30 de diciembre de 2015
28 de diciembre de 2015
25 de diciembre de 2015
Theatrum: NIÑO JESÚS DORMIDO SOBRE LA CRUZ, la conciencia de nacer para morir
NIÑO JESÚS
DORMIDO SOBRE LA CRUZ
Taller de Juan
Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla 1649)
Entre 1601 y
1625
Peltre
policromado
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca
española. Escuela andaluza
Niño Jesús dormido sobre una calavera. Alabastro, anónimo s. XVI Museo de Valladolid |
Durante el Renacimiento se retomaban la
representaciones clásicas de Eros y Tánatos y se adaptaban al pensamiento
cristiano —concordatio— para
convertir el componente estoico en un nuevo concepto de aspiración a la
eternidad. Inspirándose en los putti
clásicos aparecen entonces las figuras durmientes del Niño Jesús, que recostado
sobre una calavera hacían referencia al comienzo y al fin de la vida, a la
conciencia de nacer para morir y así cumplir su fin redentor, adquiriendo la
imagen divina el significado de una meditación sobre la fugacidad del paso del tiempo y de una simbología sobre el carácter heroico como vía para conseguir el triunfo,
insinuando con la complaciente figura en reposo del infante que la muerte debe
concebirse simplemente como un tránsito a la vida eterna.
Tras el Concilio de Trento (1545-1563) el arte
cristiano acentúa la inocencia infantil de un Jesús humanizado, incorporando a
las representaciones de la infancia prefiguraciones de la futura Pasión en las
que se combina la ternura infantil con el componente trágico que supone el
drama pasionario. De esta manera aparecen las imágenes de la modalidad
iconográfica del Niño Jesús de la Pasión,
en las que el infante aparece acompañado de una serie de atributos que aluden a
su sacrificio en edad adulta, desde aparecer amarrado a una columna, mostrar la
corona de espinas o portar la cruz a cuestas, hasta las referencias explícitas
a la crucifixión, como sujetando los clavos, el martillo, las tenazas o
sosteniendo la cruz, incluyendo una nueva modalidad del Niño Jesús durmiente
sobre el madero, una referencia a la muerte con el mismo carácter simbólico que
en las representaciones en que aparece recostado sobre una calavera, en
ocasiones con ambos elementos presentes.
Niño Jesús dormido con un corazón. Barro policromado, anónimo s. XVIII. Museo Nacional de Escultura |
En este sentido, no faltan modelos donde la imagen
durmiente del Niño Jesús reposa tranquilamente mostrando un corazón en lugar de
una calavera o una cruz, adquiriendo el valor de una reflexión sobre la
generosidad divina y el heroísmo en la entrega del propio cuerpo de Cristo como
fin redentor de su nacimiento.
En todos los casos el trasfondo es representar a
Jesús Niño triunfante sobre la muerte y el pecado, pues del mismo modo las
alusiones al suplicio de la Pasión aluden a su inminente resurrección. Ello
explica la enorme difusión que estas imágenes de culto del Niño Jesús tuvieron
durante el Barroco, convirtiéndose en un motivo de incitación a la meditación
sosegada especialmente en las clausuras femeninas, donde ejemplares con representaciones
de todas las modalidades iconográficas fueron abundantes.
Niño Jesús dormido en la cruz. Madera policromada, s. XVII Atribuido a Francisco de la Maza. Mercado del arte |
En esta tipología volcaron su
creatividad en España los grandes maestros escultores barrocos, que a la
inocencia y la gracia infantil impregnaban un contradictorio aire de tristeza
mediante la desgarrada incorporación de elementos relacionados con la
crucifixión y la muerte, siempre con el fin de conmover e incitar a la piedad.
Uno de los maestros que creó prototipos de alta
calidad fue Juan Martínez Montañés, máximo exponente de la escuela sevillana de
imaginería. Sus figuras infantiles, que alcanzan la categoría de obra maestra
en el Niño Jesús del Sagrario (1606-1607,
iglesia sacramental del Sagrario, Sevilla), tuvieron tan buena aceptación que
estimularon la demanda masiva de esculturas hasta crear una modalidad
"montañesina" muy bien definida dentro de la escultura barroca
andaluza.
