13 de febrero de 2023

Visita virtual: CRISTO CAMINO DEL CALVARIO, un impactante pasaje del Vía Crucis


 


CRISTO CAMINO DEL CALVARIO o CRISTO CAÍDO

Nicola Fumo (Saragnano, Salerno, 1647 - Nápoles, 1725)

1698

Madera policromada

Iglesia de San Ginés, Madrid

Escultura barroca. Escuela napolitana

 

 



     En el siglo XVII los estrechos contactos políticos y culturales con Nápoles favorecieron la llegada a España de un buen número de obras de arte procedentes de talleres de la ciudad partenopea. Fueron los virreyes españoles quienes iniciaron una labor de patrocinio mediante abundantes encargos de obras artísticas civiles y religiosas. Estos se incrementaron a finales de siglo y durante el primer cuarto del siglo XVIII, periodo en el que se produjo una fuerte demanda de esculturas en madera policromada, tanto de gran formato como de pequeñas dimensiones. Tras el brillante capítulo de escultura barroca conocido por el arte español durante el siglo XVII, muchos clientes, nobles y eclesiásticos, encontraron en la escultura napolitana del Seiscientos una identificación con su peculiar sensibilidad en la interpretación de determinados temas iconográficos, generalmente resueltos con creaciones tardobarrocas conmovedoras para la mentalidad hispana, que las percibía como obras verdaderamente novedosas, valorando no sólo el alto nivel de su ejecución técnica y el atractivo acabado conseguido por algunos talleres, sino también el expresivo lenguaje formal acorde con los nuevos tiempos.

     Es el historiador Bernardo de’Dominici quien en su obra Vite dei Pittori, Scultori, ed Architetti Napolitani, publicada en Nápoles en 1742, recoge este fenómeno, destacando como uno de los más importantes escultores napolitanos tardobarrocos a Nicola Fumo, que recibió numerosos encargos desde España, adonde envió obras bellísimas realizadas en mármol y en madera que fueron muy apreciadas y que se encuentran repartidas por poblaciones españolas muy distantes, entre otras Medina del Campo (Valladolid), Cuenca, Cehegín (Murcia), Antequera (Málaga), Sevilla, Cádiz, y Madrid. Unas son esculturas devocionales en pequeño formato, muy aptas para oratorios conventuales o particulares, y otras alcanzan la escala natural dedicadas a devociones marianas, santos y ángeles, sin que falten imágenes destinadas al uso procesional. 

Una de estas imágenes procesionales que llegaron a España es el magnífico Cristo camino el Calvario que realizara Nicola Fumo en 1698 a petición de don Pedro Cayetano Fernández del Campo, II Marqués de Mejorada, que lo cedió a la iglesia de San Ginés de Madrid, donde actualmente recibe culto en la capilla de Nuestra Señora de las Angustias como Santísimo Cristo de la Salud.

     Se trata de una talla en madera policromada que alude a una de las caídas de Cristo con la cruz a cuestas en su camino al Calvario, apareciendo vencido por el peso de la cruz con la rodilla izquierda en tierra y la pierna derecha tensionada hacia atrás, apenas tocando el suelo con el dedo gordo del pie, mientras su mano derecha se apoya sobre un peñasco para mantener el equilibrio y la izquierda abraza el madero mientras gira la cabeza hacia la derecha con gesto de sufrimiento.

Esta representación de Cristo caído sin duda debió causar expectación por su novedosa iconografía, pues en el barroco español no existía precedente, siendo únicamente representado hasta entonces el momento de la caída en el Jesús con la cruz a cuestas realizado por Pedro de la Cuadra en 1608, actualmente incorporado en el paso Camino del Calvario de Gregorio Fernández (1614, Museo Nacional de Escultura, Valladolid) y en el Jesús Nazareno de la cofradía del mismo nombre en Valladolid, posiblemente tallado por Juan Antonio de la Peña (1687, Iglesia Penitencial de Jesús Nazareno, Valladolid), que comparten idéntica disposición, con la rodilla en tierra pero con el cuerpo erguido.

