SILLERÍA DEL CORO DE LA
CATEDRAL DE MÁLAGA
Luis Ortiz
de Vargas (Cazorla, Jaén, h. 1588 - Sevilla, 1649)
José Micael
Alfaro (Alcañiz ?, Teruel, 1595 - Málaga, 1650)
Pedro de
Mena (Granada, 1628 - Málaga, 1688)
1634 - 1680
Madera de cedro,
caoba y granadillo de América
Coro de la Catedral
de Málaga
Escultura
barroca española. Escuela andaluza
Dentro del rico patrimonio artístico que atesora la
catedral de Málaga es destacable la Sillería
del Coro, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en diciembre de 2011. A
pesar de tratarse de una obra coral, término que encaja a la perfección en este
caso, en este deslumbrante conjunto de sitiales sobresale la ingente obra
realizada en los tableros de la sillería alta por el gran maestro granadino
Pedro de Mena, que contribuyó de forma decisiva con sus 42 altorrelieves a
convertir el coro malagueño en uno de los conjuntos escultóricos más
sobresalientes del Barroco español del siglo XVII.
El coro presenta una disposición tradicional en
España, ocupando los dos tramos de la nave central que siguen al crucero y de
acuerdo a una traza rectangular en forma de "U", con anchos muros,
cerrado por una reja de bronce y con cuatro puertas menores, dos en la cabecera,
flanqueando la silla prelacial, y otras dos en el centro de cada lado, que
también permiten ascender hasta los órganos. Los sitiales aparecen dispuestos en
tres niveles: sillería baja, sillería alta —cada una de ellas con 44 asientos—
y un ático que la recorre rematado en forma de crestería. Todos ellos están
ensamblados con las técnicas más depuradas, combinando motivos decorativos de
elegante sobriedad con otros figurativos que constituyen un alarde de
naturalismo.
El conjunto de estalos, que está tallado en madera
de cedro, caoba y granadillo de América en su color natural, responde a un
diseño unitario, presentando cada uno de sus componentes sus propias
características, de acuerdo a un programa iconográfico y decorativo previamente
establecido. De modo que en la sillería baja o primer cuerpo prevalecen los
motivos geométricos, vegetales, animales y alegóricos en los respaldos,
incluyendo cabezas masculinas y femeninas, asientos móviles con misericordias
talladas y en el frente, sobre los brazales y los respaldos, separadas por
pilastras molduradas, una serie de cartelas con medallones ovalados que
albergan emblemas en relieve de exaltación mariana.
La sillería alta o segundo cuerpo repite el mismo
esquema, aunque la decoración es más exuberante, pues los pilares o pilastras de
separación se adornan con ménsulas con cabezas humanas y guirnaldas con frutos
colgantes, destacando la serie de respaldos de gran verticalidad que acogen
hornacinas fingidas que cobijan un extenso santoral en altorrelieve que casi
llega al bulto redondo, lo que permite a las
figuras moverse con gran libertad en el espacio, constituyendo el motivo
más atractivo y dinámico de la sillería.
Luis Ortiz de Vargas, Silla episcopal, 1633-1638 Virgen con el Niño, con San Pedro y San Pablo a los lados |
En el centro el ritmo se rompe para colocar sobre la
silla episcopal una forma de templete configurado por dos columnas corintias
despegadas del muro y apoyadas sobre grandes ménsulas, estriadas y decoradas en
su tercio inferior por motivos heráldicos y en su tercio superior por cabezas
de querubines y guirnaldas con frutos. Estas cobijan una hornacina,
profusamente decorada con columnillas y ángeles, que alberga la imagen de la Virgen Coronada con el Niño, rematándose
con una cornisa y un frontón curvo. A los lados se sitúan los sitiales del deán
y del arcediano de Málaga, en cuyos respaldos aparecen San Pedro y San Pablo, a
los que siguen las puertas ya mencionadas, rematadas por frontispicios de
trazado manierista con frontones curvos.
El ático está configurado siguiendo los modelos
tradicionales, haciendo corresponder cada tramo al espacio de los sitiales
inferiores. Está recorrido por una bóveda decorada con medallones circulares, con
grandes rosetas en relieve, y una cornisa sobre la que descansa el alisor,
formado por un conjunto de rítmicas hornacinas, separadas por estilizados
pebeteros, que adoptan la forma de templete, alternándose en los remates la
forma de frontones curvos con otros partidos y conteniendo en su interior
medallones ovalados con bustos de santas vírgenes. El coronamiento adopta la
forma de una crestería corrida con airosas formas caladas.
