7 de octubre de 2020

Theatrum: VIRGEN DE LA LECHE CON EL NIÑO Y SAN JUANITO, la cara más amable de la escultura barroca













VIRGEN DE LA LECHE CON EL NIÑO Y SAN JUANITO
Luisa Roldán, La Roldana (Sevilla, 1652-Madrid, 1706)
Entre 1689 y 1706
Terracota policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela sevillana














Al igual que ocurriera con el pintor Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682), contemporáneo en la escena sevillana durante la segunda mitad del siglo XVII, la producción escultórica de Luisa Roldán, que alcanzó las más altas cotas de su época, representa la cara más amable de la escultura barroca hispana. Es fundamentalmente en toda la serie de obras realizadas en barro cocido, que oscilan entre el pequeño y el mediano formato, donde tan creativa mujer despliega todo su saber y un meticuloso trabajo en el que consigue, dominando la ductilidad de un material tan humilde como el barro, unas cotas de morbidez increíble, aderezadas por una impronta personal definida por la blandura y la delicadeza del modelado, siempre con figuras dotadas de una gracilidad extraordinaria que, fusionando la abstracción con la veracidad más convincente, conforman escenas de un fuerte naturalismo que se muestran al espectador como un atractivo simulacro expresado en tono intimista y con suprema elegancia.

LA RECIENTE PRESENCIA DE LA ROLDANA EN VALLADOLID

Todas estas características están presentes en La Virgen de la Leche con el Niño y San Juanito, un grupo en terracota policromada, sobre peana de madera, que recientemente ha pasado a engrosar la colección del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, después de haber sido adquirida por el Estado en 2019 junto a una placa modelada de la misma autora que representa a la Virgen de Atocha, una obra de extraordinario interés iconográfico como muestra de la trasposición al barro modelado de lo que eran grabados o estampas que reproducían temas pictóricos —trampantojo a lo divino— que representaban esculturas devocionales tal como se veneraban en los retablos, con todos sus aditamentos, obras que los devotos reclamaban para sus residencias u oratorios para sentirse, mediante su contemplación, trasladados mentalmente a la capilla original.
Por otra parte, la presencia de este grupo escultórico viene a complementar a la bellísima Cabalgata de los Reyes Magos del mismo museo vallisoletano, colección adquirida por el Estado a finales de 2017 y compuesta por dieciocho exquisitas figuras que entre 1670 y 1689 realizara en madera de cedro Luisa Roldán, en colaboración con su esposo, el también escultor sevillano Luis Antonio de los Arcos, conjunto en el que se repite de nuevo la excepcionalidad iconográfica al aparecer representado en el cortejo, junto a Melchor, Gaspar y Baltasar, el mítico "cuarto rey": el Rey de Tarsis.

LA ESCULTORA LUISA ROLDÁN EN MADRID
   
Cuando llega a Madrid la escultora ya había experimentado en la elaboración de pequeños grupos escultóricos en barro cocido durante sus anteriores etapas artísticas, primero en Sevilla y después en Cádiz, siendo precisamente este tipo de obras a escala reducida, consideradas "alhajas de escultura", las que le abrieron las puertas de la Corte, a la que se trasladó, en compañía de su esposo y sus dos hijos, a comienzos del año 1689. En el ambiente cortesano el éxito de Luisa Roldán no se hizo esperar. En octubre de 1692, año en que realizó en madera policromada el fantástico grupo de San Miguel venciendo al demonio, destinado al Monasterio de El Escorial, fue nombrada Escultora de Cámara del rey Carlos II.
Tras la realización en 1700 del admirado Nazareno del Convento de Clarisas de Sisante (Cuenca), y de la muerte del rey el 1 de noviembre de ese año, en 1701 el marqués de Villafranca le renovaría en el cargo al nombrarla escultora de la Casa Real de Felipe V. El hecho de trabajar para el último Austria y el primer Borbón del trono español supone un logro insólito para una mujer artista en la sociedad de su tiempo, cuando a las mujeres les estaba reservado el trabajo doméstico o el convento.

