LA VIRGEN DE SAN LORENZO, PRIMERA PATRONA DE LOS COMEDIANTES
En otros tiempos, la estrecha relación entre lo
cotidiano y lo sobrenatural era considerada posible por la religiosidad popular
a través de las reliquias, imágenes, indulgencias y determinados ritos, no
faltando en Valladolid un abundante muestrario al que acogerse para obtener
beneficios espirituales, dado que la ciudad ostentó hasta el siglo XIX un
carácter eminentemente conventual, con 16 parroquias aparte de la catedral, 40
conventos, 5 iglesias penitenciales, 13 hospitales de diferente capacidad y 15
ermitas diseminadas por su entramado urbano.
De entre todas las devociones, en la mayoría de las
ciudades tenían especial predicamento las marianas y algunos santos locales,
pudiendo comprobarse que Valladolid no era una excepción a esa norma. Efectivamente de entre
todas las devociones, que fueron muchas, fue la Virgen de San Lorenzo la que
consiguió un rango especial, por encima de otras devociones, debido a su
historial prodigioso. La imagen reunía todos los requisitos necesarios para
generar tanta veneración, como el misterio y la leyenda en torno a su hallazgo
"milagroso", siendo objeto desde el siglo XV, como Virgen de los
Aguadores, de constantes rogativas generales y contra la sequía, recurrida en
1561 en el incendio de la calle Platerías, en 1599 por la peste, en 1601 por el
feliz parto y la enfermedad que aquejaba a la reina Margarita de Austria, en
1605 como acción de gracias por el nacimiento del príncipe heredero (futuro
Felipe IV), influyendo precisamente la predilección de la reina Margarita por
esta sencilla imagen, durante la estancia de la Corte en Valladolid, a que de
forma oficiosa fuera considerada por los vallisoletanos como patrona de la
ciudad.
Como testimonio de aquel patronazgo regio conocemos
las visitas a la venerada imagen del rey Felipe IV en 1660, cuando regresaba a Madrid
después de haber entregado a su hija María Teresa en matrimonio a Luis XIV de Francia, de Carlos
II en 1690, cuando festejó en Valladolid sus segundas nupcias, y durante la estancia en la ciudad en 1710 de María Luisa
de Saboya1.
Podemos considerar, por tanto, que desde el siglo
XVII y debido al apoyo de la Corte, la ciudad comienza a decantarse por la
Virgen de San Lorenzo como su patrona. Después, emulando aquella devoción fomentada
en instancias palaciegas, se sumaron todas las instituciones locales,
fortaleciendo con ello su prestigio a pesar de tener fuertes contrincantes,
como la Virgen Vulnerata llegada a la
ciudad en 1601 después de ser ultrajada en Cádiz por los ingleses o Nuestra Señora del Sagrario, descubierta
emparedada en la catedral en 1602 y convertida en patrona del cabildo
catedralicio. En su faceta de protectora, la Virgen de San Lorenzo fue
recurrida por instituciones tan sólidas como la Chancillería y la Universidad,
aunque sería el Regimiento quien más invertiría en su culto y en el
afianzamiento de su patronazgo, llegando prácticamente a monopolizar la imagen,
incluso después de que en 1781 se creara la Hermandad de Nuestra Señora de San
Lorenzo2.
De modo que la ciudad venía honrando a la Virgen de
San Lorenzo tanto en sus fiestas jubilosas como en los momentos traumáticos,
mezclando en su culto lo sacro y lo profano. Por ese motivo, un sector tan
especial como los cómicos, dada la circunstancia de proximidad del corral de
comedias al templo, también se encomendaban a ella, llegando a destinar para su
culto el importe recaudado en la última función de cada temporada3,
siendo ilustrativo el que, con motivo de la entronización de la imagen en su
nuevo retablo, en la plaza de Santa María se llegara a poner en escena un auto
sacramental callejero, al estilo de los celebrados en el Corpus, y en el corral de comedias se representara una función que
contaba la historia de la imagen, según un guión escrito por un vecino de
Valladolid. Estos festejos eran acompañados con las habituales mascaradas
callejeras, fuegos artificiales y las apreciadas corridas de toros. Todo ello
hace deducir que, en los primeros años del siglo XVII, la Virgen de San Lorenzo
también era la patrona de los comediantes.
