MONASTERIO DE NTRA. SRA. DE LA
ASUNCIÓN O CARTUJA DE GRANADA
Varios autores
1516 – Siglo XIX
Arquitectura, pintura, escultura y
artes suntuarias barrocas
Granada
Arte barroco español
El año 1458 la comunidad del monasterio de Santa María de El Paular, la
primera cartuja de Castilla y por entonces uno de los más importantes
monasterios de España, enclavado en tierras segovianas, decidió realizar una
nueva fundación en Granada tras recibir unos terrenos cedidos por Gonzalo
Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, aunque las ocupaciones de éste le
hicieron desentenderse del proyecto. En 1506 se comenzó a construir el
monasterio en otros terrenos, conociendo las obras una parada hasta que se reiniciaron
en 1516 para prolongarse durante tres siglos —sin llegar a culminarse— por la
enorme envergadura del complejo monástico, que bajo la advocación de Real
Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de la Cartuja, y favoreciendo el
concepto de soledad y aislamiento del resto del mundo, estuvo habitado hasta
1835, año en que los cartujos fueron exclaustrados del mismo. Aquella
construcción no se conserva completa, pues en 1842 fue derribado el Claustro y
las celdas de monjes, así como en 1943 la casa prioral. Por decreto del 3 de
junio de 1931, la Cartuja de Granada fue declarada Monumento
Histórico-Artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.
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Portada de entrada al recinto |
Aunque por su dilatación en el tiempo la Cartuja presenta una inevitable
mezcla de estilos, está considerada como uno de los máximos exponentes de la
arquitectura barroca andaluza, siendo asimismo una obra cumbre de la
arquitectura barroca española, con el aliciente de conservar en sus
dependencias una ingente colección de obras artísticas —pinturas, esculturas,
mobiliario, etc.— debidas a renombrados artistas barrocos, destacando la
exuberante decoración aplicada en la iglesia, el sagrario y la sacristía, tan
sorprendente en su tiempo como en nuestros días.
Por dotar de cierto orden su descripción, seguiremos un criterio
ajustado al recorrido que deben realizar los visitantes en nuestros días (según
el plano que acompaña a este informe), desde el exterior a las dependencias más
sorprendentes, indicando al tiempo los artistas más destacados de su dotación
artística.
1 - 6 Acceso
a la Cartuja
En la cerca que rodea todo el recinto, se abre una portada
(1) del siglo XVI, realizada por Juan García de Pradas en estilo plateresco, que
adopta la forma de un arco triunfal y está coronada por una hornacina que
alberga una imagen de la Virgen con el Niño. Traspasada la misma, se llega a un
amplio compás (2) —a modo de una gran plaza, que aparece empedrado
y escalonado, en cuyo nivel superior está ornamentado con un empedrado
figurativo en blanco y negro, realizado en 1679 y compuesto por siete paneles que
representan escenas de caza, jinetes, toros, ciervos y figuras con mazas en los
extremos. Desde este se accede a una enorme escalinata (3) con
dos rampas simétricas de tres tramos, obra proyectada en el siglo XVII por
Cristóbal de Vílchez y construida en mármol gris de las canteras de Sierra
Elvira (Granada).
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Compás y vista general de la Cartuja de Granada |
En su parte alta, presidiendo una amplia terraza a modo de
atrio, aparece la fachada (4) de la iglesia de la Cartuja, levantada
con piedra de Alfacar, en la que se abre una portada neoclásica con
columnas jónicas, realizada en mármol gris por el arquitecto Joaquín Hermoso en
1794, en la que destaca la imagen de San Bruno en la hornacina central,
obra de Pedro Hermoso, y un gran motivo heráldico en su parte superior.
En la derecha de la fachada se abre la entrada al monasterio (5), dando
paso, a través de lo que fue la antigua portería (6), al llamado Claustrillo,
que ofrece el aspecto de un claustro-jardín.
