31 de diciembre de 2012
28 de diciembre de 2012
Visita virtual: LA CAPILLA DE LOS REYES MAGOS, un canto a la gloria de los Médicis
CAPILLA DE
LOS REYES MAGOS
Bonozzo
Gozzoli (Sant'llario a Colombano, h. 1420 - Pistoia, 1497)
1459-1460
Pintura al
fresco
Palacio
Médici-Riccardi, Florencia
Pintura del
Renacimiento. Quattrocento italiano
LA DECORACIÓN DE UN ORATORIO PRIVADO
En la Vía Cavour de Florencia, antaño Vía Larga, se levanta el palacio
que en 1444 construyera Michelozzo di Bartolomeo a petición de Cosme de
Médicis, después conocido como el Viejo. En él estableció este arquitecto el
prototipo de palacio renacentista florentino, con tres pisos y articulado en
torno a un patio central cuadrado y porticado. El hecho de estar concebido como
residencia particular de la familia gobernante, complemento de la sede del
gobierno ubicada en el Palazzo Vecchio, hace que la edificación presente sus
propias peculiaridades.
El palacio está concebido con dos finalidades, una pública y otra
privada. Por un lado estaba destinado a ser el centro de los negocios de esta
familia de banqueros florentinos, motivo por el que cuenta con un piso bajo muy
hermético al exterior, un pasillo de acceso directo desde la calle y un patio que
adquiere el valor de un espacio semipúblico para realizar negocios, en torno al
cual se articulan las dependencias. En la fachada se consolida el empleo del
almohadillado rústico, estando su perímetro recorrido, a ras de calle, por una
bancada pétrea en la que esperaban sentados los clientes de los Médicis, siendo
el origen del término "banco" aplicado a todas las instituciones
dedicadas al préstamo de dinero.
El edificio cuenta también con múltiples dependencias palaciegas,
incluyendo una elegante escalera y una capilla privada en el primer piso. Es
precisamente en los muros de esta discreta y suntuosa capilla u oratorio, donde
aparece el espectacular ciclo pictórico, dedicado al Cortejo de los Reyes Magos, que plasmara en 1459 el pintor Benozzo
Gozzoli por encargo de Cosme el Viejo.
MUESTRA DE LA PINTURA NARRATIVA EN EL QUATTROCENTO
En ese momento la pintura renacentista florentina estaba a punto de
alcanzar su plenitud tras la transición desde el gótico emprendida por
Pisanello, Fra Angélico, Paolo Uccelo y Masolino, la consolidación de los
nuevos modos a través de las experiencias de Masaccio, Filippo Lippi, Domenico
Veneciano y Andrea del Castagno y la irrupción en el panorama pictórico
florentino de una original corriente narrativa encarnada por Domenico
Ghirlandaio y Benozzo Gozzoli. Finalmente este movimiento pictórico conocería
una total renovación con la obra de Antonio Pollaiolo, Andrea del Verrocchio y
su discípulo Lorenzo di Credi, alcanzando su plenitud con Sandro Botticelli.
Bonozzo Gozzoli había nacido hacia 1420 en la pequeña aldea de
Sant'llario a Colombano, aunque a los seis años su familia se traslada a
Florencia y allí comienza su formación como orfebre. Según informa Vasari, sus
inicios en la pintura los realiza como discípulo de Fra Angélico, de quien fue
destacado colaborador en las pinturas murales del convento de San Marcos de
Florencia, en la capilla de San Brizio de la catedral de Orvieto y en la
Capilla Nicolina del Vaticano. También llegó a trabajar con Lorenzo Ghiberti,
junto al que llegaría a convertirse en uno de los principales pintores
florentinos de la segundo mitad del siglo XV.
En esa época Benozzo Gozzoli se pone al servicio de la pujante
burguesía florentina, lo que le lleva a realizar una obra de aire cortesano y
preciosista en la que la realidad queda plasmada a través de multitud de
pequeños detalles, con colores muy vivos y brillantes, que suponen un estilo
evolucionado de la pintura galante que dejara en la ciudad el pintor goticista
Gentile da Fabriano. Esto queda patente en el refinamiento y en toda la serie
de elementos narrativos que incluye esta Cabalgata
de los Reyes Magos realizada a petición de Cosme el Viejo para el oratorio
de los Médicis, cuya privacidad y ostracismo, incluso después de la compra del
palacio por la familia Riccardi en 1659, momento en que una de las esquinas del
oratorio fue modificada para construir una escalera, partiendo parte de la
composición, ha permitido que nos haya llegado en unas condiciones óptimas de
conservación y preservación.
El ciclo de frescos aborda el pasaje evangélico del viaje de los Reyes
Magos hasta Belén, un tema muy desarrollado por el arte cristiano desde la Edad
Media. Sin embargo, Benozzo Gozzoli utiliza este tema como pretexto para
plasmar un cortejo, inspirado en el que organizaban los gremios florentinos
cada 6 de enero, que viene a recrear un acontecimiento de gran calado histórico
ocurrido veinte años antes: la celebración en Florencia en 1439 del Concilio de
la reunificación de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, un gran éxito
personal de Cosme el Viejo, fundador de la dinastía de los Médicis, que tras el
fracaso de las primeras sesiones en la ciudad de Ferrara, conseguiría la
presencia en la ciudad de Juan VIII Paleólogo, emperador de Constantinopla, de
buena parte de su corte, así como de José II, Patriarca de la iglesia ortodoxa,
que en realidad perseguían el apoyo occidental al imperio bizantino, por
entonces amenazado por los turcos, en cuyas manos caería finalmente en 1453. La
presencia en Florencia de aquellos personajes, que desfilaron con su exotismo
por la ciudad, había constituido un acontecimiento recordado durante muchos
años.
