INMACULADA CONCEPCIÓN
Thomas
Willeboirts Bosschaert (Bergen-on-Zoom, Países Bajos, 1613 – Amberes, 1654)
Hacia 1652
Óleo sobre lienzo, 6,55 x 4,64 m
Museo Nacional de Escultura,
Valladolid
Procedente del Convento de la
Concepción (Franciscanas Recoletas) de Fuensaldaña (Valladolid)
Pintura barroca. Escuela Flamenca
Don Alonso Pérez de Vivero, tercer conde de Fuensaldaña, otorgaba
poderes a su madre, doña María Minchaca, para levantar un monasterio en
Fuensaldaña, bajo la advocación de la Concepción, para la orden de monjas
franciscanas recoletas. La fundación se registró en Amberes el 28 de marzo de
1651 ante el escribano Adrián Dierex, de la que se hizo traslado a Juan de
Hurones en el mes de septiembre de aquel año. Más tarde, el 14 de febrero de
1652, Juan Alonso de Usátegui se constituía en fiador del conde, obligándose a
terminar el complejo en un plazo de tres años. En septiembre de 1652 llegaba al
convento la viuda doña María Minchaca, que como Sor María de Jesús sería la
primera abadesa hasta su fallecimiento en el mismo en 1655. Por su parte, el
conde sería patrono perpetuo, haciendo figurar sus escudos de armas en la
construcción.
En 1652, durante su estancia en Flandes, don Alonso Pérez Vivero encarga
para la iglesia del convento un conjunto de tres pinturas al maestro Thomas
Willeboirts Bosschaert, por entonces residente en Amberes, que desde su llegada
a Fuensaldaña serían muy admiradas por su calidad y belleza.
Estas fueron una ofrenda
a la Virgen realizada por don Alonso Pérez de Vivero, vizconde de Altamira y
Gobernador de Flandes, como agradecimiento por sus victorias, pues en 1649
había llegado a las puertas de París con las tropas de S.M. y era uno de los prestigiosos
generales que luchó junto a Leopoldo Guillermo de Austria, con quien compartía el
amor por la pintura. En el Museo del Prado se conserva un testimonio gráfico en
el cuadro La Galería del archiduque Leopoldo Guillermo en Bruselas, obra
de David Teniers en 1647, en la que aparecen el pintor y el archiduque retratados
(ver ilustración).
Los tres lienzos reflejan la realidad histórica de la sociedad
sacralizada que vivía España en el siglo XVII. La pintura, destinada a presidir
el altar mayor, representa una apoteosis de la Inmaculada Concepción, pues
la abadesa, como monja franciscana, era una defensora incondicional de este dogma.
Hay que recordar que las comunidades franciscanas fueron las más fieles defensoras
del futuro dogma, frente a dominicos, bernardos y tomistas, siendo común, como
opina el historiador belga León van der Essen, que los teólogos y nobles
españoles utilizaran el genio de los maestros flamencos para afirmar sus
ideales religiosos.
Los otros dos lienzos, destinados a los altares colaterales del crucero,
representan la exaltación de dos santos franciscanos: Los estigmas de San
Francisco de Asís y la Glorificación de San Antonio de Padua.
EL MONUMENTAL
CUADRO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
El monumental lienzo de la Inmaculada Concepción, con unas medidas
de 6,55 x 4,64 m, ocupaba en solitario y con su marco el altar de la iglesia de
Fuensaldaña, del que el historiador Antonio Ponz manifestó: “Yo no le puedo
significar a Vd. el capricho, variedad y hermosura de tal obra, que merece se
haga un viaje por verla”, elogio repetido por otros muchos tratadistas.
Distribuido en dos espacios, abajo el terrenal y arriba un rompimiento
de gloria celestial, la parte central es ocupada por la Virgen situada sobre el
eje de la composición, apareciendo rodeada por una amalgama de arcángeles y serafines
que configurando una diagonal impregnan al grupo de un sentido ascensional,
fundiéndose así con la tradicional iconografía de la Ascensión de la Virgen. Un
hecho poco frecuente en la iconografía cristiana es la aparición, en el tema de
la Inmaculada, de la Trinidad con las figuras de Cristo y de Dios Padre con
formas idénticas, asentados sobre nubes, vistiendo túnicas blancas y sujetando en
majestad el globo terráqueo y el cetro.