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Claustrillo de la Cartuja de Granada |
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Claustrillo
A este pequeño claustro ajardinado —recordemos que el gran Claustro del
monasterio fue derribado en 1842—, que conserva elegantes arquerías de estilo
toscano levantadas en el siglo XVII, se abren las dependencias generales para
las funciones y servicios de la vida monástica. En origen sus muros estuvieron decorados
con series de grandes lienzos debidos a los pinceles del lego castellano fray
Juan Sánchez Cotán (Orgaz, Toledo, 1560-Granada, 1627) y del italiano Vicente
Carducho (Florencia, h. 1576-Madrid, 1638). Después de la restauración de este
espacio, la colección pictórica se ha preservado, pasando a colgar de los muros
interiores de las dependencias que se abren al Claustrillo. En el lado norte de
este discreto claustro se abren cuatro pequeñas capillas devocionales (14).
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Refectorio de la Cartuja de Granada |
8 Refectorio
Es una amplia y austera sala rectangular, a la que se accede desde el Claustrillo,
que fue construida entre los años 1531 y 1550 y se compone de cuatro tramos
cubiertos con bóveda de crucería. En ella se abren tres grandes ventanales con
arco de medio punto y un sencillo óculo a los pies que facilitan la entrada de
luz natural. Junto a la entrada conserva el púlpito para la lectura, elemento habitual
en los comedores de la vida monástica. Siguiendo la tradición de los cenáculos
italianos, en el testero aparece un monumental cuadro con el tema de la Santa
Cena, destacada obra de Juan Sánchez Cotán que recrea en la escena el
mismo enlosado del refectorio, con dos ventanas que fingen estar abiertas al
exterior, un espacio convincente basado en los efectos de perspectiva y un gran
naturalismo en la gestualidad y rostros de las figuras, sin que falten motivos
irónicos, como la pelea de un perro y un gato por una raspa de pescado, y
virtuosos, como el tratamiento de los alimentos (adaptados a la dieta de los cartujos)
y objetos que aparecen sobre la mesa, cuyo trabajo delata su futura condición
de figura clave en el género del bodegón español.
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Juan Sánchez Cotán. Santa Cena, Refectorio |
Por encima de este cuadro el mismo Sánchez Cotán, ingresado como cartujo
en 1603, pintó en el muro una cruz de madera que, con el mayor
naturalismo y mediante la técnica del trampantojo, es captada como formada por
listones en relieve y los clavos al aire.
Actualmente las paredes del refectorio presentan el aspecto de una
pinacoteca, pues en ellas se han colgado valiosas pinturas de fray Juan Sánchez
Cotán que antaño estuvieron en el Claustro y otras dependencias y que formaron
parte de tres series diferentes. La primera serie, que estuvo en el
Claustrillo, son tres cuadros próximos al testero que hacen referencia al
origen de la Orden de los Cartujos. El primero representa la Resurrección
de Diocres, maestro y amigo de San Bruno, que le anunció que había sido
condenado por Dios, lo que motivó la renuncia de San Bruno de los bienes
mundanos. En la pintura se incluye el propio pintor mirando al espectador. El
segundo representa el Sueño de San Hugo, obispo de Grenoble, que
tuvo la visión de siete estrellas alusivas a San Bruno y sus seis primeros
discípulos, estrellas que figurarán en el escudo de la Orden. En el tercero
aparece San Hugo recibiendo a San Bruno y sus discípulos,
viéndose cumplido el sueño de la noche anterior.
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Juan Sánchez Cotán. Calvario, Refectorio |
La segunda serie, también procedente del Claustrillo, está dedicada a
los mártires cartujos. Dos narran la historia de los primeros mártires
cartujos en Inglaterra, uno con Tres priores y un monje apresados y presentados
ante Thomas Cromwell, secretario de estado de Enrique VIII, como
disidentes de la política religiosa; otro con los Cuatro religiosos
cartujos arrastrados por caballos y ahorcados. Otras dos pinturas
muestran a Monjes cartujos prisioneros en la Torre de Londres,
intercalándose entre ellos tres pinturas dedicadas a los Mártires de la
Cartuja de Colonia tras el asalto de herejes en 1573, donde los monjes
mártires aparecen bajo arquerías y agrupados por parejas, cada uno mostrando con
serenidad el arma con el que fueron martirizados.
