1 de abril de 2014

Fastiginia: La Virgen y San Juan, un paso procesional efímero y olvidado

Paso de La Virgen y San Juan en un folleto de Semana Santa de 1956
Estampas y recuerdos de Valladolid

Desde el año 1920 don Remigio Gandásegui, arzobispo de Valladolid, se convirtió en el impulsor de la recuperación de los brillantes desfiles procesionales de la Semana Santa vallisoletana, estimulando por un lado la recuperación de las cofradías penitenciales históricas y por otro la creación de otras nuevas para recoger el legado de aquellas que prácticamente habían desaparecido, contando para ello con la colaboración del historiador y arquitecto Juan Agapito y Revilla y de Francisco de Cossío, por entonces director del Museo Provincial de Bellas Artes (desde 1933 Museo Nacional de Escultura), que trabajando en equipo intentaron recomponer las escenas tradicionales de los pasos a partir de las piezas diseminadas por los almacenes del museo e iglesias de la ciudad.

Ya consolidadas aquellas pretensiones, en 1950 se creó la Cofradía de los Periodistas, integrada fundamentalmente por redactores y empleados de El Norte de Castilla, el Diario Regional y el Libertad, los tres periódicos vallisoletanos activos en aquellos años. A pesar de que no llegaron a aprobar sus estatutos, por lo que no obtuvo la preceptiva aprobación canónica, organizaba en las iglesias de El Salvador y San Lorenzo actos propios de una cofradía, tomando en 1951 la advocación de Cofradía del Discípulo Amado, que incluso llegó a recomponer un paso procesional con las figuras de la Virgen, San Juan y la Magdalena, un paso que bajo el título de La Virgen y San Juan desfiló desde aquel año hasta 1957.

Reconstrucción virtual del paso "La Virgen y San Juan"
Este era el paso procesional de nueva creación cuyas fotografías aparecían en los folletos promocionales de la Semana Santa vallisoletana de los años 1955 y 1956, un paso de vida efímera que dejó de hacer sus apariciones públicas en 1957, después de que la propia cofradía inexplicablemente desapareciera tras una breve existencia de siete años.

Dado el carácter de iconos populares que adquieren las imágenes procesionales, muchos aficionados a estas celebraciones religiosas se han preguntado de dónde procedían aquellas imágenes que aparecían en las fotografías y cuál ha sido su destino. Si estudios rigurosos de nuestro tiempo han permitido determinar la composición original de la mayoría de los pasos tradicionales, la divulgación informativa de distintas investigaciones también han permitido localizar aquellas tres tallas que formaron el paso, ahora convertido en una curiosidad para la memoria.

La Cofradía del Discípulo Amado compró una sencilla carroza a la Cofradía de las Siete Palabras, en cuya plataforma colocaron tres imágenes prestadas —la Virgen, San Juan y la Magdalena— que se integraban en la secuencia pasional como acompañantes de Jesús en las caídas camino del Calvario, por lo que desfilaba en la Procesión General del Viernes Santo a continuación del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
     Las imágenes de La Virgen y San Juan pertenecían a la Cofradía de la Santa Vera Cruz, donde todavía forman parte del abigarrado retablo mayor de su iglesia penitencial, a los lados de la hornacina central del camarín ocupado por Nuestra Señora de la Vera Cruz. Dicho retablo barroco fue terminado en 1680 por el ensamblador Antonio Billota como colofón a la reconstrucción de la nueva iglesia, estando destinada la hornacina central a albergar el Cristo del Humilladero, allí trasladado desde el humilladero de la Cruz del Campo Grande en 1681, con el que las imágenes laterales de la Virgen y San Juan configurarían la tradicional escena del Calvario. En 1757, separada la imagen de la Dolorosa del paso del Descendimiento, se convertiría en imagen titular de la Cofradía, pasando a recibir culto como Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz en la hornacina central, tal y como ahora se conserva, siendo desplazado el Cristo del Humilladero, que durante un tiempo permaneció en la hornacina, a espaldas de la Virgen, a un altar lateral de la iglesia.

