RELIEVE DE
LA VIRGEN CON EL NIÑO
Gregorio Pardo (Burgos, h. 1513-Toledo, h. 1558)
Hacia 1540
Alabastro
Museo
Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Escultura renacentista española.
Escuela castellana
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Izda: Virgen con el Niño. Alabastro. Museo Catedralicio, Burgos Dcha: Virgen con el Niño. Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid |
Entre los fondos del Museo Diocesano y Catedralicio
de Valladolid, dentro de una vitrina se muestra un exquisito relieve de pequeño
formato que representa a la Virgen con el
Niño, obra devocional del siglo XVI que es realzada por un enmarcado de
época posterior. Se trata de una obra esculpida en alabastro, con forma
ovalada, que Martín González cita muy superficialmente en el Catálogo Monumental de la Provincia de
Valladolid, apuntando simplemente su elaboración en la prestigiosa escuela
burgalesa1, seguramente por tomar como modelo de referencia otro
relieve, de igual tamaño, material e iconografía, que se conserva en el Museo de la
catedral de Burgos y que tradicionalmente se ha venido atribuyendo a Diego de
Siloé.
Se desconoce en qué circunstancias llegó esta obra
a la catedral vallisoletana, aunque sería lógico pensar que se trata de una de
las obras pertenecientes al legado de la antigua Colegiata de Santa María la
Mayor, construcción que fue sustituida por la catedral de diseño herreriano, de
cuyo antiguo acervo artístico se conservan en la catedral vallisoletana, y su
museo adjunto, un buen puñado de obras del siglo XVI.
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Diego de Siloé. Izda: Adoración de los Reyes. Museum of Fine Arts, Boston Dcha: San Jerónimo penitente. Alabastro. Museo Catedralicio, Burgos |
Al encuadrar la obra en la escuela burgalesa del
siglo XVI, necesariamente hemos de remitirnos a dos de sus principales
representantes: Diego de Siloé y Felipe Bigarny. Sin embargo, atendiendo a
criterios puramente estilísticos, el relieve vallisoletano, a pesar de mostrar
una evidente inspiración italiana, nada tiene que ver con los modos de Diego de
Siloé en sus trabajos de alabastro, especialmente en cuanto al depurado y
elegante trabajo de las manos y la expresión melancólica de los rostros, aunque
la Virgen muestre el mismo tipo de broche y pliegues del manto que en el
medallón de la catedral burgalesa. A pesar de la versatilidad de Diego de
Siloé, es difícil relacionar su autoría con el relieve del Museo Diocesano y
Catedralicio de Valladolid.
Menos aún con la obra de Felipe Bigarny, en cuya
producción en mármol y alabastro siempre subyace un poso de sereno clasicismo
que está presente en los bellos tondos de la Virgen con el Niño que coronaban la pareja de sepulcros que don Diego
de Avellaneda, obispo de Tuy, encargara en 1536 al escultor, junto al de sus
padres, para ser colocados en el monasterio jerónimo de San Juan Bautista y Santa
Catalina de la población soriana de La Espeja, actualmente conservados —el
segundo de forma fragmentaria— en el Museo Nacional de Escultura.
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Felipe Bigarny. Virgen con el Niño. Sepulcros de don Diego de Avellaneda y de su padre. Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Sin embargo, Felipe Bigarny tuvo entre sus
continuadores a su hijo Gregorio, fruto de su primer matrimonio con Ana Sáez
Pardo, que también se dedicó al oficio de escultor. Es precisamente a este
escultor al que Brasas Egido atribuye el delicado relieve de la Virgen con el Niño del Museo Diocesano y
Catedralicio de Valladolid2.
EL ESCULTOR GREGORIO PARDO
El escultor Gregorio Bigarny, más conocido como
Gregorio Pardo, nació en Burgos hacia 1513 y en esta ciudad inició su formación
como escultor junto a su padre Felipe Bigarny, que en 1532, cuando contaba 19
años, le envió a Zaragoza a completar su formación en el taller que Damián
Forment tenía establecido en la ciudad aragonesa, lo que indica el alto grado
de estima hacia aquel gran maestro de origen valenciano. Allí permaneció, según
establecía el contrato, por un plazo de dos años en los que más que como aprendiz
ejercería como oficial colaborador de Forment, recibiendo por ello un sueldo. De
esta manera Gregorio Pardo tuvo la ocasión de formarse en la labra del
alabastro, pues en ese tiempo su maestro trabajaba en este material el
espectacular retablo de la catedral de Huesca3.