     El Cristo caído de Nicola Fumo, de esbelta anatomía y modelado con formas muy blandas —magistrales son las manos de dedos largos y las venas marcadas—, muestra el esfuerzo por mantener la entereza durante su inevitable camino hacia la muerte, mostrando en su mirada un gesto de indulgencia hacia quienes le torturan. De una forma sutil y natural, evitando exagerar el patetismo, muestra unas proporciones y una elegancia formal que reflejan el talento artístico de Nicola Fumo, que con una obra tan realista pretende conmover e incitar a la piedad.  

Cristo aparece vestido con una túnica púrpura —símbolo de realeza y sacerdocio— con amplias mangas, que está ceñida a la cintura por un cíngulo que se anuda con un lazo en la parte delantera y cubre las piernas formando gruesos y profundos pliegues muy naturalistas que contribuyen a acentuar el peso de la cruz, destacando un desgarro sobre el hombro derecho que permite contemplar parte de las llagas de la espalda producidas por la flagelación. La escultura mantiene la finura en el tratamiento de las telas que caracteriza la obra del escultor napolitano, con las que consigue obras de una gran vistosidad.

     La escultura está concebida para ser contemplada desde la derecha, postura muy idónea para ser venerada sobre un altar, y formando una diagonal ascendente que conduce visualmente a la cabeza, que está tratada con una minuciosidad preciosista. Cristo muestra un gesto de dolor muy contenido, se diría de incomprensión, cuya extraordinaria expresividad hace palpitar la madera.

Tiene una larga melena con raya al medio, tallada con precisión, que forma detallados rizos ondulantes y remonta las orejas dejándolas visibles, así como una barba corta de dos puntas, cejas oblicuas, ojos con párpados abultados, nariz recta y boca entreabierta dejando asomar los dientes. Sobre su frente discurren finos regueros de sangre producidos por la corona de espinas, que desprendida durante la caída aparece sobre las rocas de la base como un elemento postizo de trenzado natural. Postizo es también un cordón atado al cuello con el que es conducido y que realza los valores teatrales de la escultura. Porta una cruz de listones lisos que esta ornamentada en los extremos con cantoneras caladas realizadas en plata.

Izda: Paso Camino del Calvario, Gregorio Fernández, 1614, con Cristo de Pedro de la Cuadra de 1608
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Dcha: Jesús Nazareno, 1687, atribuido a Juan Antonio de la Peña
Iglesia Penitencial de Jesús Nazareno, Valladolid

     La policromía aplicada ofrece una excelente calidad y tonos muy atemperados, casi austeros, contrastando los matices de color de la encarnación con los tonos lisos de la túnica púrpura y de la base pedregosa marrón-verdosa, proporcionando una imagen muy idónea al dramático momento representado. La escultura, que está firmada y fechada en 1698 por Nicola Fumo, funde con sutileza la sensibilidad napolitana con la española, anticipándose en su plástica a los futuros modelos de Francisco Salzillo. La talla constituye una de las mejores obras pasionistas de cuantas se conservan en Madrid.


Izda: Asunción, 1689, Museo Diocesano Catedral de Lecce
Dcha: Inmaculada, 1709, Catedral de Avellino
 
NICOLA FUMO, UN ESCULTOR MUY APRECIADO EN ESPAÑA 

Nacido en 1647 en Saragnano, en la provincia de Salerno, fue discípulo del afamado escultor Cosimo Fanzago, de quien heredó su virtuosismo y teatralidad barroca. Arquitecto y escultor, se convertiría en uno de los mayores exponentes de la escultura italiana realizada en madera a finales del siglo XVII.

Fiel a los postulados contrarreformistas, en su obra muestra una evolución desde el más grandilocuente estilo barroco hasta los albores del siglo XVIII, cuando unifica características clasicistas con los nuevos aires de gusto rococó para definir figuras que adquieren un nuevo significado de carácter ideológico. Sus delicados y suaves rostros, un tanto inexpresivos, van adquiriendo paulatinamente un semblante edulcorado pleno de sentimentalismo, destacando el tratamiento dinámico de los paños, que presentan pliegues profundos con arrugas complicadas y artificiosas, en algunas obras agitados por una brisa mística.


