MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
Palacio de Villena
Valladolid
HORARIO DE
VISITAS
Martes a
sábado, de 10 a 14 h y de 16 a 19.30 h
Domingos y
festivos, de 10 a 14 h
* * * * *
HORARIO DE
VISITAS
Martes a
sábado, de 10 a 14 h y de 16 a 19.30 h
Domingos y
festivos, de 10 a 14 h
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La iglesia parroquial de San Miguel y San Julián de Valladolid, con la
colaboración de la Fundación Las Edades del Hombre, presenta, en el recinto de
su espaciosa sacristía, una exposición titulada “Santas Mujeres” que
bien podría subtitularse “La creatividad de Gregorio Fernández nunca acaba de
sorprender”. En ella se presentan, completamente accesibles al espectador, como
ya ocurriera en la primavera de 2023 con los ocho magníficos bustos de los
Padres de la Iglesia griega y latina, otros ocho bustos de santas vírgenes y
mártires que, en la segunda década de 1600, cuando el templo pertenecía a la
Compañía de Jesús, realizó Gregorio Fernández para los retablos-relicario
colaterales de la capilla mayor.
En 1611 se había proyectado para la iglesia una gran capilla relicario,
presente en la mayoría de los templos jesuíticos, que no llegó a realizarse. Al
mismo tiempo, se habían encargado dos retablos-relicario colaterales de la
capilla mayor, uno a Francisco Velázquez y Melchor de Beya, que entregaron en
1615, y otro a Cristóbal y Juan Velázquez, que asentaron en 1616, ambos
inspirados en un grabado italiano reproduciendo la decoración diseñada en 1610
por el arquitecto Girolamo Reinaldi para a fachada de San Pedro del Vaticano
con motivo de la canonización de San Carlos Borromeo, siendo Gregorio Fernández
quien se encargaría de la escultura.
Allí han permanecido durante siglos casi inadvertidos, por eso es una
ocasión única poder contemplarlos de cerca para admirar la creatividad y
versatilidad de Gregorio Fernández, como ya ocurriera con los Padres de la
Iglesia el año pasado, sobre todo después de haber sido limpiados y presentar
sus creativas indumentarias y su vistosa policromía.
Gregorio Fernández: Santa Inés y Santa Margarita |
HORARIO DE
VISITAS
Gregorio Fernández: Santa Inés y Santa Margarita |
Gregorio Fernández: Santa Bárbara y Santa Catalina |
Gregorio Fernández: Santa Bárbara y Santa Catalina |
Gregorio Fernández: Santa Cecilia y Santa Apolonia |
Gregorio Fernández: Santa Cecilia y Santa Apolonia |
Gregorio Fernández: Santa Lucía y Santa Águeda |
Gregorio Fernández: Santa Lucía y Santa Águeda |
Gregorio Fernández: Apóstoles Santiago y San Juan |
Gregorio Fernández: San Andrés |
Gregorio Fernández: San Miguel |
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LOS GUERREROS DE XI’AN
Escultores y artesanos anónimos.
Dinastía Qin
210-209 a.C.
Terracota policromada, bronce y
otros elementos metálicos
Museo del Mausoleo del emperador
Qin Shi Huang, Xi’an (República Popular China)
Escultura china
Museo del Mausoleo del emperador Qin Shi Huang Foto: Web Turisteando el mundo |
Historia
del descubrimiento
Zhao Kangmin era un arqueólogo autodidacta que con 38 años era el único empleado del pequeño Museo Lintong, ubicado en las afueras de Xi’an. Él fue quien recibió una llamada telefónica que le informaba del hallazgo por el agricultor Yang Zhifa, cuando trabajaba junto a siete campesinos —hermanos y vecinos— buscando agua, de unas cabezas humanas y fragmentos de terracota, por lo que se dirigió rápidamente hacia aquel lugar.
