RETABLO DE
LA CAPILLA DEL OBISPO
Francisco
Giralte (Palencia, 1510 - Madrid, 1576)
1547-1550
Madera de
ciprés policromada
Iglesia de Nuestra
Señora y San Juan de Letrán, "Capilla del Obispo", Madrid
Escultura
renacentista española. Escuela castellana
En el centro histórico de Madrid, entre la Plaza de
los Carros y la Plaza de la Paja, en el antiguo feudo de la familia Vargas, se
levanta un complejo eclesial monumental formado por la iglesia de San Andrés,
la capilla de San Isidro y la iglesia de Nuestra Señora y San Juan de Letrán,
tres edificios que antaño estuvieron comunicados, aunque no en la actualidad. Este
último templo fue levantado entre 1520 y 1535, en estilo tardogótico, por deseo
de Francisco de Vargas Medina, chanciller mayor de Castilla y consejero real
(de los Reyes Católicos y de Carlos V), para albergar los restos de San Isidro
Labrador —santo que había trabajado para esta familia en el siglo XII—, cuyo
cuerpo permaneció allí venerado hasta 1544, año en que fueron trasladados, tras
numerosos pleitos, a la vecina iglesia de San Andrés, que los acogió hasta el
siglo XIX.
El hecho de que las obras de aquella capilla fuesen
rematadas por su hijo don Gutierre de Vargas y Carvajal, obispo de Plasencia
entre 1524 y 1559, que también se encargó de la dotación, de la suntuosa
ornamentación del interior y de asentar en ella el panteón familiar, hizo que
popularmente fuera conocida como Capilla del Obispo.
Con la intención de convertir aquel espacio
dependiente de la iglesia de San Andrés en capilla funeraria de la familia, una
vez trasladadas las reliquias de San Isidro, en 1547 Gutierre de Vargas y
Carvajal encargaba la realización de los sepulcros de sus padres y del retablo
mayor al escultor palentino Francisco
Giralte, cuyo taller trabajó en él hasta 1550, ocupándose de las labores de
policromía Juan de Villoldo el Mozo, colaborador del escultor. El retablo, que
se adapta a la forma poligonal del ábside, estaría acompañado a los lados, incrustados
en los muros del presbiterio, de dos arcosolios con los sepulcros de sus
padres, Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, que fueron representados por el
escultor en el interior de templetes e incorporados en actitud orante, según la
moda del momento. Después se añadiría en el muro derecho o lado de la epístola,
el sepulcro del propio obispo Gutierre de Vargas y Carvajal, una de las más
suntuosas e italianizantes obras funerarias de cuantas se hicieran en la España
renacentista del siglo XVI.
UN MAGNÍFICO RETABLO
A pesar de tratarse de una obra destacada de la
escultura renacentista castellana, el retablo de la Capilla del Obispo no es
muy conocido ni siquiera en Madrid, donde son tan escasas estas maquinarias compuestas
en el Renacimiento.
Enteramente tallado en madera de ciprés, presenta un
rico acabado dorado en la estructura y efectistas estofados en las figuras, con
una traza que siguiendo la estética plateresca tiende al horror vacui, con una equilibrada y elegante organización arquitectónica
y todo un universo de elementos decorativos que recubren por completo netos, frisos,
columnas, pinjantes sobre los relieves y guardapolvos.
El retablo adopta la forma de tríptico para
adaptarse al ábside y está compuesto de sotabanco, banco, tres cuerpos y un
alto ático, organizándose verticalmente en tres calles y cuatro entrecalles
destacadas del fondo, de las que las centrales son dobles. A diferentes alturas
estas forman templetes, con columnas y balaustres de capitel jónico y
recubiertas en el tercio inferior por grutescos, que sujetan entablamentos
recorridos por frisos en relieve, en cuyo interior albergan hornacinas
aveneradas que cobijan figuras exentas de santos sobre las que se colocan, a
excepción del ático, hasta dieciocho medallones con bustos. Se completa con una
polsera que recorre los laterales desde el banco al tercer cuerpo, con profusa
decoración de bustos y figuras de niños entre guirnaldas.
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Banco: Encuentro de Abraham con los tres huéspedes en Mamre (Génesis) |
Todo el programa iconográfico está dedicado a la
vida de Cristo, con escenas en altorrelieve de la infancia y de la Pasión
dispuestas aleatoriamente en cuerpos y calles sin guardar un orden secuencial.