Una de sus creaciones más requeridas fue la del Niño Jesús dormido sobre la cruz, hasta
el punto que, como ocurriera con otras de sus imágenes en las que el Niño
aparece de pie y bendiciendo, las exigencias de los comitentes de que las obras
se ajustaran con fidelidad a la pureza de los modelos montañesinos, obligó a
una producción pseudoindustrial en el propio taller de Martínez Montañés, de
esculturas realizadas en peltre a partir de los modelos originales en madera o
en barro, un trabajo realizado por especialistas fundidores.
Niño Jesús dormido sobre la cruz. Peltre policromado. Taller de Juan Martínez Montañés, 1601-1625. Museo Nacional de Escultura |
El peltre es una aleación de plomo con algunas
partes de cobre, estaño y antimonio que, por su maleabilidad y bajo punto de
fusión —entre 170 y 230 ºC—, permite realizar réplicas a bajo coste a través de
un vaciado con un acabado de alta calidad. La textura de su acabado, algo más
oscura que la plata, permite la aplicación de una policromía posterior que le
proporciona el mismo aspecto que las encarnaciones de la madera
policromada.
Esta técnica de fundición de metales, perdida desde
la antigüedad clásica y recuperada desde mediados del siglo XVI, permitió la
repetición seriada de esculturas mediante moldes por piezas. Fue en Sevilla
donde a finales de siglo algunos talleres especializados en esta labor, como el
de Diego de Oliver1, originaron una fuerte competencia con los
talleres escultóricos en madera, ya que ofrecían la ventaja de comercializar
con esculturas de idéntico aspecto a un precio sensiblemente inferior. De ello
se quejaba Pacheco en 1649 en su tratado "Arte de la pintura, su antigüedad y su grandeza".
Una de estas esculturas seriadas del Niño Jesús dormido sobre la cruz,
realizado en el taller de Juan Martínez Montañés entre 1601 y 1625 y cuyo
original no está localizado, se conserva en el Museo Nacional de Escultura de
Valladolid desde que fuera adquirida en el comercio del arte en 1968. En ella
aparece el Niño Jesús recostado de lado sobre una cruz y sumido en un profundo
sueño. Presenta una anatomía de gran morbidez, con las facciones del rostro
redondeadas, ojos cerrados, nariz achatada, boca pequeña y cerrada, cabellos
rizados con modelado minucioso y mechones avanzados sobre la frente. Apoya su
cabeza sobre el brazo izquierdo y con el derecho se aferra a la cruz mientras
el cuerpo describe una línea serpentinata, ofreciendo en su acabado policromado
suaves matices sonrosados en las mejillas y otras partes del cuerpo, con
algunos desperfectos en la policromía del brazo derecho.
Niño Jesús dormido sobre la cruz. Peltre policromado. Taller de Juan Martínez Montañés. Convento del Corpus Christi, Valladolid |
En esta recreación completamente ajena al relato
evangélico y con significado simbólico, es posible que la cruz reposara sobre
una calavera no conservada, pues así aparece en el ejemplar conservado en el Museo de Arte Sacro de la Catedral de Évora
(Portugal).
Sin embargo, en el Convento del Corpus Christi de
Valladolid se guarda otro ejemplar de idénticas características2,
afortunadamente con la policromía bien conservada, donde el Niño Jesús sólo se
acompaña de la cruz. Otro tanto ocurre en el ejemplar conservado en el Real
Convento de la Purísima Sangre de Cristo y del Glorioso San José (Monjas
Capuchinas) de Castellón3. El mismo modelo se repite, aunque a falta
de la cruz, en el Convento de la Purísima Concepción (Monjas Capuchinas) de
Toledo, así como en una colección particular de Medellín (Colombia).
En efecto, merced a las estrechas relaciones
artísticas entre España y la América Virreinal, durante la vigencia del Barroco
el tema escultórico del Niño Jesús dormido
sobre la cruz se extendería por América, siendo repetido e imitado el
modelo montañesino en los talleres virreinales.
