LA ADORACIÓN
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Albero
Durero (Núremberg, 1471-1528)
1511
Óleo sobre tabla
Kunsthistorisches
Museum, Viena
Pintura
renacentista alemana
La pintura en el Kunsthistorisches Museum de Viena |
Esta tabla, que representa la Adoración de la Santísima Trinidad, está considerada como la obra
maestra de Alberto Durero, máximo representante del Renacimiento alemán. Por su
planteamiento temático y el momento en que fue realizada, algunos autores la
equiparan con algunos trabajos de Rafael, especialmente con el fresco de La Disputa del Sacramento que pintara en
1509 en la Stanza della Signatura del Palacio Apostólico del Vaticano.
En el año 1501, el comerciante Matthias Landauer,
enriquecido por el floreciente negocio de venta de productos de su fundición de
cobre, fundó en Núremberg la Casa de los Doce Hermanos (Zwölfbrüderhaus),
institución benéfica destinada a recoger a doce artesanos necesitados en su
vejez. Según informa el historiador austriaco Moritz Thausing en su estudio Alberto Durero, en 1507 el asilo se
amplió con la construcción de una capilla, trazada por el arquitecto Jam Behaim
el Viejo, que estaba dedicada a Todos los Santos. Para presidir dicha capilla, en
1508 Matthias Landauer encargó a Durero un pequeño retablo que sería colocado
"entre dos columnas y frente al gran ventanal".
Un año antes, Alberto Durero había regresado de su
segundo viaje a Venecia, donde le había causado sensación la innovadora pintura
renacentista. Por este motivo, en lugar de plantear el habitual altar alado del
gótico tardío, eligió una forma más moderna e innovadora, que ajustándose a la
advocación de la capilla representaba el tema de la Adoración de la Santísima Trinidad, centro de atención de un gran
número de santos celestiales y personajes terrenales, la pintura con mayor
número de figuras de cuantas realizara el pintor.
Matthias Landauer, que acabaría sus días en el asilo
por él fundado, encargó como marco una moldura, también diseñada por Durero,
con una representación del Juicio Final. Según detalla Angela Ottino en La obra pictórica completa de Durero,
fue tallada en Núremberg por el Maestro de la Madonna de Núremberg, cuya identidad se desconoce. Más tarde, en
1585, Rodolfo II de Habsburgo adquirió la obra sin el marco, que actualmente se
conserva en el Museo Nacional Germano de Núremberg (Germanisches Nationalmuseum),
de modo que nunca más pintura y marco se han vuelto a ensamblar.
La pintura fue realizada en Núremberg en 1511 para
la fundación caritativa en base a dos presupuestos. Por un lado, como
exaltación de la virtud de la caridad, acorde con los motivos fundacionales del
asilo, aludiendo a la salvación de todas las penas por el misterio del
sufrimiento divino. Por otro, tomando como fuente de inspiración la filosofía
de San Agustín. Asimismo, el pintor plantea la representación en dos registros,
uno superior, de carácter celestial, y otro inferior más terrenal, para cuya
composición Moritz Thausing encuentra el origen en una fuente literaria: la Civitas Dei de San Agustín.
Esta opinión
es compartida por Otto Benesh en La pintura
alemana: de Durero a Holbein, donde desarrolla la teoría del santo
filósofo: "La civitas Dei,
fundada por Abel y gobernada por Cristo, vive a medias entre el cielo y la
Tierra, mezclada con la civitas terrena,
fundada por Caín y gobernada por el demonio. Sólo después del Juicio Final se
llegará al verdadero y único estado de Dios". Si las dos primeras ideas
son recogidas en la pintura, la alusión al Juicio Final se reflejaría en el
marco.
Alberto Durero realiza una composición de contenido
simbólico, basada en la simetría, cuyos registros superior e inferior comparten
la atemporalidad al presentar a decenas de personajes entre nubes. En el
registro superior se representa la Civitas
Dei, que aparece presidida por las tres figuras de la Santísima Trinidad
sobre el eje central, que como titulares dan nombre al cuadro.
LA PARTE CELESTIAL
La Trinidad
El Espíritu Santo, que está simbolizado
por la paloma, siguiendo la tradición cristiana, aparece entre resplandores en
la parte superior. A los lados está rodeado por un coro de numerosos
querubines. Por debajo se encuentra la solemne figura de Dios Padre con vestiduras
imperiales y sentado sobre el arco iris, un motivo que el pintor repitió en su
cuarto grabado. Dos ángeles colocados a los lados le sujetan reverencialmente el
manto, bajo el que se descubre la imagen de Cristo crucificado que
sujeta con los brazos extendidos, figura que completa el Trono de Gracia que
protagoniza la pintura. Las referencias a la Pasión se continúan a los lados
con grupos de ángeles que portan los flagelos, la columna, la lanza con la
esponja, la lanza que hirió el costado, etc.
Cortejo de santas
En la parte izquierda del ámbito celestial aparece
un cortejo de santas, mártires y vírgenes que contemplan la imagen de la
Trinidad y que está encabezado por la figura arrodillada de la Virgen
María, revestida por una túnica y un amplio manto azul, coronada y
sujetando una palma.
La Madre de Jesús adquiere el valor de intercesora de la
humanidad. A su lado se identifica a Santa Inés, patrona de los
adolescentes, por el cordero que porta en su brazos, en alusión al origen
etimológico de su nombre, derivado del latín agnus (cordero). Junto a ella se encuentra Santa Dorotea, que porta
el cesto de manzanas alusivo al milagro que protagonizó. Detrás de la Virgen se
distingue a Santa Catalina, que muestra los atributos tradicionales, la
rueda dentada con que fue martirizada por el emperador Majencio y la espada de
su decapitación. Detrás de ella, en la comitiva está Santa Bárbara, que como atributos
identificables porta un cáliz y una hostia. Sigue un séquito de múltiples
santas portando palmas en variadas posiciones.
