RETABLO
MAYOR
Damián
Forment (Valencia, h. 1480 - Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1540 )
1520-1533
Alabastro /
Puertas y polsera de madera
Catedral de
Huesca
Escultura
renacentista. Escuela aragonesa
El desarrollo de la escultura renacentista se inició
en Aragón desde los primeros años del siglo XVI, coincidiendo cronológicamente
con la escuela de Burgos, debido a las estrechas relaciones de la corona
aragonesa con Italia desde finales del siglo XV. La llegada de grabados y el
asentamiento de artistas italianos contribuyó a tomar el relevo a la actividad
tardogótica y mudéjar vigente, dando lugar a una producción escultórica con
características propias que conoció un periodo de extraordinaria brillantez.
Aunque no faltaron los trabajos en piedra y madera, esta escuela encontró en el
alabastro el material idóneo para conseguir un acabado semejante al mármol,
material que se aplicó en algunos de los muchos retablos demandados, retablos
que igualmente constituyeron una tipología propiamente aragonesa, al incorporar
en lugar destacado de la calle central un óculo con función de expositor o
custodia —Corpus—, peculiaridad local
ya iniciada durante el último gótico.
Entre los principales artífices figuraron Gil de
Morlanes el Viejo, heredero del maestro Hans y pionero en aplicar soluciones
renacentistas; el valenciano Damián Forment, instalado en Zaragoza desde 1509,
que se convertiría en la figura más importante de esta escuela; el francés
Gabriel Joly, que desde una estética de raíz toscana evoluciona influenciado
por Damián Forment; y el florentino Juan de Moreto, que compaginó la escultura
con el diseño arquitectónico y la decoración.
Medallones con los retratos del escultor Damián Forment y su hija Úrsula |
Cuando el polifacético Damián Forment llega a
Zaragoza está casado con Jerónima Alboreda y ya cuenta con la experiencia de
haber realizado hacia 1496 el retablo mayor de la colegiata de Gandía y en 1505
el retablo mayor del convento de la Puridad de Valencia. El año de su llegada,
1509, realiza el impresionante retablo en alabastro de la antigua iglesia de
Santa María del Pilar de Zaragoza, con el que introduce en Aragón nuevos
estilemas tomados del renacimiento italiano, obra que ejercería una enorme
influencia en el panorama escultórico aragonés. Le seguiría su participación en
1511 en el retablo mayor de la iglesia de San Pablo de Zaragoza; el retablo
solicitado en 1515 por el impresor alemán Jorge Cocci para su capilla, el
realizado en 1516 en madera y alabastro para el secretario real Miguel Pérez de
Almazán, ambos en la iglesia del Pilar y desaparecidos en su posterior remodelación;
en 1517 el retablo del monasterio de Santa Engracia, del que se conservan
restos en el museo de la ciudad; en 1518 el retablo de la iglesia de San Miguel
de los Navarros, en el que colaboró el francés Gabriel Joly; y en 1520 el
desaparecido retablo de la iglesia del Convento del Carmen.
Última Cena y Oración del Huerto |
Con todo esta bagaje, en 1520 Damián Forment se
desplaza con su familia, criados, taller y discípulos a Huesca, tras ser llamado
por Juan Alfonso de Aragón y Navarra, obispo de Huesca-Jaca, para firmar con el
Cabildo, el 7 de septiembre de ese año, la realización del retablo mayor que
financiaría para la catedral oscense y que los comitentes exigían en alabastro,
seguramente emulando la obra realizada en el Pilar de Zaragoza, especificando
con detalle la iconografía que habría de incorporar. Este retablo, que
mantendría al escultor y taller ocupados durante trece años, hasta 1533, supone una de
las obras cumbre del renacimiento hispano.