Luis Ortiz de Vargas, Virgen Coronada con el Niño, 1633-1638 |
EL PROCESO CONSTRUCTIVO
Tan magna obra se desarrolló en tres etapas bien
definidas por la personalidad de los escultores que en ellas trabajaron. El
acuerdo del cabildo catedralicio de convocar un concurso para la elaboración de
la sillería del coro tuvo lugar el 15 de julio de 1633, momento en que,
habiendo fallecido el obispo Gabriel Trejo y Paniagua, dejando la plaza
vacante, había llegado desde Sevilla a Málaga, como nuevo deán, Melchor de
Guzmán. Con el asesoramiento del arquitecto Pedro Díaz de Palacios, maestro
mayor de la catedral, y del fraile agustino Lorenzo Martín, arquitecto conocido
como fray Lorenzo de San Nicolás, fue elegido el proyecto presentado por el
arquitecto-ensamblador Luis Ortiz de Vargas, que firmaba el contrato el 10 de
octubre de aquel año para realizar la obra en madera de cedro y caoba. Este
estaba activo en Sevilla tras trabajar una temporada en Lima (Perú).
El año 1634 es nombrado obispo de Málaga fray
Antonio Enríquez de Porres, que asumió la financiación de la obra y estableció
con Luis Ortiz de Vargas un segundo contrato, modificando las condiciones de
pago y estableciendo un plazo de entrega de ocho años.
José Micael Alfaro, 1638-1649 Santiago el Menor, San Juan Evangelista y San Andrés / Santiago el Mayor, San Mateo y San Felipe |
Al año siguiente estaban
terminadas la arquitectura general y las esculturas de los sitiales del obispo,
del deán y del arcediano. Posiblemente en ese momento se incorporó el escultor
José Micael Alfaro, continuándose los trabajos hasta octubre de 1638, año en
que Luis Ortiz de Vargas y el cabildo cancelan el contrato, una vez terminada
toda la parte arquitectónica.
La obra de Luis Ortiz de Vargas
(1633-1638)
Este escultor, artífice de la primera etapa,
finalizaba en 1635 el Sitial del Obispo, presidido por una bella imagen de la Virgen Coronada con el Niño, así como
las elegantes esculturas de San Pedro
y San Pablo de los sitiales
colaterales. Asimismo fue el autor de los emblemas
marianos de la sillería baja, que fueron rematados en 1638. En su estilo se
aprecian los recursos manieristas vigentes en la Málaga de su tiempo,
especialmente en los trazados arquitectónicos.
José Micael Alfaro, 1638-1649 San Bartolomé, San Judas Tadeo y San Bernabé |
La obra de José Micael Alfaro
(1638-1649)
En una segunda etapa de once años, que se extiende
desde 1638 a 1649, el relevo escultórico fue tomado por José Micael Alfaro, un
escultor de origen turolense que fue el autor del Apostolado situado a los lados de la silla episcopal, incluidos los
angulares, de todos los medallones con bustos de Santas Vírgenes que figuran en el coronamiento y de buena parte de
los relieves ornamentales.
En la parte izquierda figuran sucesivamente San Andrés, San Juan Evangelista, Santiago
el Menor, Santo Tomás, San Simón, San Matías y un Santo Varón,
mientras que en la derecha aparecen Santiago
el Mayor, San Mateo, San Felipe, San Bartolomé, San Judas
Tadeo y San Bernabé, sumando un
total de 13 respaldos de la sillería alta que vienen a complementar la
presencia de San Pedro y San Pablo establecida por su predecesor. En su obra de
nuevo aflora la influencia manierista italiana, siendo los modelos
miguelangelescos los de mayor incidencia.
Con la muerte del obispo Antonio Enríquez de Porres
en 1648 y la del escultor José Micael Alfaro en 1650, los trabajos escultóricos
quedaron paralizados durante ocho años, siendo el nuevo obispo Diego Martínez
Zarzosa quien reactivó la obra haciendo una donación de 8.000 ducados.
Sillería del coro, lado de la epístola, vista general |
El 8 de
enero de 1658 el deán Fernando Dávila y Osorio anunciaba que mil ducados
estaban destinados a la finalización de la sillería, para lo que fueron
convocados los escultores Diego Fernández y Pedro de Mena, a los que se les
encargó un altorrelieve de prueba: la figura de San Miguel al primero y la de San
Lucas al segundo.