Niño Jesús dormido sobre la cruz. Peltre policromado. Taller de Juan Martínez Montañés. Convento de la Purísima Sangre de Cristo, Castellón |
Como casos ilustrativos podemos
citar el ejemplar conservado en el Museo Histórico Dominico de Chile, realizado
por un escultor de la Real Audiencia de Quito, en el Virreinato del Perú, así
como los conservados en el Monasterio de
Santa Catalina de Quito y en el Museo del Banco Central, ambos en Ecuador. Asimismo,
en el Museo de América de Madrid también se conserva una escultura devocional
que reproduce con fidelidad el modelo montañesino, obra tallada en el siglo
XVII en la escuela quiteña4.
Como tema iconográfico de devoción, la
representación del Niño Jesús dormido
sobre la cruz también alcanzó un gran desarrollo en el siglo XVII en el
campo de la pintura, siendo Bartolomé Esteban Murillo uno de sus principales
intérpretes. Sirvan como ejemplos tanto el óleo que se conserva en el Museo del
Prado como el que permanece en el mercado del arte, así como el dibujo
atribuido a Murillo por Barcia que se guarda en la Biblioteca Nacional de
Madrid y que presenta una gran similitud con otro del Museo del Louvre.
Niño Jesús dormido sobre la cruz. Peltre policromado, siguiendo el modelo de Martínez Montañes, Colección particular, Medellín (Colombia) |
A la enorme difusión de este tema piadoso también
contribuyeron los grabados que se continuaron realizando hasta el siglo XVIII.
Como muestra arquetípica podemos fijarnos en el grabado por Peleguer en 1806
que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción
de Valladolid, que reproduce una pintura original de Guido Reni conservada en
el Art Museum de Princeton (Usa), del que existen otras versiones en la Art
Gallery de Auckland (Nueva Zalenda) y en el Musée Magnin de Dijon (Francia). En
él se representa un paisaje con la figura del Niño recostada sobre una cruz de
madera y en actitud de meditación mientras contempla algunos instrumentos de la
Pasión, acompañándose en la parte inferior de una oración de Santo Tomás de
Villanueva.
Como colofón a esta peculiar iconografía infantil
recordaremos las palabras de Fray Juan Interian de Ayala5 en su tratado El pintor christiano y erudito,
publicado en Madrid en 1782: "No
tanto pertenecen a la historia, quanto son objeto de piadosas meditaciones";
señalando como significado profundo de esta representación que "Cristo Señor Nuestro desde el primer
instante de su concepción, aceptó espontáneamente la muerte y acerbísima
pasión, que le impuso el Eterno Padre, viviendo siempre aparejado para ella y
pensando en ella muchas veces: sabiendo muy bien que con su muerte vencería a
la misma muerte y al demonio".
Niño Jesús dormido. Madera policromada. Taller quiteño, siguiendo el modelo de Martínez Montañés. Museo de América, Madrid |
Informe: J. M. Travieso.
NOTAS
1 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel. Niño
Jesús. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection.
Madrid, 2009, pp. 216-217.
2 PEÑA MARTÍN, Ángel. No ai cosa
que mas despierte que dormir sobre la muerte. Revista Aleluya nº 4,
Asociación de Belenistas de Valladolid, Valladolid, 2009, pp. 28-31.
3 Ibídem.
Nicolás Enríquez. Niño Jesús dormido con San Juanito siguiendo el modelo de Martínez Montañés, 1772. Musée de la Crèche, Chaumont (Francia) |
4 PEÑA MARTÍN, Ángel. Difusión y
copia del Niño Jesús dormido sobre la cruz de Martínez Montañés en Ibaroamérica.
Revista TRIM nº 3, 2011, pp. 75-88.
5 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel. Niño Jesús dormido sobre la cruz. En; URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Museo Nacional de Escultura VI: La escala reducida. Valladolid, 2008, pp. 24-25.
Niño Jesús recostado sobre la cruz. Grabado. Peleguer, 1806, sobre una pintura de Guido Reni. Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, Valladolid |
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Patrimonio artístico de Valladolid
23 de diciembre de 2015
Navidad: Los belenes vallisoletanos lucen de nuevo en todo su esplendor
BELÉN BÍBLICO MONUMENTAL - ANTIGUA CIUDAD DEL CAIRO
Sala Exposiciones del Palacio Pimentel
Asociación Belenista Castellana
La Asociación Belenista Castellana en esta Navidad
2015 presenta en la Sala de Exposiciones del Palacio de Pimentel de la Diputación Provincial de Valladolid un Belén Monumental que reproduce la antigua ciudad de El Cairo (mercados).