El retablo es de grandes dimensiones —14,40 m de
alto y 9,70 de ancho— y está realizado con alabastro de las canteras de Gelsa,
de cuyo abastecimiento se ocupaba su esposa, acarreando los bloques cuadrillas
de moriscos. Su iconografía está dedicada a la Pasión de Cristo, con la escena
de la Crucifixión como advocación principal, incluyendo por la estructura
alusiones a santos y personajes del Antiguo Testamento. Consta de tres partes
bien diferenciadas, siguiendo un modelo asentado durante el siglo XV, compuesto
por sotabanco, un alto banco y un enorme cuerpo guarnecido por una polsera.
Para su ejecución, junto a Damián Forment colaboró
un grupo de diez oficiales y aprendices, destacando entre ellos el francés Nicolás de
Urliens, el oscense Miguel de Peñaranda, el valenciano Pedro Muñoz y el
mazonero riojano Sebastián Ximénez, que intervino en la polsera.
Prendimiento, Flagelación y Coronación de espinas |
SOTABANCO
El sotabanco se estructura en siete calles separadas
por columnas abalaustradas, presentando en la central una cartela reservada
para una inscripción no realizada. Las dos "casas" que siguen a los
lados están ornamentadas "a la romana" con finos relieves dispuestos a candelieri y tomados del repertorio
italiano de grutescos, como grifos enfrentados junto a pebeteros sobre los que
renace el ave Fénix —símbolo de Resurrección—, tondos, tarjetas, vegetales y
guirnaldas, elementos en los que Forment demuestra el perfecto conocimiento del
lenguaje renacentista.
Ecce Homo y Jesús ante Pilatos |
Los extremos laterales se reservan para la
colocación de originales medallones de frutas y flores, en cuyo interior
aparecen los retratos del propio escultor y de su hija Úrsula, a la que rinde
homenaje como ya lo hiciera en el retablo zaragozano incluyendo el retrato
de su esposa Jerónima. Ambos aparecen
idealizados y colocados de perfil, siguiendo los modelos de la numismática
romana, ella con un trenzado bajo el velo y collar de perlas y el escultor con
una cofia y un gorro acuchillado. Bajo las coronas, como alusiones al apellido
Forment, aparecen ratones perseguidos por gatos, lo que equivale a la firma de
la obra, poniendo de manifiesto este "autohomenaje" de concepción humanista su consideración de creador intelectual y no de simple
artesano, según la nueva mentalidad renacentista.
BANCO
Aparece organizado a dos niveles. Uno inferior con
las calles ocupadas por una secuencia de siete escenas de la Pasión de gran
profundidad, colocadas sobre ménsulas profusamente decoradas con grutescos y
cabezas de ángeles y cobijadas bajo doseletes. Son escenas de gran dinamismo y
un equilibrado juego de volúmenes que producen un bello contraste de luces y
sombras, abundando pequeños detalles descriptivos matizados sobre el alabastro,
cuyo aspecto cerúleo proporciona un especial atractivo a rostros y anatomías.
Detalle del Apostolado del banco |
El planteamiento cambia en el nivel superior, donde aparece un apostolado
dispuesto en parejas a los lados de la figura central del Salvador. Las calles
aparecen separadas por pináculos que abarcan las dos alturas, elementos de
tradición gótica al igual que los doseletes calados colocados sobre las figuras.
La Última Cena,
planteada con simetría y desde un punto de vista alto, presenta el anuncio de
la traición con la figura de Judas en primer plano ocultando la bolsa de
monedas. Su planteamiento es plenamente renacentista, con cuidadas y dinámicas expresiones
en la variada tipología humana, prodigándose los detalles narrativos en la
descripción de objetos y la arquitectura de la sala.
La Oración del
Huerto aparece organizada a dos niveles, uno inferior con los tres
apóstoles dormidos en primer plano, con posturas muy naturalistas, y otro superior con la figura de Cristo colocada de perfil, orante y entre olivos,
apareciendo en la derecha, por encima de un montículo, pequeñas figuras de
ángeles, mientras a la izquierda se aprecia una puerta por la que entran al
huerto soldados y Judas.