De este modo, en un asunto de apariencia piadosa, en realidad se representa
el lujoso cortejo que rememora el pintoresco desfile de aquellos asistentes al
concilio, haciendo el pintor una transposición de los personajes sagrados a
distintos miembros de la familia Médicis y al emperador de Constantinopla,
convirtiendo el relato evangélico en una crónica cortesana concebida para
ensalzar el poder de los Médicis y el refinamiento de su corte a través de un
cortejo que deambula por un sugestivo espacio convertido en un canto a la
naturaleza.
Para ello el pintor recurre a plasmar una escena, con la complicada
técnica del fresco y continuada por tres de las paredes del oratorio, formada
por una innumerable sucesión de personajes y animales que discurren por un
paisaje que oscila entre la descripción cartográfica y la invención fantástica,
con infinidad de motivos anecdóticos y un gran sentido narrativo, destacando la
calidad de los rostros tomados del natural, unos como retratos, entre los que
aparece el del propio pintor, y otros de lujosos cortesanos ataviados
anacrónicamente según la sofisticada moda florentina del momento.
Sin interrupción narrativa, se suceden las escenas en cuyos primeros
planos aparecen resaltados los Reyes a lomos de blancos corceles, luciendo
lujosas vestiduras y coronas, seguidos y rodeados de un nutrido grupo de
personajes que adoptan todas las formas posibles: de frente, de perfil y en
escorzo, unos a caballo y otros a pie, con un alarde de ricas telas de
brocados, sedas y bordados y portando armas y exquisitas piezas de orfebrería.
No faltan muestras del gusto por los animales exóticos que habitaron los
jardines medíceos, unos como divertimento, como los monos, otros como símbolo
de poder y elementos de caza, como los guepardos domesticados, y también
algunas rapaces utilizadas en las artes de cetrería.
Los fondos de las escenas no pierden su complejidad narrativa,
ofreciendo múltiples veredas, inspiradas en los paisajes de la Toscana, que se
entrecruzan y articulan dejando grandes espacios para artificiosas formaciones
rocosas, de afiladas aristas y tonalidades marmóreas, y zonas boscosas junto a
las que aparecen escenas de caza, otro entretenimiento cortesano, con distintos
tipos de mastines y galgos persiguiendo gamos y ciervos.
En lontananza se suceden diversos grupos de jinetes que custodian la
marcha de mulas y dromedarios que llevan sobre sus lomos una carga
meticulosamente embalada con telas. Diseminados por el paisaje aparecen una
serie de árboles que reproducen diferentes especies, como pinos, cipreses,
robles, abetos, naranjos, palmeras, olivos, etc., que junto a las plantas
herbóreas del primer plano constituyen un verdadero catálogo de la flora
toscana. Tampoco faltan vistas de ciudades y castillos situados en parajes
idílicos, reflejo del renovado gusto por la Naturaleza durante el Renacimiento,
un hecho que propició la reconversión de algunas fortalezas de origen medieval
en villas campestres de recreo, siguiendo el modelo de las antiguas villas
romanas. La delicada colocación de todos estos elementos conforman un entorno
que se convierte en un verdadero canto a la madre Naturaleza, fruto de las
ideas humanistas extendidas en la corte de los Médicis.
Entre la ingente colección de personajes se han querido encontrar
determinados retratos, especialmente en las figuras de los Reyes, que siguen la
tradición de representar les tres edades del hombre. Es el caso de Segismundo
de Luxemburgo, emperador del Sacro Imperio, caracterizado como el anciano rey
Melchor, con una larga y poblada barba blanca (ilustración 1). El rey Gaspar es un retrato
idealizado de Lorenzo el Magnífico en su juventud (ilustración 2), tras el cual aparece también
a caballo su padre, Piero el Gotoso, cubierto por el característico gorro de
terciopelo rojo (ilustración 7). También están presentes en el séquito su hermano Giuliano, su
tío Giovanni y su abuelo Cosme el Viejo, todos ellos igualmente tocados con
gorros rojos, apareciendo igualmente entre la muchedumbre otros altos
dignatarios, como los retratos del tiránico y cruel Galeazzo María Sforza,
duque de Milán, Segismondo Pandolfo Malatesta, señor de Rímini, poeta y
mecenas, e incluso el filósofo Marsilio Ficino, por entonces ideólogo de la
corte medícea.
Entre todos estos retratos, basados en la especulación, el que no
ofrece ninguna duda es el autorretrato del pintor Benozzo Gozzoli, cuya cabeza
destaca entre el séquito del rey Gaspar tocado con un gorro rojo en el que
firma la pintura: "Opus Benotii"/"Obra de Benozzo" (ilustración 6).
