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Luisa Roldán. El rey de Tarsis, 1670-1679. Museo Nacional de Escultura, Valladolid. |
Es el Evangelio de Mateo el único que menciona, y
de forma escueta, la adoración de unos magos de Oriente, que guiados por una
estrella llegaron a Belén, donde rindieron homenaje al Niño y le ofrecieron
como dones oro, incienso y mirra (Mt. 2, 1-12). En la paulatina configuración
de la iconografía que les representa en el arte cristiano, los artistas
recurrieron a diversos evangelios apócrifos, fechados entre los siglos II y
VII, siendo en el Evangelio Armenio de la Infancia, del siglo VI, donde
aparecen por primera vez sus nombres: “El
primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y
el tercero, Baltasar, rey de los árabes”. A estos textos se sumaron
distintas obras literarias, redactadas entre los siglos VII y XV, que
contribuyeron a consolidar una serie de convencionalismos que permanecieron
invariables a lo largo del tiempo, como el representar las tres edades de la
vida del hombre, extendiendo la salvación a los hombres de todos los tiempos, y
tres razas distintas —europea, asiática y africana— alusivas a los tres
continentes por entonces conocidos y vinculadas a Sem, Jafet y Cam, los tres
descendientes de Noé.
Con estos presupuestos, en el arte paleocristiano,
bizantino, románico, gótico y renacentista se fueron materializando sugestivas
composiciones pictóricas y escultóricas que durante el barroco alcanzaron una
expresividad especial, cuando, tras los postulados emanados del Concilio de
Trento, se fomentaron las representaciones de la Epifanía como exaltación del
momento en que, a través de los Reyes Magos — representantes de otras
civilizaciones y del mundo pagano—, Jesús se manifiesta o se revela al mundo
para ser identificado como el Mesías.
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Luisa Roldán. Heraldo del rey de Tarsis, 1670-1679. MNE. |
Sin embargo, en torno a esta representación
convencional, esporádicamente han ido apareciendo algunos estudios de carácter
histórico que pretenden justificar la identidad de uno de los Reyes Magos como
el rey de Tarsis, un antiguo reino bíblico que, perteneciente a la cultura de
los tartessos, estaba asentado en el entorno de Cádiz y de cuyas riquezas se
habría servido Salomón para construir el mítico templo de Jerusalén.
En esta idea abunda el jesuita sevillano fray Juan
de Pineda en su obra Salomo previus sive de rebus Salomonis regis, libri octo,
publicada en Venecia en 1611, así como el carmelita descalzo gaditano fray
Gerónimo de la Concepción en su única obra
Emporio del Orbe. Cádiz Ilustrada, investigación de sus antiguas
grandezas, discurrida en concurso del general imperio de España, impresa en
Amsterdam en 1690.
Ya en nuestros días, ha sido Joseph Ratzinger
(Benedicto XVI) quien en su libro La
infancia de Jesús, publicado en 2012 y perteneciente a su trilogía
"Jesús de Nazaret", ha tratado el tema de los Reyes Magos basándose
en el salmo de Isaías 60 —"Ciertamente
a mí esperarán las islas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer
tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y
al Santo de Israel, que te ha glorificado"— y en el salmo 72, 10 del
Libro de los Salmos —"Que le paguen
tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de
Seba le traigan presentes. Que ante él se inclinen todos los reyes; ¡que le
sirvan todas las naciones!"—, extendiéndose en estos textos la
proveniencia de aquellos sabios hasta el extremo de Occidente.
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Luisa Roldán. Paje del rey de Tarsis, 1670-1679. MNE. |
Sirva todo lo expuesto para justificar la presencia
del Rey de Tarsis en la bellísima Cabalgata
de los Reyes Magos realizada por la escultora sevillana Luisa Roldán, en
colaboración con su esposo, el también escultor sevillano Luis Antonio de los
Arcos, que entre 1670 y 1689 tallaron en madera de cedro policromado un
excepcional cortejo de tipo belenista en el que junto a los tres reyes
tradicionales y sus séquitos aparece el "cuarto rey".
