ALTORRELIEVE DE LA DEDICACIÓN DEL COLEGIO DE SAN GREGORIO
Atribuido a Gil de Siloé (Flandes, h. 1440-Burgos, 1501)
Hacia 1499
Piedra
Fachada del Colegio de San Gregorio, Valladolid
Escultura gótica. Estilo hispano-flamenco
En muchas ocasiones se ha dicho en tono poético que
las piedras hablan para contarnos su historia. En la obra que aquí
presentamos podemos comprobar cómo las imágenes pétreas se esfuerzan en ello con una
clara intencionalidad: glorificar e inmortalizar la figura de Fray Alonso de Burgos,
fundador y financiador del Colegio de San Gregorio de Valladolid en las décadas
finales del siglo XV.
Lo primero a señalar es que se trata de una obra
sacada de contexto, pues en realidad la escena integra el tímpano de la
suntuosa portada del Colegio, paradigma de un exacerbado afán decorativo en el
gótico tardío, cuyo repertorio de troncos entrecruzados, de cardinas adoptando
formas caprichosas, de hombres en estado salvaje junto a soldados bien
pertrechados, de múltiples personajes convertidos en símbolos en numerosas
escenas de significación moralizante, del estanque del que brota un granado
ante el júbilo de un grupo de niños, y, sobre todo, del gran motivo heráldico
central que proclama la gloria de los Reyes Católicos, constituye un inabarcable
fondo para el estudio y la interpretación iconográfica, para las conjeturas y
la especulación artística e histórica, cuyos códigos encriptados, sin duda, todavía harán
correr en el futuro muchos ríos de tinta.
Sin embargo, la escena del tímpano es meridianamente
clara y reducida a lo esencial: la celebración y ofrecimiento —pues la portada
fue el último elemento arquitectónico incorporado al complejo docente— de la
fundación de un Colegio consagrado a San Gregorio por parte del obispo de
Palencia.
La escena, decididamente simplificada en relación
con los elementos circundantes, muestra a Fray Alonso de Burgos, revestido con
ricos ornamentos episcopales y arrodillado ante un reclinatorio, que ofrece con
veneración, en actitud orante, el Colegio por él fundado a la figura sedente y
mayestática del papa San Gregorio Magno, su titular, coronado con la tiara
papal y sujetando el báculo y un cáliz. El obispo fundador es asistido o protegido a su
espalda por Santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores a la que el
prelado pertenecía, que con el hábito dominicano y la cabeza tonsurada sujeta
como atributo una vara de azucenas, símbolo de castidad y pureza en la fe.
En el lado opuesto, a modo de testigo de tan
solemne acto, aparece sentado en cátedra el apóstol San Pablo, titular del
monasterio vecino junto al que se levantó el Colegio y al que estaba vinculado.
El cuarteto de personajes, en el intento de
ubicarles en un espacio dignificado, ocupan un sugerido espacio en cuyo fondo
cuelga un gran tapiz ornamentado con una retícula de formas romboidales que en
su interior contienen flores de lis —emblema de Fray Alonso de Burgos— y un
remate inferior con una cenefa y largos flecos. De forma tan sintética queda
inmortalizada la acción del obispo fundador y la gloria de los tres santos a
los que el fundador profesaba su mayor veneración.
LA PUJANTE FIGURA DE FRAY MORTERO
Fray Alonso de Burgos fue un personaje que tuvo
gran peso en la política castellana a partir de la década de 1480, siendo
considerado como el primer consejero de la Edad Moderna vinculado a los Reyes
Católicos1.
Fray Mortero, sobrenombre por el que era conocido
en la Corte, había nacido en 1415 en el valle de la Mortera, en las serranías
de Burgos, en el seno de una familia de ascendencia noble y estaba emparentado
con los obispos conversos Alonso de Cartagena y Pablo de Santa María. Este
último, obispo de Burgos del que era sobrino, le tomó a su servicio siendo muy
joven, lo que le permitió acceder a la carrera eclesiástica.