La primera impresión que producen los frescos de la Capilla de los
Magos es su tratamiento a modo de tapices flamencos cubriendo los muros, tanto
por el colorido como por la abundancia de la vegetación y los animales que
pueblan una imaginaria región de Oriente que en realidad está más próxima a la
campiña toscana, aunque la pintura toma otro cariz en los muros de la cabecera,
que adopta la forma de un apéndice absidial, con dos pinturas al frente que ofrecen
escenas pastoriles, en relación con el anuncio a los pastores del Nacimiento de
Cristo, y otras dos en los muros interiores que representan un jardín
paradisiaco poblado por ángeles músicos y adoradores, que con gran fantasía y
rico colorido celebran el Nacimiento, escena recogida en la tabla originaria de
Filippo Lippi que presidía el altar, hoy conservada en Berlín y sustituida en
esta capilla por una copia, a la que parece dirigirse todo el cortejo
desplegado por los muros.
A pesar de su carácter intimista, la capilla muestra un aspecto
suntuoso, tanto por el abrumador ciclo de frescos como por sus elementos estructurales
y decorativos, entre los que destacan los zócalos y pavimentos de piedras duras
trabajados como intarsias, siendo
comprensible que fuera el lugar donde eran recibidos por los Médicis los
principales mercaderes y gobernantes extranjeros bajo una suntuosidad de apariencia
piadosa.
Informe: J. M. Travieso.
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26 de diciembre de 2012
Música en diciembre: CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ, Amancio Prada y Escolanía de Segovia
GOCÉMONOS AMADO (Cántico espiritual de San Juan de la Cruz)
ESPOSO
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
ESPOSA
Gocémonos, amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
El aspirar del aire
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba...
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
Grabación en el Teatro de la Abadía de Madrid (2011), con Hilary Fielding y Rafael Domínguez al violoncello y Escolanía de Segovia dirigida por Marisa Martín.
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Música
24 de diciembre de 2012
VIAJE: MARRAKECH, RABAT Y CASABLANCA, del 8 al 12 de febrero 2013
PROGRAMA DÍAS DE CARNAVAL
DIA 8, MADRID-MARRAKECH
Salida de Valladolid, Plaza de Colón junto a hospital Campo Grande,
para tomar el Bus a las 14.00 h. que nos
trasladará a el aeropuerto de Madrid T4, llegada y tramites de facturación para salir en vuelo regular vuelo AT971 hora prevista de salida a las 18:35, hora prevista de llegada a las
19:25 a Casablanca, enlace con el
vuelo AT 413 salida de Casablanca a las
21:30 y llegada a Marrakech a las 22:15 ( todos los horarios son locales).
Traslado al hotel en autocar privado de primera calidad, acompañados
por un guía de habla española Llegada al hotel cena y Alojamiento.
DIA 9, MARRAKECH
Desayuno en el hotel y salida
para la visita de la Ciudad Roja, así denominada por el color ocre de la hermosa muralla que la rodea,
situada en medio de más de 100.000
palmeras, se visitarán Los jardines de La Menara, La Torre de la Koutoubia el edificio más Representativo del arte almohade en la
ciudad., Palacio Bahía construido a finales del siglo XIX a petición de Ahmed Ben Moussa para su preferida, Las Tumbas Saardianas que datan de finales
del siglo XVI, en ellas está enterrado el sultán Ahmed Al-Mansur (quien las
mandó construir) junto a su familia y otros miembros de la dinastía Saadiana,
originaria del valle del Draa. El mausoleo es uno de los muchos tesoros que
encierra entre sus murallas la llamada ciudad roja. Almuerzo en el hotel.
A primera hora de la tarde salida para visitar la Medersa de Ben Joussef, antigua escuela Coránica, la más grande de Marruecos.
Su construcción fue encargada por el sultán Abdallah al-Ghalib, quedando
terminada en 1565. Dispone de 130 celdas
que permitieron alojar hasta 900 estudiantes. A continuación se visitarán los Jardines
de Majorelle El pintor francés Jacques
Majorelle, compró en 1922 una finca
junto al palmeral de Marrakech donde en 1931. Enamorado de botánica, crea su jardín botánico en torno
a su chalet. En 1980 Yves Saint-Laurent
y su amigo Pierre Bergé, compran la propiedad
y comienzan cambios en el jardín
incrementando el número de especies pasando de 135 especies a más de 300, regreso al hotel
cena y alojamiento.
DIA 10, MARRAKECH-VALLE DE OURIKA-MARRAKECH
Desayuno y salida en autocar hacia el Valle de L’Ourika, situado a unos
50 kms de Marrakech en las
montañas del Atlas. En el recorrido se
podrán contemplar los
pueblos beréberes, situados
en las estribaciones del Atlas, los cuales
se difuminan en el
paisaje por el color del adobe que utilizan
en la construcción de sus
pueblos. Se efectuara parada en uno de estos pueblos para que puedan conocer la forma de vida
Berebere entrando en una de estas
viviendas típicas.
Almuerzo en un bello lugar frente al Atlas.