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Damián Forment. Izda: Virgen con el Niño. Museo Marés, Barcelona. Centro: Virgen de las Nieves. Iglesia del Salvador, Salvatierra de Esca (Zaragoza). Dcha: Nuestra Señora del Coro, Colección particular |
Buen ejemplo del aprovechamiento de aquel
aprendizaje es el documentado altorrelieve de la Asunción que, tras su regreso de Aragón y a petición de don Alonso
de Castilla, realizara en 1539 en alabastro policromado para la fachada del desaparecido
convento de Santo Domingo el Real de Madrid, obra actualmente conservada en el
Museo Arqueológico Nacional. Para una capilla funeraria del mismo convento
madrileño, con la colaboración de Esteban Jamete (1515-1565), también realizaba
en alabastro, entre 1539 y 1541, las magníficas efigies sepulcrales de don Pedro y don Alonso de Castilla, obispo
de Calahorra y La Calzada, en cuya figura orante, ricamente engalanada con
indumentaria episcopal, fusiona los estilos de Felipe Bigarny y Damián Forment.
Esta escultura, fragmento del cenotafio de don Alonso de Castilla, también se
halla recogida en el Museo Arqueológico Nacional.
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Gregorio Pardo. Asunción, 1539. Museo Arqueológico Nacional, Madrid |
Para las
iglesias burgalesas de San Nicolás de Bari y de La Merced realizó diversas
esculturas, llegando a contraer matrimonio con una hija del prestigioso
arquitecto Alonso de Covarrubias, maestro de la catedral de Toledo, que le
abrió las puertas para trabajar en la ciudad imperial, donde dejaría lo mejor
de su producción. En su obra demuestra conocer a fondo el vocabulario ornamental
clásico, patente en la suntuosa decoración de los armarios de la antesala
capitular de la catedral de Toledo, de impecable talla y diversidad ornamental. Otros trabajos en el
mismo templo catedralicio fueron la Historia
de Santa Leocadia, en la Puerta de la Chapinería, y el admirable tondo de
la Coronación de la Virgen en el
interior de la Puerta de los Leones, así como el medallón de San Juan Bautista, junto a las
esculturas de San Pedro, San Ildefonso, San Juan, Santiago y San Eugenio, de la portada de la llamada
Capilla de la Torre.
Gregorio Pardo llegaría a colaborar el taller
paterno en la realización de la impresionante sillería de la catedral de
Toledo, obra que su padre compartía con Alonso Berruguete, en la que en 1543 se
ocupó de tallar la cátedra arzobispal, con el respaldo ocupado por un medallón
ovalado, labrado en alabastro, que representa la Imposición de la casulla a San Ildefonso, cuya composición deriva del
fantástico retablo que con el mismo tema había elaborado Felipe Bigarny para la
denominada Capilla de la Descensión, situada en la nave de la misma catedral,
aunque las figuras se aproximen al nerviosismo manierista de Alonso Berruguete.
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Gregorio Pardo. Don Alonso de Castilla, 1541. Museo Arqueológico Nacional |
Desde la muerte de Felipe Bigarny en 1542, su hijo
Gregorio Pardo asumió la dirección del activo taller que tenía abierto en
Toledo, ciudad en la que permaneció hasta que se produjo su muerte alrededor de
1558.
El arte de Gregorio Pardo no está lo
suficientemente ponderado teniendo en cuenta la calidad de la obra que se le
atribuye, siempre eclipsada por la sobresaliente obra de su padre en el foco
burgalés. En ella aflora un eclecticismo de influencias que el escultor sabe
canalizar para concretar un propio estilo caracterizado por un gran
refinamiento y la búsqueda de la belleza formal al modo italiano, lo que ha inducido
a pensar una posible estancia en Italia que no está documentada. En su obra,
sobre el sustrato de su formación en la corrección de formas y depuradas técnicas
junto a Felipe Bigarny y Damián Forment, se advierte una decantación hacia las
expresivas formas manieristas de Alonso Berruguete y, en algunas figuras
escorzadas, la influencia de las experiencias de Juan de Juni.
Según apunta Azcárate, entre la obra de Gregorio
Pardo figura una serie de pequeños y exquisitos medallones en alabastro,
especialmente italianizantes, que siguiendo un modelo creado por Diego de Siloé,
fueron elaborados por Gregorio Pardo4. Entre ellos se pueden citar
el conservado en la catedral de Burgos, tenido por obra de Diego de Siloé y
conservado durante muchos años en la sacristía de la capilla del Condestable,
otros dos en el Metropolitan Museum de Nueva York y en el Victoria & Albert
Museum de Londres, y finalmente el del Museo Diocesano y Catedralicio de
Valladolid.