Una tercera serie son tres escenas con temas de la Pasión: el Ecce
Homo, el Camino del Calvario y un Calvario con la Virgen y San
Juan. Todas estas pinturas configuran una sala monográfica dedicada a la
pintura religiosa de Juan Sánchez Cotán.
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Sánchez Cotán. Retablo fingido con San Pedro y San Pablo Sala de profundis, Cartuja de Granada |
9 Sala de
profundis
Contigua al refectorio, se encuentra esta antesala de oración de los
monjes antes de las comidas, que recibe su nombre del salmo penitencial “De
profundis clamavi ad te” que los monjes rezaban en los sufragios de
difuntos. La sala, construida en el año 1600, tiene en el muro de cabecera un
retablo clasicista, fingido en trampantojo, que fue pintado en grisalla y simula
un basamento pétreo, dos columnas corintias, un tejadillo con casetones y un
remate heráldico flanqueado por decoración de bolas, todo él fingiendo el
sombreado natural de la luz que entra en la sala por los ventanales del muro
derecho. En su interior aparece la excelente pintura de San Pedro y San
Pablo, que Sánchez Cotán dejó firmado en la hoja de la espada que
sujeta este último: “Joannes Fecit”.
En los muros de esta sala se han acondicionado otras pinturas de Juan
Sánchez Cotán, entre ellas tres pertenecientes a la serie de los orígenes de la
Orden que estuvo en el Claustrillo y completan a las expuestas en el Refectorio,
en este caso en formato más pequeño. Una muestra a San Hugo señalando el
lugar de construcción de la Cartuja, otra el Comienzo de las
obras de la Cartuja y la tercera la Aparición de San Pedro a los
frailes discípulos para reforzar su fe.
Otras pinturas de Sánchez Cotán
colocadas en esta sala muestran a Dos ángeles sujetando la Santa Faz,
Cristo crucificado, San Hugo de Lincoln y La
Virgen con el Niño.
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Sánchez Cotán. Virgen con el Niño y Cristo crucificado Sala de profundis, Cartuja de Granada |
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Sánchez Cotán. Ángeles con la Santa Faz Sala de profundis, Cartuja de Granada |
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Cabecera de la Sala Capitular de legos José de Mora. San Bruno, Sala Capitular de legos
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10 Sala Capitular
de legos
Esta sala, construida entre 1517 y 1519 sobre planos de Fray Alonso de
Ledesma, es la construcción más antigua de la Cartuja, siendo utilizada como
iglesia por mucho tiempo durante la construcción del complejo. De estilo
tardogótico, tiene planta rectangular, con cabecera absidial, y está cubierta
con bóveda de crucería con terceletes, cuyos nervios se apoyan en ménsulas
formadas por haces de columnillas. La cabecera está presidida por una pintura
de la Anunciación, de pintor desconocido, con una talla de Cristo
crucificado en lo alto y una pequeña y exquisita escultura en alabastro de
San Bruno, del escultor granadino José de Mora, colocada en el
nicho abierto en la parte derecha.
En los muros de esta sala se ha colocado una serie de cuadros que en
origen estuvieron colocados en el Claustrillo y que representan escenas
referidas a San Bruno y la Orden de los Cartujos. Son obra del florentino
Vicente Carducho, pintor del rey, el más influyente de la escuela madrileña de
pintura hasta la llegada de Velázquez. Las escenas representadas son: Renuncia
de San Bruno a la mitra de Regio Calabria; San Bruno y sus
compañeros ante el papa Urbano II; Peregrinos en la fuente
milagrosa de la tumba de San Bruno y Aparición de un coro de
ángeles a San Hugo. Todas estas pinturas fueron terminadas de restaurar
en 2012.
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Sala Capitular de monjes |
12 Sala Capitular
de monjes
Construida entre 1565 y 1567, en esta amplia sala se produce el tránsito
del último gótico —primeros tramos con bóveda de crucería nervada con ligaduras
formando formas ovaladas— al renacimiento, con bóveda de cañón con casetones y
una cabecera ochavada con bóveda de tres paños de trazado similar. En la
cabecera se instaló un retablo con pinturas de Juan Sánchez Cotán que no se
conserva en la Cartuja y que presentaba en la predela las escenas de la Adoración
de los Pastores y la Adoración de los Reyes, con el cuadro central
de la Asunción (los tres actualmente en colección particular), acompañada
a los lados de San Bruno y San Juan Bautista y en el ático un Calvario
con Cristo crucificado y los bustos de la Virgen y San Juan, pinturas
conservadas en el Museo de Bellas Artes de Granada.