Regreso a Marrakech. Paseo por los Zocos, donde mil y un productos
artesanales se ofrecen al visitante y donde se podrá contemplar el trabajo de
los diferentes artesanos: madera, bronce, tejidos, cuero,… en sus pequeñas
tiendas, para finalizar en la Plaza de D'jemaa el F'na en la que bailarines,
narradores de cuentos, encantadores de serpientes, malabaristas,... sorprenden
al viajero con su espectáculo de origen medieval. Finalizada la visita se subirá a la terraza
de unos de los famosos cafés de la Plaza para contemplar, tomado un refresco o
el famoso te a la menta, una vista
nocturna de la ciudad y sus gentes. Regreso al hotel. cena y alojamiento
DIA 11, MARRAKECH- RABAT- CASABLANCA
Desayuno y salida de Marrakech, a primera hora en autocar privado,
hacia Rabat capital política y
administrativa de Marruecos, en la que se visita el Palacio Real (exterior) la
Tour Hassan y el Mausoleo Mohammed V y la Kasbah de los Oudayas, llena de
momentos históricos, ha sido testigo de verdaderas aventuras. Fue aquí donde
tuvo lugar una memorable batalla donde la tribu de los Oudayas, enviada por
Moulay Ismaïl, defendió la ciudad del ataque de los piratas andaluces.
Almuerzo en Rabat.
Continuación por carretera hacia Casablanca capital económica del país
que con más de cuatro millones de habitantes combina sus modernos edificios
Art-Nouveau ó Art Deco con las antiguas
edificaciones del siglo XIII, cuándo era conocida como Dar El Baida (Casa de la
Blanca). Visita panorámica de la ciudad Podrán contemplar la plaza de Mohammed
V, la Catedral de Nôtre Dame, la popular Corniche (que es el paseo marítimo) y
la impresionante Mezquita de Hassan II. (exterior). Llegada al hotel, cena y alojamiento en el
hotel.
DIA 12, CASABLANCA-MADRID
Desayuno y salida para realizar la visita del interior de la Mezquita
de Hassan II. Más de 3.000 artesanos, procedentes de todas las regiones de
Marruecos, trabajaron para hacer un monumento de 02 hectáreas de superficie
sobre pilotes, para elevar el minarete y así hacerle el más alto del mundo,
(200 metros), instalando un sistema que hace que su techo sea móvil y pueda
abrirse al cielo. Todo esto mezclado con
mármoles, madera de cedro, mosaicos, (hay que pasar controles de seguridad y se
irá entrando en grupos pequeños). Finalizada la visita se entregara un almuerzo
box-lunch y traslado al aeropuerto para
salir en el vuelo AT 970 a las 15,00.. llegada a Madrid a las 17,45, recogida
de equipajes y traslado a Valladolid.
PRECIO
SOCIO: 990 € Habitación doble.
PRECIO NO
SOCIO: 1.040 € Habitación doble.
Suplemento habitación
individual: 140 €.
INCLUYE:
Avion de Línea regular de Royal air Maroc MAD-CAS-RAK// CAS-MAD
Estancia de 3 noches en el Hotel KENZI FARAH 5***** de Marrakech con
los siguientes servicios:
Día 8 cena
Día 9 desayuno, almuerzo y cena
Día 10 desayuno y cena
Tasas de Aeropuerto (145 € cotizadas
a fecha 20 dic)
Visita monumental de Marrakech por la mañana del día 9.
Visita de la Medersa de Ben Joussef y Jardines Majorelle por la tarde
día 9.
Excursión al Valle de L’Ourika día 10.
Entrada en una casa berebere durante al excursión día 10.
Almuerzo en restaurante del Atlas día 10.
Visita de Zocos artesanales por la tarde en Marrakech día 10.
Subida a uno de los famosos cafés de la Plaza Djemaa F’na día 10.
Refresco en el café de la Plaza Djemaa F’na día 10.
Visita monumental de Rabat día 11.
Almuerzo en Rabat día 11.
Visita de la ciudad de Casablanca día 11 por la tarde.
Estancia de una noche en el Hotel GOLDEN TULIP 5 ***** de Casablanca
con los siguientes servicios:
Día 11 cena.
Día 12 desayuno.
Visita interior de la famosa Mezquita Hassan II día 12 por la mañana.
Visita interior de " La Catedral" es realmente una iglesia
cristiana.
Box-lunch día 12.
Entradas a monumentos.
Guía oficial marroquí de habla española durante todo el viaje.
Guías locales en Marrakech, Rabat y Casablanca.
Seguro básico de viaje.
Mochila de viaje.
Billetera con información del viaje.
Coordinador de Domus Pucelae.
Rotación de asientos durante el circuito.
Reunión informativa con vino español.
Guía comercial Domus.
Seguro opcional de anulación.
REQUISITOS:
Mínimo 26 y máximo 30 personas.
NO INCLUYE:
Todo lo que
no está detallado en el apartado anterior.
Extras personales en
los hoteles, bebidas y entradas a monumentos no especificados.
REQUISITOS: Grupo mínimo 26 y máximo 30 personas.
Nota: Tasas a reconfirmar el
momento de la emisión de la reserva, y cotización realizada para un grupo
mínimo de 26 personas.
INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com
o llamando al teléfono 608 419228 desde
el 25 de diciembre 2012 al 5 de enero
2013, debiendo hacer entrega a la reserva de 250 € y el resto antes del 28 de enero 2013 en
Viajes Carrefour Valladolid 9, calle Santa Clara 1 (esquina con Plaza Gondomar),
Valladolid.