Carpa del Museo de los Guerreros de Xi'an |
Pero Zhao Kangmin no tenía fácil dar a conocer sus conjeturas arqueológicas, pues en la China de Mao y su Revolución Cultural se perseguía la exaltación del pasado, las costumbres, cultura, hábitos e ideas precomunistas, al considerarse como un aliento al resurgimiento del feudalismo. Incluso el mismo Zhao ya había tenido problemas con los guardias rojos en el Museo Lintong. No obstante, este arqueólogo le contó sus opiniones al historiador británico John Men, que escribiría el libro The terracotta army, siendo una tarea imposible, poco tiempo después, mantener en secreto el descubrimiento tras la aparición de dos nuevos soldados de terracota, pero sobre todo después de que meses más tarde Lin Anwen, periodista de la agencia oficial de noticias Xinhua, visitara el Museo Lintong y quedara fascinado por dichas figuras. Aunque Zhao le rogó silencio, el periodista dio a conocer el hallazgo al regresar a Pekín. En ese momento la Revolución Cultural comenzaba el inicio de su decadencia y, para sorpresa de Zhao, el gobierno de Mao, en lugar de mandar destruir los guerreros, como en casos anteriores, organizó a fondo una excavación seria de carácter científico.
Representación en bronce del emperador Qin Shi Huang |
Fue el primer emperador de China y estuvo considerado como un genio militar. Autoproclamado en este cargo, unificó los siete estados chinos, estandarizó la moneda, la escritura y las medidas chinas; en su mandato tiránico, conectó las ciudades y provincias con un avanzado sistema de caminos y canales, llegando a promover un gran avance en las obras de la Gran Muralla. Desde los 13 años en que subió al trono, en el año 246 a.C., le obsesionó la idea de perdurar, ordenando la construcción del mausoleo, cuyos trabajos se prolongaron durante toda su vida, quedando inacabados cuando murió tempranamente cuando tenía 48 años.
El
mausoleo del emperador Qin Shi Huang
La información del descubrimiento tuvo una enorme repercusión a escala internacional,
causando el asombro del mundo arqueológico y artístico a medida que iba
apareciendo un número ingente de figuras en terracota, cada una de ellas con un
modelado individualizado de la cabeza y una vestimenta única, representando a
soldados o militares de distinto rango y función, junto a caballos, carros,
vasijas de bronce, joyas de jade, adornos de oro y plata, etc. Durante 2.234
años de existencia, el suelo ligeramente alcalino y escasamente aireado, así
como su escaso contenido de materia orgánica, había actuado como un conservante
eficaz.
Poco a poco fue tomando sentido una extensa ciudadela subterránea, con
jardines y establos, que estaba dividida en cuatro cámaras cuyo epicentro era
la tumba del propio emperador Qin Shi Huang, aunque cincuenta años después
queda por excavar casi la mitad del yacimiento, pues la excavación fue
ralentizada al comprobar que las esculturas perdían buena parte de sus colores
originales al ser expuestas al aire, motivo por el que todavía no se ha abierto
la tumba del emperador, que mantiene su sueño eterno.
En la tercera fosa, la segunda que fue abierta al público, se encontraron 86 figuras, casi todas de oficiales, así como cuatro caballos. Se denomina “Fosa de los Generales”, interpretándose que está dedicada a los altos mandos del ejército. La cuarta fosa se encuentra vacía debido a que su construcción quedó inacabada.
Los
guerreros de Xi’an
Las figuras de los guerreros son una muestra exquisita de escultura
realista en terracota. De tamaño natural, con 1,80 metros de altura, aparecen
equipados con atuendos y armaduras realizadas igualmente en terracota y
uniformes que reflejan distintos rangos militares, todo ello modelado con
profusión de minuciosos detalles. Las esculturas están compuestas por piezas elaboradas
por separado y después ensambladas, apreciándose que para realizar las cabezas
se utilizaron diez moldes distintos, incorporando como remates distintos
matices a los rostros de forma personalizada, como bigotes, peinados, cintas,
etc., para representar tanto personajes jóvenes —de unos 17 años— como maduros,
incluso de diferentes etnias.
