holanda), de donde recibirían su apellido castellanizado. Tras la muerte en 1564 del padre, el Maestre Mateo, sería Juan Mateo quien dirigiese el taller, en el que se formaron sus tres hermanos, destacando entre todos ellos Pedro de Bolduque.

Pedro de Bolduque nació en 1545 en Medina de Rioseco, donde fue bautizado en la iglesia de Santa Cruz. A la muerte de su hermano Juan Mateo en 1570, Pedro de Bolduque comenzó a dirigir el taller familiar riosecano, ocupándose, junto a su hermano Andrés y otros colaboradores, del Retablo de San Agustín de la iglesia de Capillas (Palencia) iniciado por Juan Mateo en 1568, obra documentada de sus años iniciales en la que se aprecia la impronta juniana, presente en toda su producción posterior, así como detalles inspirados en estampas de obras de Miguel Ángel, como el Juicio Final de la Capilla Sixtina.

A partir de 1573, después de realizar la restauración de una serie de figuras de los Corral de Villalpando en la Capilla de los Benavente de la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, Pedro de Bolduque entra a formar parte del taller de Juan de Juni, que ese año había contratado el retablo mayor de esa misma iglesia de su villa natal, donde el maestro borgoñón se comprometía a realizar la mitad de la escultura y a dar los modelos que deberían realizar Francisco de Logroño y Pedro de Bolduque. En este trabajo estuvo ocupado hasta 1577, aunque durante el proceso sufrió una enfermedad que le obligó a otorgar su testamento en 1575 (dado a conocer por García Chico), aunque logró restablecerse. Cuando muere Juni en 1577, teniendo que ser rematado el retablo riosecano por Esteban Jordán, Pedro de Bolduque ya había realizado el Cristo crucificado del Calvario que remata el retablo, en el que realiza un ejercicio anatómico que incorporaría en sus posteriores trabajos, como el magnífico Crucifijo de la iglesia de Santa María la Sagrada de Tordehumos (Valladolid).

Además de realizar una custodia —actualmente desaparecida— para la iglesia de Berrueces, Pedro de Bolduque elaboró entre 1570 y 1572 una pequeña escultura del Niño Jesús para Villacreces, actualmente en paradero desconocido, correspondiendo a los mismos años la escultura exenta del apóstol Santiago que aparece reaprovechada presidiendo el retablo churrigueresco de la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco. De gran mérito es el Cristo del Humilladero, crucifijo colocado en un retablo lateral de la iglesia de San Agustín de Capillas, realizado hacia 1575.

En 1576 hace el tabernáculo o custodia y la imagen de la Asunción del retablo mayor de Moral de la Reina, en 1578 ejerce como tasador en Castromonte del retablo de la Concepción, realizado por Mateo García y Juan de Torrecilla, y en 1580 cobra la imagen de la Asunción del retablo mayor de la iglesia de Bustillo de Chaves, de influencia juniana y romanismo becerresco, contratando en ese momento el retablo de la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Cuenca de Campos, con la escena central del martirio de los santos titulares, un excelente Calvario en el remate y un amplio santoral.

Pedro de Bolduque
San Sebastián, h. 1594. Retablo de la Virgen del Rosario, Cogeces del Monte
Retablo de Santiago, 1580, capilla de Santiago, Catedral de Segovia
Es hacia 1580 cuando traslada su taller a la villa de Cuéllar, donde, no obstante, continúa compaginando los nuevos encargos con otros llegados de Medina de Rioseco. El primer gran contrato firmado en tierras segovianas fue el Retablo de Santiago solicitado en 1580 por Francisco Gutiérrez de Cuéllar, Contador de Hacienda de Felipe II y Comendador de la Orden de Santiago, para la capilla de la misma advocación en la catedral de Segovia. Este retablo representa el arte más depurado de Pedro de Bolduque, con una estructura clásica resaltada en la calle central y una decoración manierista con criterio romanista que, siguiendo el horror vacui, acoge medallones con virtudes, frontones partidos, figuras de putti, festones, guirnaldas colgantes y caprichosos encasamientos para albergar pinturas. Junto a la hierática imagen del santo titular, encargada por el comitente en Génova al escultor Orazio Castellino, en el banco1 del retablo figura el relieve del Traslado del cuerpo de Santiago, con policromía de Alonso de Herrera, y en el ático Santiago en la batalla de Clavijo, constituyendo la variedad de elementos ornamentales una auténtica novedad en la zona segoviana.

