Estampas y recuerdos de Valladolid
La titulación callejera dedicada a las serpientes no
es exclusiva de Valladolid, pues también se puede encontrar en los centros
históricos de ciudades como Salamanca, Toledo, Madrid o Sevilla, entre otras. Sin
embargo, las connotaciones de tal apelativo en Valladolid tienen un carácter
especial, ya que el mismo no obedece al recuerdo de la antigua existencia de
ofidios en el lugar, sino a un motivo decorativo colocado en la fachada de una
de las casas desaparecidas.
Actualmente la calle de la Sierpe es un angosto
pasaje que une las actuales calles de Cánovas del Castillo y de Regalado,
aunque en origen esta se prolongaba por la actual calle de Castelar para
finalizar en lo que es ahora la plaza del Salvador, perdiendo la longitud de
este segundo tramo en 1883, cuando se aprobó el trazado de la calle de Regalado
hasta la catedral.
Fue Juan Agapito y Revilla, en su obra Las calles de Valladolid, quien en 1937
informaba acerca de la existencia de una casa que formaba un rincón en dicha
calle desde la entrada por la de Regalado, en la que sobre un balcón del piso
principal aparecía como elemento decorativo una gran serpiente en relieve que
él consideraba tallada en piedra, aunque matizaba que en realidad era un
monstruo alado, en la línea de la antigua representación de los dragones. Esta
referencia del cronista ha podido ser confirmada como real, pues cuando en 1882
dicha casa fue derribada, don José Pinto, que sería el propietario de la casa,
entregó al por entonces Museo Provincial de Antigüedades, con sede en el
Colegio de Santa Cruz, los fragmentos de la popular Sierpe.
Cuando en 1968 este museo pasó a ocupar las
dependencias del Palacio de Fabio Nelli, donde actualmente pervive como Museo
de Valladolid, entre los fondos almacenados y no expuestos también se
trasladaron los fragmentos de la serpiente alada, que fueron presentados al
público en una exposición dedicada a la ciudad dibujada por Ventura Seco en
1738, que se celebró en dicho museo en 2016. Los fragmentos conservados, que en
realidad están realizados en yeso pintado, corresponden a la cabeza del
monstruo, parte de su cuerpo escamoso y las dos alas.
Fragmentos de la Sierpe en el Museo de Valladolid |
Agapito y Revilla opina que dicho motivo pudo
obedecer al capricho del propietario de la casa, aunque también apunta haber
oído hablar de la existencia de la "posada de la Sierpe", siendo
habitual que en el exterior de las posadas se pusiera bien visible un signo que
las identificara. Seguramente el origen del nombre de la calle fuese su trazado
serpenteante, que en cierto modo todavía conserva.
En la última urbanización de la zona, el
Ayuntamiento decidió recordar esta curiosa historia plasmando sobre los
adoquines del pavimento de la angosta calle la figura de una "bicha" o gran serpiente,
cuya cabeza, con lengua bífida y ojos metálicos, asoman a la calle Cánovas
del Castillo, mientras que la cola se arrastra por el tramo que comunica con la
calle Regalado.
A pesar de su gran tamaño, todavía son muchos los
vallisoletanos que no han reparado en la presencia plástica del animal. Otros, que sí que lo conocen, prefieren dar la vuelta a la manzana por aquello del mal
fario. Actualmente es una más de las curiosidades que podemos encontrar
paseando por el centro de Valladolid, donde este tipo de testimonios del pasado
son innumerables.
Calle de la Sierpe desde la calle Cánovas del Castillo |
Representación de la Sierpe sobre el pavimento |
Cabeza hacia la calle Cánovas del Castillo y cola hacia la calle Regalado |
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