Actualmente en la cabecera está colocada la pintura de la Aparición
de la Virgen a San Bruno, obra de Vicente Carducho, pintor de la corte,
al que también corresponden otros cuadros destinados a la decoración del
Claustrillo que continúan la serie que Sánchez Cotán no pudo terminar y que
están inspirados en el ciclo que Vicente Carducho ya había realizado para el
Claustro del Monasterio de El Paular en Rascafría. Todos ellos, que representan
milagros y martirios de santos cartujos, fueron restaurados en 2012.
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Juan Sánchez Cotán. Pinturas del primitivo retablo de la Sala Capitular de monjes. Museo de Bellas Artes de Granada |
Entre las escenas figuran la Aparición de la Virgen a Pedro
Faverio, la Visión del beato Juan Fort, el Abandono
de los bienes terrenales y la humildad de la Orden de Cartujos, el Martirio
de los padres John Rochester y James Walworth, el Martirio de
cuatro monjes de la cartuja de Roermond, el Martirio de cartujos
de Roermond, la Persecución de los cartujos de Praga y el
Martirio del padre Andrés.
En la cabecera de la Sala Capitular aparecen expuestas tres magníficas
esculturas. Una representa a Jesús Nazareno con la cruz a cuestas
y es obra de Alonso de Mena. Estuvo colocada en la hornacina central del cancel
barroco que en la iglesia separa el Coro de Legos del Coro de Padres. Otra es
la Virgen del Rosario de José Risueño, magnífica talla de la
Virgen con el Niño con influencias de Alonso Cano, y la tercera un Ecce
Homo realizado por los Hermanos García en terracota policromada a
tamaño natural, con un naturalismo y una morbidez extraordinaria. Estas dos
últimas han recibido culto en las capillas del Claustrillo.
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Vicente Carducho. Visión del beato Juan Fort Sala Capitular de monjes |
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José Risueño. Virgen del Rosario Alonso de Mena. Jesús Nazareno con la cruz Sala Capitular de monjes |
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Hermanos García. Ecce Homo, terracota Sala Capitular de monjes |
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Juan Sánchez Cotán. Imposición de la casulla a San Ildefonso Pintura que estuvo en una capilla del Claustrillo Museo de Bellas Artes de Granada |
14 Capillas
del Claustrillo
En el Claustrillo, junto a la pared que limita con la iglesia, se abren
cuatro capillas en las que celebraban misas los monjes de manera individual y
privada. Estas fueron decoradas con pinturas de Juan Sánchez Cotán, algunas de
las cuales están recogidas en el Museo de Bellas Artes de Granada, como la que
presenta La imposición de la casulla a San Ildefonso. En estas capillas
recibieron culto las imágenes de la Virgen del Rosario y el Ecce Homo
que actualmente se exponen en la Sala Capitular. En los extremos de esta panda
se abren dos puertas, una para los Legos y otra para los Padres, por las que se
accede a la iglesia.
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Muro a los pies de la iglesia, espacio para los fieles Iglesia de la Cartuja de Granada |
15 - 18 Iglesia
La iglesia comenzó a construirse a mediados del siglo XVI, pero tras una
interrupción de las obras, estas se reanudaron en el primer tercio del siglo
XVII, ocupándose de la construcción Cristóbal de Vílchez, también autor de la
escalera monumental de acceso al templo, que la culminó en 1662. De las cuatro
torres proyectadas, sólo se levantó una que está situada junto a la esquina sur
de la cabecera.