De 1581 data la Virgen de Rosario de la iglesia de Bahabón, de impronta juniana y policromada por Julián Maldonado. De esos mismos años debe ser la Asunción de Castillo de Chaves. Durante los diez años en que estuvo instalado en Cuéllar fueron numerosas las imágenes de la Virgen con el Niño realizadas por Pedro de Bolduque, siempre con expresión melancólica y no siempre resueltas con igual maestría.
Pedro de Bolduque
Relieve de la Batalla de Clavijo y Traslado del cuerpo de Santiago
Retablo de Santiago, 1580, capilla de Santiago, Catedral de Segovia
En 1582 firmaba el contrato del retablo de Berrueces y en 1583 el de la iglesia de San Miguel de Fuentidueña (desaparecido), lo que implica dedicación a encargos llegados desde ambas comarcas, la vallisoletana y la segoviana. En 1584 realizaba un tabernáculo para la iglesia de San Andrés de Cuéllar, en principio fue solicitada a Juan de Arnao, que murió sin materializar el encargo, y que fue objeto de un pleito entre pintores para su policromía. Esta obra, dada por desaparecida, según Fernando Collar pudiera ser la que en nuestros días se conserva en la iglesia de Chañe.

En 1584 Pedro de Bolduque, casado con Ana Velázquez, bautizaba a su hijo Agustín en la iglesia de San Miguel de Cuéllar. En 1585 concertaba con los canónigos Dávila y Lozano el retablo de la capilla del canónigo Pedro de Segovia de la catedral segoviana, lo que suponía su segundo gran retablo en el recinto catedralicio. En su hornacina central, según requerimiento del contrato, presenta las esculturas de bulto de Cristo atado a la columna y San Pedro, cuya policromía corrió a cargo de Cristóbal de Velasco. La escultura de Cristo es de una gran belleza y bien proporcionada, utilizando, como recurso generalizado en todo el Renacimiento, el tipo de columna alta. El espacio central del banco del mismo retablo está ocupado por el bello relieve de Quo vadis.

Pedro de Bolduque
Retablo de San Pedro, 1585, Catedral de Segovia
En 1586 Pedro de Bolduque alquilaba algunas casas de Cuéllar y firmaba el contrato para realizar dos retablos destinados al convento de la Concepción Francisca de esta villa segoviana, conservándose tan sólo uno de ellos. Al mismo tiempo, manteniendo una estrecha relación con los pintores Maldonado, elaboraba retablos e imágenes para la villa de Fuentepelayo, como el Retablo de San Pedro de la iglesia de Santa María, hoy conservado en la del Salvador, presidido por una meritoria talla de San Pedro en cátedra. En 1588 cobraba el Retablo de la Quinta Angustia de la misma iglesia de Santa María de Fuentepelayo, donde el grupo principal, como advierte Jesús Urrea, se inspira en el retablo del Santo Entierro que realizara en 1571 Juan de Juni para la capilla del canónigo Juan Rodríguez en la catedral de Segovia.