Tras producirse la muerte del obispo en junio de
1658, en la sesión del cabildo malagueño celebrada el 15 de julio se elegía al
escultor granadino Pedro de Mena y Medrano como continuador del proyecto. Este
firmaba el contrato el 27 de julio de ese año con el deán Fernando Dávila y el
mayordomo de fábrica Cristóbal Fernández Ordóñez para realizar en un plazo de
dos años 40 respaldos de la sillería alta con altorrelieves de santos y santas,
por lo que cobraría 1.000 reales por cada uno. Respecto a la iconografía no se
detallaban advocaciones concretas, tan sólo se requería la presencia de San Marcos, que acompañaría al San Lucas de la prueba.
La obra de Pedro de Mena (1658-1680)
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 San Hermenegildo, San Juan de Dios y Santa Teresa de Jesús |
Ante la envergadura del proyecto adjudicado a Pedro
de Mena, el cabildo catedralicio de Málaga proporcionó al artista una vivienda
para que se instalara con su familia y oficiales, así como un taller en el que
trabajaría durante los dos años comprometidos. Tras recibir 5.500 reales de
anticipo, Pedro de Mena regresaba a Granada para organizar el traslado de su
familia y su taller, estableciéndose en Málaga en otoño de 1658. Entre sus
oficiales y discípulos figuraba Luis Francisco Ruiz Bernalte y Juan Puche, apuntándose
también la posible presencia del antequerano Antonio del Castillo.
Pedro de Mena talló en Málaga 42 altorrelieves en
madera de cedro que representan a los patrones de la ciudad, San Ciriaco y Santa Paula, a San José,
a los evangelistas que no fueron apóstoles, San
Lucas y San Marcos, a los Cuatro Doctores de la Iglesia, a los santos protomártires, a los fundadores de
órdenes y congregaciones religiosas y distintas devociones populares, como San Cristóbal, Santa Catalina, San Antonio de
Padua, Santa Teresa o San Isidro, entre otros, acabando de
recibir los pagos por los trabajos en 1662.
Pedro de Mena. Detalle de San Hermenegildo y Santa Teresa |
A la obra finalizada en 1660, Pedro de Mena sumaría
otros dos respaldos encargados en 1678 por el obispo fray Alonso de Santo
Tomás, uno representando a San Blas,
realizado en 1678, y otro con San Julián,
realizado en 1680, estando la elección de estos santos posiblemente relacionada
con la epidemia de peste que sufrió Málaga en aquellos años, con su punto
álgido en 1679.
En esta copiosa serie de tableros, que constituyen
la primera obra malagueña de Pedro de Mena, el escultor se distancia de su
estilo anterior, determinado por la gran influencia de su maestro Alonso Cano.
Las tallas presentan una gran serenidad y una extraordinaria elegancia en su
contenido movimiento, con un modelado suave y preciosista de la madera de cedro
para desarrollar al límite un estilo realista y naturalista que transmite el
ímpetu espiritual propio del barroco, con el aliciente de incorporar al
repertorio santos de reciente canonización.
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 Santa Catalina, San Antonio de Padua y Santo Tomás de Villanueva |
El conjunto, por su extraordinaria calidad y el
amplio repertorio de edades, indumentarias, texturas —superficies lisas,
rugosas, plegados, fruncidos y simulación de bordados—, gestos y expresiones
representadas, impregnadas de un profundo sentido místico para presentar a los
personajes individualizados como ejemplo de santidad, de acuerdo a los ideales
contrarreformistas, constituye una obra destacada del arte barroco español, cuya presencia realza
la monumentalidad renacentista de la catedral de Málaga.
Repertorio iconográfico del lado de la epístola
San Juan
Bautista, representado muy joven; San
José con el Niño, con el infante abrazado a su pierna; San Lucas, el tablero con el que pasó la prueba previa al contrato;
San Esteban, protomártir con indumentaria
de diácono; San Sebastián, amarrado a
un árbol y asaetado; San Gregorio Magno,
revestido de pontífice; San Jerónimo,
en su faceta de penitente en el desierto; San
Elías, venerado por los carmelitas, enarbolando una espada flamígera y con
una cabeza de recuerdos miguelangelescos; San
Basilio, fundador de los basilios.