La iglesia tiene una sola nave, está levantada en cantería y se cubre
con bóveda de arista. El interior está dividido en tres tramos bien
diferenciados siguiendo una organización espacial similar a otros templos
cartujos, con un primer tramo junto a la entrada principal reservado para los
fieles (15), un segundo tramo convertido en coro de legos (16), con acceso
desde el Claustrillo y delimitado por un extraordinario cancel con dos altares,
y el tercero, más largo, incluyendo el coro de monjes (17), igualmente con
acceso directo desde el Claustrillo, y el presbiterio (18), coronado por una cúpula
ovalada.
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Pedro Atanasio Bocanegra. Inmaculada Iglesia de la Cartuja de Granada |
A pesar de esta división espacial, la decoración de toda la iglesia es
uniforme, recurriendo al yeso para la realización de hornacinas, esculturas y sofisticados
marcos de pinturas sobre lienzo que ocupan completamente los muros, a lo que se
suma una apoteosis decorativa en yeserías que recubren los ventanales, las bóvedas
y la cúpula.
El Coro de Legos está ocupado por una sillería de diseño barroco con
alta crestería y aparece delimitado por un cancel barroco del siglo XVIII, en
madera policromada, cuya puerta central es una exquisita muestra de taracea
granadina, con incrustaciones de diferentes tipos de madera, conchas, nácar,
marfil y plata. Está rematada por un templete con una hornacina (donde estuvo
colocado el Nazareno de Alonso de Mena) y coronado con un crucifijo. En
los laterales aparecen dos altares con el frontal en mármol veteado de Lanjarón
y sobre ellos dos pinturas que son destacadas obras de Juan Sánchez Cotán. En
la parte izquierda se encuentra El descanso en la huida a Egipto,
magnífica pintura que incluye en primer plano trozos de pan y queso, junto a un
cuchillo, trabajados con un realismo que hace recordar su faceta como uno de
los mejores bodegonistas de la pintura barroca española. En la parte derecha
aparece la exquisita pintura del Bautismo de Cristo, con una
composición algo más convencional y con un atractivo colorido.
El Coro de Monjes ocupa el último tramo de la iglesia. En él se
asienta una sillería de madera con un dosel corrido rematado con crestería. Los
muros de la iglesia, cuyos ritmos están marcados con pilastras, están
profusamente decorados con trabajos de yeserías en forma de guirnaldas, frisos
con motivos florales y ángeles, hornacinas que albergan figuras de santos
policromados y enmarcamientos de pinturas con motivos geométricos, hojarasca y
parejas de ángeles, conjunto de elementos que aparecen completamente
policromados en el presbiterio.
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Coro de legos. Sillería y cancel con altares Iglesia de la Cartuja de Granada |
En la parte superior están colocados cuatro
cuadros de Sánchez Cotán con episodios de la Pasión, mientras que
en la parte inferior se distribuye una serie pictórica de temática mariana que
fue realizada en 1670 por Pedro Atanasio Bocanegra (1638-1688), discípulo de
Alonso Cano, representando los Desposorios, la Anunciación,
la Visitación, el Nacimiento, la Adoración de
los Pastores, la Adoración de los Reyes, la Presentación
en el Templo, la Asunción y la Inmaculada.
En ellos destaca la belleza de los rostros femeninos y el realismo barroco de
las composiciones, como se aprecia en la pintura de la Virgen del Rosario,
colocada en un pequeño retablo decorado con vistosas piezas de mármol de
Lanjarón.
El presbiterio adopta una forma poligonal y está cubierto por una cúpula
oval sobre pechinas completamente decorada con yeserías. En el muro frontal,
siguiendo el diseño de la nave, a los lados se abren dos grandes hornacinas que
albergan las esculturas en yeso policromado de San Juan Bautista
y San Bruno, mientras que en el centro se encuentra la pintura de
los Apóstoles ante el sepulcro vacío de la Virgen y, más arriba,
en el cascarón del ábside, la Asunción de la Virgen, otras dos
pinturas de Pedro Atanasio Bocanegra.
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Coro de legos. Juan Sánchez Cotán Descanso en la huida a Egipto y Bautismo de Cristo |
En el centro del presbiterio se levanta un retablo-baldaquino,
tallado en madera por el cordobés Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725),
dorado y decorado con figuras de querubines, que en su interior cobija una
dinámica talla de la Asunción (con los atributos de la
Inmaculada), realizada por el maestro granadino José de Mora.
