El Cine Roxy el día de su inauguración en 1936 y en el momento de su cierre en 2014 |
Estampas y recuerdos de Valladolid
Valladolid, donde anualmente se celebra la Semana
Internacional de Cine, ha perdido parte de su patrimonio cultural y una de las
salas cinematográficas más emblemáticas del centro de la ciudad: el flamante
Cine Roxy. Con la misma sordidez que en una pintura de Hopper, sus entrañas
acogieron a los últimos espectadores en la noche del 8 de enero de 2014, cuando
fue elegida como proyección de despedida la película de Giuseppe Tornatore
"Cinema Paradiso" (1988).
Habían transcurrido casi 78 años de magia y
diversión desde aquel 4 de marzo de 1936 en que la sala fue inaugurada con la
proyección de "Don Quintín, el amargao", de Luis Marquina,
permitiendo gozar a los vallisoletanos de la más avanzada tecnología
cinematográfica del momento.
La apertura del Cine Roxy tuvo su origen en la
fascinación que el séptimo arte presentado de forma ambulante en la Acera de
Recoletos produjo en una familia vallisoletana dedicada al negocio de la
zapatería, los Lafuente, que en 1933 decidieron convertir lo que iba a ser una
fábrica de zapatos en la calle Mantería en el discreto Cinema Lafuente (en
tiempo reciente reconvertido en los Cines Mantería, también cerrados).
El negocio fue en auge a partir de la llegada del
cine sonoro, de modo que los hermanos José y Emilio Lafuente decidieron
comprar a las monjas dominicas francesas el céntrico solar situado en la calle
María de Molina, frente al colegio, sobre el que se levantó un nuevo cinematógrafo
según el proyecto presentado en 1935 por el arquitecto Ramón Pérez Lozama, que
adaptándose a las posibilidades del terreno estableció una larga sala rectangular
capaz de acoger 650 butacas, con una salida de emergencia por la calle
Doctrinos, así como un anfiteatro en el piso superior con otras 500
localidades, bajo el cual se abría un doble vestíbulo, uno exterior con las
taquillas y otro interior con escaleras laterales que permitían la subida al
anfiteatro, bar, despachos y otros servicios. En un tercer nivel se ubicaba la
cabina de proyección, cuyo primer proyector fue un sofisticado Sice-Super Simplex.
La imagen del Cine Roxy, con cuya titulación los
propietarios intentaban emular al Cinema Roxy de Nueva York, la mayor sala
cinematográfica del mundo por aquellos años, venía determinada por su fachada,
de diseño simétrico y funcional, con dos pisos y disposición tripartita que
sufriría pequeñas modificaciones con el paso de los años, destacando los
ventanales y los óculos cerrados con vidrieras, lo que proporcionaba un aire
modernista. Pronto se convertiría en un referente cultural por ser la sala
cinematográfica con mayor aforo de la ciudad, que en agosto de 1955, bajo la
gerencia de Emilio Lafuente, hijo del fundador, incorporó una pantalla panorámica
que fue inaugurada con la proyección de "El mayor espectáculo del
mundo", de Cecil B. DeMille.
A partir de 1989, tras la muerte del gerente, tomaron las riendas tres primos de los
fundadores, siendo finalmente comprada la sala en junio de 1990 por Enrique
Cerezo. Cinco años después era reconvertida en dos salas superpuestas, una
inferior con 550 localidades y otra superior con 350, conociendo su última
remodelación en 2005, donde ambos espacios se redujeron para albergar 430 y 270
plazas, siendo incorporados nuevos elementos decorativos tanto en las salas
como en la fachada.
Así permaneció hasta que en 2014 Enrique Cerezo decidió
abandonar el negocio y ceder el inmueble para su reconversión en la nueva sede
del Casino de Castilla y León, operación que contó con la aprobación del
Ayuntamiento encabezado por Francisco Javier León de la Riva. Para ello ha sido
necesario remodelar por completo su interior, manteniendo únicamente la
fachada. De esta manera el que fuera un nostálgico templo de la cultura ha pasado
en convertirse en templo de tentación del dinero.
Para nuestra pequeña historia local quedan toda una
serie de noticias anecdóticas, como el haber destinado la recaudación del día
de su estreno en 1936 a ayudar a los damnificados por las crecidas del Pisuerga
y el Esgueva; su cambio de titulación durante cuatro años como Cinema Radio por
la prohibición de utilizar nombres anglosajones durante la Guerra Civil; la
enorme afluencia en los años 50 durante la proyección de "El puente sobre
el río Kwai" o "Sólo ante el peligro", caso que se repetiría en
1977 con "La Guerra de las Galaxias", así como los atentados
ultraderechistas sufridos en 1984 con motivo de la proyección de "El Caso
Almería", de Pedro Costa.
Lo dicho, puras anécdotas, pues lo sentimental, si para colmo va unido a la cultura, es algo que no cotiza en bolsa. ¡No vayas a exigir un mínimo de sensibilidad a políticos y negociantes!
El Cine Roxy ya es un recuerdo del pasado.
Lo dicho, puras anécdotas, pues lo sentimental, si para colmo va unido a la cultura, es algo que no cotiza en bolsa. ¡No vayas a exigir un mínimo de sensibilidad a políticos y negociantes!
El Cine Roxy ya es un recuerdo del pasado.
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