Se acompaña de un santoral de veintidós figuras, distribuidas por las
entrecalles, que representan Evangelistas, Apóstoles, Padres de la Iglesia y
santas mártires, a los que se suman en el ático, en torno al Calvario central,
figuras de virtudes, cinco alrededor de un gran tondo con el busto de Dios
Padre bendiciendo y otras cuatro colocadas por parejas a los lados sosteniendo
el emblema episcopal de don Gutierre de Vargas, motivo heráldico que se repite
cuatro veces más con figuras de putti
tenantes como exaltación de la familia Vargas.
DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA ICONOGRÁFICO
Banco
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Primer cuerpo: Llanto sobre Cristo muerto, San Pedro y San Pablo |
Sobre un alto sotabanco ornamentado con paneles
decorados con grutescos, los laterales con animales fantásticos enfrentados y
parejas de figuras humanas que sujetan cartelas, se asienta el banco, que en
las tres calles presenta relieves con profetas bíblicos recostados, de los que
se reconoce fácilmente a Daniel y Abraham, y en los netos cartelas con formas
ovales en el centro y rodeadas de múltiples cabezas de querubines.
Un interés especial ofrece la poco frecuente iconografía
del relieve central, donde Giralte refleja el Encuentro de Abraham con los tres huéspedes de la mesa de Mamre, un
pasaje tomado del Génesis que narra la visita de tres enviados de Dios para
anunciar a Abraham y su esposa Sara el nacimiento de su hijo Isaac, a pesar de
la ancianidad de ambos. Estos tres emisarios, con los que Abraham hizo gala de
hospitalidad sentándolos a su mesa, fueron interpretados por algunos como
ángeles, pero para otros su condición divina y humana a la vez sólo podía ser
encarnada por Cristo, de modo que comenzó a desarrollarse una iconografía con
representaciones tríplices de Cristo que se fundamentaban en un comentario de
San Agustín acerca del enigmático encuentro de Abraham narrado en el Génesis
18, donde explicaba que el patriarca "tres
vidit et unum adoravit" (vio a tres y a uno adoró). Esta
interpretación inspiró la representación del misterio de la Trinidad con tres
figuras idénticas de Cristo, un tipo de representación "triándirca" o
"cristomorfa" que recibe la denominación de Trinidad eucarística por prefigurar la eucaristía, una iconografía
popularizada durante los siglos XV y XVI en Italia y países limítrofes,
especialmente en templos trinitarios.
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Primer cuerpo: Adoración de los Reyes Magos y Evangelistas |
La difusión de estas imágenes suscitaría
con el tiempo una preocupación en la Iglesia por posibles interpretaciones
"triteístas", de modo que su representación fue desaconsejada en
1745, por no apropiada, por el papa Benedicto XIV en su bula Sollicitudini nostrae.
Lo cierto es que en este retablo del siglo XVI esta
iconografía, tan atípica y singular, adquiere una significación eucarística por
situarse justo encima de la mesa del altar, seguramente como exaltación de la fe en
Dios del patriarca bíblico o tal vez como fruto de las disquisiciones de
Francisco Giralte con el obispo comitente.
Primer cuerpo
En la calle central aparece el altorrelieve del Llanto sobre Cristo muerto, desarrollado
a escala monumental y organizado en dos planos. Al frente se encuentra la
Virgen sedente y con el cuerpo muerto de Cristo en su regazo, al modo de una Piedad,
a la que acompañan las figuras de San Juan y la Magdalena, cuya figura, envuelta
en vestiduras que forman abundante pliegues y con una disposición corporal
manierista, aporta un fuerte dramatismo a la composición, lo mismo que las
figuras sufrientes de María Salomé y María Cleofás del segundo plano, junto a
las que se encuentran José de Arimatea y Nicodemo tras intervenir en el
descendimiento de la cruz.
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Primer cuerpo: Anunciación y Evangelistas |
Flanqueando el relieve, en las hornacinas laterales
se ubican las figuras manieristas de San
Pedro y San Pablo.
A su izquierda aparece la Adoración de los Reyes Magos, una composición dispuesta en diagonal
en la que destacan las bellas figuras de la Virgen y el Niño colocadas sobre un
estrado con los frentes decorados con grutescos, apareciendo todos los
personajes escalonados ente un fondo arquitectónico.
En la calle derecha se encuentra La Anunciación, con la bella figura de
la Virgen sobre un reclinatorio y vuelta hacia el arcángel San Gabriel, que
portando el caduceo señala la procedencia de su mensaje, que aparece explícito
en la parte superior con la figura de Dios Padre y el Espíritu Santo en forma
de paloma. El resto del espacio es ocupado por un lecho con dosel que adolece
de errores de perspectiva.