Toda la pintura está compuesta con sutiles matices que contribuyen a configurar
una escena apoteósica, comenzando por la representación de la Trinidad, cuyas
figuras delimitan un espacio triangular con el vértice hacia abajo,
estableciendo con las nubes una puerta de entrada en la gloria a través de una
senda trazada por los rayos que emanan de la figura del Espíritu Santo,
representado en la forma tradicional de paloma.
La Virgen, que ocupa el centro de la composición, aparece revestida con
una túnica rosácea, símbolo de gracia, un manto azul, símbolo de eternidad, y
un velo vaporoso de color ocre, símbolo de su origen terrenal. Levanta sus
brazos en gesto de aceptación con las palmas de las manos en diferente sentido,
una hacia arriba y otra hacia abajo, para expresar su carácter de intermediaria
entre el cielo y la tierra.
Alrededor de la Virgen destacan tres arcángeles de gran tamaño, con
diferentes posturas y colorido en sus túnicas, que participan en la exhibición,
junto a los serafines, de los símbolos lauretanos que representan los ideales
defendidos en España antes de la declaración del dogma de la Inmaculada
Concepción.
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Thomas Willeboirts Bosschaert. Repetición del modelo Izda: Serafín con espejo y corona de laurel en la Inmaculada Dcha: Estudio de cabeza de niño, h. 1644, Museo Nacional de Suecia, Estocolmo |
El arcángel colocado junto a Ella exhibe una rama de blancos lirios
silvestres o azucenas, símbolo de belleza y pureza, mientras que el
colocado en primer término porta un cetro que la define como Reina de la
Tierra por ser la madre del Rey de Reyes. En la parte izquierda dos serafines
portan un tarro de ungüentos y una corona, que simbolizan su
papel como bálsamo de la humanidad y como Reina de los Cielos respectivamente, mientras
a sus pies dos serafines sujetan un cristal transparente, símbolo de su
virginidad en la maternidad, y un globo terráqueo, símbolo de su reinado
universal a través de Cristo.
En la parte derecha se acumulan los símbolos lauretanos portados por serafines,
apareciendo, de arriba abajo, la palma, aludiendo a la santificación de
la Virgen y su subida a la gloria; el sol, que indica que con su
maternidad hace llegar la luz al mundo; la estrella, que como el lucero
del alba anuncia la luz; el espejo, que expresa que en Ella se refleja
la perfección divina; la corona de laurel, que representa la victoria
sobre el mal derivado del pecado original; la rama de olivo, en su
condición de portadora de paz y sabiduría; la corona de flores, por ser
distinguida por Dios entre las mujeres. Los elementos simbólicos lauretanos se
continúan en el paisaje crepuscular que recorre la parte inferior, donde se
distingue un templo, ya que como Madre de Dios tiene carácter sagrado y
está santificada; un jardín cerrado como símbolo de pureza virginal; una
fuente, por ser purificadora como el agua; una puerta, alusiva a
la puerta del cielo por donde Cristo llegó al mundo; un rosal, pues es
la mejor entre las mujeres, como lo es la rosa entre las flores.
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Recreación de la pintura en el Convento de la Concepción de Fuensaldaña (Valladolid) |
Aparte de su significación religiosa, que la convierte en una
declaración de principios por parte de los comitentes, a los que se ajustó a la
perfección el pintor flamenco, su estilo se caracteriza por la maestría en el
dibujo, la variedad de fisionomías, los cuerpos en movimiento y un repertorio
de jóvenes y niños plenos de vida y con extraordinaria belleza, así como por el
magistral dominio compositivo, el sentido del ritmo y la armónica aplicación
del color. Aunque el pintor Thomas Willeboirts Bosschaert pertenecía al círculo
de Rubens, la elegancia y el amaneramiento de los gestos acusan una mayor
influencia de la obra de Van Dyck.