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22 de diciembre de 2012
Concierto: CUATRO ELEMENTOS, 23 de diciembre 2012
MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA.
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid.
Esta Navidad el Museo Nacional de Escultura, a través del proyecto calleesculturaactiva, se ha propuesto convertir su entorno urbano en
punto de encuentro cultural, incorporando a su trazado de calle-museo una
escenografía que servirá para atraer la participación en talleres, teatro,
juegos y música.
CONCIERTO PARA FAMILIAS
Domingo 23 de diciembre, 12 h.
Capilla del Museo Nacional de Escultura
CUATRO ELEMENTOS
José Luis Gutiérrez – Trío
Se tratará de explicar el enigma de por qué Bach diseñó tal obra de
arquitectura sonora, y si la presencia de los números comporta cierto
simbolismo oculto (o no), motivo que ha provocado dolores de cabeza y disputas
entre eruditos.
Precio: Adultos 4 € / Niños 2 €.
Venta de entradas en la Librería del Museo y en la Asociación de
Amigos del Museo.
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21 de diciembre de 2012
Historias de Valladolid: MONASTERIO DE NTRA. SRA. DE PRADO, bulas y milagros a la vera del Pisuerga.
El Monasterio de Prado es posiblemente el conjunto conventual de mayor
envergadura de cuantos se levantaron en Valladolid a lo largo del tiempo,
motivo por el que, junto a su pertenencia a la orden jerónima, hizo que fuera
denominado por algunos como "El Escorial de Valladolid". El complejo,
salvado milagrosamente de la ruina, ha sido restaurado y rehabilitado en
tiempos recientes para albergar la Consejería de Educación de la Junta de
Castilla y León. Aún así, sus muros permanecen impregnados de una prolífica actividad
pasada que tuvo como protagonistas a importantes personajes y acontecimientos
de la historia de España y de la ciudad. Vamos a intentar recordar algunos de los más
sobresalientes.
Según informa Manuel Canesi en su Historia
de Valladolid [1], todo comenzó en tiempos del rey Juan II de Castilla
(1405-1454), cuando el 30 de enero de 1440 unos monjes jerónimos, procedentes
del monasterio de La Armedilla, se instalaron en la margen derecha del
Pisuerga, a extramuros de la ciudad, ocupando una sencilla ermita, dependiente
de la cofradía de San Lázaro, en la que se rendía culto a la imagen de Nuestra
Señora de Prado, en una zona próxima al asentamiento de una abandonada villa
romana. La fundación, que contó con patrocinio económico de doña Isabel de
Ávila, por deseo testamentario de su esposo don Ruy Gonzalo de Avellaneda,
respondía a un ofrecimiento de don Fernando de Moya, por entonces abad de la
colegiata vallisoletana, que pretendía con la presencia de los monjes jerónimos
junto al Pisuerga salvaguardar la devoción a la milagrosa imagen de la Virgen.
FRAY HERNANDO DE TALAVERA
En un principio fue prior fray Sancho de Burgos, procedente del
monasterio de Nuestra Señora de la Olmedilla, quien tomó posesión de las
humildes instalaciones, que fueron ampliadas en tiempos de su sucesor fray Juan
de Valladolid, aunque sería en 1486, en tiempos de los Reyes Católicos, cuando
a petición de fray Hernando de Talavera los monarcas se convirtieron en
protectores del monasterio y lo acogieron bajo su patrocinio, ordenando su
reedificación y la construcción de una espaciosa iglesia en estilo
gótico-mudéjar.
Fray Hernando de Talavera (1428-1507) era un gran pensador y escritor de
su tiempo, riguroso y austero, que había estudiado teología en la Universidad
de Salamanca, donde fue profesor de Filosofía Moral. En 1466 había ingresado
como monje jerónimo en el monasterio de San Leonardo de Alba de Tormes, siendo
nombrado en 1470 prior del monasterio de Nuestra Señora de Prado de Valladolid,
donde estuvo al frente de la comunidad jerónima durante dieciséis años, participando
en importantes acontecimientos de su tiempo, después de ser elegido confesor de
la reina Isabel antes de que esta llegara al trono en 1474, después de la
guerra civil contra los partidarios de Juana la Beltraneja, heredera de Enrique
IV.
Desde el monasterio de Nuestra Señora de Prado también ejerció como
consejero real, siendo el 1480 árbitro en la reducción de las cuentas de la
nobleza y jugando un papel determinante en la venta de bulas para la
consecución de fondos para financiar la guerra de Granada, así como contrario a
la creación de la Santa Inquisición y administrador apostólico de la diócesis
de Salamanca entre 1483 y 1485. Uno de los capítulos más importantes durante su
estancia en Valladolid ocurrió el 11 de agosto de 1486, cuando llegó Cristóbal
Colón al Monasterio de Prado procedente de Arévalo, después de recorrer el también
monasterio jerónimo de la Mejorada en Olmedo, de llegar a Puente Duero y cruzar
el puente de Simancas para llegar a este enclave. En ese momento Colón había
visto rechazado su proyecto de navegación por el rey Juan II de Portugal,
consiguiendo que sus planes fueran escuchados con atención por fray Hernando de
Talavera, que sería el primero en influir sobre la reina sobre la conveniencia
de asumir la propuesta colombina en la búsqueda de un nuevo camino hacia las
Indias, considerando algunos historiadores este encuentro en Valladolid como un
momento clave en la gesta de Colón.
