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Continuación del artículo publicado el 3 de febrero 2012.
CÉLEBRES RELICARIOS VALLISOLETANOS
Relicario del desaparecido convento de San Diego
Colección parcial en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid
El desaparecido convento franciscano de San Diego de Alcalá, desde su fundación en 1601, trece años después de ser el santo canonizado por el papa Sixto V, fue uno de los favorecidos por el Duque de Lerma, que encontró en su discreta iglesia el contrapunto al fastuoso lugar elegido para su enterramiento en la capilla mayor de San Pablo, patrocinando a la comunidad franciscana el trabajo constructivo y ornamental. Si el retablo mayor fue encomendado nada menos que a Pompeo Leoni, también quiso dotar de riqueza a dos retablos que con función de relicarios fueron trazados con aire clasicista por Francisco de Mora, arquitecto real, y ejecutados por el ensamblador Juan de Muniátegui, siendo Vicente Carducho el autor de las pinturas del banco y de las puertas batientes, donde plasmó los temas de la Anunciación y la Estigmatización de San Francisco. En su interior y en estanterías a cuatro alturas, se disponía una nutrida colección de relicarios de distintos tamaños con forma de viriles, recipientes piramidales, brazos y figuras de medio cuerpo de santos y santas con sus atributos, con sus correspondientes mirillas en el pecho y con la particularidad de utilizar pan de oro para la indumentaria y pan de plata en las carnaciones, todas ellas de magnífica factura.
Estos relicarios fueron retirados tras la desamortización napoleónica de 1809 y actualmente engrosan los fondos del Museo Nacional de Escultura, donde se exhiben, fuera del contexto devocional, como un cúmulo de pintura y pequeña escultura.
Relicario de la iglesia de la Casa Profesa de San Ignacio
Actual iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid
La Casa Profesa de los jesuitas en Valladolid contó con el mecenazgo de los condes de Fuensaldaña, que mantenían vínculos familiares con Ignacio de Loyola y propiciaron la creación de un importante complejo conventual. La capilla del relicario fue uno de los espacios más originales, colocada en la cabecera del templo y con doble acceso: una puerta practicada en el sotabanco del retablo del lado del Evangelio del crucero, dedicado a San Francisco Javier, y otra desde la sacristía, disposición que se repetiría en otros templos jesuíticos vallisoletanos. Afortunadamente la colección se conserva intacta, tanto los relicarios situados sobre los retablos laterales del testero, como el recoleto recinto interior, informando de la riqueza decorativa y de la importancia de las reliquias en su tiempo.
La Capilla-relicario es un discreto y abigarrado espacio, coronado por una cúpula, que está presidido por un bello retablito que contiene un apostolado completo de pequeño formato, con la figura central de la Virgen y San Miguel en el ático, figuras realizadas por seguidores de Gregorio Fernández que copian sus modelos, junto al que aparecen infinidad de relicarios de diferentes modalidades y tamaños que se hallan distribuidos en peanas y repisas, creando el ambiente propio de un
sancta sanctorum. El conjunto patrimonial de este Sagrario se presenta en nuestros días como una curiosidad pintoresca, muy alejado de los gustos estéticos actuales y de las nuevas directrices litúrgicas, pero con obras plásticas de notable calidad entre las que destacan los ocho bustos-relicario de los Padres de la Iglesia latina y griega, en madera policromada y de gran formato, debidos a la gubia de Gregorio Fernández en 1613.
Relicario del Colegio de Escoceses (antiguo Colegio de San Ambrosio)
Actual Centro Diocesano de Espiritualidad del Corazón de Jesús, Valladolid
El edificio, conocido como Colegio de Escoceses desde que en 1771 fuera ocupado por seminaristas de aquel país llegados de Madrid, en el que permanecieron hasta que en 1988 se trasladaran a Salamanca, fue originariamente la sede del colegio jesuítico de San Ambrosio, del que apenas subsisten algunas dependencias, entre ellas la iglesia, reconvertida en parroquia de San Esteban y después en Santuario Nacional de la Gran Promesa, el refectorio y la capilla-relicario. Del Relicario jesuítico todavía se conserva en el edificio, desde 1991 convertido en Centro Diocesano de Espiritualidad del Corazón de Jesús, una abundante colección de tecas (cajas con reliquias) y bustos de santos en madera policromada, muchos de los cuales se hallan repartidos por los pasillos y dependencias del centro, entre los cuales algunos pueden atribuirse a los escultores Adrián Álvarez y Pedro de la Cuadra.