En este punto hemos de recordar que, junto al
patronazgo oficioso de la Virgen de San Lorenzo, cuya proclamación oficial no
tuvo lugar hasta 1916, el título de patrón de Valladolid lo ostentaba el
arcángel San Miguel, hasta que fuera sustituido el 13 de noviembre de 1746 por
el santo local franciscano San Pedro Regalado, después de que fuera canonizado
por el papa Benedicto XIV el 29 de junio de aquel año.
EN TORNO A LAS COMEDIAS Y LOS COMEDIANTES
Hasta el último tercio del siglo XVI las
representaciones teatrales tenían que adaptarse, ante la falta de locales
adecuados, a todo tipo de recintos e improvisados entarimados, llegando a
afectar incluso a los autos sacramentales después de que el Concilio de Trento
prohibiera su escenificación en el interior de las iglesias. En ese momento,
para cubrir esta necesidad, nacieron los corrales o casas de comedias, que en
el siglo XVII, con la obra de los grandes dramaturgos y autores de comedias, se
convirtieron en el marco apropiado para la satisfacer la constante demanda
social de actuaciones, tanto por parte de la nobleza como de las capas
populares, siendo una diversión prolífica y presente en las fiestas de Navidad,
Carnaval, Semana Santa, Corpus y otras fiestas locales.
En los corrales el pueblo llano se situaba en el
patio, donde en la parte delantera estaban colocados unos bancos en los que se
sentaban los más ricos -cada banco ocupado al menos por tres personas-,
apareciendo en el corral de Valladolid hasta trece filas de bancos. Detrás de
los bancos y de pie el espacio era ocupado por hombres que recibían el nombre
de "mosqueteros". Sobre el
zaguán de entrada y frente al escenario se colocaba la "cazuela", espacio reservado a
mujeres del pueblo llano, pues las pertenecientes a la nobleza o ricas familias
compartían con los hombres los palcos o aposentos laterales, de modo que el
público quedaba separado tanto por sexo como por jerarquización social. A los corrales acudían compañías de actores,
hombres y mujeres, que se desplazaban de unos pueblos a otros con su
repertorio, que en ocasiones llegaba a las cincuenta comedias, muchas veces
portando en carretas pesados equipajes.
Prácticamente en su mayoría, los patios de comedias
nacieron unidos a concesiones otorgadas a distintas cofradías hospitalarias.
Así ocurrió en el construido en Valladolid en 1575, para el que la Cofradía de
San José y Niños Expósitos, con sede canónica en la iglesia de San Lorenzo, recibió
del Ayuntamiento el permiso en exclusiva para representar comedias en el patio
de su hospital con el fin de recaudar fondos destinados a su función social, de
modo que todas las funciones presentadas en la ciudad reportaban beneficios a
dicha cofradía.
EL TEATRO DE LA COMEDIA EN VALLADOLID Y SU VINCULACIÓN A LOS NIÑOS
EXPÓSITOS
Las primeras representaciones teatrales públicas de
Valladolid tuvieron lugar en 1547 en la Plaza de Santa María (actual Plaza de
la Universidad) y después en la Plaza Mayor, Corredera de San Pablo, Plaza del
Almirante (ante el actual Teatro Calderón) y junto a la desaparecida puerta de
San Esteban (donde se representaron obras de Lope de Rueda en 1554), sin
convertirse en espacios fijos para ello. Sería en 1574 cuando comenzaron las
representaciones en el patio del Hospital de San José y Niños Expósitos,
situado frente a la iglesia de San Lorenzo (actual plaza de Martí y Monsó).
La génesis para la creación en Valladolid de un
teatro estable para comedias, no exenta de incidencias, comienza en septiembre
de 1574, cuando la Cofradía de San José y Niños Expósitos compra a doña Ana del
Portillo un corral frontero de la cárcel y un pequeño solar donde se hallaba un
horno para ampliar el espacio del patio del Hospital, al tiempo que era solicitada
la concesión municipal de las comedias en exclusiva para poder atender a los
ciento treinta niños recogidos en la institución benéfica.