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Coro de monjes y presbiterio Cúpula oval y cascarón del presbiterio |
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Coro de monjes. Decoración de la nave |
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Decoración de los muros de la iglesia |
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Pedro Atanasio Bocanegra. Virgen del Rosario Coro de monjes, iglesia de la Cartuja de Granada |
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Francisco Hurtado Izquierdo. Baldaquino José de Mora. Asunción, iglesia de la Cartuja de Granada |
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Francisco Hurtado Izquierdo. Sagrario Cartuja de Granada |
19
Sagrario o Sancta Sanctorum
Este espacio representa el ideal artístico barroco en lo referente a la
unidad integradora de todos los elementos formales e ideológicos como a la
conjunción de todas las artes en el más pleno colectivismo estético. En él la
arquitectura no sólo incorpora a las demás artes, sino que las integra
reforzando la mutua expresividad en una conjunta funcionalidad estética y
religiosa. Formas, líneas y colores explican la espiritualidad cartujana, cuya
vida preside el silencio y con ello la sensibilidad, siendo en este espacio
sagrado donde el cartujo se encuentra con Dios en absoluta soledad y
manteniendo el más profundo silencio. Este Sagrario supone el culmen del
barroco granadino, siendo uno de los espacios más singulares del barroco
mundial.
El Sancta Sanctorum fue edificado entre 1704 y 1720 por el
arquitecto cordobés Francisco Hurtado Izquierdo. Tiene planta cuadrada y se
remata con una cúpula semiesférica sobre pechinas que se apoya sobre arcos que
se apoyan sobre parejas de columnas corintias colocadas en los extremos,
mientras el pavimento presenta una rica composición, con la técnica de la
intarsia, de formas geométricas y mármoles de diferentes colores. Impacta la
riqueza de los materiales utilizados y el aspecto teatral ajustado al gusto
barroco, orientándose todos los elementos a la glorificación de la Eucaristía y
a la exaltación de las virtudes cartujanas.
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Sagrario. Virtudes del Tabernáculo |
En el centro se levanta un Tabernáculo realizado con distintos
tipos de ricos mármoles y sustentado sobre ocho columnas salomónicas de mármol
negro. La urna de plata y cristal que guardaba en el centro para la adoración
eucarística fue robada por las tropas francesas del general Sebastiani durante
la ocupación de Granada entre 1810 y 1812, siendo posteriormente sustituida por
otra de maderas nobles. Remata el templete una escultura alegórica de la Fe que
fue realizada por José Risueño.
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Sagrario. Virtudes del Tabernáculo |
Tanto los elementos arquitectónicos como los motivos decorativos desarrollan
formas onduladas vibrantes que producen un efecto de movilidad cambiante según
la luz de cada momento, consiguiendo un extraordinario efecto de excitación
sensorial, a lo que contribuye la coloración de los mármoles y la gran cantidad
de esculturas integradas en el conjunto, que perderían el sentido y los valores
expresivos si fuesen separadas del lugar para el que fueron concebidas. Con un
sentido simbólico, estas representan las virtudes cartujanas y los cuatro
santos de especial veneración en la Orden.
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Sagrario. Virtudes sobre el óculo izquierdo |
En las cuatro esquinas del Tabernáculo aparecen esculturas de virtudes,
de extraordinaria calidad y agitado aire berninesco, que representan la Verdad,
la Integridad, la Conciencia y la Frugalidad,
que con su posición —entre arrodilladas y sentadas— parecen tender a flotar. En
cuanto a su autoría no hay acuerdo. Algunos historiadores las atribuyen a José
Risueño, mientras que otros se decantan por el pintor y escultor sevillano
Pedro Duque Cornejo.
Otras figuras de virtudes aparecen recostadas por parejas, con
posiciones algo inestables, sobre los vigorosos cuerpos con óculos que
comunican con las capillas laterales que flanquean el Sagrario. Comenzando por
la izquierda se encuentra la Obediencia, que presenta una mano
sujeta a un yugo, y la Vigilancia, que sujeta un libro y una simbólica
lámpara; la Mansedumbre, con un cordero en su regazo, junto a la Paz,
con indumentaria militar a la romana y coronada de laurel; finalmente la Contrición,
con un corazón en su mano izquierda y un cilicio en la derecha, emparejada con
la Caridad, mujer adulta y descalza que sujeta un corazón en
llamas en la mano derecha.