En el Prendimiento
se muestra en la parte central el beso de Judas, que porta bien visible la
bolsa de monedas. En primer plano, a la derecha, aparece San Pedro cortando la
oreja a Malco, mientras al fondo un soldado amarra a Jesús por el cuello entre
una algarabía de los soldados. Destaca el relieve de las figuras, tratadas como
si fueran en bulto redondo, y la claridad de la composición, que permite
comprender fácilmente el pasaje.
La Flagelación,
que ocupa el centro, es una de las escenas más agitadas, con la columna de
fuste alto, a la que está amarrado Jesús, marcando el eje compositivo. A los
lados se disponen los sayones, que fustigan a Cristo con bruscos movimientos,
mientras al fondo se aprecia una tribuna, en la que se encuentra un impasible
Pilatos conversando con un judío, y más al fondo una puerta del Pretorio. La
escena presenta esmerado trabajo anatómico, un planteamiento manierista y un
tratamiento volumétrico que acentúa el sentido de profundidad.
En la Coronación
de espinas el escultor incorpora numerosos personajes ante una triple
arquería dispuesta al fondo, con la figura de Cristo ocupando el centro y
sentado frontalmente, cuya serenidad, junto a la de los personajes del fondo,
contrasta con el dinamismo de los verdugos que le coronan y con el que,
arrodillado en primer plano, le coloca una caña como cetro.
En el altorrelieve del Ecce Homo el escultor cambia el planteamiento compositivo para
establecer una escena en diagonal de altos valores plásticos, basada en
grabados nórdicos. Cristo es mostrado coronado de espinas, amarrado y cubierto
por una clámide desde lo alto de un estrado, al que se accede por una escalera
en la que, con sentido narrativo, juguetean dos niños. En el lado opuesto se
agolpa un grupo de judíos y soldados, uno de ellos sentado y vuelto de
espaldas, que claman por la condena de Jesús.
Culmina a secuencia la escena de Cristo ante Pilatos, dividida en dos
registros. En la parte izquierda aparece Cristo, con gesto dócil y amarrado
entre sayones y soldados, que es presentado ante Pilatos, que con indumentaria
de inspiración morisca se encuentra sentado a la derecha, mientras lava sus
manos en un recipiente que le sujeta un joven sirviente. Ambientan la escena
arquitecturas con errores de perspectiva.
Sobre estas escenas se despliega un Apostolado, con parejas de exquisitas
figuras bajo doseletes y entre columnillas de fuste helicoidal torneado. Su
gestualidad, elegante y de serenidad clásica en posición de contrapposto, contrasta con el dinamismo
de los relieves, sugiriendo que entre los apóstoles mantienen una conversación.
En ellos el escultor despliega una gran variedad de tipos, voluminosos atuendos
y diferentes expresiones, remitiendo algunos a célebres creaciones italianas,
como el Moisés de Miguel Ángel. La falta de atributos hace difícil su
identificación, aunque son reconocibles las parejas de San Pedro y San Pablo y San Juan y Santiago colocadas a los lados de la sinuosa figura del Salvador, que aparece destacada en el
centro, en actitud de bendecir, apoyando su pie sobre un globo terráqueo y ante
una mandorla al fondo formada por cabezas de ángeles.
Siguiendo la tradición levantina, a los lados de
abren dos puertas de madera que ocupan la altura del sotabanco y el nivel
inferior del banco bajo arcos conopiales. Aparecen enmarcadas por pináculos sobre
los que se colocan las pequeñas figuras de los Cuatro Evangelistas bajo doseletes, presentando en las hojas las
figuras talladas en relieve de San Pedro
y San Pablo. Sobre las puertas se
colocan ménsulas que soportan las serenas esculturas sedentes de los santos
diáconos San Lorenzo y San Vicente, patrones de Huesca, amparados
igualmente bajo doseletes de tracería gótica.
Detalles de la Crucifixión |
CUERPO PRINCIPAL
Una cornisa decorada con cresterías sobre fondo azul
separa el banco del cuerpo principal, donde, atendiendo a un programa muy
preciso, se continúa la secuencia pasional que comienza en los relieves del
banco con tres grandes altorrelieves que ocupan las tres calles con los temas
del Camino del Calvario o Vía Crucis (izquierda), la Crucifixión
(centro), mayor en altura, y el Descendimiento
(derecha).