Pedro de Mena. Detalle de Santa Catalina y San Antonio de Padua |
A continuación San
Francisco de Asís, fundador de los franciscanos, siguiendo el arquetipo
repetido por el escultor; San
Buenaventura, franciscano y teólogo fundamental del catolicismo; San Leandro, autor de importantes
escritos que contribuyó a la conversión de arrianos; San Pedro Nolasco, fundador de los mercedarios, sujetando unos grilletes; San Ignacio de Loyola, fundador de los
jesuitas, portando una custodia; San Felipe Neri, fundador
de los filipenses, representado en una aparición de la Virgen; Santo Tomás de Villanueva, agustino
caritativo; San Antonio de Padua, con
el Niño en brazos, santo de gran devoción popular desde la Edad Media; Santa Catalina de Alejandría, con
devoción generalizada desde hacía siglos; Santa
Teresa de Jesús, con presencia generalizada en España desde su canonización
en 1622; San Juan de Dios, cuya
caridad está representada caminando sobre llamas con un enfermo a cuestas; y San Hermenegildo, con los pies atados y
una espada clavada en su cabeza, símbolos de su encarcelamiento y martirio.
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 San Felipe Neri, San Ignacio de Loyola y San Pedro Nolasco |
Repertorio iconográfico del lado del evangelio
Comienzan la serie San Ciriaco y Santa Paula,
patronos de Málaga, primeros mártires cristianos que mueren atados a un árbol; San Marcos, colocado frente al San Lucas
del lado contrario; San Lorenzo, con
el terno de diácono y sujetando la parrilla de su martirio; San Ambrosio, leyendo un libro y
cubierto por la mitra de obispo; San
Agustín, con el hábito agustiniano, mitra de obispo y sujetando la maqueta
de un templo como fundador de una orden religiosa; San Benito, con tonsura, báculo, hábito benedictino y sujetando un
cáliz; San Bernardo, fundador de los
cistercienses, representado en el pasaje de su lactancia mística; San Antonio Abad, fundador de los
antoninos o anacoretas, con la cochinilla a sus pies y sujetando el fuego de
San Telmo; Santo Domingo de Guzmán, fundador
de los dominicos, sujetando una cruz y acompañado de un perro con una antorcha
en la boca; Santo Tomás de Aquino,
sobre un hereje vencido y como teólogo sujetando un libro y un cálamo en un
momento de inspiración; San Isidoro de
Sevilla, representado con ropas episcopales y bendiciendo.
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 San Leandro, San Buenaventura y San Francisco de Asís |
Al otro lado de
la puerta aparece San Bruno, fundador
de los cartujos, con el hábito y sujetando una cruz y una calavera; San Francisco de Paula, fundador de los
mínimos, mostrando en su pecho el anagrama de "Charitas"; San Blas, como protector de las
enfermedades; San Francisco Javier,
con hábito jesuita, por su destacada evangelización de Oriente; San Roque, con bordón y esclavina de
peregrino, mostrando una llaga en la pierna y un perro rampante con un pan en
la boca; Santa Clara de Asís, con el
hábito franciscano y portando una custodia en la mano; San Isidro Labrador, como protector del campo, canonizado en 1622; San Julián, como protector de las
epidemias; y San Cristóbal, sujetando
un cayado y con la mirada vuelta hacia el Niño que porta en sus hombros.
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 San Basilio, San Elías y San Jerónimo penitente |
El Coro se complementa con otras obras destacables,
como el atril de la cátedra episcopal, realizado en mármol rosa veteado y
decorado con el escudo del obispo fray Antonio Enríquez, colocado sobre un
estrado al que se accede por una escalinata, todo ello realizado en el mismo
tipo de mármol, así como un facistol de estilo manierista atribuido a Luis
Ortiz de Vargas y Fernando Ortiz. Asimismo, son destacables los dos majestuosos
órganos que se yerguen a ambos lados del coro, elaborados por Julián de la
Orden, con tres cuerpos, 22 metros de altura y compuestos por 4.500 tubos.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Pedro de Mena, lado de la epístola, 1658-1660 San Gregorio Magno, San Sebastián y San Esteban |
Sillería del coro, lado del evangelio, vista general |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 San Isidro Labrador, San Julián (1680) y San Cristóbal |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 San Francisco Javier, San Roque y Santa Clara de Asís |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 San Bruno, San Francisco de Paula y San Blas (1678) |
Pedro de Mena, detalle de San Bruno y San Roque |
Sillería del coro, lado del evangelio, puerta de acceso al órgano |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 San Ambrosio de Milán, San Agustín de Hipona y San Benito de Nursia |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino y San Isidoro de Sevilla |
Pedro de Mena, lado del evangelio, 1658-1660 San Bernardo, San Antonio Abad y Santo Domingo de Guzmán |
Sillería del coro, parte central con la silla episcopal |
José Micael Alfaro, 1638-1649 Detalle de santas vírgenes del ático |
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