En las hornacinas que flanquean estos tres relieves
se hallan las figuras manieristas de los Cuatro
Evangelistas portando sus escritos, sobre
los que se colocan los correspondientes medallones con bustos masculinos y
femeninos.
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Segundo cuerpo: Flagelación y Apóstoles |
Segundo cuerpo
La calle central está dedicada al tema pasional de La Flagelación, con Cristo desnudo y
amarrado a una columna de fuste alto, junto a un sayón con indumentaria judía
que le azota y un soldado romano cuya fisionomía recuerda los modelos ya utilizados
por Berruguete y Juan de Juni. Las tres figuras, a escala monumental, se
recortan sobre un fondo liso de oro.
A su izquierda se encuentra la Presentación de Jesús en el Templo, una composición basada en la
simetría sobre cuyo eje se encuentra un mesa de altar, decorada con grutescos a
la italiana, y la voluminosa figura del Niño, que es entregado por la Virgen y
recogido por Simeón, figuras que equilibran la composición. En un segundo plano
se coloca San José y un grupo de mujeres, sin que falte el detalle descriptivo
de la pareja de tórtolas que porta una de ellas sobre su cabeza como donación
preceptiva en el rito, así como un fondo que recrea un dosel colocado en el
templo.
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Segundo cuerpo: Presentación en el Templo y Apóstoles |
En la parte derecha se sitúa la bella composición
del Santo Entierro, que incluye en
primer plano la figura inerte de Cristo, con las piernas cruzadas recordando su
posición en la cruz y sobre un sudario con que José de Arimatea y Nicodemo le
introducen en un sepulcro decorado al frente con la escena de un sacrificio. En
un segundo plano, la Magdalena llora sobre su mano y la Virgen muestra su
desamparo, mientras más atrás llora María Salomé al contemplar la corona de espinas
que muestra San Juan. Se ambienta en un paisaje en el que se aprecian
formaciones rocosas, troncos y hojas. Es destacable la hábil colocación de las
figuras de forma escalonada siguiendo una diagonal, lo que facilita su
contemplación desde un punto de vista bajo, así como los matices de la
policromía aplicada por Juan de Villoldo, tanto en las carnaciones como en los
estofados.
En las hornacinas de las entrecalles se colocan seis
Apóstoles, algunos fácilmente
identificables por los atributos que portan.
Tercer cuerpo
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Segundo cuerpo: Santo Entierro y Apóstoles |
Preside la calle central el altorrelieve de La Natividad, que presenta como
contrapunto la bella imagen de la Virgen, joven, con cabeza de serenidad
clásica, de rodillas ante el Niño y con elegantes ademanes, frente a la figura
erguida de San José, presentado como un venerable patriarca, envuelto en
voluminosos ropajes y con una postura inestable por tener las piernas cruzadas,
recurso utilizado en Valladolid por su maestro Alonso Berruguete. Al fondo, con
una escala excesivamente reducida, como ocurre con los dos ángeles que
acompañan a la Virgen, se encuentran la mula y el buey y dos pastores que
conversan entre ellos. Una belleza especial presenta la manierista figura del
Niño, con un airoso cuerpo en serpentinata y recostado sobre pañales y un
cojín.
La escena de la Caída
camino del Calvario se encuentra en la parte izquierda, con hasta diez
figuras de gran dinamismo configurando diferentes niveles y planos. El frente
está ocupado por la figura derrumbada de Cristo, que para mantener su
estabilidad se aferra al madero de la cruz que sujeta con esfuerzo el Cirineo.
Al lado aparecen la Magdalena y la Virgen con gesto sufriente y más atrás el
sayón que conduce atado a Jesús, un heraldo romano que tañe un cuerno y otros
personajes del cortejo que sale por la puerta de Jerusalén.
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Tercer cuerpo: Natividad y Apóstoles |
Se contrapone en la parte derecha la escena de la Crucifixión, que planteada de forma
atrevida desde un punto de vista alto, para apreciar todos sus detalles a
distancia desde abajo, produce un efecto de inverosimilitud por su extraña
perspectiva, con la figura de Cristo en diagonal, mientras es crucificado por
un grupo de sayones y soldados cuyos cuerpos parecen emerger del suelo.
