VIRGEN DE LA
ESPERANZA MACARENA CORONADA
Autor
desconocido. ¿Taller de Pedro Roldán?
Hacia 1610/1680
Madera de
pino y ciprés, imagen vestidera
Basílica de
la Macarena, Sevilla
Escultura
barroca. Escuela sevillana
Fachada de la Basílica de la Macarena, Sevilla, 1941-1949 |
El mundo del arte tiene sus misterios. En ocasiones
una obra trasciende sus propios valores artísticos para adquirir el carácter de un auténtico icono en el que se condensan y reconocen, a través de la
creatividad humana, los valores cívicos, la idiosincrasia, la cultura, la sociedad, las creencias y el gusto de todo un pueblo y una época. Los ejemplos
son numerosos, desde el busto de Nefertiti
(Neues Museum, Berlín) o el Doríforo
de Policleto (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles) hasta las Meninas de Velázquez (Museo del Prado,
Madrid) o el Guernica de Picasso
(Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), pasando por la Gioconda de Leonardo da Vinci (Museo del
Louvre, París), o el David de Miguel
Ángel (Galería de la Academia, Florencia), por citar algunas obras célebres con
estas características.
Esto es lo que ocurre con la imagen de la Esperanza Macarena de Sevilla, una
escultura devocional con sus propias peculiaridades que, aparte de representar
la esencia del barroco sevillano, se ha convertido en el icono por excelencia
de la religiosidad de un pueblo que siente y conoce a la perfección las claves
interpretativas de tan singular imagen.
Interior de la Basílica de la Macarena, Sevilla |
LA MACARENA COMO IMAGEN VESTIDERA
La Virgen de
la Esperanza Macarena es una "imagen vestidera", una modalidad
que conoció su efervescencia en el barroco, aunque el revestimiento como
recurso hunde sus raíces en la Edad Media, cuando algunas esculturas,
especialmente imágenes marianas, comenzaron a ser recubiertas de planchas de
oro, ricos metales y piedras preciosas para simular suntuosas vestiduras. En el
siglo XVI, al hilo de la búsqueda de realismo en las imágenes religiosas, en
España se extiende el recurso de revestir el cuerpo con vestiduras textiles
reales. Con el fin de honrar a la Virgen, estas se ajustaban a la moda
cortesana del reinado de Felipe II, comenzando a utilizarse como piezas básicas
amplias sayas acampanadas, jubones ajustados y sobremangas o brazales, en
ocasiones incorporando tocas o cofias "de
papos" —propias de las damas viudas— encuadrando el rostro, siempre
como repertorio ajustado a las directrices de decoro propugnadas por el
Concilio de Trento, hecho que constituiría el punto de partida para los modelos
aplicados a partir del siglo XVII, cuando se añaden, junto a coronas y otros
objetos de orfebrería, rostrillos que
rememoran la mujer vestida de sol del relato apocalíptico de San Juan.
Respecto a este recurso plástico, vinculado a los
ideales de la Contrarreforma, se considera como la primera imagen de este
género la Virgen de la Soledad que
tallara Gaspar Becerra en 1565 para el Convento de la Victoria de Madrid, que
se convertiría en una de las devociones más extendidas de la época.
Es durante el siglo XVII cuando la modalidad de las
imágenes de vestir adquiere un carácter puramente popular, conociendo el modelo
precedente un proceso de transformación y enriquecimiento en el que se abandona
el modelo estereotipado anterior para adoptar ajuares con una gran disparidad
de formas desde el primer barroco.
El objetivo era dotar a la Virgen de una apariencia
de realeza y majestuosidad, aunque ya sin tomar como referencia exclusiva la
moda civil cortesana. Por entonces se aumenta el tamaño de las tocas, a las que
se sobreponen ricas piezas de encaje y tul. Igualmente, sobre la saya, el jubón
y los brazales se comienzan a colocar amplios mantos que suponen un
enriquecimiento y que establecen una estructura piramidal, adornándose las
imágenes vestideras con amplias blondas de encaje, abigarrados bordados, suntuosos
lazos, abalorios y diferentes piezas de orfebrería y joyería, configurándose un
estilo que, con múltiples variantes, alcanzaría su máxima expresión a partir de
1700.