A lo largo del Belén están representadas cinco
escenas bíblicas: La Anunciación, Pidiendo posada, El Anuncio a
los Pastores, La Adoración de Reyes y la Natividad, representada en una
mezquita-madraza que a la vez sirve de culto y de escuela coránica. Los
mercados más importantes del antiguo Cairo son el Jan, el Jalili y el Al Muski,
que contienen estrechas callejuelas con miles de pequeñas tiendas atestadas de
mercancías, zapatillas, pañuelos, pipas de cristal, especias, joyas… Con sus
calles repletas de gente por ser al mismo tiempo un importante centro de
reunión.
El montaje monumental se acompaña de una exposición
de pequeños belenes como homenaje a su autora, Mercedes Pardo Lamm, creadora de
"Lamm Taller de Nacimiento Artesano".
HORARIO DE VISITAS
Del 16 de diciembre 2015 al 6 de
enero 2016
De lunes a domingo: de 11 a 14 y
de 17 a 21 horas.
24 y 31 de diciembre de 11 a 14
horas.
1 de enero de 2016 cerrado.
BELÉN MONUMENTAL
Sala Municipal de Exposiciones Las Francesas
Agrupación Belenista "La Adoración"
La Agrupación Belenista "La Adoración"
ofrece un belén de corte eminentemente paisajístico mostrado en un diorama
continuo. El escenario donde se sitúa el Misterio sorprende y cautiva a los
visitantes. En la última parte se puede contemplar, con un gran realismo, la
estudiada composición y acertado tratamiento del paso del tiempo en la
arquitectura que conforma la urbe de Belén.
Los materiales empleados para su construcción son
el corcho bornizo, porexpan, madera y escayola, correspondiendo el montaje a A.
Peña y E. de la Presa, con carpintería de Feltrero.
La imaginería,
perteneciente a la colección de José María Villa, es de diferentes autores: J.
Joaquín (Jerez de la Frontera) y Elisa Mesina (Monreale, Sicilia), destacando la
Adoración de los Reyes, figuras "a palillo" elaboradas por Angela
Tripi (Palermo, Sicilia), cuyas obras se pueden contemplar en los mejores
museos belenistas del mundo.
HORARIO DE VISITAS
Del 4 de diciembre 2015 al 6 de
enero 2016
De martes a domingo, incluidos
festivos, de 12 a 14 y de 18,30 a 21,30 h.
Lunes cerrado.
BELÉN BÍBLICO MONUMENTAL
Sala de Pasos de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias
Proyecto y montaje: José María Villa Gil
De nuevo José María Villa nos vuelve a sorprender
con un belén monumental, dispuesto en tres dioramas, en los que se mezclan
impresionantes callejuelas inspiradas en la arquitectura rústica castellana y en caseríos que reproducen el antiguo paisaje de Palestina, con figuras muy bien
seleccionadas para el relato y multitud de pequeños detalles anecdóticos
elaborados con precisión. En un intento de renovación iconográfica, los
personajes sagrados no aparecen en el tradicional establo, sino formando una
escena en que la Virgen y San José bañan al
Niño junto a un pequeño riachuelo.
HORARIO DE VISITAS
Del 5 de diciembre de 2015 al 6
de enero de 2016.
De lunes a domingo de 12 a 14 y
de 18 a 21 h.
Otros belenes interesantes:
Catedral, iglesia de San Lorenzo, iglesia de San Benito, iglesia de la Vera Cruz, Cofradía de la Santa Cruz Desnuda (Franciscanos, Italia 1) e iglesia de San Francisco de Asís.
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21 de diciembre de 2015
Exposición: ORO DE NÁPOLES, belén napolitano del Museo Nacional de Escultura, desde el 22 de diciembre 2015
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid
ORO DE NÁPOLES
Renovación expositiva del belén napolitano
Renovación expositiva del belén napolitano
En su cita puntual con la celebración de la
Navidad, el Museo Nacional de Escultura vuelve a ofrecer a la visita pública el
belén napolitano, uno de sus más preciados tesoros y uno de los más
interesantes y completos de Europa.