Ocupan las hornacinas de las entrecalles cuatro
figuras de Apóstoles y dos santas
mártires en los extremos, una de ellas identificable con Santa Catalina de Alejandría.
El ático
El espacio del ático está concebido como una
prolongación de la calle y las entrecalles centrales para colocar un monumental
Calvario que desborda el espacio,
formado por un excelente Cristo crucificado, la Virgen y San Juan, incluyendo
la figura de la Magdalena aferrada a los pies de la cruz. En las hornacinas que
lo flanquean, en este caso sin los medallones superiores, se encuentran los Cuatro Padres de la Iglesia.
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Tercer cuerpo: Caída camino del Calvario, Santa Catalina y San Juan |
Sobre las calles laterales aparece como remate un
motivo heráldico de gran tamaño formado por el emblema episcopal de don Gutierre de Vargas y Carvajal sujetado por
parejas de bellas virtudes, una de ellas identificada como la Clemencia. El mismo motivo se repite
sobre las entrecalles con parejas de putti
tenantes.
Corona el ático un enorme tondo decorado con
guirnaldas de cuyo interior emerge el Padre
Eterno con el globo terráqueo y en actitud de bendecir. Se rodea de cinco
alegorías de Virtudes en diferentes
posiciones y a los lados de putti que
de nuevo sujetan el emblema familiar de los Vargas.
Esta obra se puede considerar como la más notable de
cuantas hiciera Francisco Giralte, en cuyo estilo fusiona las experiencias de
su maestro Alonso Berruguete con una belleza formal tomada de Diego de Siloé,
de modo que agita pero no distorsiona las anatomías con estridencia y aplica
rostros estereotipados que siguen un ideal clásico, especialmente bellos en las
figuras de la Virgen y San Juan. Con anatomías de canon poco estilizado, aplica
un modelado suave y recubre los cuerpos con paños que forman numerosos pliegues
que producen grandes contrastes lumínicos. Sus expresiones no ahondan en el
dramatismo, ajustándose por su contención a las líneas más clasicistas.
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Tercer cuerpo: Crucifixión, Apóstol y Santa |
Francisco Giralte conoce y recrea todo un repertorio
de grutescos tomados del arte italiano, especialmente grácil en las figuras
infantiles, que aplica al estilo plateresco que domina sus composiciones con
profusión decorativa, como ya ocurriera en el Retablo del Doctor Corral (ca. 1547) de la iglesia de la Magdalena
de Valladolid.
Por otra parte, demuestra una enorme versatilidad,
que oscila desde las obras de imaginería ligera realizada en Valladolid —paso
procesional de la Entrada de Jesús en
Jerusalén— y los trabajos en madera policromada de esculturas y retablos,
hasta la finura de los trabajos en alabastro, que alcanzan su máxima expresión
en los sepulcros de la madrileña Capilla del Obispo.
LOS MAGNÍFICOS SEPULCROS DE LOS VARGAS
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Ático: Calvario, Padres de la Iglesia, Padre Eterno y Virtudes |
A ambos lados del retablo de la Capilla del Obispo,
aparecen empotrados en el muro dos arcosolios con los cenotafios de Francisco
de Vargas e Inés de Carvajal, padres del obispo don Gutierre de Vargas y
Carvajal, que igualmente son obras de Francisco Giralte, que los labró en
alabastro de Cogolludo. Adoptando la forma de un arco triunfal, ambos presentan
idéntico diseño, con pedestales que sujetan columnas pareadas sobre las que se
apoya un entablamento recorrido por un friso, en cuyo interior se abre un nicho
con un arco de medio punto. Tanto los basamentos, ménsulas, pedestales,
columnas, enjutas del arco y frisos, así como el interior de los nichos, están
profusamente decorados con un repertorio italianizante, como figuras de putti, alegorías, grutescos, guirnaldas,
cartelas, motivos heráldicos, etc. A este repertorio se suman los paneles del
interior de los nichos, con escenas de santos en relieve, y el coronamiento del
frontispicio, con figuras alegóricas sujetando el emblema familiar inscrito en
un óvalo y a los lados putti que
sujetan calaveras y cestos de frutas, motivo que se repite en la cúspide.
Entre este alarde decorativo destacan los bultos
orantes del hidalgo madrileño Francisco de Vargas, consejero de los Reyes
Católicos y Carlos V, y de su esposa, la extremeña Inés de Carvajal, miembro de
una importante familia castellana, cuyas efigies orantes, con características
de retratos idealizados, están realizadas con gran virtuosismo técnico.