Todos estos parámetros concurren en la Virgen de la Esperanza Macarena,
arquetipo de imagen vestidera mariana. Este tipo de esculturas, también denominadas en el argot de las cofradías
como "de candelero", se caracterizan por tener talladas en madera
únicamente la cabeza y las manos (en menos ocasiones los pies), en las que el escultor concentra los rasgos
expresivos. Estas son ensambladas en un maniquí de madera, de estructura
troncocónica y en ocasiones forrado por un lienzo, al que también se insertan
brazos articulados, completando la tarea artesanos que realizan el vestuario,
generalmente muy rico, con sedas, terciopelo, encajes, etc., y toda una serie
de aditamentos postizos, como lágrimas de cristal —en la modalidad de vírgenes
dolorosas— y pelo natural. Todo este artificio consigue un aspecto real capaz
de conmover al espectador, que queda sorprendido por el aspecto real de la
imagen, que frecuentemente es concebida, por su reducido peso, para fines
procesionales.
El aspecto con que la Esperanza Macarena se ofrece a los fieles es impactante. Su rostro
de aspecto adolescente, con la boca entreabierta —dientes superiores tallados—,
párpados hinchados con ojos de cristal y pestañas naturales (queda oculto el
pelo natural) se asoma entre ricos encajes, mostrando en sus sonrosados pómulos cinco
lágrimas de cristal en alusión a las cinco angustias padecidas por la Virgen.
Sus manos, de dedos torneados, se dirigen al frente, con las palmas orientadas
hacia el pecho y sujetando un manípulo o pañuelo y un rosario. Sobre su pecho
destacan cinco "mariquillas", esmeraldas engarzadas en forma de rosas
que vienen a sustituir a los habituales siete puñales que suelen acompañar a
las Dolorosas como símbolo de los Siete Dolores de María. Estas alhajas fueron
un regalo del torero sevillano Joselito el Gallo, que las encargó a un joyero
de París como devoto y benefactor de la Hermandad. De igual manera, sobre el pecho también luce la Medalla
de Oro que el Ayuntamiento de Sevilla le impusiera en 1971.
La imagen dispone de suntuosas coronas de oro —fue
coronada canónicamente el 31 de mayo de 1964 en la Plaza de España, según
privilegio del papa Juan XXIII—, como la realizada en oro y esmaltes, a partir
de un diseño de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que le fue impuesta en 1913 por
Enrique Almaraz Santos, cardenal arzobispo de Sevilla en una solemne ceremonia
celebrada en la iglesia de San Gil, momento en que le fueron retirados del
pecho los siete puñales. La corona sería sucesivamente enriquecida con
brillantes en los años 1938, 1953 y 1963.
Obras destacables son los trabajos de los mantos de
terciopelo que la recubren, realizados por los mejores bordadores de Sevilla,
como el realizado en terciopelo verde, entre 1899 y 1900, por Juan Manuel
Rodríguez Ojeda (1853-1930), cuyas obras artesanales determinaron, en los
primeros años del siglo XX, un cambio
estético que seguirían todas las hermandades sevillanas. Muy especial es el
recubrimiento de dicho manto con una red, tejida en hilo de oro con motivos
piadosos y flores, llamada popularmente "camaronera" por su similitud con las
empleadas para pescar camarones. El mismo bordador realizó en 1908 el rico
palio de terciopelo granate con incrustaciones de oro y plata, del que se
conserva el techo, siendo renovadas las bambalinas en 1964 por el taller de
Sobrinos de Caro, que siguieron el mismo modelo.
De 1930 data un manto bordado en hilos de oro sobre
tisú verde que fue financiado por una suscripción promovida por el rey Alfonso
XIII, hermano de la hermandad desde 1904, y bendecido por el cardenal arzobispo
Eustaquio Ilundain.