Relicario del convento de las Descalzas Reales
Convento de las Descalzas Reales, Valladolid
El monasterio de franciscanas que ocupaba varias casas nobles frente a la Real Audiencia y Chancillería, después de la llegada de la comunidad en 1552 desde Villalcázar de Sirga (Palencia), traslado favorecido por los Condes de Osorno, fue reedificado por Felipe III y Margarita de Austria durante los años de estancia de la Corte en Valladolid. Sobre el edificio levantado por Diego de Praves, según traza de Francisco de Mora, arquitecto del rey, la reina tomó el patronato favoreciendo no sólo la financiación de las obras, sino dotando al recinto de un importante conjunto de obras artísticas y de un nutrido relicario.
El relicario está localizado en el coro alto de la iglesia, con la que comunica a través de una celosía rematada en el interior de la clausura con un retablo-relicario organizado como un gran tríptico, con tres partes bien diferenciadas presididas en el centro por una imagen de la Asunción. En torno suyo se distribuyen abundantes nichos que albergan numerosas reliquias encerradas en bustos y brazos, tallados en madera policromada en los años iniciales del siglo XVII, junto a otras enmarcadas bajo cristal o contenidas en pequeñas formas arquitectónicas. La exclusividad del recinto confiere a esta colección el valor de un sancta sanctorum dentro del espacio conventual, concentrando numerosas tallas de pequeño formato relacionadas con las devociones de la comunidad.
Relicario del convento de Nuestra Señora de Porta Coeli
Convento de las Calderonas, Valladolid
Fue fundado como convento franciscano femenino en 1601 por doña Mariana de Paz, viuda de don Juan Bautista Gallo, regidor de Valladolid, para lo que donó algunas casas de la calle Olleros (actual Duque de la Victoria). Contraída una costosa deuda, en 1606 doña Mariana traspasó la fundación y el patronato perpetuo del convento al poderoso don Rodrigo Calderón, que en 1609 logró la autorización papal para cambiar la regla franciscana por la dominica e inició su función de mecenazgo sufragando la construcción del edificio monacal junto a la Casa de las Aldabas, su palacio.
El convento aún conserva entre sus dependencias la sala relicario levantada en 1723. En la colección figura una gran variedad de urnas de variadas formas, pirámides, cuadros, brazos, etc., colocadas en los muros sobre ménsulas, junto a una serie de esculturas de pequeño formato, como imágenes exentas del Niño Jesús y algunas imágenes vestideras. Entre las reliquias figuran algunas donadas a don Rodrigo por el rey Felipe III y dos restos personales, una camisa y un rosario, que según la tradición pertenecieron a la mística visionaria vallisoletana Marina Escobar. En su iglesia está depositada la reproducción de la "Sábana Santa" de Turín, procedente del desaparecido convento de las Lauras.
Relicario del Colegio de San Luis, de la Compañía de Jesús
Villagarcía de Campos (Valladolid)
La iniciativa de su formación se debe a los señores de Villagarcía, y más concretamente a doña Inés de Salazar, esposa de don Juan de Quixada, que en 1636 otorgó por vía testamentaria rentas para la construcción de un Sagrario ubicado detrás del altar mayor, destinado a sus reliquias personales y otras agregadas, todas ellas colocadas sobre retablos elaborados al efecto. Su decisión continuaba el deseo de doña Magdalena de Ulloa, fundadora de la colegiata, que había conseguido atesorar el mayor número de reliquias de las existentes en las casas jesuíticas, muchas de ellas proporcionadas directamente por don Juan de Austria, vinculado a Villagarcía desde su infancia. Finalmente el relicario se construyó en 1660 en una capilla situada a los pies del templo, en el lado de la Epístola, dotada de un retablo central y otros colaterales trazados por Lucas González y tallados por Cristóbal Ruiz de Andino, con un importante conjunto escultórico en el que destacan obras Alonso Hernández, Alonso de Rozas y Juan Antonio de la Peña, pero sobre todo con una abundante colección de tallas de notable calidad debidas al escultor berciano Tomás de Sierra. El conjunto también se conserva en su integridad.
Relicario de la iglesia de San Pedro y San Pablo, Colegio de Jesuitas
Actual iglesia de Santiago el Real, Medina del Campo
Siguiendo los modelos jesuíticos, los relicarios ocupan los retablos colocados a los lados del testero y una pequeña capilla con acceso desde el altar del lado del evangelio y desde la sacristía, como es habitual. Tras un violento incendio producido en 1665 el espacio se renovó y se amplió, llegando los relicarios a ocupar por completo la nueva capilla Sagrario, que ofrece un abigarrado conjunto presidido por un retablo dedicado a San Ignacio de Loyola y numerosos relicarios de distintas modalidades dispuestos a lo largo de los muros sobre repisas y peanas. Especial interés tiene el grupo de bustos de santos jesuitas y la bella serie de ocho bustos de santas, recientemente restauradas, que fueron talladas en 1673 por Juan Antonio de la Peña, seguidor de Gregorio Fernández. Aunque el templo y su patrimonio han conocido una feliz restauración, esta no afectó a la capilla del Relicario, que desgraciadamente cuando se redactan estas líneas presenta una preocupante degradación por problemas de humedad y abandono, que afecta a las pinturas murales y a la variada colección de relicarios depositados en tan interesante y testimonial recinto de la religiosidad de otro tiempo.