Muy pronto ingresó en el monasterio de San Pablo de
Burgos, perteneciente a la Orden de Predicadores, donde ejerció como lector de
teología y donde, en 1449, cuando contaba 34 años, fue nombrado prior del
monasterio. Desde Burgos pasó al convento de San Pablo de Valladolid para
estudiar Arte y Teología, donde también llegaría a ser nombrado prior. La
ostentación de este cargo fue decisivo para establecer estrechas relaciones con
la Corte hasta ser nombrado confesor real y Canciller Mayor del Reino,
alcanzando un importante rango al participar como consejero de la actividad
política junto a los Reyes Católicos.
Eclesiástico muy respetado por la nobleza por la
fuerza de sus sermones y sus dotes oratorias, en los primeros años de su
reinado Isabel la Católica recurrió repetidamente a sus consejos, agradeciendo
los éxitos obtenidos con su nombramiento, en 1473, como confesor personal y
capellán mayor, llegando a gozar de una gran confianza entre los monarcas.
Debido a la influencia de la reina Isabel, en 1477 era nombrado obispo de
Córdoba y más tarde, en 1482, obispo de Cuenca, después de producirse una
disputa de los reyes con el papado sobre el derecho a decidir los cargos
eclesiásticos más importantes de sus dominios.
Por último, entre 1485 y 1499 ocupó la cátedra del
obispado de Palencia, diócesis a la que pertenecía Valladolid, ciudad a la que
Alonso de Burgos estaba vinculado sentimentalmente desde que en 1468, al
producirse la muerte del cardenal Fray Juan de Torquemada, también dominico,
tomara el relevo en los afanes iniciados por aquél en 1463 para renovar la
construcción del monasterio de San Pablo, aquel que, iniciado hacia 1276
gracias a una donación de terrenos realizada por doña Violante, esposa de
Alfonso X el Sabio, y beneficiado en 1286 por la reina doña María de Molina, en
ese momento presentaba ruina y estrechez espacial.
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Simón de Colonia. Fray Alonso de Burgos en el tímpano de la iglesia de San Pablo de Valladolid |
Fray Alonso de Burgos prosiguió la elevación y
ornamentación de la iglesia, de la que sólo se habían construido los cimientos,
incorporando al complejo el claustro principal, el coro, la sala capitular, el
refectorio, la hospedería, los dormitorios, la biblioteca y una capilla
personal para su enterramiento comunicada con la iglesia a la altura del
crucero, aunque la obra más ambiciosa fuese la grandilocuente portada, cuya
obra fue contratada con el prestigioso arquitecto y escultor burgalés Simón de
Colonia.
Fray Alonso de Burgos llegaría a ser nombrado
consejero del rey Fernando y presidente del Consejo de Castilla, el más alto
órgano del reino, calidad con la que intervino en 1480 en el juramento del
príncipe Juan, hijo de Isabel y Fernando. Convertido en un influyente
personaje, participó en asuntos de la Inquisición, en las relaciones con la
Santa Sede y en un hecho tan decisivo como fue la unificación de diferentes
Hermandades existentes para crear la Santa Hermandad, siendo quien
personalmente elevó los dictámenes de tan importante institución —el primer
cuerpo policial organizado en Europa— a la reina Isabel, que la instituyó en
las Cortes de Madrigal en 1476.
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Gil de Siloe?, 1499. Fray Alonso de Burgos en el tímpano del Colegio de San Gregorio de Valladolid |
Alonso de Burgos moría en Palencia en 1499 cuando ya
había superado los 80 años de edad, siendo enterrado en la suntuosa capilla
funeraria que había hecho construir junto a la iglesia de San Pablo de
Valladolid para beneficio de su alma y honra de su memoria. Sin embargo, a
pesar de su mecenazgo en fábricas conventuales durante su sucesivo periplo por
las diócesis de Córdoba, Cuenca y Palencia, su iniciativa más singular sería la
fundación y edificación del Colegio de San Gregorio de Valladolid para la
formación de religiosos dominicos, cuya bula de fundación fue concedida por el
papa Inocencio VIII a finales de 1487. Esta magna obra le reserva un lugar de
honor entre los promotores y mecenas de los albores de la Edad Moderna.