Según informa su biógrafo, el cronista escurialense fray José de
Sigüenza, ese mismo año de 1486 fray Hernando de Talavera era nombrado obispo
de Ávila, cargo que mantuvo hasta que fue conquistada Granada en 1492, donde,
fiel a sus ideas, ejerció como administrador apostólico del nuevo territorio e
impidió el establecimiento de la Inquisición. Tras recibir una bula en 1493,
fue nombrado primer obispo de Granada. No obstante, sus enfrentamientos a la
labor de la Inquisición primero le originaría problemas con la férrea política
de conversiones del cardenal Cisneros, y finalmente en 1505, muerta ya la reina
Isabel, con el inquisidor de Córdoba, que llegó a apresarle, siendo puesto en
libertad en 1507, año de su muerte.
ENTERRAMIENTO EN EL MONASTERIO DE PRADO DE LOS HERMANOS DE BOABDIL
Una curiosidad histórica, no demasiado conocida, es el establecimiento
en Valladolid de dos hermanos de padre del último rey nazarí Boabdil el Chico,
después de que este rindiera Granada a los Reyes Católicos el 2 de enero de
1492 y pasara a territorio africano sin dejar sucesión. Cado o Çad y Nazar o
Nasr, hijos de Muley Abulhacen y su favorita Zoraida, nombre adoptado por la
renegada cristiana doña Isabel de Solís, se convirtieron al cristianismo tras
la conquista, siendo Cado, el mayor, bautizado como don Fernando y Nazar como
don Juan, trasladando ambos infantes su domicilio a Valladolid, donde se
establecieron en unas casas situadas próximas a la iglesia de San Pablo.
Siguiendo su ejemplo, su madre también recuperó la fe, pasando a ser conocida
como doña Isabel de Granada.
Los dos rehicieron sus vidas a orillas del Pisuerga, don Fernando de
Granada casándose con doña Mencía de Sandoval, señora de la villa de
Tordehumos, y don Juan de Granada primero con doña Beatriz de Sandoval y
después con doña María de Toledo y Monzón, llegando a servir al emperador
Carlos durante el conflicto de las Comunidades de Castilla y a ostentar el
cargo de Gobernador de Galicia.
Los dos hermanos de Boabdil habían recibido de los Reyes Católicos el
patronato de la capilla mayor del monasterio de Prado para su enterramiento y
en ella fueron sepultados a su muerte con los honores propios de tan ilustre
linaje.
LA PRIMERA IMPRENTA DE VALLADOLID
Otro capítulo importante del monasterio de Nuestra Señora de Prado,
según recuerda una placa instalada en 1993, fue el establecimiento en 1481 de
la primera imprenta de Valladolid, un taller dedicado a la impresión de bulas
de indulgencias para sufragar los gastos de la lucha contra los turcos y la
guerra de Granada, una imprenta que se mantuvo en activo hasta 1835,
desapareciendo por completo en 1850 y con ella una actividad de gran trascendencia
histórica.
Aquellas impresiones de las llamadas Bulas de Cruzada fueron encomendadas por los Reyes Católicos, que
en 1479 consiguieron la concesión del papa Sixto IV para sufragar los gastos
originados en la recuperación del Reino de Granada. Esta tarea, que era
promovida y supervisada por el prior, era compartida desde 1480 por la imprenta
del monasterio toledano de San Pedro Mártir.
El primer documento conocido, referido al privilegio de impresión de
las bulas en la imprenta del monasterio de Nuestra Señora de Prado, es una Real
Cédula del 4 de febrero de 1501, que confirma la actividad iniciada años antes
[2]. Esta tarea, que proporcionaba una gran rentabilidad económica al monasterio,
lo que debió originar la actuación de imprentas fraudulentas en otros lugares
de la península, era realizada por tipógrafos profesionales, conociéndose la
participación de Arnao Guillén de Brocar
(1512-1519), Miguel de Eguía y Juan y Pedro de Brocar (1523-1527), Lázaro
Salvaggio (1527-1534), Hernán Carrillo Rótulo y Ambrosio Rótulo (1534-1572),
Gaspar Rótulo (1572-1604), Rodrigo Calderón (1604-1621), Esteban Spínola y
Vincencio Squarzafigo (1621-1622), ocupándose de las labores de imprenta desde
1622 hasta 1835 los monjes del propio monasterio.
LA DEVOCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE PRADO
La imagen de la Virgen de Prado ya recibía culto en una pequeña ermita
que era atendida por la cofradía de San Lázaro cuando los monjes jerónimos se
instalaron en Valladolid, pasando a presidir el altar mayor de la nueva iglesia
conventual sin que se conocieran datos sobre sus orígenes. Se trataba de una
imagen de madera policromada que mostraba a la Virgen sedente, sujetando al
Niño en su rodilla izquierda y portando algún desconocido objeto en su mano
derecha, después sustituido por un cetro. El modelo se ajustaba a la escultura
de transición del románico al gótico durante el siglo XIV, destacando la gran
estilización de las dos figuras, tanto corporal como de las cabezas, siendo
popular por divulgarse la leyenda de que en ocasiones llegaba a cambiar el
color de su tez morena.