Relicario de la desaparecida cartuja de Aniago
Colección parcial en la iglesia de la Visitación de Villanueva de Duero
En 1542 el maestro cantero Juan de Escalante comenzó a construir una capilla destinada a contener el Sagrario de las reliquias, que sería rematada en 1546 y a la que se accedía por dos puertas situadas a los lados del retablo mayor. En su interior, sobre seis estantes en forma de gradas, se distribuía la importante colección de relicarios que fueron descritos por Ambrosio de Morales. Tras la desaparición de la cartuja, algunos relicarios de gusto renacentista fueron depositados en la iglesia de la Visitación de Villanueva de Duero, donde permanecen en la actualidad.
Relicario del monasterio de La Mejorada de Olmedo
Colección parcial en la iglesia de Santa María del Castillo de Olmedo
El relicario fue realizado para la capilla funeraria que doña María de Toledo, esposa de don Alonso de Fonseca, había dispuesto en el monasterio de Nuestra Señora de la Mejorada y que fue levantada en 1513. La llamada "Capilla de las Reliquias" permaneció allí hasta la Desamortización, momento en que se trasladó a la iglesia de Santa María del Castillo el impresionante conjunto de 49 bustos de santos y santas que aparecen colocados a los pies del templo, en un retablo reticular formado por nueve calles y cinco alturas, estando el conjunto formado por reliquias que en su día fueron enviadas por el papa a Felipe II.
Relicario del Panteón de la Santa Espina
Colección parcial repartida en las iglesias de Santa María de Villabrágima y de la Concepción de Castromonte
La capilla de reliquias del monasterio de La Santa Espina se construyó en el brazo sur del crucero entre 1632 y 1635 por iniciativa del prior Fray Ángel Manrique del Águila, siendo su autor el arquitecto real Francisco de Praves. Las piezas más interesantes fueron obra de Andrés Solanes, destacado discípulo de Gregorio Fernández, junto al que colaboraron sus dos hermanos, ocupándose Francisco Solanes de la elaboración de los retablos y el tabernáculo. La impresionante colección artística del Relicario se dispersó a raíz de la invasión napoleónica y la Desamortización, estando localizadas algunas piezas en San Cebrián de Mazote (Cristo yacente), Villavendimio (busto de San Esteban), Urueña (Cristo atado a la columna), Barruelo del Valle (Crucifijo y ángel) y sobre todo en Villabrágima (Ecce Homo, ángeles y bustos) y Castromonte (bustos de santas).
Esta es una pequeña selección de los miles de reliquias que se conservan en Valladolid, cuyo inventario constituye un arduo trabajo por ser abundantes en todos los centros religiosos, en algunas ocasiones con piezas muy peculiares que pueden llegar al surrealismo y la irracionalidad, en otras, origen de curiosas historias que demuestran el carácter de talismanes que las reliquias tuvieron en tiempos pasados.
Registro Propiedad Intelectual - Código 1202161096086
Ilustraciones:
1 Retablos relicario del convento de San Diego, Museo Nacional de Escultura, Valladolid.
2 Detalle de la capilla relicario de la iglesia de San Miguel, Valladolid.
3 Retablo de la capilla relicario de la iglesia de San Miguel, Valladolid
4 Retablo relicario del coro del convento de las Descalzas Reales, Valladolid.
5 Retablo relicario jesuítico de la iglesia de San Miguel, Valladolid.
6 Retablo relicario jesuítico de la iglesia de Santiago el Real, Medina del Campo.
7 Detalle de la capilla relicario de la iglesia de Santiago el Real, Medina del Campo.
8 Imágenes de San Marcos, San Vicente y San Eutimio. Tomás de Sierra, 1692. Relicario de la Colegiata de San Luis de Villagarcía de Campos.
9 Bustos-relicario de San Ambrosio, San Gregorio Nacianceno, San Gregorio Magno y San Basilio Magno. Gregorio Fernández, 1613. Relicario de la iglesia de San Miguel, Valladolid.
10 Detalles de la capilla relicario de la iglesia de San Miguel, Valladolid.
11 Bustos del relicario del antiguo Colegio de San Ambrosio. Centro Diocesano de Espiritualidad, Valladolid.
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