Fue especialmente durante su etapa cortesana, cuando Luisa Roldán se dedicó a elaborar pequeños grupos en terracota de carácter devocional, la mayoría con temas muy amables en los que proyecta su idiosincrasia andaluza, estando fechadas la mayor parte de las obras documentadas a partir de 1689. A la exquisita producción en barro cocido  y policromado pertenecen los numerosos grupos de pequeño formato, con una variada temática sacra e integrados por múltiples figuras, que se hallan repartidos por museos como el Metropolitan Museum y la Hispanic Society of America de Nueva York, el Blanton Museum of Art de Austin (Texas), el Victoria & Albert Museum de Londres, el Museo de Guadalajara y algunas colecciones particulares. Junto a estas composiciones preciosistas en barro, no faltaron escenas belenistas de aire popular, como el pequeño Belén del Real Convento de Santa Teresa de Madrid (que curiosamente incluye al donante que encargó el conjunto), o composiciones devocionales con "trampantojos a lo divino", como la Virgen de Atocha del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. A esta variada producción se suman amables representaciones, a una mayor escala, de la Virgen con el Niño, presentada en ocasiones como Virgen de la Leche, y otras composiciones protagonizadas por figuras infantiles cargadas de ternura, tales como el Niño Jesús o su primo San Juan Bautista niño.   

LA VIRGEN DE LA LECHE CON EL NIÑO Y SAN JUANITO
       
Este grupo escultórico, que emana gracia y delicadeza barroca, se enmarca en la producción que Luisa Roldán realizara en su última etapa, durante su estancia en la Corte madrileña entre 1689 y 1706.
El conjunto presenta una composición piramidal que sigue los modelos de Rafael, cuyas pinturas de la Sagrada Familia eran muy estimadas en la corte española, donde a comienzos del siglo XVII fueron reinterpretadas por Rubens y posteriormente por Murillo en la escuela sevillana. De raigambre rafaelesca es también la inclusión de figuras infantiles, a las que Luisa Roldán impregna de un gran dinamismo y ternura.   

La Virgen aparece sedente, como es habitual en sus barros, caracterizada como una doncella joven, de semblante idealizado y risueño, que ofrece el pecho al Niño que sujeta en su regazo, que se aferra a la Madre con un gesto entre lúdico y cómplice. Esta exaltación maternal, de carácter intimista y resuelta con delicados ademanes, aparece cargada de simbolismo al presentar a la Virgen como protectora y entregando sus dones para realzar su carácter de Madre Universal.
Dispuesta en posición frontal, viste una camisa blanca que asoma por las mangas, una túnica roja, ceñida a la cintura y cerrada por un broche al cuello que permite descubrir su pecho, un manto azul que discurre por la espalda y remonta al frente su pierna derecha, y una toca blanca, rematada con borlones, que cubre parte de la cabeza. Su melena es larga, con raya al medio, y se desliza por el frente y la espalda en forma de mechones filamentosos. Su rostro es oval, con alta frente despejada, ojos rasgados y entornados, nariz pequeña y recta, mentón remarcada y boca pequeña y cerrada, esbozando una sonrisa que define un gesto complaciente.

El pequeño Jesús es una figura rolliza que se apoya sobre la pierna derecha de la Virgen, vestido con una túnica marfileña que deja el hombro derecho al aire, con un rostro placentero y la mirada elevada al rostro de su Madre. Equilibrando la composición, en el lado opuesto se encuentra la figura de San Juan Bautista niño, que presenta ante su primo, en tono lúdico, un cordero que sujeta a dos patas, siguiendo la iconografía tradicional alusiva a la prefiguración del sacrificio de Cristo, al tiempo que su túnica de piel de camello alude a su futura predicación en el desierto.

