22 de julio de 2020

Fastiginia: Cuando la historia de Valladolid se encuentra a flor de piel


Nuevos hallazgos arqueológicos en Valladolid

En el mes de octubre de 2019 se daba a conocer que en las obras de rehabilitación del edificio situado en el número 5 de la calle Claudio Moyano de Valladolid, en el subsuelo había aparecido la cimentación de la antigua mezquita mudéjar, algunos fragmentos de la muralla medieval levantada entre los siglos XIII y XIV, restos de diversos hornos y fragmentos de piezas de alfarería de los talleres que estuvieron activos en la zona en el siglo XVI, cuya memoria pervivió en las denominaciones de las calles Olleros y Alcalleres.

Transcurrido muy poco tiempo, el 18 de mayo de 2020, en plena crisis sanitaria a causa de la pandemia del Covid-19, se iniciaron las prospecciones arqueológicas a la altura del número 10 de la calle Constitución, a la búsqueda de una de las capillas funerarias del antiguo Convento de San Francisco, según un proyecto impulsado por Juan Carlos Urueña y Óscar Burón, contando con la colaboración de los arqueólogos Olatz Villanueva y Jesús Misiego, para localizar una capilla funeraria cuyo emplazamiento exacto se desconocía.

Localización del hallazgo en el plano de Bentura Seco de 1738
Los resultados no se hicieron esperar, casi al ras del pavimento aparecieron los cimientos de los muros, y restos de la entrada, de una capilla que formó parte del enorme complejo franciscano, una capilla de unos 60 metros cuadrados de la que ahora se conoce su ubicación milimétrica. Al tratarse de una capilla funeraria, las excavaciones continuaron en el subsuelo de la misma, para lo que hubo que librar la interferencia de elementos contemporáneos, como tuberías, conducciones y cableado, tras lo cual comenzaron a aparecer distintos niveles de enterramientos con múltiples restos humanos, algunos descontextualizados en intervenciones posteriores, localizándose algunos osarios y hasta una decena de sepulturas en fosa, incluso con restos de ataúdes de madera.

Ante tan importante hallazgo, ha sido inevitable la aparición de conjeturas acerca de dos relevantes hechos históricos ocurridos en el pasado en Valladolid y relacionados con este lugar. Por un lado, la posibilidad de localizar la capilla en que temporalmente descansaron los restos de Cristóbal Colón, que tras fallecer en este Convento de San Francisco el 20 de mayo de 1506 fue enterrado en la capilla que los condes de Cabra disponían en el convento, después de que Francisca de la Cerda, viuda de Luis de la Cerda, que ostentaba el patronato de la capilla, diera su consentimiento. Según está documentado, en 1509, por expreso deseo de su hijo Diego Colón, los restos del Almirante fueron trasladados a la capilla de Santa Ana de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla. Después conocerían el periplo por Santo Domingo (República Dominicana) y Sevilla, dando lugar a una serie de enigmas que aún están pendientes de resolver.

Más interés tiene la posibilidad de que entre los restos hallados se encuentren los de Red Hugh O'Donnell, el mítico héroe nacional irlandés que en 1602 acudió a tierras vallisoletanas para entrevistarse con Felipe III, en un momento en que la Corte española estaba establecida en Valladolid, para recabar la ayuda que le había prometido la monarquía española, deseo que no pudo cumplir por sorprenderle la muerte el 10 de septiembre de aquel año cuando se encontraba en el castillo de Simancas. Por su prestigio y reconocimiento, fue enterrado con honores reales en una capilla del Convento de San Francisco, posiblemente en la que se ha encontrado en la excavación.

Es frecuente que los irlandeses que viajan a Valladolid se interesen por el lugar donde fue enterrado Red Hugh O'Donnell, del que no queda rastro tangible. Este noble rebelde, que lideró la rebelión contra los ingleses provocando la Guerra de los Nueve Años (1594-1603), está considerado como un héroe nacionalista irlandés, por lo que los recientes hallazgos han tenido una amplia difusión en la prensa de aquel país, que permanece expectante a los análisis de los restos encontrados.
   
Red Hugh O'Donnell nació en 1572 en la ciudad irlandesa de Lifford, en la región de Ulster, cuando Irlanda estaba dividida en dos clanes. Para evitar la alianza entre los clanes O'Donnell y O'Neill, cuando tenía 15 años fue secuestrado y recluido en el castillo de Dublín, donde tuvo por compañeros a Art y Henry O'Neill, ambos parientes de Hugh O'Neill, otro noble que estuvo al frente de la resistencia irlandesa durante la Guerra de los Nueve Años. Tras conseguir escapar de la prisión en enero de 1592, cuando contaba 20 años, Red Hugh O'Donnell perdió los pulgares de ambos pies por congelación, un dato que puede clarificar el estudio de los restos encontrados. 
Nombrado rey de Tyrconnell, se hizo con un ejército gracias a la unión de clanes e hizo frente al gobierno inglés de Isabel I, que con un ejército de 17.000 soldados no pudo detener el alzamiento. Tras establecer contactos con Felipe II, el irlandés, para recabar la ayuda de España, utilizó como estrategia la lucha contra un enemigo común: el protestantismo, con lo que la guerra adquiriría el carácter de una cruzada.

Felipe II envió una flota a Irlanda con un ejército de 8.000 hombres para enfrentarse a los ingleses en Ulster. Sin embargo, en la batalla de Kinsale, librada en enero de 1602, las fuerzas católicas hispano-irlandesas fueron derrotadas por Charles Blount, barón de Mountjoy. Red Hugh O'Donnell tuvo que abandonar Irlanda y huyó a España. Tras desembarcar en A Coruña, se dirigió a Valladolid para contactar con Felipe III, rey de España desde 1598, que le había prometido ayuda para una nueva invasión. Sin embargo, cuando se hallaba hospedado en el castillo de Simancas, a tan sólo 10 km. de la Corte, murió a consecuencia de unas fiebres el 10 de septiembre de 1602.
Felipe III atendió su última voluntad de ser enterrado en el Convento de San Francisco. De modo que sus restos fueron trasladados desde Simancas al Palacio Real de Valladolid y con honores reales conducidos en una carroza fúnebre, acompañada de soldados españoles e irlandeses, junto a frailes franciscanos, hasta el convento de San Francisco de la Plaza Mayor, donde fue enterrado. Tras este acontecimiento, el gobierno español abandonó la idea de realizar nuevos ataques contra Inglaterra en ayuda de los irlandeses.

Sin embargo, la figura del jefe gaélico fue mitificándose en Irlanda hasta convertirse en un héroe nacional, mientras en Valladolid, tras la desaparición del convento a causa de la Desamortización, su figura fue relegada al olvido, recobrando cierto protagonismo cuando en octubre de 2011 fue colocada una placa en su honor en el recoleto Callejón de San Francisco, acto protagonizado por Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid, al que acudieron Justin Harman, embajador de Irlanda en España, el duque de Tetuán, heredero directo del personaje y el secretario en Irlanda del clan.   







Detalle del monumento a  Red Hugh O'Donnell en Donegal (Irlanda)



















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