A partir de ahora, sus más de seiscientas figuras
encuentran acomodo en una nueva sala y un nuevo escenario que ha sido diseñado
por el escenógrafo Ignasi Cristià, con una nueva instalación dotada de moderna
tecnología y acompañada de ilustrativos paneles didácticos, así como de un
espacio donde se proyectará un audiovisual monográfico en torno a la tradición
de los belenes napolitanos. Pero si esto es novedoso, lo más importante para
todos es que la sala en que se exhibe, en la planta baja del Palacio de
Villena, estará abierta al público durante todo el año como una obra más de la
colección permanente, para satisfacción de todos los belenistas y amantes del
arte en general.
La nueva sala, concebida como una caja mágica tapizada de paneles de color
gris oscuro que realzan la teatralidad del montaje, consta de tres espacios
expositivos.
Primer espacio: Inmersión
Comienza al entrar en la sala e informa, a modo de
rito iniciático, sobre la tradición de los belenes y Nápoles. En vitrinas
murales se explican las características de los elementos integrantes a través
de figuras, entre ellas algunas pertenecientes al Belén Olaguer, integrante de las colecciones del Museo que hasta
ahora no se había expuesto. A él pertenece un portal original de mediados del
siglo XIX, con forma de templo clásico en ruinas, que cobija el tradicional
Misterio en la primera vitrina.
En otras vitrinas se muestra el complejo proceso de
elaboración de las cabezas (testinas),
de la figuras completas (pastori), de los animales (animali), de
los múltiples accesorios (finimenti)
y de las vestiduras (vestiti), cuyo
resultado son unas figuras, a diferentes escalas, dotadas de una fuerte carga
de teatralidad. También se informa de la propia historia del belén
vallisoletano, comprado por el Estado en 1996 a los coleccionistas madrileños
Emilio y Carmelo García de Castro.
Segundo espacio: Descubrimiento
Una vitrina de grandes dimensiones alberga un nuevo
planteamiento escenográfico, de marcado sentido geométrico y articulado en
torno a dos puntos de fuga que rompen la frontalidad y establecen dos profundas
perspectivas en cuyo fondo se vislumbra el Vesubio, que adquiere un fuerte
protagonismo. En este montaje se ha prescindido del decorado (plástico), obra de los hermanos García
de Castro, que con una disposición frontal en forma de gradas servía de
escenario en el montaje precedente. El nuevo plástico, en palabras su diseñador, reproduce edificios todavía
existentes en Nápoles para recrear, de forma un tanto abstracta, la atmósfera
de la ciudad. Los paneles planos, su disposición geométrica y sus tonos
neutros, lo mismo que las terrazas ascendentes del pavimento en color pizarra,
realzan los valores estéticos de los cientos de figuras que gesticulan en el
ambiente callejero.
En líneas generales, en la escenografía se crean
tres espacios, uno a la izquierda con el Anuncio
a los pastores, otro central en el que aparece el Misterio y buena parte de la actividad del mercado y un tercero a
la derecha con el Cortejo de los Reyes
Magos. En este nuevo montaje podríamos objetar dos cuestiones. La primera
es lo chocante que resulta contemplar el ambiente rústico y pastoril,
perteneciente al Anuncio a los pastores,
inmerso en el ámbito urbano, a pesar de que se incluya un fondo arbóreo y de
que se haya respetado su colocación tradicional como principio de la narración.
La segunda es la pérdida de protagonismo de la posada en torno a la que
tradicionalmente se despliega la fiesta musical y gastronómica, que ahora
aparece embutida junto al Portal impidiendo apreciar en parte una de las más
bellas composiciones del belén.
Todo lo contrario ocurre con el Cortejo de los
Reyes Magos, en un espacio más diáfano que permite saborear con mayor
facilidad el séquito de los Reyes y sus vistosos detalles, los pintorescos músicos y las bellas
arménides o georgianas.
Frente a la gran vitrina se muestran unos paneles
informativos que ayudan a comprender el aspecto lúdico del belén napolitano y
distintos aspectos históricos. Los temas tratados son la napolitaneidad o fascinante personalidad de Nápoles; Nápoles, un gran teatro; La realidad popular; La indagación fisionómica y El fabuloso Oriente.