Cortejo de santos
Equilibrando la composición, en el lado opuesto a
las santas aparece un cortejo de santos, profetas y reyes del Antiguo
Testamento. El aparecer en la comitiva hombres y mujeres hizo que la pintura
fuera conocida popularmente como Retablo
de todos los santos. El grupo está presidido por San Juan Bautista, que en
su papel de intercesor junto a la Virgen y en presencia de Cristo establece la
Déesis. Viste una rústica túnica de piel y un manto verde.
El personaje
colocado a su derecha se identifica con el profeta Zacarías, que ya fue
pintado en el Políptico de Gante por
el pintor flamenco Jan van Eyck, predecesor de Durero, con una capa de armiño como
la que luce en esta pintura. Detrás de San Juan Bautista es reconocible el rey David,
que aparece tañendo el arpa, y entre ellos Moisés, el máximo profeta del
judaísmo, que aparece representado como un anciano de larga barba, con la cabeza
cubierta y un manto azul, mientras porta las Tablas de la Ley. Al fondo aparece
un nutrido cortejo de bienaventurados, incluyendo un personaje colocado a la
derecha y vestido de rojo que, según Thausing representa a la Iglesia luchadora
y sufriente.
LA PARTE TERRENAL
El registro inferior adquiere un carácter terrenal,
aunque todos los personajes pululan entre nubes, elevados sobre el paisaje real
representado en la parte de abajo.
Este grupo se interpreta como una
representación de la comunidad cristiana sagrada y secular, con la peculiaridad
de que en ella Durero, como apunta Wilhelm, no sólo representó en este espacio
a frailes, monjas, cardenales, papas, reyes, emperadores, caballeros y damas de
la nobleza, sino también a campesinos —uno porta un utensilio de la trilla— y
representantes de distintos estamentos, lo que convierte la obra en la
expresión de una nueva humanidad con un enfoque de nueva piedad como miembros del
"reino de Dios".
En este grupo el pintor incluye a varios miembros de
la familia Haller von Hallerstein, mecenas del pintor en multitud de ocasiones,
identificándose en la parte izquierda a varias mujeres de esta familia. Junto a
ellas, y junto a un barbudo fraile franciscano, aparece retratado casi de
espaldas Matthaus Landauer, el comerciante que encargó la pintura,
figura con cabello largo, ralo y canoso que adopta un gesto de humildad con una
piel en sus manos. Junto a él, e invitándole a unirse al grupo, se encuentra un
cardenal
arrodillado que con su posición de espaldas contribuye a configurar un corro
que representa una visión ideal de la Iglesia entre los habitantes de la
Tierra.
A su lado se colocan dos pontífices, uno de ellos colocado de
espaldas en primer plano, revestido con una rica capa pluvial de brocados y
mitra de triple corona, que se identifica con Julio II, que ocupaba el
trono pontificio cuando se realizaba la pintura. Este papa fue quien encargó a
Rafael los frescos de La Escuela de Atenas y La Disputa del Sacramento en la
Estancia de la Signatura del Vaticano.
El corro se continúa en la parte derecha, figurando
al frente del grupo la figura de un emperador coronado, lujosamente vestido con
un manto de oro y pieles y luciendo un collar sobre el pecho, que algunos
identifican con Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
cuando se realiza la pintura. A su lado, de rodillas, en actitud orante,
coronado y con un manto rojo, aparece otro emperador que se interpreta como la
simbólica figura de Carlomagno, junto al que se encuentra, igualmente arrodillado, Wilhelm
Haller, yerno del mecenas Haller, que aparece retratado luciendo una
rica armadura dorada. Por detrás de estos personajes destacados, se observan
algunos reyes y un grupo en el que se funden burgueses, uno de ellos
con un sombrero de copa, junto a figuras de aldeanos y damas con
llamativos tocados. En el extremo derecho se encuentra una enigmática dama
burguesa, ataviada con un lujoso vestido rojo, un gran collar y un sofisticado
tocado, que aparece con el rostro
vendado, una figura insólita cuya significación nadie ha sabido explicar.
El paisaje, el pintor y la firma
Bajo el grupo anterior, en la franja que recorre la
base, aparece representado un extenso y luminoso paisaje cuyo centro está
ocupado por un enorme lago que algunos autores identifican con el lago Garda,
al norte de Italia. En la parte derecha, en las estribaciones de una pequeña
colina, aparece un autorretrato de Durero de cuerpo entero en el que, con una escala
reducida, aparece mirando al espectador con barba y una larga melena rubia,
cubierto por una lujosa capa con cuello de piel y un gorro rojo. Con su mano
derecha sujeta una cartela de madera en la que, junto a su anagrama personal,
con el que firmaba sus grabados, aparece la firma del cuadro
detallada en la inscripción "ALBERTVS DVRER NORICVS FACIEBAT ANNO A
VIRGINIS PARTV 1511".
Esta magnífica pintura, para algunos la obra más
solemne del maestro, está considerada como la última glorificación de la Iglesia
católica romana antes de la Reforma.
Informe y estudio iconográfico: J. M. Travieso.
Fotografías
tomadas de la web del Kunsthistorisches Museum de Viena.
Firma y autorretrato de Alberto Durero, 1511 |
Detalle del autorretrato de Durero, 1498, Museo del Prado, Madrid (Foto Museo del Prado) |
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