La rareza de esta iconografía en el panorama de la
escultura barroca española, estudiada por Alfonso Pleguezuelo1, no
tiene ejemplos comparables, conservándose de dicha cabalgata el rey Melchor a
caballo, con su heraldo montando un unicornio y un paje, los tres vestidos a la
romana; un heraldo a caballo del rey Gaspar y dos pajes vestidos a la turca; el
rey Baltasar y su heraldo cabalgando dromedarios y acompañados de seis pajes,
todos de raza negra, con ricas vestiduras y tocados con turbantes; finalmente
las figuras ecuestres del rey de Tarsis y su heraldo junto a dos pajes, todos
ellos vestidos a la moda española del siglo XVI, con calzas acuchilladas,
gorgueras y sombreros cilíndricos2. Al conjunto de dieciocho figuras
se suma la figura ecuestre de un heraldo anunciador, realizada en terracota por
el escultor sevillano José de Cárdenas y firmada en 1727.
Estas piezas presentan una policromía preciosista
con punzonados, esgrafiados sobre oro y detallados motivos aplicados a punta de
pincel, así como pequeños cristales tallados —en su mayor parte perdidos— que
emulan joyas en trajes, tocados y arreos de las caballerías.
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Luisa Roldán. Detalle paje rey Gaspar, 1670-1679. MNE. |
Es en la caracterización del rey de Tarsis y su
séquito donde se podría encontrar una glorificación de la monarquía hispánica y
de Felipe II como nuevo Salomón, lo que permite especular que el destino de la
colección, que debió formar parte de un conjunto mayor desaparecido, de
esmerada elaboración, fuera el entorno cortesano de Madrid, al que Luisa
Roldán, que supo elevarse a la altura de los mejores escultores de su época, se
trasladó a comienzos de 1689, llegando a ser nombrada en octubre de 1692, por
sus indudables méritos artísticos, escultora de Cámara de Carlos II —último de
los Austrias—, cargo que renovaría en 1701 al servicio de la Casa Real de
Felipe V —primero de los Borbones—, consiguiendo una insólita trayectoria vital
y profesional en una sociedad que, regida y controlada por hombres, relegaba a
la mujer al ámbito doméstico o la vida religiosa.
Fueron sus obras de escala reducida, consideradas
"alhajas de escultura", las que le abrieron las puertas de la Corte
madrileña, siendo en su etapa cortesana cuando "La Roldana" realizó
la mayoría de sus bellas composiciones en barro policromado, como San Joaquín, Santa Ana y la Virgen niña,
Sagrada Familia con el Niño dando sus
primeros pasos y la Educación de la
Virgen del Museo Guadalajara, La
Virgen niña aprendiendo a leer con Santa Ana y San Joaquín y la Sagrada Familia con ángeles de una colección
privada madrileña, la Aparición de la
Virgen a San Diego de Alcalá del Victoria & Albert Museum de Londres,
la Imposición del escapulario a San Simón
Stock del Museo dos Patudos de Alpiarça (Portugal), los Desposorios místicos de Santa Catalina y
el Éxtasis de la Magdalena de la
Hispanic Society de Nueva York, o el Entierro
de Cristo del Metropolitan Museum de Nueva York, por citar algunos de
ellos.
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Luisa Roldán. Detalle heraldo rey Baltasar, 1670-1679. MNE. |
La fantástica Cabalgata
de los Reyes Magos fue adquirida, a finales de 2017, a una colección
madrileña por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que la entregó al
Museo Nacional de Escultura de Valladolid, siendo presentada en público en
marzo de 2018 tras pasar a integrar su colección permanente. ¡Sin duda un
magnífico regalo de Reyes para el patrimonio vallisoletano!
Informe y fotografías: José Miguel Travieso.
NOTAS
1 PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, Alfonso: Los cuatro Reyes Magos de Luisa
Roldán. Ars Magazine. Revista de Arte y Coleccionismo nº 30. Madrid, 2016, pp.
106-118.
2 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel: Cabalgata de los Reyes Magos.
Catalogación del grupo escultórico en la web del Museo Nacional de Escultura.
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Luisa Roldán. Figuras de la Cabalgata de los Reyes, 1670-1679. MNE. |
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Luisa Roldán. Pajes de los reyes Gaspar y Melchor. MNE (Foto MNE) |
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Luisa Roldán. Heraldo del rey Melchor y rey Melchor. MNE (Fotos MNE) |
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Luisa Roldán. Cabalgata de los Reyes Magos, 1670-1679. MNE (Foto MNE) |
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