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Esculturas del Sagrario José Risueño, San Juan Bautista; José de Mora, San Bruno y San José; Duque Cornejo, La Magdalena |
En los ángulos del Sagrario, colocadas entre las parejas de columnas
corintias, se encuentran cuatro esculturas, de mayor formato, que representan santos
con especial veneración en la orden cartujana. Siguiendo el juego de apariencias
del teatro barroco, las imágenes parecen descubrirse al espectador, de modo
transitorio, tras levantar unos angelitos los cortinajes que las rodean, lo que
dota al conjunto de la concepción escenográfica de un auto sacramental. Estas
cuatro esculturas corresponden a las gubias de tres maestros diferentes, siendo
la de San José, símbolo del silencio, y la de San Bruno,
fundador de la Orden, obras de José de Mora. San Juan Bautista,
patrón de la Orden, fue tallada por José Risueño, mientras que la Magdalena
penitente, pecadora arrepentida y retirada al desierto, fue realizada
por el sevillano Pedro Duque Cornejo. Todas ellas presentan una sobria
policromía de sentido naturalista.
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Sagrario. Detalles de San Juan Bautista, San Bruno, San José y la Magdalena |
La suntuosa decoración del Sagrario se completa con una importante serie
de pinturas realizadas por el cordobés Antonio Palomino, considerado el mejor
pintor al fresco de su época. A él se dirigieron los Padres cartujos en 1711 para
que realizara los seis lienzos que decoran los frentes, dos grandes en los
laterales, que representan el pasaje de Moisés con su esposa Sephora
camino de Egipto y David con Abigail, así como los cuatro
menores en la parte alta, con composiciones de figuras de medio cuerpo relativas
a la vida del Rey profeta. Finalmente, le fue encomendada la pintura al fresco
de la cúpula y las pechinas, que Palomino ideó en 1712.
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Antonio Palomino. Cúpula del Sagrario |
En la cúpula plasma una visión ilusionista de la Gloria con la
misión de San Bruno, cuyo punto central es la custodia con el Santísimo
Sacramento que se apoya sobre el globo terráqueo que San Bruno sujeta sobre los
hombros, una titánica misión que basa su fuerza en la figura que está a sus pies
y que representa la Fe. Domina la visión celestial la Santísima Trinidad, ante
la que aparecen como intermediarios la Virgen, rodeada de vírgenes mártires y
algunos santos sujetando palmas, y San Juan Bautista, junto al que se alinean anacoretas,
patriarcas, doctores de la Iglesia y fundadores de órdenes religiosas. Toda la
escena se ajusta perfectamente a las leyes de perspectiva en cuanto a la
posición de las figuras y la degradación del color. Del intenso colorido y la
visión de los personajes desde abajo —sotto in sú— también participan
las monumentales figuras de los Cuatro Evangelistas colocadas en
las pechinas.
Tanto en la parte frontal, como en el intradós del arco de entrada al
Sagrario, aparecen pinturas con figuras del Antiguo Testamento que fueron
realizadas por José Risueño, colaborador de Palomino en las labores
decorativas.
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Sacristía de la Cartuja de Granada |
Anexas al Sagrario se encuentran dos capillas laterales, comunicadas con
este mediante dos óculos que permiten contemplar el Tabernáculo. Cada una está
presidida por un retablo en recién culto las imágenes de la Magdalena
y la Inmaculada Concepción, obras de Duque Cornejo, que se
acompañan de las pinturas de la Huida a Egipto y Cristo
crucificado de Sánchez Cotán.
20 Sacristía
Si el espacio del Sagrario es impactante, aún la Cartuja reserva una
sorpresa final: la grandiosidad de la Sacristía. Empezó su construcción en
1732, cuando ya había muerto Francisco Hurtado Izquierdo, que pudo ser el autor
del diseño de tan espectacular recinto, pues sus componentes se ajustan a su
estética: mármoles, estucos, carpintería y pinturas. Hay opiniones que
atribuyen la realización de la obra al arquitecto José de Bada, activo en otras
obras de Granada, aunque también se apunta la posibilidad que fuese fray José
Vázquez el director de obras.
