Todo está listo para un acontecimiento religioso que muchos vallisoletanos vivirán como un acto entrañable. Se trata de la coronación canónica de la Virgen de las Angustias, que se llevará a cabo en la catedral de Valladolid a las 5 de la tarde del próximo día 3 de octubre.
En toda España existe una devoción mariana que se canaliza a través de conocidas advocaciones que tienen un fuerte arraigo popular, curiosamente incluso entre aquellos que no son practicantes religiosos habituales, habiéndose convertido esas imágenes en un referente cultural y seña de identidad fácilmente reconocible en diferentes ciudades. No hay más que recordar la Pilarica en Zaragoza, la Macarena en Sevilla, la Moreneta en Barcelona o la Virgen de los Desamparados en Valencia, por citar algunas entre un catálogo interminable, continuamente presentes en ámbitos, no estrictamente religiosos, relacionados con la vida cotidiana de esas ciudades. En Valladolid ese papel lo adquiere la Virgen de las Angustias, imagen admirada durante generaciones por los vallisoletanos, que ofrece el aliciente de ser la talla artística de más calidad de toda España en una Virgen de titularidad local, obra debida a la gubia de Juan de Juni que ha llegado a ser equiparada por eruditos del arte con lo mejor de la obra de Miguel Ángel.
Dejando a un lado aspectos devocionales y fetichismos iconoclastas, esta imagen ha sido testigo esencial de la historia de la ciudad desde que fuera realizada hace cuatrocientos cincuenta años, conociendo sus momentos de esplendor y decadencia, de alegrías y tristezas, y siempre impresionando a cuantos la ven desfilar (que horrible el verbo procesionar) por las calles de Valladolid. Se puede afirmar rotundamente que incluso el vallisoletano más agnóstico o ateo siente un enorme respeto por esta imagen, considerada ante todo como obra cumbre de la escultura española de todos los tiempos, como una vallisoletana venerable por su edad y la mejor representante del trágico espíritu castellano, algo que sólo el soplo del arte es capaz de infundir.
Lógicamente, la Cofradía Penitencial de las Angustias está volcada en este acto, irrepetible por mucho tiempo, que ese día contará con dos vallisoletanas invitadas de excepción: la Virgen de San Lorenzo, patrona de Valladolid, y la Virgen de la Soterraña, patrona de Olmedo y de los pueblos de Villa y Tierra, que junto a la Virgen de Sacedón, patrona de Pedrajas de San Esteban, son las únicas vírgenes coronadas de la provincia de Valladolid.
Entre las múltiples actividades programadas reseñamos las más significativas:
- Colecta popular para sufragar una corona del tipo diadema o resplandor que le será impuesta durante la ceremonia de coronación, para lo que hay abierta una suscripción.
- Composición de un himno para la ocasión, ya presentado, que interpretará la Coral Vallisoletana, con música de
Ernesto Monsalve y letra de
Godofredo Garabito.
- Traslado de la imagen, durante el amanecer del 26 de septiembre, desde su iglesia titular a la catedral, donde estará preparado un altar especial para la coronación.
- Organización de un
Septenario litúrgico representando los siete dolores marianos, simbolizados por los siete cuchillos tradicionales.
- Acto solemne de coronación a las cinco de la tarde del 3 de octubre en la catedral, con asistencia de destacados cargos eclesiásticos, representantes de cofradías y pueblo de Valladolid.
- Tras el acto, procesión popular de regreso desde la catedral a la iglesia penitencial de las Angustias.
- Organización de tres exposiciones en torno a la celebración durante los meses de septiembre y octubre. La más importante, "
La Virgen de las Angustias: historia de una devoción", estará dedicada al patrimonio de la cofradía, habiendo sido solicitados al Museo Nacional Colegio de San Gregorio los pasos de la
Piedad o
Sexta Angustia, de
Gregorio Fernández, y el de los
Durmientes, de
Alonso y José de Rozas. Otra, "
Mater mea", versará sobre la difusión de la iconografía creada por Juni y la tercera, "
La Cofradía de las Angustias", reunirá una colección fotográfica sobre la imagen titular y los cofrades.
- Convenio entre la Cofradía Penitencial de las Angustias y Cáritas Diocesana, retomando la antigua función asistencial.
- Encuentro nacional de cofradías de las Angustias, del 2 al 4 de octubre.
LA IMAGEN, OBRA CUMBRE DEL RENACIMIENTO MANIERISTAVIRGEN DE LAS ANGUSTIAS
Juan de Juni, taller de Valladolid
1561
Madera policromada
Iglesia Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, Valladolid
Arte del Renacimiento. Periodo manierista
El Viernes Santo de 1561 se fundó en Valladolid una cofradía bajo la advocación de la
Quinta Angustia, a la que perteneció
Juan de Juni. Poco después, esta institución penitencial decidió que el maestro realizara la imagen titular, que como era costumbre presidiría las procesiones en las que los cofrades estaban obligados a participar. Una bula 1614 cambiaría su titulación por la de
Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias, siendo la imagen nominada en la planta de la procesión de 1619 como
Virgen de la Soledad. En 1623 se convierte en la
Virgen de los Cuchillos, al haberle incorporado ese año siete espadas de plata en el pecho, entre los dedos de la mano, alusivas a los siete dolores que rememoraban la profecía de Simeón.