Si hacia 1590 realizaba el magnífico Cristo yacente que se conserva en el Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco, igualmente inspirado en el Santo Entierro de Juan de Juni, otro importante retablo realizado por Pedro de Bolduque fue el contratado en 1591 para la Cofradía del Rosario del convento de Santa Cruz de Segovia, presidido por una imagen de la Virgen del Rosario sobre un trono de nubes y serafines, acompañada en los laterales de un repertorio de la Orden de Predicadores, con Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino, San Pedro Mártir y San Vicente Ferrer. De este retablo se conserva en la Diputación de Segovia la imagen de Santo Domingo, mientras que el resto del conjunto, con apreciables modificaciones, se encuentra en el presbiterio de la iglesia de Tenzuela.
Pedro de Bolduque
Detalle de Cristo atado a la columna y San Pedro arrepentido
Retablo de San Pedro, 1585, Catedral de Segovia
A principios de 1593 se encontraba de nuevo en Medina de Rioseco, donde contrataba con Luis Martínez el Retablo de San Blas para una capilla de la iglesia de San Pedro Mártir, así como el retablo del monasterio de Santa Clara (sustituido por otro barroco en 1662) y meses después el retablo de la iglesia de San Pedro de Berrueces. Entre las tallas que realiza en ese momento en Medina de Rioseco se encuentran algunas de sus mejores obras, como el Cristo de la Clemencia, que del remate del retablo de la iglesia de Santiago pasó a recibir culto en la sacristía, un crucifijo que sigue la estela de Becerra y  que culmina el modelo iconográfico repetido por Pedro de Bolduque, caracterizado por una anatomía vigorosa, músculos en tensión, barbas y cabellos ondulados, la corona de espinas tallada y el perizonium sujeto por una cinta, cayendo en forma de "V" al frente, anudado a los costados y dejando visible la cadera derecha.


Pedro Bolduque
Detalle de Santiago peregrino, h. 1570, talla reaprovechada en el retablo
mayor churrigueresco de la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco
Regresado a Cuéllar, en 1594 firma ante Gabriel Partearroyo la realización del retablo del recién fundado monasterio de la Trinidad de esa villa, cuya policromía correría a cargo de Gabriel Maldonado de Cárdenas, obra desgraciadamente no conservada. No obstante, en 1596 reaparece de nuevo en Medina de Rioseco para otorgar su segundo testamento ante Jerónimo de Benavente, en el que disponía ser enterrado en la iglesia riosecana de Santa Cruz. Asimismo, hacia 1594 realiza el Retablo de la Virgen del Rosario de Cogeces del Monte, donde deja en las escenas de la Natividad de los relieves del banco su estilo bien definido.
Por razones estilísticas, se han atribuido a Pedro de Bolduque obras dispersas, como la escultura de San Juan Bautista de la iglesia de San Martín de Segovia, el monumental San Bartolomé de Bustillo de Chaves o el Santiago peregrino que preside el retablo mayor de la iglesia de Ceinos de Campos. Otro tanto ocurre con algunas tallas marianas localizadas en Cuéllar, como la Virgen del Rosario que preside el retablo de la iglesia de San Miguel, modelo imitado por sus seguidores; la Virgen con el Niño de la iglesia de Santo Tomé o la Virgen del Rosario de la iglesia de San Cristóbal.

Pedro de Bolduque muere en 1596 después trabajar en Cuéllar durante trece años, donde fue capaz de impregnar la escultura del ámbito cuellarano, cuyos ecos alcanzaron hasta 1600.

Pedro de Bolduque
Izda: Cristo atado a la columna, 1585, Catedral de Segovia
Dcha: Cristo atado a la columna, h. 1590, iglesia de San Miguel, Cuéllar 
EL CRISTO ATADO A LA COLUMNA DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE CUÉLLAR

Esta escultura de tamaño natural —173 cm; 207 cm con peana— seguramente fue concebida por Pedro de Bolduque con fines procesionales. Muestra la figura de Cristo con las manos amarradas y los brazos rodeando la columna, junto a la que apoya la cabeza. El modelo repite de cerca el Cristo atado a la columna que preside el retablo de San Pedro de la Catedral de Segovia, dotado de un marcado contrapposto, con el cuerpo en rotación helicoidal típicamente manierista y con la cabeza girada hacia la figura de San Pedro que le acompaña.
En este caso la figura de Cristo aparece mucho más serena y con una expresión de resignación, huyendo, como es habitual en la obra de Pedro de Bolduque, de remarcar el dramatismo y la tragedia para mostrar una expresión ensimismada y melancólica que proporciona a la imagen solemnidad, un valor destacable en la producción del escultor, cuyas obras se suelen caracterizar por carecer de un sentido emocional, posiblemente por la excesiva intervención de oficiales y colaboradores en la elaboración de retablos.