Tercer espacio: Contemplación
Situado al fondo de la sala, en este espacio se
proyecta un audiovisual que muestra el Nápoles más actual para demostrar que
sus habitantes mantienen su idiosincrasia.
Deseamos que este nuevo espacio mágico sea
disfrutado por los vallisoletanos durante la Navidad y por todos los visitantes
que llegan a la ciudad atraídos por nuestro impresionante patrimonio artístico.
Felicitamos al Museo Nacional de Escultura por haber convertido en realidad
esta iniciativa.
HORARIO ESPECIAL DE NAVIDAD 2015
Días 22, 23, 26, 29 y 30 de
diciembre y 2 de enero: De 10 a 14 y de 16 a 21 h.
Domingos 27 de diciembre y 3 de
enero: De 10 a 14 y de 18 a 21 h.
Entrada gratuita
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Exposiciones
18 de diciembre de 2015
Theatrum: LA CASA DE NAZARET, el arte de la ceroplástica en el siglo XVII
LA CASA DE
NAZARET
Anónimo
(Posiblemente Juan Revenga, Zaragoza, h.1610-Madrid, h. 1684)
1655 / Urna del siglo XVIII
Cera y
madera policromada, tejidos encolados
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura y
artes decorativas barrocas
Izda: Magdalena penitente. Bartolomeo Schedoni. Instituto de Arte, Minneapolis Dcha: Magdalena penitente. Giovanni Francesco Pieri, 1760, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Durante el siglo XVI era común que los escultores
presentaran a sus clientes bocetos más o menos terminados, realizados en barro
o en cera, de lo que habría de ser una escultura a mayor escala tallada en
madera o labrada en piedra. Sin embargo, en Italia algunos escultores
encontraron en el modelado con cera —ceroplástica— un material adecuado para
realizar relieves y escenas de pequeño formato compuestas por figuras con sugestivos
detalles mórbidos, sugestivas indumentarias y objetos de fuerte naturalismo,
fruto de la maleabilidad que permitía la manipulación de este endeble material,
en ocasiones trabajado con gran virtuosismo. Con ello se recuperaba una técnica
ya utilizada en los ritos funerarios del antiguo Egipto que fue continuada por
griegos y romanos.
Caterina de Julianis. San Cristóbal, cera policromada |
Fue en la pujante Florencia renacentista donde
alcanzaron notoriedad los ceraiuoli o
especialistas en el modelado en cera, primero como ofrendas votivas y con el
tiempo dedicadas al estudio anatómico, derivando en representaciones de
personajes ilustres a tamaño natural que presentaban un gran verismo al serles
añadidos postizos, como cabellos naturales o indumentarias reales.
Esta actividad tuvo su continuación desde finales del siglo XVII en la creación de modelos anatómicos con finalidad científica, como la realizada por el taller ceroplástico de La Specola de Florencia1, que estuvo en activo desde 1771 hasta mediados del siglo XIX, una tarea relacionada con la medicina que fue impulsada por Felice Fontana con el apoyo de Pedro Leopoldo de Habsburgo-Lorena, gran duque de Toscana.
Esta actividad tuvo su continuación desde finales del siglo XVII en la creación de modelos anatómicos con finalidad científica, como la realizada por el taller ceroplástico de La Specola de Florencia1, que estuvo en activo desde 1771 hasta mediados del siglo XIX, una tarea relacionada con la medicina que fue impulsada por Felice Fontana con el apoyo de Pedro Leopoldo de Habsburgo-Lorena, gran duque de Toscana.
Caterina de Julianis. Escaparate del Tiempo y la Muerte Albert & Victoria Museum, Londres |
Durante el Renacimiento y el Manierismo la ceroplástica
conoció un fuerte impulso para representar a personajes importantes, como lo
prueba el retrato de Carlos V que realizara en cera Alfonso Lombardi
(1497-1537). Asimismo, el escultor y medallista milanés Antonio Abondio
(1538-1591) retrataba en cera en 1571 a Felipe II y miembros de su familia2,
siendo continuada esta actividad por su hijo Alessandro Abondio (1570-1651),
medallista y ceroplástico, cuya actividad fue contemporánea a la que
desarrollara en Nápoles y Génova el pintor y escultor siciliano Giovanni
Bernardino Azzolino (1572-1645).