EL RELIEVE ALABASTRINO DE LA VIRGEN CON EL NIÑO
Este refinado relieve, de delicadas formas,
esmerada ejecución técnica y con el atractivo brillo cerúleo que el alabastro
proporciona, es una buena muestra de la adaptación de los escultores hispanos a
los modelos renacentistas procedentes de Italia, siendo en este caso Gregorio
Pardo quien, al trabajar un tipo de piedra con aspecto de mármol, sin tener que
recurrir a los inconvenientes técnicos de la madera policromada, logra una
belleza formal que bien podría pasar por una obra genuinamente italiana.
El relieve presenta un formato ovalado en el que se
inscribe la figura de la Virgen, sedente, sujetando un libro de lectura
interrumpida y visible hasta algo más abajo de la cintura, siguiendo los
modelos asentados por los pintores y escultores quattrocentistas italianos —Lippi, Della Robbia, Botticelli, etc.—,
mientras mantiene en su regazo, con gesto de delectación, la dinámica figura
del Niño, lo que confiere a la escena devocional un sentido intimista, como
intimista debió de ser el destino de este tipo de obras, muy apropiadas para
pequeños oratorios tanto por su tamaño como por su condición de objeto
suntuario.
Las figuras siguen una composición que, como en los
tondos italianos, se adapta a la curvatura del marco configurando un medallón,
con la Virgen en posición de tres cuartos y el Niño de perfil. La figura
femenina presenta su cabeza inclinada siguiendo el gesto amoroso y sumiso
especialmente difundido por los pintores italianos, con su máxima expresión en
los tondos de Botticelli, fundiendo en la cabeza un rostro melancólico, a la
manera de Diego de Siloé, con un pronunciado escorzo que recuerda las
experiencias de Juan de Juni. Por su parte, la expresiva y naturalista figura
del Niño encuentra su precedente en las sacras maternidades en terracota de los
Della Robbia, que, como innovadora iconografía, fueron acertadamente filtradas
en España por Felipe Bigarny en Castilla y Damián Forment en Aragón.
En un deseo de dignificar la imagen, el escultor
recubre a la Virgen con una túnica y un ligero manto que se sujeta al pecho con
un broche, siguiendo el modelo utilizado por Fra Angélico en sus Madonnas, añadiendo sobre la cabeza una
toca que, en forma de finas láminas, se hincha y ondea agitada por una
inexplicable brisa, siguiendo un recurso manierista muy próximo a Berruguete, lo
mismo que los pliegues menudos.
Como queda demostrado, Gregorio Pardo se muestra
como un excelente intérprete de las figuras infantiles, patente en los seis
ángeles que acompañan a la Virgen en el relieve de la Asunción del Museo Arqueológico Nacional, con una vivacidad y una
delicadeza heredada de los modelos alabastrinos de Damián Forment, en este caso
con la mano del infante sobre el cuello de la Virgen, un gesto que es posible
que responda al deseo de presentarla como la nueva Eva, lo que unido a la
presencia del libro sobre la rodilla, relaciona la iconografía con los grandes
tondos de Felipe Bigarny en los sepulcros de los Avellaneda (Museo Nacional de
Escultura).
Las sutiles aportaciones a la escultura
renacentista española de Bigarny, Forment, Berruguete y Juni, aparecen en este
pequeño relieve fusionadas hábilmente a través de un sentido eclecticismo cuyo
afán, a través de una estética plenamente italianizante, es dotar a la escena
de una belleza formal realmente extraordinaria. De modo que una obra de tan
pequeño tamaño viene a proclamar la grandeza artística de un escultor tan
desconocido como Gregorio Pardo, cuyas obras en alabastro, como en el caso de
Felipe Bigarny, Diego de Siloé, Alonso Berruguete, Manuel Álvarez, etc., alcanzan las cotas más sublimes de la
escultura renacentista castellana.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y URREA FERNÁNDEZ, Jesús: Catálogo monumental de la Provincia de
Valladolid, Monumentos religiosos de
la ciudad de Valladolid, Tomo XIV, parte primera. Institución Cultural
Simancas, Valladolid, 1985, p. 20.
2 BRASAS EGIDO, José Carlos: Guía
artística de Valladolid. Ed. Lancia, León, 2005, p. 23.
La personalidad artística de Gregorio Pardo,
destacado escultor de la escuela burgalesa del siglo XVI, todavía es un trabajo
pendiente de definir en nuestros días.
3 GARCÍA GAINZA, Mª Concepción: El
siglo del Renacimiento en España. La Escultura. En "Historia del Arte
Español", bajo la dirección de Joan Soreda. Akal Ediciones, Madrid, 1998,
p. 158.
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Izda: Luca della Robbia. Madona con Niño, 1440. Col. particular Dcha: Botticelli. Madonna con el Niño y ángeles, 1500. Col. Corsini, Roma |
4 AZCÁRATE RISTORI, José María: Escultura
del siglo XVI. Ars Hispaniae, vol. 13, Madrid, 1958, p. 69 y 227.
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