Fotografía de 1956 y reconstrucción virtual de "La Virgen y San Juan"
Se desconoce quién fue el artífice de las dos tallas por haber desaparecido la documentación en 1801 durante un incendio que afectó al archivo, aunque se especula la posible autoría de Alonso del Manzano o Blas Martínez de Obregón. Tanto la iconografía de la Virgen como la de San Juan se ajustan a los prototipos barrocos vallisoletanos, con un tamaño que supera ligeramente el natural, las anatomías envueltas en ampulosos ropajes y una gesticulación barroca convencional. Ambas imágenes no han vuelto a desfilar, pues en realidad nunca fueron concebidas con este fin.

Por su parte, la figura de la Magdalena, que en origen sí formaba parte de un grupo procesional, fue rescatada de los fondos del Museo Nacional de Escultura, donde permanecía como resto del primitivo paso del Entierro de Cristo encargado por la Cofradía de la Piedad en 1641 a los escultores Francisco Fermín y Antonio de Ribera, discípulos de Gregorio Fernández. Dicho paso, cuyas referencias documentales son bastante confusas, estaría integrado por las imágenes de José de Arimatea y Nicodemo transportando a Cristo muerto en el sudario, con la compañía de las figuras de la Virgen derrumbada al frente, San Juan y la Magdalena a los lados y un criado abriendo la lápida del sepulcro con una palanca en la parte trasera.

Cofradía del Discípulo Amado en los años 50
El paso fue reconstruido parcialmente en 1986 por Luis Luna con las figuras de Cristo, Nicodemo y la cabeza de José de Arimatea. Posteriormente, en 1995, el paso simplificado fue recompuesto por la Cofradía de la Piedad, que ese mismo año encargó el cuerpo de José de Arimatea al imaginero Antonio Saavedra. De esta manera permanece sin uso la figura de la Magdalena, la única conservada del grupo de acompañantes del Entierro de Cristo, que aún permanece en los almacenes del Museo Nacional de Escultura, mientras que, desde 1995, el paso recuperado desfila de nuevo con la Cofradía de la Piedad bajo la advocación de Cristo de la Cruz a María.

Si el paso de La Virgen y San Juan ha pasado a la historia como una curiosidad "semanasantera", no ha ocurrido lo mismo con la Cofradía del Discípulo Amado, cuyo testigo fue tomado por un grupo de personas en 1997, entre ellas antiguos cofrades que consiguieron la refundación de la cofradía. En esta ocasión, tras el acuerdo de aplicar la nueva denominación de Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli, en 2011 logró el reconocimiento canónico y en 2013 la inclusión en la Junta de Cofradías de Valladolid, pasando de la sede temporal de la iglesia de San Nicolás a la iglesia de los Padres Filipinos. En este templo se ha incorporado al culto la imagen de Jesús de Medinaceli, después de que la Cofradía la encargara al escultor sevillano Juan Antonio Blanco, que la realizó en 2012 siguiendo el prototipo iconográfico andaluz de imagen vestidera de Jesús Cautivo.

Figuras integrantes del paso "La Virgen y San Juan"
     Precisamente, tanto el desfile por primera vez de la Cofradía del Discípulo Amado con su Jesús de Medinaceli, en la procesión Amor y Misericordia en la noche del Lunes Santo, como la incorporación en la procesión Oración y Sacrificio del Jueves Santo de la imagen de Jesús con la cruz a cuestas que ha recuperado la Cofradía de la Sagrada Pasión, serán las principales novedades de la Semana Santa de 2014, unificadas por la incorporación de imágenes vestideras de Cristo, tan poco habituales en Valladolid. 









Retablo mayor de la iglesia penitencial de la Vera Cruz

















Jesús de Medinaceli. Juan Antonio Blanco, 2012
Iglesia de los Filipinos



















* * * * *    

No hay comentarios:

Publicar un comentario