25 de abril de 2014

Theatrum: LA DIOSA ISIS, esposa perfecta, gran maga y deidad mistérica














ISIS
Anónimo
Siglo II d.C.
Mármol
Museo de Valladolid, Valladolid
Escultura romana














Esta elegante escultura romana, posiblemente la más interesante de cuantas conserva el Museo de Valladolid, tiene un origen incierto. Aunque Agapito Revilla apuntaba que pudiera tratarse de una estatua de mármol blanco que fue hallada en 1863 en la catedral, o que fuera hallada en las proximidades de las calles Prado y Paraíso, nada garantiza una posible procedencia vallisoletana, donde sí que estuvieron activas residencias rurales o villae romanas. Por su parte, Alberto Balil, catedrático de Arqueología de la Universidad de Valladolid, la consideró obra traída desde Italia durante el establecimiento de la corte de Felipe III en Valladolid, para ser utilizada como ornato en el Prado de la Magdalena1. Posiblemente esta incógnita nunca quedará desvelada.
De lo que sí que se tiene certeza es que hasta 1897 estuvo presidiendo la fuente de un jardín de una casa situada frente a la Chancillería, de donde pasó primero al Museo Provincial de Bellas Artes y después a convertirse en objeto ornamental del jardín de la Casa de Cervantes. Finalmente recaló en el Museo Arqueológico, hoy Museo de Valladolid.

Izquierda: Isis, h. 170 d.C., Museo del Prado, Madrid  /  Derecha: Isis, 117-138 d.C., Museos Capitolinos, Roma
Centro: Isis, 170-190 d.C., Museo de Valladolid
No es necesario perderse en conjeturas para asegurar que esta escultura romana se trata de una representación de Isis, la antigua diosa egipcia. Basta hacer un análisis comparativo con la representación romana de esta deidad femenina que se conserva en los Museos Capitolinos de Roma, procedente de la Villa Adriana, o en el Museo del Prado, procedente de la antigua colección real reunida en el antiguo Alcázar de Madrid. Incluso con un ejemplo más próximo, como la conservada en el Museo de Burgos, que fue recogida en la legendaria ciudad de Clunia Sulpicia. Todas ellas son esculturas de una gran calidad que demuestran el celo de los desconocidos escultores romanos en el momento de representar a una divinidad tan importante y con tantos adeptos que propiciaron que se convirtiera en Isis Panthea o diosa de los mil nombres, después de la supervivencia de su veneración egipcia, a través del Mediterráneo, en las civilizaciones griega y romana, cuyo culto mistérico también llegó a Hispania.

Isis, s. II d.C., procedente de Clunia Sulpicia. Museo de Burgos
LA DIOSA ISIS   

Isis era una de la divinidades más importantes del panteón egipcio y su culto el último en desaparecer, pues cuando las liturgias del resto de los dioses fueron prohibidas, su veneración pervivió hasta el año 394 d.C.
Según la mitología egipcia, Isis y Osiris, su esposo y hermano, reinaban en la tierra egipcia y enseñaron a los hombres todo lo necesario para su subsistencia. Seth, hermano de Osiris, consiguió darle muerte mediante una estratagema para hacerse con el poder de Egipto, pero Isis recorrió el Nilo en busca de los restos de su esposo, siendo capaz de recomponerle para, con la ayuda de Anubis, realizar la primera momificación conocida. Como en este proceso de recomposición del desmembrado cuerpo de Osiris no encontró el falo, Isis moldeó un pene artificial que colocó a la momia y se convirtió en un milano que al batir sus alas reanimó al difunto con sus dotes mágicas, favoreciendo con la unión sexual del ave y el hombre el nacimiento de Horus, encargado de vengar la muerte de su padre y con derechos a ocupar el trono de Egipto al ser reconocido por los dioses.

Por ello, Isis fue considerada como esposa perfecta y mujer fértil, ejemplo de madre y dueña de la casa, poseedora de poderes mágicos y del conocimiento, amorosa y compasiva, ejemplo para las mujeres y admiración de los hombres, siendo extendida su veneración sobre todo con el reino ptolemaico.