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Grupo de la Sagrada Familia (Gregorio Fernández, 1621) que presidía la capilla de la Cofradía de San José y Niños Expósitos en la iglesia de San Lorenzo. |
En marzo de 1575 los cofrades de San José piden al
autor de comedias Mateo de Salcedo la traza para un teatro estable en el patio
del Hospital. Poco después los mayordomos de la cofradía Alonso de Valdesoto y
Francisco de Pinedo invitan a los Regidores del Concejo a visitar el patio,
aconsejando la compra de un espacio colindante para ensancharlo, al tiempo que
denuncian a Mateo de Salcedo por construir un corral de comedias propio en la
calle de la Longaniza (actual calle de Simón Aranda), en unas casas alquiladas
a doña Ana de Valladolid que estaban próximas a la iglesia y el Hospital de San
Antón, donde comenzó a representar el autor Juan de Granados.
En mayo de aquel mismo año los alcaldes de la
cofradía, insistiendo en la necesidad de obtener el permiso de la representación
teatral en exclusiva, exponen a Noguerol de Sandoval, Teniente de Corregidor,
la penuria de la cofradía tras la llegada a Valladolid de asturianos, cántabros,
gallegos y leoneses, declarando Pedro de la Calle, sacristán de San Lorenzo,
que se dejan a diario en las puertas de las iglesias niños recién nacidos y
otros de hasta ocho meses, lo que obliga a repartirles por casas particulares
de la ciudad, estando obligado a pedir limosna para pagar el real necesario por
cada vez que se daba el pecho a una criatura, motivos que facilitan que la
petición sea aprobada por el Consejo de Valladolid.
Más diligentes son los cofrades Cristóbal Pérez y
Ambrosio Núñez, que deciden acudir al rey Felipe II y su Consejo para que
confirmase la exclusiva de las representaciones de comedias, determinante
fuente de ingresos para la obra benéfica de la Cofradía, obteniendo la
concesión del Consejo Real, que encarga hacerla efectiva al Consejo de
Valladolid. En el mes de junio el Doctor Pareja, Corregidor, decreta que todas
las comedias se hagan en exclusiva en el patio del Hospital de San José, bajo
multa de 10.000 maravedís, dictamen que es hecho oficial el 5 de septiembre de
1575 con la protesta del comediante Mateo de Salcedo, que abandonaría
Valladolid en 1579.
Entre 1576 y 1579 el corral de comedias
vallisoletano vive cierta estabilidad, acometiéndose obras de ensanche que
permiten el aumento de compañías, espectadores y, por supuesto, mayores
ingresos para los Niños Expósitos. Un incidente tiene lugar en 1580, cuando en
el patio representa con gran éxito el autor de comedias Jerónimo Velázquez. La
llegada de una compañía de cómicos italianos dirigida por Juan Ganassa, que
ofrece un pago superior por el arriendo del local, hace que consiga la
concesión, aunque sus obras no son bien recibidas por el público, amenazando
Jerónimo Velázquez con abandonar Valladolid, ante lo que la Cofradía de San
José y Niños Expósitos solicita al Corregidor que se lo impidiera. Este hecho
produce un endurecimiento del reglamento y la aplicación de la censura a la
creatividad de los comediantes, ya que el 19 de diciembre de 1581 el Corregidor
dispone que en adelante sólo podría representar la compañía autorizada por la
Justicia y previo examen de la obra, prohibiendo a los cofrades traer compañías
y cómicos de fuera, debiendo tener todas las compañías contratadas la necesaria
licencia del Corregidor4.
Poco después llega otra compañía de italianos
dirigida por Maximiliano Milanino, en este caso protegida por el Marqués de
Tábara, asiduo benefactor de la Cofradía, que oferta 200 reales para que pueda
representar. A ello responde Jerónimo Velázquez con una oferta de 220 reales.
Para garantizar la recaudación, el Corregidor ordena que se representase en
días alternos, dando por solucionado el problema.
El teatro de comedias conoce hasta 1609 una etapa de
tranquilidad, destacando la paulatina compra de inmuebles por parte de la Cofradía
y la iniciativa en 1595 de rehacer todo el teatro, que no prospera a pesar de
contar con el apoyo de don Rodrigo Calderón, el personaje más influyente de
Valladolid. No obstante, la vida teatral recibe un nuevo impulso con la llegada
de la Corte en 1601. En ese momento, en que en algunas festividades son
frecuentes representaciones callejeras simultáneas en seis grandes carros de
propiedad municipal, el Ayuntamiento paga 3.500 ducados por la compra de un
solar en la calle de Pedro Barrueco para que la Cofradía de San José levantara
un segundo teatro. En ese momento es destacable la gestión a favor de la
Cofradía de San José y Niños Expósitos de uno de sus cofrades, el rico mercader
don Martín Sánchez de Aranzamendi, también patrocinador de la reedificación de
la iglesia de las Angustias.