A los trabajos de estos escultores en el siglo XVII
se sumaron los realizados por el ceroplasta siciliano Gaetano Giulio Zumbo
(1656-1701), especializado como anatomista científico y autor de teatrinos o escaparates con temas
relacionados con la muerte —ceras de la
peste—, que después de trabajar en Florencia entre 1691 y 1694, al servicio del
gran duque Corme III de Medici (Museo de La Specola, Florencia), pasó por Génova y Bolonia para acabar recalando en la Academia de Ciencias de París.
Es en el siglo XVII cuando los ceraiuoli comienzan a reproducir tridimensionalmente en cera algunas
obras pictóricas, como hiciera Anna Fortino (1673-1749) y en pleno Settecento el escultor y medallista
toscano Giovanni Francesco Pieri (1699-1773), del que en el Museo Nacional de
Escultura se guardan dos relieves en cera sobre pizarra que reproducen pinturas
de Bartolomeo Schedoni, uno con la Magdalena
penitente en el desierto y otro con La
Caridad, ambas datadas hacia 1760.
San Jerónimo, cera policromada. Anónimo italiano, s. XVIII |
A Pieri se suman los exquisitos trabajos de la
ceroplasta napolitana Caterina de Julianis, alcanzando con ellos este arte una estimable
calidad artística. Aunque ya habían llegado esporádicamente a España obras importadas
de los autores citados desde finales del siglo XVI, la afición se acrecentaría
con la llegada al trono español de Carlos III, momento en que se fomentó la
presencia de obras de cera, procedentes de la corte napolitana, en las
clausuras de los conventos y en oratorios de las residencias reales o
aristocráticas.
Trabajos de ceroplástica también se realizaron en
la España del siglo XVII, siendo citados en 1600 los granadinos hermanos García
como los más grandes ceroplastas de todo el continente, aunque no haya
sobrevivido ninguna de sus obras. El introductor de esta modalidad en los
ambientes cortesanos3, según apunta Jesús Urrea, fue el zaragozano Juan
de Revenga (h. 1614-h. 1684), que en su juventud viajó a Italia para formarse en
el oficio de escultor, aunque, según Palomino, a su regreso a España realizó virtuosas
escenas de cera para su entretenimiento y para regalarlas a los amigos, unas
veces decorando urnas o cajones y otras presentadas en forma de escaparates,
existiendo la constancia de que Diego Villa-Toro llegó a reunir en Madrid una
buena colección de sus obras. Juan de Revenga vivió sus últimos días sumido en
la miseria, muriendo en 1684, cuando superaba los 70 años, en el Hospital
General de Madrid4. Desgraciadamente, hasta este momento no se ha
identificado con certeza ninguna obra suya, apuntando Jesús Urrea la remota posibilidad —con todas las reservas posibles— de que sea el autor del
escaparate La Casa de Nazaret del
Museo Nacional de Escultura de Valladolid5.
Escena de caza de La Casa de Nazaret, cera policromada, 1655 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
El principal continuador de esta actividad fue el
mercedario madrileño Fray Eugenio Gutiérrez de Torices, autor de un buen número
de escaparates con escenas religiosas de extremado detalle y virtuosismo que alcanzaron
un gran prestigio, motivo por el que fue incluido por Palomino en su obra El Parnaso Español, donde afirma que sus
obras fueron colocadas en los gabinetes de los mayores príncipes de Europa.
Obras suyas se conservan en el monasterio de El Escorial, en el convento carmelita
de San Antonio de Ávila, en la sacristía de la iglesia de San Eutropio del
Espinar, en el convento de las Descalzas Reales de Valladolid (Fundación de la Orden de la Merced,
firmada en 1698 y considerada su obra maestra) y en el Museo Nacional de Artes
Decorativas de Madrid6. Discípulo de Torices debió de ser José
Calleja, del que se conservan obras en el Real Monasterio de la Encarnación de
Madrid.
En este recorrido a vuelapluma por el arte de la
ceroplástica en España, cuyo estudio a fondo todavía es una tarea por
completar, se puede rastrear una considerable cantidad de piezas, unas
importadas de Italia y otras realizadas en tierras españolas, muchas de las
cuales, alejadas de los recintos que las acogieron e indocumentadas acerca de
su autor, circulan en estos tiempos por el comercio del arte, mientras se
produce un proceso de revalorización de esta peculiar modalidad
escultórica.