Izda: Virgen del Carmen, 1685, Cvto, de San José, Medina del Campo
Dcha: Virgen de la Gracia, 1685, Iglesia della Annunciatta, Tursi

     En su obra, estrictamente religiosa, destacan las imágenes marianas llenas de ímpetu en las modalidades de la Asunción y la Inmaculada, las versiones de San José y las representaciones angélicas de San Miguel y el Ángel de la Guarda, junto a un buen número de santos y obras pasionistas. En ellas, Nicola Fumo se revela como un gran creador de figuras infantiles, tanto en la recreación de cortes de ángeles como en las representaciones del Niño Jesús.

Es característico en Nicola Fumo el empleo de vistosas peanas decoradas con tornapuntas decoradas con formas vegetales doradas, siendo habitual que aparezca su firma en un lateral de la base de la peana.

Entre sus obras más representativas de encuentran el busto relicario de Santa Fusta mártir, realizado hacia 1680 y conservado en la iglesia de San Antonio de Salandra; la Virgen de la Gracia de la iglesia de la Annunciatta de Tursi, realizada hacia 1685; la Inmaculada de la iglesia del Santísimo Salvador de Baronissi; la arrebatada Asunción realizada en 1689 para la catedral de Lecce, hoy en el Museo Diocesano; el elegante San José del convento de la Santísima Trinidad de Baronissi; la dinámica Inmaculada que recibe culto en la catedral de Avellino, realizada en 1709; el original San Juan Bautista de 1715, guardado en el Castello Sforzesco de Milán; el elegante San Miguel de 1717, conservado en la iglesia de Santa Maria Egiziaca a Pizzofalcone de Nápoles; el dinámico Ángel Custodio de la Cartuja de San Martino de Nápoles; y el Ecce Homo de la iglesia de San Nicola allá Carità de Nápoles, obra de 1725.

Izda: Virgen de la Gracia, 1685, Iglesia de la Annunciatta, Tursi
Dcha: Asunción, colección particular

     Los numerosos trabajos de Nicola Fumo para la corte de Nápoles fueron conocidos por personajes españoles que empezaron a solicitar obras en buena parte destinadas a conventos carmelitas, como la Virgen del Carmen de 1685, inspirada en la Bruna de Nápoles y enviada al convento del Corpus (Carmelitas Descalzos) de Medina del Campo, actualmente en el monasterio de San José (MM Carmelitas Descalzas) de la misma ciudad; El Éxtasis de Santa Teresa del convento de Santa Ana (MM Carmelitas Calzadas) de Sevilla y las magníficas imágenes de la Inmaculada y San José, firmadas en 1705, que sor Francisca de Santa Teresa entregó como dote en 1774 al convento de Carmelitas Descalzas de Antequera, hoy expuestas en el museo conventual.

Otras obras de Nicola Fumo en España son el Santo Ángel Custodio realizado en 1702 y restaurado el año 2000, actualmente al culto en la Real Parroquia Castrense de Cádiz, y el pequeño grupo devocional de la Sagrada Familia del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

 

Informe: J. M. Travieso.

Inmaculada y San José, 1705
Museo Convento Carmelitas Descalzas, Antequera (Málaga)
Fotografías de Cristo caído del autor.

 









Detalles de la Inmaculada y San José, 1705
Museo Convento Carmelitas Descalzas, Antequera (Málaga)








San José y San Buenaventura de Bagnoregio
Convento de la Santísima Trinidad, Baronissi
 












Izda: Inmaculada, Iglesia Santisimo Salvador, Baronissi
Dcha: Éxtasis de Sta. Teresa, s XVIII-Convento de Santa Ana, Sevilla











Izda: Santa Fausta mártir, h. 1680, Iglesia de San Antonio, Salandra
Dcha: Ecce Homo, 1725, Iglesia de San Nicola alla Carità, Nápoles











San Miguel,1717, Iglesia Sta. Maria Egiziaca a Pizzofalcone, Nápoles










Izda: Ángel Custodio, Cartuja de San Martino, Nápoles
Dcha: Ángel Custodio, 1702, Real Parroquia Castrense, Cádiz










Sagrada Familia, primer cuarto siglo XVIII
Museo Nacional de Escultura, Valladolid








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