Camino del Calvario
Esta escena, en la que el escultor incluye más de
veinte figuras, tiene carácter pictórico por la superposición de planos que
proporcionan profundidad. En primer plano aparece Cristo cargado con la cruz,
con las piernas flexionadas sugiriendo la marcha y con gesto resignado. Le
precede un dinámico soldado que le lleva amarrado y que gira su cabeza,
mientras en el lado opuesto el Cirineo ayuda a soportar la cruz con una
expresión de rabia y esfuerzo. En segundo plano aparece un heraldo de espaldas
y dos soldados a caballo resueltos en escorzo, junto a otras figuras. Ocupando
el fondo, en la parte superior, un grupo de soldados con palos y cuerdas
conducen a Dimas y Gestas al Gólgota. La acumulación de figuras y el
tratamiento del relieve recuerda las escenas de algunos sarcófagos romanos.
En este altorrelieve es destacable el escalonamiento
compositivo, el tratamiento de las anatomías, el carácter retratista de los
rostros y la incorporación de pequeños detalles en la indumentaria.
Relieves del Camino del Calvario y del Descendimiento |
La Crucifixión
La organización espacial está resuelta mediantes
tres planos ocupados por trece figuras colocadas escalonadamente tanto en
altura como en profundidad. En primer plano aparece el desmayo de la Virgen,
que es asistida por San Juan y las Santas Mujeres, junto a la Magdalena
gesticulante y colocada de espaldas, y un grupo formado por dos soldados y un
judío que establecen una conversación entre ellos. En este plano, en el que
abundan los escorzos, se concentra la carga emotiva de la escena. En segundo
plano se colocan dos jinetes, un soldado romano e indiferente al drama y un
judío con turbante que porta una lanza con la mirada dirigida a Cristo, con
gesto de oración y arrepentimiento en alusión a la figura de Longinos. En el
registro superior y en tercer plano se encuentran las tres cruces, en las que
la serenidad de Cristo se contrapone a la agitación de Dimas y Gestas. Damián
Forment deja uno de los crucifijos más bellos del renacimiento español, de
bellas proporciones y anatomía mórbida, con un dramatismo contenido a la
italiana.
Destaca el estudio pormenorizado de cada figura en
su papel narrativo en la escena, el celo de labrar con detalle incluso las
partes que quedarían ocultas y la acumulación de gestos y expresiones con
configuran la agitación dramática en torno a la serena figura de Cristo, a lo
que se suma un acabado pulimentado con el que el veteado rosado del alabastro
adquiere atractivos matices translúcidos.
Detalles del Camino del Calvario |
El Descendimiento
El esquema compositivo de la Crucifixión se repite en el Descendimiento,
manteniendo el abigarramiento en el número de figuras, en este caso siguiendo
un grabado de Marcantonio Raimondi sobre una composición de Rafael, ofreciendo
un tratamiento pictórico. La escena está compuesta por tres grupos bien
diferenciados, uno en primer plano con la Virgen derrumbada y asistida por las
Santas Mujeres. Por detrás se colocan a los lados un anhelante San Juan y José
de Arimatea portando el sudario, mientras tres personajes se ocupan en
desclavar los pies de Cristo. Se completa en el registro superior con dos
figuras encaramadas en escaleras que con un sudario recogen el cuerpo encorvado
e inerte de Cristo, ejerciendo como contrapunto visual la colocación horizontal
y en tensión de los brazos de los hombres que sujetan el cuerpo de Cristo y
caída vertical de su brazo —la vida y la muerte—, así como la agitación de
todos los paños de las figuras superiores frente a la serenidad de las
inferiores.
Como en los otros dos altorrelieves, es destacable
el tratamiento de los rostros, expresivos y realistas, los detalles y pliegues
de las indumentarias, el intercambio de miradas y la equilibrada distribución
de masas y espacio libres.