Como la gran mayoría de las representaciones marianas en la época,
la Virgen de Prado pronto adquirió una gran fama milagrera, de modo que, cuando la iglesia
fue reformada en 1680, se reservó junto al lado izquierdo de la entrada una
capilla especial para su culto, toda ella pintada y provista de un rico camarín
en el que permaneció hasta que el 10 de diciembre de 1726 fue trasladada al
retablo de la capilla mayor, celebrándose con tal motivo grandes fiestas
religiosas y profanas, con una procesión, fuegos artificiales y faroles
decorando el exterior del monasterio.
El hecho se comprende en base a la gran popularidad de la imagen, que
paulatinamente fue recubierta con lujosos vestidos y adornos exquisitos,
destacando una joya compuesta por esmeraldas que fue regalo del real
monasterio. Uno de los principales milagros atribuidos a Nuestra Señora de
Prado fue su intercesión en la redención de cautivos de las mazmorras
sarracenas, motivo por el que a la entrada de la iglesia figuraron numerosos
grilletes y cadenas colgantes [3]. También era pródiga en curar todo tipo de
enfermedades, figurando igualmente exvotos de vecinos de Valladolid y de toda
la comarca, que acudían con frecuencia al monasterio a modo de romería.
Un testimonio del aspecto que Nuestra Señora de Prado mostraba en su
camarín está recogido en una pintura mural, bastante deteriorada, que decora,
junto a figuras de santos de la orden jerónima, la que fuera sacristía de la
iglesia del monasterio de Prado, hoy salón polivalente en el recuperado
edificio.
Los milagros de Nuestra Señora de Prado
El padre jesuita Juan de Villafañe, en una recopilación de imágenes
marianas españolas, recoge alguno de los prodigios obrados por esta imagen,
como el ocurrido en 1530 a Pedro Álvarez, Juan de Medina y Pedro Martínez, unos
mercaderes que embarcados en Perú toparon con un monstruoso pez que casi hizo
naufragar el navío, muriendo el temido animal tras encomendarse a Nuestra Señora de
Prado, a la que le fueron ofrecidos en señal de agradecimiento una espina con
forma de espada con cincuenta dientes.
Otro ocurría en 1570, cuando un cautivo vallisoletano, que llevaba
doce años en una prisión sarracena, se encomendó desesperado a la Virgen de
Prado y al momento se vio liberado y trasladado a las puertas de este
monasterio, donde se encontró con su esposa que allí acudía a orar, admirando a
todos tal prodigio. Un suceso similar ocurría en 1590, cuando Juan Pérez, un
mozo de Tudela que se hallaba preso en poder de los musulmanes desde hacía diez
años, al terminar de rezar apareció milagrosamente liberado en la capilla de la Virgen de Prado, aún con
los grilletes puestos.
El año 1604, estando unos segadores en un trigal próximo al monasterio
y otros horneando pan, se declaró un grave incendio que se apaciguó al invocar
a la Virgen de Prado, salvándose los panes al consumir el fuego solamente uno
de los árboles. En otra ocasión la esposa de Francisco de Chaves se hallaba
suplicando a la Virgen por su marido desaparecido hacía año y medio y al
momento entró la criada en la iglesia diciendo que su señor acababa de llegar a
casa. En 1614 la Virgen resucitaba a un niño de cuatro años, hijo de una vecina
del barrio de San Juan. Otro suceso similar ocurría en 1621, cuando la Virgen
de Prado salvó a un niño caído a un pozo.
La serie de sucesos prodigiosos, muy divulgados por la ciudad, se dilataron
en el tiempo, con la intervención de la Virgen de Prado favoreciendo a numerosos
accidentados, enfermos e incluso endemoniados, siendo recordados los casos
ocurridos en 1634 a Benito Santillana, regidor de Valladolid, que por la
intercesión divina obtuvo la sucesión deseada de su esposa Inés de Acuña, o el de 1643, cuando un monje sordo del monasterio recuperó el oído tras orar a la
Virgen de Prado, celebrándolo en compañía de la comunidad asistiendo a los cantos del
coro. La relación de prodigios, realmente interminable, aparece documentada
hasta el año 1717.
Cuando en 1821 el monasterio fue suprimido por disposición real, la popular
imagen de Nuestra Señora de Prado fue trasladada a la iglesia de San Nicolás, primero
a uno de los retablos del lado de la epístola y desde 1895 colocada sobre la
imagen del santo titular del retablo mayor, donde sigue siendo venerada en la
actualidad, aunque la mayoría de los vallisoletanos desconocen su pasada
popularidad y toda su historia de prodigios.
LA AMPLIACIÓN DEL MONASTERIO
Esta fundación real también fue protegida por Felipe II y especialmente
por Felipe III y su esposa la reina doña Margarita durante los años de
permanencia de la Corte en Valladolid, dando lugar a un periodo de prosperidad en
el que el incremento de vocaciones dio lugar a una renovación y ampliación
arquitectónica. En 1605 el arquitecto real Francisco de Praves trazaba un plan
de ampliación que incluía la construcción de dos nuevos claustros, uno de los
cuales, situado junto a la iglesia, fue levantado enteramente por él en 1611 en
piedra de Campaspero, Navares y Villanubla. Hoy se conoce por el nombre de este
arquitecto real y es un ejemplo pureza y austeridad clasicista, de forma cuadrada,
con dos pisos, arquerías de medio punto y los tramos marcados por pilastras
adosadas de orden toscano en el piso inferior y orden corintio en el superior,
contando con una amplia escalera claustral en uno de los lados.