INTERVENCIÓN DE GIL DE SILOÉ EN LA FACHADA DEL COLEGIO
Si la traza general del edificio puede atribuirse a
Juan Guas, del que se tiene constancia que intervino en la construcción de la
capilla funeraria de Fray Alonso de Burgos, no puede decirse lo mismo del
artífice de las labores ornamentales de la fachada, obra destacada del arte gótico
tardío en España, ya que desafortunadamente este dato no está documentado.
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Izda: Gil de Siloé. Soldado del sepulcro del infante don Alfonso en la Cartuja de Miraflores (Burgos) Dcha: Soldado de la fachada del Colegio de San Gregorio |
Sin embargo, cuando Julia Ara Gil2
analiza en profundidad el variado e inusual repertorio decorativo e
iconográfico de la espectacular fachada-pantalla del Colegio de San Gregorio,
ya apunta la estrecha relación estilística de los motivos escultóricos con el
taller burgalés del gran maestre Gil de Siloé, el mejor escultor activo en
España a finales del siglo XV. Precisamente Fray Alonso de Burgos recurre a
este maestro para encargar el desaparecido retablo que presidiría su capilla,
que sería realizado con la participación del pintor Diego de la Cruz, estrecho
colaborador del escultor en las labores de policromía, siendo la obra culminada
hacia 1488. Este es un dato decisivo que certifica la relación de Fray Alonso
de Burgos con Gil de Siloé para su proyecto de Valladolid, al que bien pudo
solicitar su intervención en la fachada que suponía el colofón al majestuoso
Colegio de San Gregorio.
Además, la gran similitud estilística de algunos
motivos de la fachada con otras obras de Gil de Siloé, tales como el sepulcro
del infante don Alfonso (1492) de la Cartuja de Miraflores o el retablo de la
capilla de la Concepción o Santa Ana (1492) de la catedral de Burgos, hace muy
probable la hipótesis de que Gil de Siloé fuera el autor del repertorio
decorativo de la fachada, que habría sido rematada en 1499.
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Izda: Gil de Siloé. Árbol de Jesé del retablo de la Capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos Dcha: Granado y heráldica de la fachada del Colegio de San Gregorio |
Es muy elocuente la similitud iconográfica y
estilística entre el soldado que aparece en el frente del sepulcro del infante
don Alfonso, hijo de los Reyes Católicos, en la Cartuja de Miraflores, y los
soldados distribuidos por la fachada de San Gregorio. Otro tanto acurre con el
motivo central que muestra las ramificaciones de un granado, que
inevitablemente recuerda las ramificaciones del Árbol de Jesé que brota del
pecho del padre del rey David para establecer el árbol genealógico de Cristo en
el retablo de la capilla de Santa Ana de la catedral burgalesa, obra
encomendada a Gil de Siloé por el obispo Luis de Acuña. En la fachada vallisoletana,
el espacio central que ocuparan en Burgos San Joaquín y Santa Ana son
sustituidos por un gran motivo heráldico que proclama la gloria de los Reyes
Católicos tras la conquista de Granada.
Pero si nos atenemos estrictamente al relieve del
tímpano que representa la ofrenda del Colegio también encontramos numerosas
similitudes. En el mismo retablo de la capilla de Santa Ana de la catedral de
Burgos se incluye, por expreso deseo del comitente, un relieve en el que
aparece el obispo Luis de Acuña, en actitud orante, revestido de pontifical y
rodeado de acólitos en el momento de ofrecer el retablo por él financiado para
su capilla funeraria. Gil de Siloé no sólo hace un ejercicio de virtuosismo flamenco
en la reproducción al detalle de la capa pluvial, la mitra, los guantes y el
báculo, sino que trabaja la cabeza con la calidad de un verdadero retrato.