Delalles del Camino del Calvario |
El óculo expositor
El conjunto se adapta a la tipología típicamente
aragonesa de "retablo-expositor". El panel en que se abre el óculo, al que se
accede por una escalera por detrás del retablo, aparece situado sobre el relieve
central de la Crucifixión y está
compuesto por una corona con cabezas de querubines que enmarca el expositor, junto a la que se hallan dos
ángeles músicos arrodillados. En la parte superior se encuentra el busto de
Dios Padre con las manos en gesto de acogida, figura que con la Custodia del expositor y
la paloma del Espíritu Santo, colocada más abajo sobre el mismo eje,
establecen el dominio sobre el conjunto de la Santísima Trinidad.
El amplio santoral
Sobre los pináculos que enmarcan las tres calles del
cuerpo principal y en los grandes doseles que coronan con trazado goticista los
grandes altorrelieves, se inserta un considerable conjunto de esculturas de
menor formato cuya escrupulosa labra alcanza el virtuosismo.
En el dosel calado central aparece San Sebastián, a cuyos lados se
encuentran Santa Inés, Santa Águeda, San Jorge y San Ambrosio,
junto a San Cosme y San Damián en posición más baja.
En el dosel que corona el Camino del Calvario se encuentran
Santa Catalina, San Agustín y San Gregorio,
a los que acompañan entre una maraña vegetal San Lucas y Santa Marta.
Sobre el Descendimiento el dosel acoge a Santa Ana Triple, con San Jerónimo y Santa Isabel de Aragón a los lados, y algo más arriba Santa Bárbara y un santo anciano de
difícil identificación.
La serie de esculturas de menor formato se continúa
en los pináculos, donde se distribuyen Profetas
del Antiguo Testamento, algunos de ellos admirables por su elegante movimiento,
su original indumentaria y los objetos que portan, entre ellos filacterías.
Doseles sobre los grandes altorrelieves |
La polsera
Recorre los costados del retablo y su parte superior
un guardapolvo de gran tamaño, tallado enteramente en madera con motivos
calados, con una decoración de cardinas y roleos entrecruzados entre los que se
insertan putti y aves. Simulando
sustentar la polsera aparecen dos profetas que portan filacterías con función
de atlantes, así como ángeles sujetando los emblemas del Cabildo oscense
colocados a media altura y en la cumbre del ático, todos ellos tallados
igualmente en madera.
Damián Forment demuestra su total madurez en el
retablo de la catedral de Huesca, todavía ajeno a las influencias de los
maestros castellanos. Aunque la composición sigue un esquema góticista, los
trabajos escultóricos responden plenamente a la estética renacentista,
ofreciendo un variado repertorio que oscila desde la serenidad clásica a la
expresividad manierista de las escenas dramáticas.
Detalles del santoral: apóstoles, profetas, santos y santas |
El retablo fue sometido a un proceso de
restauración, que culminó en 1996, por el que después de ser consolidado y
limpiado a fondo, recuperó todo el esplendor del alabastro para mostrarse como
una obra emblemática del renacimiento aragonés.
La catedral de Huesca también albergó el pequeño Retablo de la Epifanía, una exquisita obra de Damián Forment en alabastro policromado y con mazonería de madera realizada por Gil de Morlanes el Joven. Este fue colocado
en 1545, por disposición del canónigo Jorge Samper, en la capilla del
Sacramento, situada por detrás del retablo mayor, a la altura del óculo-expositor y a la que se accede por una escalera.
Allí permaneció hasta que en 2007, después de ser restaurado, pasó al Museo
Diocesano de Huesca, donde puede contemplarse actualmente.
Informe: J. M. Travieso.
Fotografías: Web de la Catedral de Huesca.
Detalle de la polsera, talla de madera |
Damián Forment. Retablo de la Epifanía, 1545, Museo Diocesano de Huesca |
Fachada de la catedral de Huesca |
* * * * *
Las fotos del retablo mayor de la catedral de Huesca no son la web de la catedral y están copiadas del libro : Damián Forfment escultor del Renacimiento, Zaragoza, 2009
ResponderEliminarLo honesto es poner también de dónde `procede la información
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