EL TEATRINO DE LA CASA DE NAZARET
Este curioso teatrino
o escaparate de procedencia desconocida, que se expone en el Museo Nacional de
Escultura después de ser adquirido en el comercio del arte en 2003, se presenta
como si se tratara de un auto sacramental barroco en el que se combinan dos
temas: uno profano con una escena de caza, situado en la parte izquierda, y
otro religioso en la parte derecha con la representación de la Sagrada Familia
en el taller de Nazaret, ambos unificados por un paisaje pintado al fondo.
Ambientada en un paraje boscoso, en la escena de
caza aparece un noble a caballo, con una vestimenta equiparable a la del rey,
que practica el arte de la cetrería con un halcón. Viste ricas vestiduras a la
moda del siglo XVII y está precedido por la figura de un joven montero que
porta un arcabuz al hombro y que le indica con la mano el camino a seguir, así
como por un sirviente anciano que abriendo la marcha controla un perro de caza.
En el espacio se recrea un intrincado paisaje otoñal delimitado por dos
árboles, en cuyas ramas se posan aves de diferentes especies y tamaños. A ras
de suelo, a un lado y a otro, se incluye una colección de pequeños animales, meticulosamente
reproducidos, que representan diferentes especies de aves, como un búho, un
pato y una garza, junto a pequeños mamíferos, roedores silvestres, reptiles y
caparazones de moluscos que sugieren la presencia de agua.
Entre el paisaje discurre un tortuoso camino que
conduce a la escena de la derecha, en el que se reproduce el taller de Nazaret
al que llegarán los cazadores, lo que constituye un ejercicio anacrónico al
fusionar una imagen del momento con el ambiente doméstico del relato
evangélico. En un pequeño patio que se abre junto a la vivienda aparece San
José afanado sobre un banco de carpintero mientras la Virgen cose sentada y el
Niño Jesús barre el pavimento con una escoba, configurando una escena intimista
y familiar. Al igual que en la escena anterior, por la terraza aparecen
distribuidos numerosos objetos narrativos de diversa índole, así como aves,
perros y gatos, todos ellos descritos con todo lujo de detalles.
Destaca el delicado modelado en cera de las cabezas
y manos en miniatura, después policromado, recurriendo a tejidos encolados para
la confección de las vestiduras, que se rematan con aderezos de pasamanería y
diminutas joyas. Mientras que la Virgen y el Niño visten túnicas
convencionales, en la figura de San José aparece un nuevo anacronismo al
reproducir en la vestimenta las prendas masculinas habituales en el siglo XVII,
como calzas, jubón y gola.
El conjunto, presentado a modo de escenario, se
completa con un paisaje pintado al fondo que unifica las dos escenas, por las
que se distribuyen toda una gama de plantas y frutas que acentúan el encanto
naturalista que prevalece en toda la composición, que adquiere un sentido
teatral cuando se acompaña de una embocadura rococó tallada en el siglo XVIII.
Este grupo de pequeña escultura en cera están datado en 1655 y aparece firmado
por las iniciales IS, RS o JS entrelazadas, motivo que dificulta conocer la verdadera
personalidad de su artífice.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 POGGESI, M. La colección de
figuras de cera del Museo La Specola, en Encyclopaedia Anatomica, Taschen,
Colonia, 2006, pp. 34-35.
2 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Apuntes
para el estudio de la escultura en cera en España. Boletín del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología (BSAA) Tomo 45, Universidad de Valladolid, 1979,
p. 488.
3 Ibídem, p. 489.
4 PALOMINO, Antonio. El Museo
Pictórico y Escala Óptica, Tomo II. Madrid, 1797, pp. 604-605.
5 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. La
casa de Nazaret. Museo Nacional de Escultura VI: La escala reducida.
Valladolid, 2008, pp. 28-29.
6 SIGÜENZA MARTÍN, Raquel. Escultura
en cera, el barroco y Santa Teresa de Jesús, en Santa Teresa y el mundo
teresiano del Barroco. San Lorenzo de El Escorial, 2015, pp. 695-710.
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Etiquetas:
Patrimonio artístico de Valladolid
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