La imagen conoció su primera restauración en 1881 a
manos de Emilio Pizarro de la Cruz, momento en que se colocaron pestañas y
lágrimas nuevas en el rostro.
En su teatral atrezo, se acompaña de jarrones y
candeleros de oro y plata en estilo barroco, siendo actualmente una de las
imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana. Participa en la procesión
de la Madrugá, del Jueves al Viernes
Santo.
EL PROBLEMA DE LA AUTORÍA
Esta Virgen, una de las grandes devociones marianas
no sólo en Sevilla, sino en España y buena parte de América, que
afortunadamente se conserva en su estado original, es obra de un escultor
desconocido. A lo largo del tiempo se han planteado diversas hipótesis sobre su
autoría, investigación que aún no ha concluido, habiéndose atribuido a
distintos escultores del siglo XVII.
Entre los posibles artífices se han propuesto a los
escultores Juan Martínez Montañés, a su discípulo Juan de Mesa, a Pedro Roldán
y a su hija Luisa Roldán, "la Roldana", así como a otros imagineros
activos en Sevilla, tales como Benito Hita del Castillo, Francisco Ruiz Gijón o
José Montes de Oca.
Según el profesor Francisco Arquillo, conservador de
cabecera de la Virgen, la imagen fue realizada en la primera mitad del siglo
XVII, lo que hace descartar a los escultores que trabajaron en tiempos
posteriores. Por su parte, el escultor y restaurador sevillano Juan Manuel
Miñarro propone a Juan de Mesa, tras encontrar en la imagen grafismos similares
a la Virgen de las Angustias de Córdoba
y al sevillano Jesús del Gran Poder. Asimismo,
el escultor y restaurador Luis Álvarez Duarte encuentra en el trabajo de la
cabeza rasgos característicos del círculo de Francisco Ruiz Gijón. Ante esta
disyuntiva, los macarenos han encontrado una solución: "la hicieron los
ángeles".
CURIOSIDADES Y LEYENDAS EN TORNO A LA MACARENA
Como toda imagen de fuerte impacto piadoso y
popular, su historia está jalonada de leyendas. La más fantasiosa es la que
narra la llegada a Sevilla en el siglo XVII de un italiano que tenía la
intención de embarcarse hacia las Indias y que enfermó antes de su partida.
Trasladado al Hospital de las Cinco Llagas, falleció sin ser reclamado por
nadie, por lo que esta institución decidió abrir su equipaje tiempo después, encontrando
la mascarilla y las manos de la Virgen.
Fueron las monjas del hospital quienes guardaron con
celo el hallazgo, que poco después reclamaron algunos miembros de una hermandad
fundada en el siglo XVI en el cercano templo de San Basilio, que propusieron a
la comunidad el cambio de las piezas de la imagen por un reloj con campanas
para el hospital. Aceptado este pacto no escrito, la imagen pasó a ser
propiedad de aquella hermandad.
Detalle de los bordados del manto |
Otra leyenda se localiza en tiempos de la Segunda
República Española, cuando al producirse el saqueo de diversos templos
sevillanos por grupos de republicanos y la iglesia fuese quemada parcialmente
en vísperas de la Guerra Civil, el sacristán de la Macarena, para evitar su
destrucción, trasladó la imagen a su casa y la colocó en una cama simulando ser
una persona. Por la noche, aduciendo ser marmolista, la trasladó al cementerio
de San Fernando y la escondió en la sepultura de Joselito el Gallo, donde
permaneció durante dos meses, conociendo el secreto sólo el torero Ignacio Sánchez
Mejías, cuñado de Joselito, que contribuyó a ponerla a salvo.
Cuando en 1920 en la plaza de Talavera de la Reina se produjo la muerte del torero José
Gómez Ortega, conocido como Joselito el Gallo, la Hermandad de la Macarena, de la que el diestro fue teniente de
hermano mayor y benefactor, vivió una auténtica conmoción, encargando a Juan
Manuel Rodríguez Ojeda, en señal de luto, una vestimenta de color negro, siendo
las fotografías de esta imagen muy veneradas en los ambientes taurinos.