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Izda: Gil de Siloé. Retrato del obispo Acuña en el retablo de la Capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos Dcha: Retrato de Fray Alonso de Burgos en el Colegio de San Gregorio |
La misma disposición y el mismo preciosismo
decorativo muestra la figura de Fray Alonso de Burgos ofreciendo el Colegio a
San Gregorio, aunque comprendamos las limitaciones técnicas entre el trabajo en
madera y en piedra. Si la capa, la mitra, los guantes y el báculo muestran
idéntico alarde decorativo, más significativo es el afán por plasmar, con gran
morbidez, el retrato del obispo de Palencia.
Asimismo, para el banco del mismo retablo burgalés
Gil de Siloé talló un relieve que representa a San Pablo sedente en cátedra y
colocado con un giro de tres cuartos pretendiendo dotar a la figura, mediante una
perspectiva no dominada, de cierta profundidad. El mismo esquema compositivo,
similar tipología humana, igual tratamiento de los paños con pliegues duros e
idéntico tipo de elemental perspectiva presenta la figura de San Pablo en el
tímpano vallisoletano, que mantiene una actitud hierática que se traduce en
solemnidad.
Por todo ello, mientras no se demuestre lo
contrario, bien podemos aceptar el relieve de la dedicación del Colegio de San
Gregorio como obra de Gil de Siloé, cuyo talento, elegancia, gracia nórdica y
dominio en el oficio escultórico no fue superado en tiempos de los Reyes
Católicos por ningún otro escultor. De modo que si para la fachada de la
iglesia de San Pablo Fray Alonso de Burgos eligió la maestría de Simón de
Colonia, para el retablo de su capilla y la fachada del Colegio de San Gregorio
contrataba a Gil de Siloé, un hecho que no sólo demuestra la capacidad
económica del mecenas para contratar a los mejores artistas del momento, sino
su preocupación por determinar los programas iconográficos de los edificios por
él patrocinados, llegando incluso a determinar la transformación del marco
urbano en el que se levantaban, como la apertura de grandes plazas ante las
fachadas principales.
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Izda: Gil de Siloé. San Pablo en el retablo de la Capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos Dcha: San Pablo en el tímpano del Colegio de San Gregorio |
Una de las obsesiones de Fray Alonso de Burgos fue
la de incorporar, en todos los elementos de los edificios, su emblema personal
de la flor de lis, motivo que se repite hasta la saciedad en las fachadas,
patio, capilla, cubiertas mudéjares, etc. Este auto-homenaje es el único
testimonio que proclama su gloria para la eternidad, pues como afirma José
Ignacio Hernández Redondo3, ni la ciudad de Valladolid ha mostrado a
lo largo de su historia una muestra de gratitud con tan insigne personaje que
tanto favoreció su patrimonio, pues incluso la primitiva calle del Colegio del
obispo de Palencia pasó a titularse calle Cadenas de San Gregorio, ni los
estudios histórico-artísticos hispánicos le han tratado con la misma
consideración que a los prelados de familias como los Fonseca o los Mendoza,
que igualmente ejercieron destacados papeles de mecenazgo.
Sirva
contemplar la obra que presentamos para recuperar, en lo posible, la memoria de
tan importante figura histórica que en Valladolid puso todos sus empeños en
utilizar el arte de mayor calidad como medio para su exaltación personal —todo
un ejercicio de autoestima— y la de los Reyes Católicos.
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Emblema de Fray Alonso de Burgos sobre el tímpano |
Informe y fotografías: J. M. Travieso
NOTAS
1 MARTÍNEZ PEÑAS, Leandro. El confesor del rey en el Antiguo Régimen.
Editorial Complutense, Madrid, 2007, pp. 57-65.
2 ARA GIL, Clementina Julia. Escultura gótica en Valladolid y su
provincia. Institución Cultural Simancas, Diputación de Valladolid, Valladolid,
1977, pp. 239-251.
3 HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio. El Colegio de San Gregorio,
fundación de Fray Alonso de Burgos: reflexiones y propuestas. Conocer
Valladolid 2013, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción y
Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2014, pp. 89-111.
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