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Ático: Virtudes con el emblema episcopal de Gutierre de Vargas y Carvajal y putti con el emblema familiar |
Más exuberante es aún el cenotafio, insertado en el
muro derecho o de la epístola de la capilla, del segundo de sus hijos, don
Gutierre de Vargas y Carvajal, obispo de Plasencia desde 1524 a 1559, año de su
muerte, y participante en 1551 en el Concilio de Trento. Fue elaborado en
alabastro por Francisco Giralte en 1566 y presenta la estructura de un gran
arco triunfal, en cuyo interior se abre un gran nicho que alberga la figura a
tamaño natural del obispo orante y arrodillado, revestido lujosamente de
pontifical, colocado sobre unas gradas y delante de un reclinatorio.
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Vista general de la Capilla del Obispo |
Le
acompañan Gaspar de Bedoya, Martín Solano y Pedro Lorenzana, que sujeta la
mitra. Todas estas figuras presentan rasgos individualizados y minuciosos, con
las características de verdaderos retratos. El fondo está ocupado por un gran
tondo en el que se representa una monumental Oración del Huerto, primera de las
escenas de la Pasión que componen el cenotafio. Bajo la grada figura una
cartela, decorada con putti que
juguetean entre guirnaldas, con una inscripción que identifica y exalta al
obispo.
El arco se sustenta sobre dos columnas jónicas con
el fuste estriado y la mitad inferior recubierta por grutescos en relieve.
Delante de los pedestales de las mismas se aparecen dos grupos de cinco niños,
unos cantores, que siguen la partitura que porta uno de ellos, y otros músicos
con chirimías, grupos muy italianizantes que inevitablemente recuerdan las
cantorías florentinas. A su lado, en los laterales, se encuentran dos alegorías
de virtudes de gran tamaño que presentan un trabajo preciosista en la indumentaria,
con paños agitados y pliegues muy menudos, ribeteados con pasamanería calada.
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Cenotafios de Francisco de Vargas e Inés de Carvajal |
Sobre los pedestales se coloca a un lado la figura
de Cristo amarrado a una columna, hacia la que el obispo eleva su mirada, y al
otro la figura de San Pedro mostrando un gesto de arrepentimiento.
El arco aparece coronado por el capelo del prelado y
en las enjutas se colocan alegorías al modo de las victorias romanas. El friso
del entablamento, decorado con pequeñas figurillas humanas recostadas, comunica
con la parte superior, presidida por otro arco bajo el que se encuentra una
imagen del Ecce Homo, que está flanqueado por dos ángeles con ofrendas y en los
extremos por virtudes que sujetan el emblema familiar. Remata la parte superior
un tondo con la inscripción "Sólo a Dios honor y gloria".
Todos los paramentos y elementos arquitectónicos del
monumento están recubiertos por múltiples motivos decorativos, con profusión de
figuras de niños, que en estilo plateresco establecen un exuberante horror
vacui.
En su conjunto, este cenotafio constituye una obra
maestra de la escultura funeraria española del siglo XVI y encumbra a Francisco
Giralte como uno de los escultores renacentistas de mayor nivel y más
italianizante.
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Cenotafio de Gutierre de Vargas y Carvajal, 1566 |
En este recinto también es destacable una puerta
interior que, encargada en 1544 y tallada en madera de nogal, se atribuye a
Cristóbal Robles y Francisco de Villalpando. Sus hojas aparecen decoradas con
bajorrelieves en los que se representa en la parte superior la Expulsión del Paraíso de Adán y Eva,
como origen del pecado, y más abajo la Anunciación como inicio de la Redención.
No obstante, las escenas más impactantes son las que en la parte inferior
representan escenas de batallas de tiempos de Moisés y Josué, como la toma de
la ciudad de Maceda, animadas escenas con multitud de soldados y caballos de
estilo puramente renacentista.
La Capilla del Obispo, monumento nacional desde
1931, tras permanecer muchos años cerrada al público, se reabrió en 2010 tras
realizarse su restauración integral. La iglesia actualmente está ocupada por la
comunidad de las Hermanitas del Cordero, una fraternidad fundada en Madrid el 4
de octubre de 2008.
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Detalles del cenotafio del obispo Guttierre de Vargas y Carvajal |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
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Niños cantores y músicos. Detaller del cenotafio de Gutierre de Vargas y Carvajal |
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Cristóbal de Robles y Francisco de Villalpando. Detalle de la puerta con escenas de batallas bíblicas, 1544 |
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