Diosa Isis, s. II d.C., Museo de Valladolid
Cuando los griegos llegaron a Egipto con los ptolomeos, crearon la divinidad de Serapis, al que buscaron como esposa a Isis, la mujer modélica que serviría de espejo a las reinas de la dinastía. Las rutas comerciales que partían del puerto de Alejandría, las conquistas de Alejandro en el Mediterráneo y los posteriores reinos helenísticos favorecieron el desarrollo y la internacionalización del culto a Isis, que paulatinamente se fue convirtiendo en una religión mistérica del mismo tipo que las de Cibeles, Mitra o Eléusis, es decir, con participantes que debían ser iniciados en los misterios de la divinidad. Podría afirmarse que fue Cleopatra, amante de Julio César y Marco Antonio, quien contribuyó a la expansión del culto a Isis en Roma. Esa adoración mistérica a Isis es la que llegó a la Hispania romana a través de los comerciantes mediterráneos, que la consideraban protectora en sus azarosas travesías marítimas.

En sus representaciones plásticas, del modelo cósmico egipcio como diosa madre en el Delta del Nilo,  con un disco solar entre dos cuernos con forma de lira, un trono en su cabeza, portando el menat o instrumento a modo de sonajero, la cruz ansada en forma de lazo o llave de la vida, un bastón papiriforme y la situla o recipiente para el agua mágica utilizada en sus cultos, en ocasiones con grandes alas adoptando la forma de un milano, pasó en su versión antropomórfica de mujer a mantener el trono sobre la cabeza, a sujetar el sonajero, el recipiente para el agua y, como principal elemento identificativo, una túnica atada con el característico nudo mágico de contenido críptico o nudo isiaco. Esta imagen es la que traspasó los límites de su país, primero con los griegos y después con los romanos, siendo su culto favorecido por los emperadores Calígula, Claudio y Nerón. Así pervivió en los santuarios de la cuenca mediterránea, siendo la única divinidad egipcia que se mantuvo durante el Imperio Romano, hasta la prohibición del culto a los antiguos dioses en el año 535, durante el gobierno de Justiniano.

Como dato iconográfico curioso, las primeras representaciones de la Virgen con el Niño en el arte cristiano, se inspiraron en las imágenes maternales y protectoras de Isis con su hijo Horus niño.

LA REPRESENTACIÓN DE ISIS DEL MUSEO DE VALLADOLID

Se trata de una copia romana en mármol, siguiendo el modelo de la escuela de Alejandría, que se podría datar entre los años 170 y 190 d.C. En la escultura han desaparecido la cabeza y los brazos, por lo que sus valores plásticos se concentran en la estilizada anatomía y en el peculiar atuendo difundido a partir de la época helenística en Grecia y Roma, con ropajes que usaban en Egipto las reinas y mujeres de la clase alta.

Está constituido por tres capas superpuestas. Por dentro, una fina túnica que llega hasta los pies y forma pliegues muy menudos. Sobre esta aparece lo más singular e inconfundible del atuendo: un amplio paño que rodea el cuello y la cintura uniéndose los cabos al frente en forma de aspa, sin cubrir los pechos, formando un voluminoso lazo que es conocido como nudo de Isis, un motivo que se convertiría en el símbolo de esta diosa. Esta forma era reproducida en los amuletos que se incluían entre los vendajes de las momias egipcias. Por último, sobre los hombros y cubriendo los brazos, un manto rematado con flecos y con los bordes cayendo por los lados.

Con este atuendo y su característico nudo isiaco, difundido en Grecia y Roma, eran representadas tanto Isis como sus sirvientas, incluso algunas reinas ptolemaicas y otras mujeres nobles, aunque no puede matizarse en qué lugar y época fue creado por primera vez este prototipo.      

La escultura, a pesar de acusar de acusar algunos desperfectos producidos por el paso del tiempo, permite apreciar su elaboración por un escultor avezado, capaz de ajustar la finura de los paños a una figura en posición de contrapposto que deja adivinar con claridad las formas de su esbelta anatomía, sin perder el cadencioso y solemne movimiento al moverse en el espacio. Por los restos de los anclajes conservados, presentaría una disposición de los brazos muy similar al modelo del Museo Capitolino de Roma.
 
Informe y fotografías: J. M. Travieso.

NOTAS

1 DELIBES DE CASTRO, Germán; PÉREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN, Fernando; WATTENBERG GARCÍA, Eloísa. Museo de Valladolid. Colecciones. Consejería de Educación y Cultura, Junta de Castilla y León, Salamanca, 1996, p. 119.
  

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