Con una esmerado tratamiento anatómico, de esbeltas proporciones y vigor corporal, Cristo adopta una postura de contrapposto, con el peso del cuerpo descansando sobre su pierna derecha, lo que permite la ligera flexión de la izquierda para romper el hieratismo. Su posición frontal se ve animada con el giro del torso hacia la izquierda, donde los brazos describen un arco que rodea la columna, con las manos cruzadas y los dedos dirigidos hacia abajo, destacando la tensión muscular en brazos y piernas.

El centro emocional se concentra en la cabeza, que apoyada a la columna presenta una larga cabellera simétrica con dos mechones marcados sobre la frente y rizos apelmazados que discurren por la espalda dejando visible la oreja derecha. De igual manera, también aparece simétrica una corta barba de dos puntas con pequeños rizos tallados meticulosamente y que rodean la boca entreabierta, en la que son apreciables los dientes tallados y la lengua. Su rostro queda configurado por una nariz larga y recta, cejas poco arqueadas y párpados ligeramente resaltados, con las pupilas pintadas dirigiendo la mirada a lo alto, lo que le proporciona un gesto cargado de misticismo y un espíritu solemne acorde con los postulados contrarreformistas.

Cubre su desnudez un paño cuyo tratamiento es muy distinto al del modelo de la catedral de Segovia, en este caso ciñéndose a la cadera y formando al frente suaves ondulaciones, con uno de los cabos cayendo por el costado derecho y compartiendo con el modelo citado un remonte en diagonal que permite contemplar el muslo de la pierna izquierda. Igualmente, a diferencia del modelo catedralicio segoviano, que presenta gruesas cuerdas de talla, los amarres son postizos.

Ambas versiones comparten una columna alta, con basa, fuste y capitel, que en su policromía imita jaspe. Este modelo fue generalizado durante el Renacimiento, siendo Gregorio Fernández quien en su taller vallisoletano contribuiría, algunos años después, a la difusión de una columna baja y troncocónica, basándose en la reliquia conservada en la basílica de Santa Práxedes de Roma, elemento que cambiaría por completo la disposición corporal del Cristo atado a la columna como referencia al momento de la Flagelación y al padecimiento físico de una figura humanizada al límite.

Pedro de Bolduque
Cristo yacente, h. 1590, Museo de Semana Santa, Medina de Rioseco
Como es lógico, la policromía se centra en el trabajo de las carnaciones, resaltando algunas partes sonrosadas —mejillas, pechos, rodillas, etc.— y hematomas violáceos como huellas del azotamiento, especialmente visibles en piernas y las muñecas amoratadas.

La escultura, en definitiva, es un buen exponente de la capacidad profesional de Pedro de Bolduque y de su aportación a la escultura tardorenacentista, desde una óptica romanista, en sus talleres en Medina de Rioseco y Cuéllar.      


Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 En el banco del retablo de Santiago de la catedral de Segovia, a la izquierda del relieve central, figura un magnífico retrato oval de Don Francisco Gutiérrez de Cuéllar, atribuido al pintor cortesano Sánchez Coello.




Pedro de Bolduque
Cristo de la Clemencia, h. 1593, iglesia de Santiago, Medina de Rioseco

BIBLIOGRAFÍA

COLLAR DE CÁCERES, Fernando: Sobre Pedro Bolduque, Anuario del Dpto. de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.). Vol. XI, 1999, pp. 101-128.

HERGUEDAS VELA, Miguel: El Retablo de Nuestra Señora del Rosario de Cogeces del Monte, obra de Pedro de Bolduque, Publicación Asociación Cultural Arcamadre, 11, Cogeces del Monte, Valladolid, 2010.

PÉREZ DE CASTRO, Ramón: El escultor Pedro de Bolduque: orígenes y primeras obras, BSAA Arte nº. 78, Universidad de Valladolid, 2012, pp. 69-98.


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