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Boceto para el techo del teatro de comedias de la Cofradía de San José. Francisco Manciles, 1746. Archivo Histórico Provincial de Valladolid. |
Sin embargo, la marcha de la Corte a Madrid en 1605 provoca
la carestía de la vida y el descenso de la actividad teatral, bajando con ello los
ingresos de los Niños Expósitos, lo que incluso provoca la venta del aposento teatral
del ilustre don Rodrigo Calderón.
Habría que esperar a 1609 para que el teatro
conociera su reconstrucción integral, derribando todo lo existente, siendo el
alma de la iniciativa el acaudalado don Martín Sánchez de Aranzamendi, en ese
momento Comisario de la Cofradía de San José y Niños Expósitos. La traza del
nuevo patio de comedias se encarga a Francisco Salvador, aunque el que lleva a
cabo la construcción, según las condiciones fijadas por los cofrades, fue Bartolomé
de la Calzada, maestro de obras, arquitecto y auxiliar de Juan de Nates, que lo
concluye con problemas de pagos en febrero de 1611. Poco después se cubre el
patio y en 1626 se agrandan los aposentos, aunque los estragos producidos por
las inundaciones de 1636 iban a obligar a la casi reedificación del teatro.
De acuerdo a la vinculación del teatro de comedias
con la Cofradía de San José y Niños Expósitos, en 1746 se decide pintar el
techo de la sala con un cielo raso y un medallón con la figura del patrón San
José en el centro y en el perímetro unos jarrones con flores, obra que es
llevada a cabo por Francisco Manciles. El boceto4 se conserva en el
Archivo Histórico Provincial, Planos y Documentos, Legajo 30 nº 1, año 1746.
La mayoría de los corrales de comedias conocen su
decadencia en el siglo XVIII, cuando al amparo del gusto por el teatro "a
la italiana" se construyen nuevos edificios mejor dotados, tanto para el
teatro como la ópera. Esto también ocurre en Valladolid, donde la situación
cambia hacia 1771, cuando por los nuevos aires sociales el gobierno del teatro pasa
de la Cofradía al Ayuntamiento, que realiza obras en la portada, que conoce una
remodelación en 1816 a cargo del arquitecto Juan Sánchez, que incorpora tres
puertas entre cuatro columnas y una cornisa con bustos de dramaturgos en los
extremos, según aparece en una fotografía del siglo XIX. En 1867 el edificio es
subastado y adquirido por Anacleto Guerra, ajustando su fachada a la estética
de los nuevos tiempos con el nombre de Gran Teatro. A partir de entonces se
inicia un proceso de ruina que culmina con su desmontaje poco antes de 1987 y
su conversión en el Cinema Coca, hoy también desparecido.
SAN JOSÉ Y LA VIRGEN DE LA NOVENA: LAS DEVOCIONES DE LOS CÓMICOS
Todo lo expuesto en torno a los comediantes
pertenece al patrimonio intangible de Valladolid, puesto que todo ello ha
desaparecido. Sin embargo, en la iglesia de San Lorenzo se conservan dos obras
artísticas, muy distantes en el tiempo y en su calidad, que son importantes testimonios
de todo lo relatado.
La Cofradía de San José y Niños Expósitos, fundada
hacia 1540 y dedicada a recoger, criar, distribuir y enterrar a los niños
abandonados, encontró su amparo en la iglesia de San Lorenzo. En ella la
cofradía adquiría en 1606 una capilla dedicada a San José, después de que su
figura como padre putativo y ejemplar fuese revitalizada por Santa Teresa y, a
imitación de su trato al Niño Jesús, su protección se extendiera a los más
necesitados: los niños expósitos6. En dicha capilla tenían lugar los
cultos de la cofradía y los bautizos de aquellos desgraciados niños, a los que se
encontraban como padrinos tanto familias de la parroquia y respetables miembros
del Concejo, la Universidad y la Chancillería como algunos de los comediantes
cuyas representaciones, como ya hemos visto, aportaban a la cofradía los
ingresos necesarios para su subsistencia.