EL PROBLEMA DE
LA AUTORÍA
De los tres lienzos que debieron llegar al Convento de la Concepción de
Fuensaldaña entre 1562 y 1655, a pesar de la abundante documentación, en ningún
momento se cita su autoría, aunque por su elevada calidad siempre llamaron la
atención de los antiguos tratadistas, viajeros y críticos de arte más
prestigiosos. Sin embargo, sus atribuciones dieron lugar a una disparidad de
opiniones que ha costado tiempo en aclararse.
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Thomas Willeboirts Bosschaert Estigmas de San Francisco y Glorificación de San Antonio Pinturas que acompañaron a la Inmaculada Museo Nacional de Escultura (Valladolid) |
Antonio Palomino relaciona las pinturas con las obras de Rubens llegadas
a España, autor que en el siglo XVIII pone en duda Antonio Ponz, que hace una
minuciosa descripción de cada una de ellas. Ceán Bermúdez, siguiendo a Palomino,
las considera obras excepcionales de Rubens, fijando erróneamente su
realización en 1603, cuando el convento se había fundado en 1652. Esta
atribución fue compartida por Bosarte y Laborde, al igual que por el
historiador alemán Carl Justi, que con grandes elogios también se decantó por Rubens.
Ceferino Araujo fue quien apreció en ellas la influencia de Van Dick, aunque no
faltaron voces que proponían a Thys como autor, opinión después compartida, con
reservas, por Agapito y Revilla y Federico Wattemberg. Martí y Monsó las atribuyó
decididamente a Rubens.
Fue Matías Díaz Padrón el que restituyó la autoría de estas obras a Thomas
Willeboirts Bosschaert, que además localizó lo que consideró un estudio previo
de la Inmaculada de Fuensaldaña en la Arcade Gallery de Londres, después
adquirido por la Johannesburg Art Gallery de Sudáfrica, donde se guarda. Un
indicio elocuente es también el serafín que porta el espejo y la corona de
laurel en la pintura de la Inmaculada, relacionado con el modelo de niño
con amplios bucles rubios que realizara Thomas Willeboirts Bosschaert hacia
1644 y que se conserva en el Museo Nacional de Suecia de Estocolmo, modelo que
se repite en la versión del Triunfo del Amor que conserva el mismo museo
sueco.
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David Teniers El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas, 1647-1651, Museo del Prado |
THOMAS
WILLEBOIRTS BOSSCHAERT
El pintor barroco flamenco Thomas Willeboirts Bosschaert nació en Bergen-on-Zoom,
en los actuales Países Bajos, en 1613, en el seno de una familia católica allí
establecida desde finales del siglo XVI. En 1628 se trasladó a Amberes, donde
durante ocho años realizó su formación junto al pintor local caravaggista Gerard
Seghers. Hacia 1636 conseguía el status de ciudadano de Amberes e ingresar en
la guilda o gremio de San Lucas.
Asentado en Amberes y contando con su propio taller, su actividad fue
prolífica, acogiendo a un gran número de alumnos. Colaboró con los pintores
Daniel Seghers, Paul de Vos, Jan Fyt, Frans Snyders, Frans Ykens y Adriaen van
Utrecht. En su repertorio aborda los más dispares géneros con gran eficacia, como
la pintura religiosa, la mitológica, las alegorías, el retrato, las naturalezas
muertas y la pintura de flores. Son inconfundibles los cuadros que mezclan
escenas religiosas con composiciones florales, realizados en colaboración con
Daniel Seghers o con Frans Ykens. Asimismo, muestra de su colaboración con Paul
de Vos es la pintura Alegoría de las Artes o El triunfo del Amor,
pintada hacia 1650 y conservada en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.
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Thomas Willeboirts Bosschaert Coronación de la Virgen, mediados siglo XVII Palais des Beaux Arts, Lille |
Especial importancia tuvo su colaboración con Peter Paul Rubens, junto
al que realizó una serie de pinturas mitológicas encargadas en España por
Felipe IV para la Torre de la Parada, pabellón de caza a las afueras de Madrid, donde le correspondió representar a Diana y Endimión, pintura perdida. A la
influencia ejercida por Rubens se vino a sumar la de Anton van Dyck, de fuerte
impacto en su obra.