Pero Juan de Juni había concebido la imagen sin postizos, como una representación independiente del tema del Descendimiento y a ese estado volvió después de la restauración realizada hace años. La Virgen aparece sentada sobre una roca al pie de la cruz, en la más estricta soledad, con el cuerpo siguiendo la típica disposición helicoidal juniana. Una pierna está extendida al frente y la otra con la rodilla flexionada hacia atrás, lo que produce un arqueamiento a la altura de la cintura que hace girar ligeramente el torso hacia la derecha, al tiempo que el hombro izquierdo se coloca en posición avanzada. El esquema de las piernas casi se corresponde con el de los brazos, pues el izquierdo está colocado hacia atrás, velado bajo el manto y con la mano apoyada en la roca, y el derecho con la mano hundida sobre el pecho en gesto de desconsuelo. La cabeza está levantada e inclinada hacia la izquierda, con una expresiva mirada elevada al cielo.
La composición es compacta y piramidal, presentando múltiples detalles en los que el escultor hace gala de su maestría, con el centro emocional concentrado en el rostro, como es habitual en la obra de Juni. La Virgen luce un juego de vestiduras superpuestas entre las que destaca una túnica roja con el cuello abierto en dos, siguiendo el modelo utilizado por el maestro desde sus primeras obras, que cubre un vestido morado que asoma por los pies. Una toca blanca cubre la cabeza y un manto azul verdoso, que se sujeta en el hombro izquierdo, cae por la espalda y la envuelve hasta recogerse entre las piernas. Estas vestiduras describen sobre el cuerpo un torbellino de pliegues sinuosos, muy voluminosos, llenos de movimiento, dando lugar a infinidad de superficies recurvadas con aristas muy redondeadas que recuerdan el modelado en barro, con grandes contrastes entre las amplias ondulaciones del manto y los pliegues menudos de la toca, casi descrita pictóricamente, expresando magistralmente un juego de diferentes texturas.
No faltan otros detalles geniales, como la mano derecha presionando el pecho, haciendo que los dedos se hundan entre las telas, con la colocación simbólica los dedos corazón y anular unidos. O la mano izquierda casi oculta, apenas asomando los dedos y con el manto enredándose entre ellos, juego manierista reiterativo en su obra. El trabajo de la cabeza representa el nivel de calidad más alto conseguido en la escultura renacentista española, envuelta con un magistral juego de paños en el que destaca el remate fruncido de la toca. El rostro muestra una belleza clásica a la que se incorpora un gesto de dolor (reminiscencias del Laocoonte), con grandes ojos, la nariz muy recta, las mejillas y el mentón acentuados y la boca abierta, dejando apreciar la dentadura. Su expresión dolorida dota a la figura de una intensa angustia vital.
Esta obra maestra, cuyo diseño concentra todas las experiencias manieristas realizadas anteriormente por el escultor en los temas de la Piedad, con un resultado a la altura del mejor arte italiano de su tiempo, se completa con una policromía en la que también se alcanzan los máximos niveles de calidad plástica. Las encarnaciones están hechas a pulimento, destacando la coloración del rostro, con las mejillas sonrosadas y los ojos enrojecidos por el llanto, con pequeñas lágrimas deslizándose por los párpados y la pupila y el iris totalmente naturales. Tanto la túnica como el manto están policromados con adornos florales de gran calidad realizados a punta de pincel, destacando los medallones dorados de gran tamaño sobre fondo oscuro.
Con el fin de aligerar su peso en las procesiones, el interior de la imagen está totalmente vaciado. La estética de la Virgen de las Angustias ha estado ligada durante varios siglos a los cuchillos añadidos a su pecho en época barroca. Los desperfectos producidos por estos añadidos y su uso procesional hicieron que también se retocase su policromía primitiva. Durante la restauración realizada en los años 70 del siglo XX, se eliminaron los cuchillos y la imagen recuperó su aspecto original, admitiendo en las ocasiones solemnes una corona-resplandor de plata con piedras azules sufragada por la devoción popular vallisoletana, que como ya se ha dicho tiene en esta imagen uno de sus iconos religiosos más representativos.
La popularidad alcanzada por esta imagen en la Semana Santa de Valladolid ha dado lugar a numerosas leyendas, como su apelativo de “
La zapatona”, por el gran tamaño del zapato que asoma bajo el manto, supuesto motivo de rechazo de la imagen en Medina de Rioseco. Otra leyenda popular se basa en su expresión de dolor, que habría sido captada por el escultor durante la agonía de una de sus hijas. Al margen de estas fabulaciones, lo cierto es que fueron numerosos los elogios recibidos por la imagen por parte de viajeros foráneos que recalaron en Valladolid y que su iconografía se extendió por toda Castilla, bajo la advocación de
Virgen de la Soledad, dolorosa junto al vacío de la cruz, en forma de copias escultóricas a distintos tamaños, pinturas y grabados, con versiones en muchas poblaciones, entre ellas Medina de Rioseco, Ávila y Salamanca.
Ilustraciones: 1 Detalle de la Virgen de las Angustias. 2 Vídeo actos de la Coronación. 3 Cartel en la iglesia de las Angustias. 4 Detalle de la mano. 5 Pintura mural en la iglesia de San Miguel de Valladolid. 6 Copia de la catedral de Ávila.
Informe y fotografías 2 y 4: J. M. Travieso
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