Como acabado final las figuras eran pintadas con esmaltes y pinturas, de
colores muy vivos, sobre una base de laca, base que al desenterrar las figuras
se oxidaba y se desconchaba perdiendo buena parte de su policromía, problema
que actualmente se intenta combatir mediante la aplicación de técnicas modernas
en los laboratorios instalados en el yacimiento.
Las figuras fueron realizadas mediante un proceso en cadena. Primero se
hacía el torso, desde el pedestal hasta el cuello. A continuación, se modelaban
las cabezas, brazos y manos, todas estas partes descritas con precisos
detalles. Tras un secado a la sombra, se ensamblaban las distintas partes. El
proceso terminaba con una cocción al horno y la aplicación de laca y pigmentos
de distintos colores.
Las figuras se modelaban por partes de abajo a arriba. El primer paso
era moldear la base sobre un patrón cuadrado, al que se añadían los pies y las
dos piernas, procurando reflejar músculos y huesos, con pantalones cortos a los
que se incorporaban piezas prefabricadas siguiendo modelos realistas. A
continuación, mediante tiras de arcilla apretadas y fuertes, con tela de saco
en su interior, se iba modelando el cuerpo hueco, al que se incorporaban las
formas y detalles deseados para cada personaje.
Mientras los brazos rectos se moldeaban en sus respectivos moldes, los brazos flexionados se hacían por piezas separadas, de la muñeca al codo y del codo al hombro, que luego se pegaban, siempre huecas en su interior. También existían moldes para las manos, que eran pagadas al cuerpo tras un proceso de secado a la sombra.
El proceso terminaba con la cocción de las figuras en hornos, tarea
igualmente complicada. Para que el calentamiento fuese uniforme, primero se
establecían agujeros en distintas partes de la figura, como en los cuellos, lo
que facilitaba la entrada de llamas al interior de la cavidad corporal durante
la cochura. El grado de calentamiento alcanzaba los 1.000ºC, encontrando como
solución que era mejor colocar en el horno las figuras boca abajo, ya que la
parte superior era más pesada que la inferior.
Se estima que en las tres fosas están enterrados 600 caballos realizados en terracota, 516 aplicados a los carros y 116 como caballos de silla de caballería. Al igual que los guerreros, fueron ensamblados después de ser modelados por partes: cabezas, cuellos, cuerpos, patas y colas. El proceso final era la cocción en hornos y la aplicación individualizada de pintura para impregnarles de color. Miden 1,7 metros de altura y 2 metros de longitud, reproduciendo con un gran realismo los vigorosos caballos de guerra de la dinastía Qin, para lo que llevan incluso modelados los dientes. Algunos presentan sillas de montar —con tres filas de clavos y borlas en la parte posterior— y exquisitos adornos en la cabeza, todo para honrar al emperador Qin Shi Huang en su vida postrera.
Recreación del aspecto de la policromía original |
Carro de bronce del emperador |
Exposición itinerante: Caballo y Guerreros |
Armadura ensamblada de un soldado: Piedra caliza y piezas de cobre |
La mayoría de las estatuas de los guerreros fueron halladas rotas en
pedazos esparcidos por el suelo, siendo reconstruidas por el equipo de
arqueólogos. El enterramiento nunca ha dejado de dar sorpresas, como cuando en
1980 se descubrieron dos carros de bronce —de tamaño inferior al natural—
compuestos por más de 3.000 piezas, pintados, tirados por cuatro caballos,
guiados por un conductor imperial y adornados con incrustaciones de plata y
oro.
El yacimiento todavía está activo, siendo realmente intrigantes las
expectativas de nuevos hallazgos, pues, según los escritos del historiador Sima
Qian el primer emperador chino fue enterrado en un túmulo construido sobre una
base con la forma del territorio conocido, usando mercurio para simular ríos y
océanos, todo ello bajo un techo donde se reproducía la cúpula celestial.
Dentro del túmulo se hallarían maquetas de palacios, pabellones y oficinas, así
como un conjunto de vasijas de refinada cerámica, piedras preciosas y un sin
fin de objetos valiosos. El futuro lo aclarará…
Restos de los guerreros de terracota antes de ser restaurados |
Informe: J. M.
Travieso.
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