Entre 1641 y 1647 trabajó al servicio de Federico Enrique de
Orange-Nassau, magistrado supremo de los Países Bajos, y de su viuda Amalia von
Solms, que le encargó participar en la decoración del Salón de Orange
(Oranjezaal) del Palacio Huis ten Bosch con temas de exaltación de la figura de
su difunto esposo.
Otro cliente fue el archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, reconocido
coleccionista de pinturas, así como el español Alonso Pérez de Vivero,
gobernador de Flandes, que le encargó las tres monumentales pinturas destinadas
al Convento de la Concepción de Fuensaldaña (Valladolid).
Thomas Willeboirts Bosschaert, del que conocemos su aspecto por el Autorretrato
que realizó en 1637, actualmente en el Noordbrabants Museum de Bolduque (Países
Bajos), murió en Amberes en 1654.
PERIPECIAS DE
LAS PINTURAS
Las tres pinturas, tras permanecer al culto en Fuensaldaña durante
ciento cincuenta años, en 1809 fueron expoliadas durante la ocupación francesa.
A mediados del siglo XIX, la monumental pintura de la Inmaculada Concepción
fue sustituida por un retablo barroco y las de San Francisco y San
Antonio por otros dos neogóticos. Aunque las pinturas fueron devueltas a
las monjas tras la vuelta de Fernando VII de su destierro, nunca regresaron al
convento, lo que originó en 1853 la reclamación de la abadesa sor Valentina
Miguel de las Mercedes, aunque su petición no fue atendida en la corte de
Isabel II. Por el contrario, fueron destinadas al Museo Provincial de
Valladolid, que desde 1933 se transformaría en el Museo Nacional de Escultura,
donde se hallan en nuestros días, aunque no expuestas de forma permanente.
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Thomas Willeboirts Bosschaert Crucifixión, Newport Museum (Reino Unido) |
Posdata
El antiguo convento de la Concepción de Fuensaldaña, de monjas franciscanas
recoletas, para el que en origen fueron destinadas las pinturas de Thomas
Willeboirts Bosschaert, desde el año 2002 está ocupado por una congregación de
monjas Trinitarias, procedente de Badajoz, bajo la advocación de Nuestra Señora
de los Remedios.
Informe: J. M.
Travieso.
Bibliografía
DÍAZ PADRÓN, Matías:
Thomas Willeboirts Bosschaer. En Pintura del Museo Nacional de
Escultura, siglos XV al XVIII, VV. AA., Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte – Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2001, pp.104-112.
DÍAZ PADRÓN, Matías:
El boceto de la Inmaculada Concepción de Thomas Willeboirts Bosschaer del
Museo de Valladolid, en la Johannesburg Art Gallery. Boletín del Seminario
de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA Arte) nº 71, Universidad de Valladolid,
2005, pp. 259-274.
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Thomas Willeboirts Bosschaert Triunfo del Amor, Museo Nacional de Suecia, Estocolmo |
OTRAS PINTURAS DE THOMAS WILLEBOIRTS BOSSCHAERT
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Thomas Willeboirts Bosschaert Alegoría de las Artes-Triunfo del Amor, h. 1650 Museo Lázaro Galdiano, Madrid |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Triunfo del Amor, Fine Arts Museum, Orleans |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Dido y Eneas en la cueva, 1646 Bildergalerie Sanssouci, Potsdam (Alemania) |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Venus llorando la muerte de Adonis, 1654 Noordbrabants Museum, Bolduque (Paises Bajos) |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Martirio de Santiago, 1637 Museè des Agustins, Toulouse |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Profeta Elías con ángel, Kunsthistorisches Museum, Viena |
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Thomas Willeboirts Bosschaert Autorretrato, 1637 Noordbrabants Museum, Bolduque (Paises Bajos) |
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