Estampas y recuerdos de Valladolid
Incomprensible altar del fascismo para unos,
referencia nostálgica para otros, en cumplimiento de la Ley de la Memoria
Histórica el descomunal monumento a Onésimo Redondo desaparecerá de la cúspide
del Cerro de San Cristóbal, donde al cabo de 50 años se había convertido en una
ruina casi mimetizada con el entorno de esta plataforma natural que domina la ciudad
de Valladolid.
El proceso ha sido lento hasta llegar a enero de
2015, cuando el Ayuntamiento de Valladolid ha concedido la licencia para
derribar el monumento según la propuesta del Ministerio de Comercio, Industria
y Turismo, al que pertenecen los terrenos en que se encuentra, que se hará cargo
de los costes que implica la demolición.
Inauguración del monumento el 25 de julio de 1961 (Fotograma NODO) |
Esperemos que con esta medida se borre de la
memoria un capítulo tan nefasto de enfrentamiento entre los vallisoletanos, y
por extensión de los españoles, como fue aquella guerra tan incivil, pues desde
la llegada del régimen democrático y constitucional —que ya ha llovido—, el lugar ha sido escenario
reiterado tanto de las iras de ofendidos izquierdistas como de nostálgicos
falangistas y grupos de neonazis que lo han considerado todo un emblema ideológico.
Para unos el mantenimiento del polémico monumento
lo consideraban una siniestra provocación, por suponer una apología de quien
dirigió las "Patrullas del Amanecer" o pelotones que durante la
guerra "pasearon" a diario a decenas de republicanos, reaccionando
ante lo que consideraban una ofensa embadurnando y degradando el monumento con
grafitis y pintadas; para otros de signo contrario era un modo de perpetuar la
memoria del que fuera considerado por sus leales como "caudillo de
Castilla", siendo la formación de extrema derecha Alianza Nacional la que
ha intentado, sin éxito, evitar su derribo amparándose en su valor artístico,
tesis de poca base por no haber sido nunca declarado Bien de Interés Cultural.
UNA MIRADA AL PASADO DEL MONUMENTO
Onésimo Redondo nació en la población vallisoletana
de Quintanilla de Abajo el 16 de febrero de 1905 y murió en Labajos (Segovia),
combatiendo en la "Guerra Civil", el 24 de julio de 1936. Como
dirigente nacional-sindicalista, de inspiración fascista, fundó las Juntas
Castellanas de Actuación Hispánica, que tras convertirse en las Juntas de
Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) acabaría integrándose en la Falange
Española de las JONS. También fue el fundador del diario Libertad de Valladolid en 1931, después adscrito a la Prensa del Movimiento hasta su cierre en 1975.
Como destacado líder, favorable a los rebeldes
sublevados con Franco a la cabeza, fue recordado durante la dictadura franquista
por su significación en la Falange. Ello explica el que, a mediados de los años
50, Jesús Aramburu, gobernador civil de Valladolid, propusiera levantarle un
monumento público. Respondiendo al afán grandilocuente que caracteriza la
estética fascista, se eligió un monumental proyecto que, colocado sobre la
parte más alta de Valladolid, fuera visible desde toda la ciudad.
El colosal monumento, concebido en forma de
"altar", fue diseñado por el arquitecto Jesús Vaquero, que elevó dos
grupos de pilares simétricos de hormigón, formados por tres partes estriadas y de
altura creciente hasta alcanzar los 31 metros de altura. Entre ellos, como nexo
de unión, colocó el símbolo falangista del yugo y las flechas, un emblema
metálico de 12 metros de altura. En la base
fue colocado un gran pedestal, en lo alto de una escalinata, sobre el que fue
asentado un grupo escultórico, realizado en bronce por el escultor Manuel
Ramos, representando a cuatro jóvenes agricultores, obreros y estudiantes,
dirigidos al frente por la figura de Onésimo Redondo realizando el saludo
fascista con el brazo en alto.
Para la inauguración del monumento, que tuvo lugar
el 25 de julio de 1961, durante el XXV Aniversario de la muerte de Onésimo
Redondo, se preparó toda la parafernalia necesaria para que Franco, próximo
también a cumplir sus 25 años como Jefe del Estado, se diera un baño de masas
recogido por el Nodo, pues, según la prensa del momento, a la altiplanicie subieron 60.000
personas que aclamaron al dictador.
Desde entonces quedó abandonado a su suerte, siendo
visitado ocasionalmente por aquellos que subían al Cerro de San Cristóbal para
disfrutar de la espléndida panorámica de la ciudad y alrededores. En tiempos
democráticos el monumento se fue convirtiendo paulatinamente en un pastiche pintoresco
que en nada recordaba aquellos momentos eufóricos del franquismo, al contrario, al no haber tenido nunca la aceptación popular, tanto por motivos artísticos
como de significado, comenzó a ser objeto de quienes descargaban su ira
denigrándolo.
Podemos decir que el polémico monumento ya es sólo
un recuerdo, bueno o malo según cada uno, pues a pesar de que su retirada fue
propuesta el año 2011, ha venido sufriendo una actitud reticente por parte de
los gobernantes hasta ser aprobado su derribo a principios de este año 2015.
Los escasos nostálgicos del personaje como símbolo
franquista, o quienes lo consideren una anécdota histórica y curiosa de la
ciudad, podrán recordarlo visitando el Museo de la Memoria Histórica de
Salamanca, adonde será trasladado el grupo broncíneo como testimonio de una
ideología sectaria de tan funestas consecuencias.
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