De enormes dimensiones, la Sacristía presenta el aspecto de otra iglesia
dentro de la Cartuja. Tiene planta rectangular, con una sola nave dividida en
cuatro tramos desiguales cubiertos con bóveda de cañón, un amplio crucero
cubierto con una cúpula elíptica y con una forma absidial en la cabecera, donde
se encaja un lujoso retablo. La espectacularidad del espacio viene determinada
por la acumulación de elementos decorativos del más recalcitrante barroco,
destacando la luminosidad que proporciona la blancura de las yeserías de los
muros y bóvedas, el pavimento ajedrezado en mármol blanco y negro, el contraste
del retablo y los zócalos labrados en mármol de Lanjarón, con veteados en tonos
rojizos que asemejan jaspe, y las suntuosas piezas de mobiliario.
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Yeserías barrocas de la Sacristía |
El ritmo de la nave viene marcado por pilastras salientes, cuya profusa
decoración de estucos en relieve, con formas geométricas abstractas, se
prolonga por los grandes capiteles y entablamentos hasta alcanzar la altura de
una cornisa sinuosa sobre la que se abren grandes ventanales. Yeserías en gran
relieve también recubren las bóvedas, incluyendo grandes florones. Esta
deslumbrante decoración en blanco, que crea un bello efecto ilusorio, responde
a los ideales del barroco: apariencia e imaginación percibida a través de los
sentidos.
El retablo, inscrito en un nicho con arco semicircular y completamente labrado
en mármol de Lanjarón, con sus inconfundibles veteados, presenta dos cuerpos,
uno inferior, con parejas de columnas corintias sobre basamento y una hornacina
central que contiene una talla policromada de San Bruno que copia
el modelo realizado en 1652 por el portugués Manuel Pereira (Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, Madrid), y otro superior en cuya hornacina
aparece una Inmaculada en mármol blanco.
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Tomás Ferrer. Pinturas de la cúpula de la Sacristía |
En una de las hornacinas marmóreas colocadas a los lados del retablo se
alberga una pequeña obra maestra: la expresiva escultura de San Bruno
tallada por José de Mora, que le representa con un cuerpo demacrado y
enflaquecido bajo un amplio hábito, por ayunos y abstinencias, pero con un
sentido místico, oscilante y tembloroso, dirigiendo la mirada hacia lo alto
(ver primera ilustración de este artículo).
En la Sacristía también son importantes las pinturas. En los frescos de
la cúpula, realizados por Tomás Ferrer, se representan seis escenas, separadas
por estípites con angelitos, en las que aparecen San Bruno, San Juan Bautista y
otros santos de devoción de la Orden de los Cartujos. Entre las pilastras cuelgan
pinturas del lego fray Francisco Morales, discípulo de Antonio Palomino, con
seis escenas de la vida de Cristo, dos con santas cartujanas y un San Bruno, a los
que se suma el gran lienzo de los Desposorios místicos colocado sobre
el muro de la entrada. Otras pinturas destacables son el Cristo de la
Expiración, de Pedro Atanasio Bocanegra, y una Inmaculada
de Sánchez Cotán.
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Retablo de la Sacristía en mármol de Lanjarón |
Como no podía ser menos, un elemento esencial de la Sacristía es la
carpintería y el mobiliario, destacando las cajoneras, alacenas y las hojas de
la puerta de entrada, elementos que presentan sofisticados trabajos en taracea
granadina realizados por el lego fray José Manuel Vázquez, en los que emplea ébano,
palo santo, nácar, marfil y plata en los tiradores.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
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San Bruno, retablo de la Sacristía Copia del modelo de Manuel Pereira |
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Sacristía de la Cartuja de Granada Basamento en mármol de Lanjarón, yeserías decorativas Fray José Manuel Vázquez. Cajonera con labores de taracea |
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Fray José Manuel Vázquez Puerta en taracea granadina |
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