La imagen reflejada en los espejos del camarín |
El 18 de julio de 1936, día en que se inició la
Guerra Civil, en medio de un intenso tiroteo tropas milicianas incendiaron la
iglesia de San Gil, salvándose de la quema la imágenes de la Hermandad de la
Macarena que se guardaban en la sala de pasos, situada enfrente de la iglesia,
entre ellas la Virgen de la Macarena,
que fue recogida por un hermano en su domicilio y en octubre de aquel año
trasladada a la iglesia de la Anunciación, antigua Casa Profesa de la Compañía
de Jesús.
LA BASÍLICA
DE LA MACARENA
La imagen de la Esperanza
Macarena primero recibió culto en la iglesia de San Gil, sede de la
hermandad, y después en la iglesia de la Anunciación. Concluida la Guerra
Civil, se decidió construir un santuario en sustitución de su capilla en la
iglesia de San Gil, incendiada en 1936. El templo fue levantado por el arquitecto
sevillano Aurelio Gómez Millán, siendo iniciado en 1941 y consagrado en 1949 por
el cardenal Pedro Segura y Sáenz, pasando a ser la sede de la Hermandad de la Esperanza Macarena, después de que la Virgen tomara el nombre del popular barrio de la Macarena.
Pinturas de Rafael Rodríguez en la bóveda de la nave |
Es un edificio de planta basilical, con una sola
nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos y cuatro capillas laterales. En la
fachada, inspirada en el barroco andaluz, se abre un pórtico que, al modo
palladiano, combina arco y dinteles apoyados sobre columnas de mármol, estando
coronado por una hornacina que alberga una escultura alegórica de la Esperanza.
En un segundo plano, se yergue una airosa espadaña con función de campanario.
Su interior se decora con mármoles de colores y
pinturas al fresco realizadas por Rafael Rodríguez, con un programa de
exaltación mariana que incluye figuras de santos, flores y alegorías. Preside
la capilla mayor un retablo dorado neobarroco realizado en 1949 por Juan Pérez
Calvo y Rafael Fernández del Toro, con imaginería del gaditano Luis Ortega
Bru. Este conecta, mediante una embocadura de plata, con el camarín de la
Virgen, en ambos casos con decoración debida a Fernando Marmolejo Camargo.
Cúpula del camarín, decoración de Fernando Marmolejo Camargo |
Como sede de la Hermandad de la Esperanza Macarena,
en los retablos de las capillas laterales reciben culto dos de las esculturas
titulares. Una es Nuestro Padre Jesús de
la Sentencia, imagen vestidera realizada en 1654 por Felipe de Morales, que
ocupa un retablo neobarroco de Juan Pérez Calvo, incorporado en 1951 como
donación de los funcionarios del Ministerio de Justicia. La otra es la Virgen del Rosario, obra del siglo XVIII
atribuida a Pedro Duque Cornejo, discípulo de Pedro Roldán, tallada como imagen
de bulto y transformada en 1882 en imagen vestidera. Procede de la iglesia de
San Gil, donde se fusionaron las hermandades del Rosario y de la Esperanza.
Actualmente el templo ostenta la dignidad de
basílica menor por bula otorgada por el papa Pablo VI el 12 de noviembre de
1966, disponiendo desde 2009 de un museo en el que se exhiben objetos
procesionales y litúrgicos de la Hermandad.
Felipe de Morales. Jesús de la Sentencia, 1654 |
Pedro Duque Cornejo. Virgen del Rosario, s. XVIII |
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Quiero ser fuerte para los restos de la vida.......
ResponderEliminarMARAVILLOSA IMAGEN QUE RESUME TODO LO QUE OCURRE EL LA SEMANA SANTA SEVILLANA, ARQUETIPO DE IMAGEN RELIGIOSA.
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