La inclusión de la figura infantil del Bautista junto a la Virgen y el Niño, tal y como aparece en este grupo, solamente fue repetida por Luisa Roldán en otro grupo que actualmente se conserva en el museo de la Loyola University de Chicago, en el que no se hace referencia a la lactancia. No obstante, la figura del Bautista fue repetida por la escultora en grupos exclusivamente infantiles, como ocurre en la tierna composición del Niño Jesús con San Juan Bautista que realizara en 1691 para la ermita de Nuestra Señora de los Santos y que actualmente pertenece al Ayuntamiento de Móstoles (Madrid). Incluso fue modelado como figura aislada, tal y como aparece en el San Juan Bautista niño del The Meadows Museum de Chicago. Por el contrario, este grupo de Valladolid carece del acompañamiento de pequeñas cabezas de querubines que suelen ser habituales bajo el manto y la túnica de la Virgen, presentes en muchas de sus obras como seña del taller, tanto en los grupos de pequeño formato como en la Vírgenes con el Niño de mayor tamaño.


Luisa Roldán, La Roldana
Izda: Virgen con el Niño y San Juanito, Loyola University Museum of Art, Chicago
Dcha: Virgen de la Leche con el Niño y San Juanito, Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Respecto a la policromía, que viene a realzar la meticulosidad del exquisito modelado, es de suponer que fuera aplicada por su cuñado Tomás de los Arcos, habitual colaborador de Luisa Roldán. Está resuelta con carnaciones nacaradas y tonos lisos en las vestiduras, un recurso muy generalizado en las postrimerías del siglo XVII.


Este atractivo grupo escultórico, que está pendiente de una restauración que le devuelva la limpieza de sus tonalidades, justifica la consideración de Luisa Ignacia Roldán Villavicencio, conocida como La Roldana, como una artista excepcional desde que comenzara a destacar en el próspero taller familiar que su padre, Pedro Roldán, tenía abierto en Sevilla.


Luisa Roldán, La Roldana
Izda: Niño Jesús son San Juan Bautista niño, Ayuntamiento de Móstoles
Dcha: San Juan Bautista niño, The Meadows Museum, Chicago
Su condición de mujer no le hizo la vida fácil, aunque con tesón consiguió remontar todas las adversidades, siendo reseñable la oposición de su padre, cuando la escultora tenía 19 años y por razones que desconocemos, a su matrimonio con el escultor Luis Antonio de los Arcos, colaborador en el taller paterno, lo que le obligó a presentar el asunto ante los tribunales de justicia. Celebrado el casamiento, Luisa Roldán consiguió independizarse profesionalmente, consiguiendo una gran notoriedad con sus obras elaboradas en barro. Después seguirían los encargos del Cabildo de la catedral de Cádiz y su posterior marcha a Madrid, donde a pesar de ostentar tan importante cargo en la Corte llegó a pasar verdaderas calamidades por su estado de pobreza a causa de los retrasos en los pagos de los encargos de la corona. Padeciendo fuertes penurias, Luisa Roldán moría en Madrid el 10 de enero de 1706 a la edad de 52 años.

Luisa Roldán, La Roldana
Izda: Virgen de la Leche, Convento de la Inmaculada Concepción (MM Capuchinas), Málaga
Dcha: Virgen de la Leche, Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Informe y fotografías de la escultura: J. M. Travieso.




Bibliografía

GARCÍA OLLOQUI, Mª Victoria: La iconografía en la obra de Luisa Roldán. Sevilla. 1989.

GARCÍA OLLOQUI, Mª Victoria: Luisa Roldán. La Roldana. Nueva biografía. Ediciones Guadalquivir. Sevilla. 2000.

PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso: Los cuatro Reyes Magos de Luisa Roldán. Ars Magazine. Revista de Arte y Coleccionismo nº 30, Madrid, 2016, pp. 106-118.



Luisa Roldán, La Roldana
Izda: Virgen con el Niño, 1699, Convento de San José (Las Teresas), Sevilla
Dcha: Virgen de la Leche, Convento de San Antón, Granada 




















Luisa Roldán, La Roldana, Belén, Real Convento de Santa Teresa, Madrid














Luisa Roldán, La Roldana. Virgen de Atocha, Museo Nacional de Escultura
















Luisa Roldán, La Roldana
Educación de la Virgen, Blanton Museum of Art, Austin (Texas) 























Luisa Roldán, La Roldana
San Miguel venciendo al demonio, 1692, Monasterio de El Escorial























Luisa Roldán, La Roldana. Cabezas de San Pablo y San Juan Bautista
Hispanic Society of America, Nueva York










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