De modo que los cómicos, hasta entonces vinculados a
la Virgen de San Lorenzo, pasaron a tener como principal protector a San José,
patrono de la Cofradía que explotaba en exclusiva sus actuaciones. Para
presidir el retablo de la capilla, la Cofradía
encargó en 1621 a Gregorio Fernández, el mejor escultor de la ciudad por muchos
años, un grupo escultórico compuesto por San José, la Virgen y el Niño, un
magistral conjunto procesional que fue policromado por Diego Valentín Díaz,
amigo del escultor y excelente pintor, que tenía su domicilio próximo a la
iglesia de San Lorenzo, en el terreno hoy ocupado por el convento de Santa Ana.
En la figura de San José consolida Gregorio Fernández un prototipo iconográfico
repetido e imitado, con el Patriarca con aspecto de labriego castellano,
vestido con una túnica corta ajustada a la cintura, manto ampuloso y sujetando
la tradicional vara florida, aunque lo más destacable es el trabajo de la
cabeza, con larga barba y mechones sobre la frente, convirtiéndose su
iconografía en un modelo muy imitado desde entonces, teniendo en cuenta que,
tan sólo en Valladolid, se contó hasta con tres cofradías con el santo como
titular.
El excepcional grupo escultórico, testigo de
aquellas pasadas devociones por parte de los cómicos y la Cofradía de San José
y Niños Expósitos, se conserva prácticamente íntegro y expuesto de forma
musealizada en el actual baptisterio de la moderna iglesia de San Lorenzo.
En la misma iglesia también se conserva una pintura
que representa a la Virgen de la Novena y
del Buen Parto, una devoción que adquirió su auge a partir de la decadencia
del corral de comedias en el siglo XVIII, especialmente desde que en 1771 su
titularidad pasara de la Cofradía de Niños Expósitos al Ayuntamiento. Desde
entonces los cómicos, etiquetados en algunas épocas como "personas de mal
vivir" y a los que en algunos lugares les fue vedado el enterramiento en
lugar sagrado, canalizaron su devoción en Valladolid a través de esta imagen,
en la que aparece la Sagrada Familia acompañada de San Juanito, una pintura de mediocre
calidad que, como proclama la inscripción que en ella figura, fue pintada en
1793 por Manuel Valladar y donada a la iglesia de San Lorenzo por la compañía
de cómicos.
La pintura, que queda vinculada a la tradición
teatral de la ciudad, testifica que en Valladolid los comediantes, que con sus
aportaciones mantuvieron tanto tiempo la actividad teatral y la importante obra
benéfica llevada a cabo por la Cofradía de San José, nunca fueron discriminados
por su oficio, siendo este icono objeto de súplicas y oraciones por parte de
muchos actores cuando sus compañías estrenaban funciones en la ciudad hasta tiempos no muy lejanos.
Informe: J. M. Travieso.
NOTAS
1 AMIGO VÁZQUEZ, Lourdes, Una
patrona para Valladolid. Devoción y poder en torno a Nuestra Señora de San
Lorenzo durante el Setecientos. Revista Investigaciones Históricas nº 22, Universidad
de Valladolid, 2002, p. 25.
2 SÁNCHEZ DEL CAÑO, David, Historia
de la Virgen Santísima de San Lorenzo, patrona de Valladolid. Valladolid,
1972, pp. 109-111.
3 ALMUIÑA FERNÁNDEZ, Celso, Teatro
y cultura en el Valladolid de la Ilustración. Los medios de difusión en la
segunda mitad del XVIII. Valladolid, 1974, p. 132.
4 FERNÁNDEZ MARTÍN, Luis, Construcción
de nueva planta del antiguo Teatro de Valladolid 1609-1610. Castilla:
Estudios de literatura nº 20, Universidad de Valladolid, 1995, p. 111.
5 Ibíd., p. 124.
6 EGIDO LÓPEZ, Teófanes, La
religiosidad de Valladolid en tiempos de Gregorio Fernández. VV. AA., Gregorio Fernández: Antropología, Historia y
Estética en el Barroco, Ayuntamiento de Valladolid, 2008, pp. 238-242.
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