Los otros dos claustros, amplios, levantados en ladrillo y con
arquerías de medio punto sobre soportes de piedra, presentan elementos muy
modificados, destacando en la unión de ambos claustros una amplia escalera de
tipo imperial, cuyas bóvedas están decoradas con yeserías del siglo XVIII.
En la fachada del monasterio destaca una escenográfica portada pétrea
con forma de retablo, atribuida al benedictino Fray Pedro Martínez, que fue
añadida en 1726. En su decoración fusiona elementos clásicos y barrocos,
siguiendo una tipología muy extendida en otros conventos vallisoletanos, con
tres cuerpos que disminuyen en altura, parejas de columnas como elemento
decorativo y coronada por el emblema de los Reyes Católicos, patronos del
monasterio.
Cita Canesi que el interior del monasterio acumuló una gran cantidad
de bienes artísticos y suntuarios, especialmente pinturas, ornamentos,
colgaduras, objetos de oro, plata y piedras preciosas para el culto, siendo
célebre el coro al que en las festividades acudían a escuchar personas notables
de la ciudad, así como la existencia en el recinto de un molino de gran
utilidad.
EL DEVENIR DEL MONASTERIO JERÓNIMO
Después de conocer momentos esplendorosos desde el siglo XV al XVII,
el monasterio de Prado conoció una paulatina decadencia hasta convertirse en
una verdadera ruina.
Si previamente a las leyes ministeriales el complejo sufrió algunos
avatares, como el ocurrido en la noche del 1 de octubre de 1734, cuando el
monasterio padeció los efectos de una terrible tempestad que, tras cegar el
cercano arroyo de Prado, provocó la inundación de sus dependencias, sufriendo
cuantiosas pérdidas de provisiones, ornamentos y objetos suntuarios, o de padecer
los efectos de otra tormenta similar el 11 de julio de 1738, igualmente con
notables pérdidas, fueron los efectos de la Guerra de la Independencia, de la real
orden de supresión de 1821, en tiempos del Trienio Liberal, la exclaustración
definitiva de 1835 tras la orden de Desamortización y su reconversión en
prisión en 1851, las circunstancias que provocaron su paulatino deterioro, a
pesar de que por su declaración de Monumento Nacional en 1877 se libró de la
piqueta. En 1899 el complejo fue convertido en Manicomio Provincial, función
que mantuvo hasta mediados del siglo XX, años en que quedó sumido en el total abandono,
sufriendo la iglesia, convertida en almacén de carruajes antiguos, un incendio
de penosas consecuencias al hundirse las cubiertas.
En la década de los 80 se llevó a cabo una completa restauración,
siendo acondicionado el antiguo monasterio para oficinas y dependencias de la
Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León por los arquitectos J.
Antonio Salvador Polo, Luis Villacorta, Navarro Pallarés, Merino de Cáceres y
Espejel. El recuperado edificio dispone de amplios espacios para la celebración
de exposiciones, aunque la incorporación más original fue la claraboya
acristalada de la llamada Sala de Fray Pío, que realizada con cristal de la
Real Fábrica de La Granja, reproduce una bóveda inspirada en yeserías barrocas
con formas geométricas existentes en el mismo edificio, una vidriera cenital
realmente novedosa y singular.
Informe: J. M . Travieso.
_____________________
NOTAS
[1] CANESI ACEVEDO, Manuel. Historia
de Valladolid (1750), Tomo II, Grupo Pinciano, Valladolid, 1997, pp. 373-375.
[2] GONZÁLVEZ RUIZ, Ramón. Las
bulas de la catedral de Toledo y la imprenta incunable castellana. Toletum
18, 1986, p. 157.
[3] CANESI ACEVEDO, Manuel. Historia
de Valladolid (1750), Tomo II, Grupo Pinciano, Valladolid, 1997, p. 381.
Ilustraciones:
1 Fachada principal del Monasterio de Prado, Valladolid
2 Portada del monasterio, 1726.
3 Planta del Monasterio de Prado (JMT).
4 Claustro de Francisco de Praves, 1611.
5 Busto de Fray Hernando de Talavera.
6 Escalera claustral en el patio de Praves.
7 Claustro de las Bulas.
8 Placa conmemorativa de la imprenta en el Claustro de las Bulas.
9 Aspecto de la antigua Sacristía.
10 La Virgen de Prado en las pinturas de la antigua Sacristía.
11 Claraboya de cristal de La Granja en la llamada Sala de Fray Pío.
12 Claustro de Fray Pedro Martínez.
13 Bóvedas de la escalera imperial.
14 Aspecto actual de la fachada de la iglesia.
15 Ntra. Sra. de Prado, conservada en el centro del retablo de la iglesia de San Nicolás de Valladolid.
Etiquetas:
Historias de Valladolid
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