REINAS
SANTAS: SANTA EDILBERGA, SANTA EDITA, SANTA HELENA, SANTA MARGARITA, SANTA
MILBURGA Y SANTA WALBURGA
Juan de
Roelas (Flandes, h. 1570-Olivares, Sevilla, 1625)
1601-1602
Pintura al
óleo sobre lienzo
Real Iglesia
de San Miguel y San Julián, Valladolid
Pintura de
transición del Manierismo al Barroco
Santa Edilberga. Juan de Roelas, 1601-1602 |
LA CONFUSA IDENTIDAD DEL PINTOR JUAN DE ROELAS
La personalidad artística del pintor Juan de Roelas
ofrece enigmáticas lagunas por el desconocimiento de la mayor parte de su
biografía. Durante mucho tiempo se le ha venido identificando con su homónimo fray
Juan de Roelas y Córdoba, clérigo de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, nacido en Sevilla en 1561 y muerto en la misma ciudad en 1632, conocido como
insigne teólogo y por haber publicado en 1621 un tratado titulado Hermosura corporal de la Madre de Dios.
Esta identificación errónea, que hoy está completamente descartada, tuvo su
origen en la trayectoria vital proporcionada por Ceán Bermúdez, según la cual el
pintor habría nacido en Sevilla entre 1558 y 1560, en el seno de la distinguida
familia de Pedro de Roelas, general de armada fallecido en 1566. Después,
manteniendo esta filiación, el conde de Viñaza aportaba el nombre de doña María
de Guzmán como madre del artista. Sin embargo, en la biografía de Antonio
Palomino, aunque se le considera natural y vecino de la ciudad de Sevilla, se
apunta el origen flamenco de sus padres y su formación como discípulo de
Tiziano, algo que a primera vista no ofrece mucha lógica.
Cuando el historiador alemán Carl Justi se refiere a
Juan de Roelas en su extenso trabajo dedicado a Velázquez, afirma que su estilo
demuestra una formación en Italia, estimando su vinculación estilística con la pintura
veneciana y observando en su obra posterior una fusión de los modos propios de
los temperamentos español y flamenco.
Una vez aceptada su actividad en Sevilla y la vinculación de su obra con la pintura veneciana, que pudo conocer bien en un supuesto viaje a Italia o bien a través de los pintores italianos llegados para trabajar en el monasterio de El Escorial, sería en el año 2000 cuando las pesquisas de María Antonia Fernández del Hoyo, de la Universidad de Valladolid, permitirían demostrar el origen flamenco1 del pintor, así como su presencia en Valladolid desde el año 1594.
Dos son los documentos que avalan esta hipótesis. El
primero está fechado el 8 de marzo de 1594 y en él Jacques de Roelas y su hijo
Juan de Roelas, ambos flamencos y vecinos de Valladolid, se comprometen a pagar
300 reales a Juan Fernández como devolución de un préstamo recibido de este
racionero de la catedral de Palencia, trato en el que había actuado como
intermediario don Gonzalo de Villasante, arcediano de Tordesillas. El segundo
documento, datado el 16 de junio del mismo año 1594, se refiere al alquiler de
una casa que padre e hijo tomaron en la calle de los Baños, cuyo documento
firmaban como Jacques de Roelas, pintor, y Juan de Roelas su hijo, también
pintor y con una edad declarada de 25 años2 cumplidos (por lo que
habría nacido hacia 1570).
Santa Edita. Juan de Roelas, 1601-1602 |
Fernández del Hoyo refuerza esta teoría comparando
la firma de Juan de Roelas con otra que aparece en una escritura del 28 de mayo
de 1598, tras haber realizado la tasación de pinturas y esculturas que dejó a
su muerte doña Luisa Enríquez, hija de la marquesa de Poza y viuda de don
Francisco de Fonseca y Ayala, señor de Coca y Alaejos. Asimismo, una nueva
firma de similares características aparece en un documento del 9 de febrero de
1602, en el que "Juan de Roela pintor" puja por las casas que
habitara Juan de Juni en la Acera del Sancti Spiritus de Valladolid, que no
lograría conseguir.
De todo lo expuesto, se deduce que el pintor Juan de
Roelas era hijo de otro pintor flamenco y que estuvo activo en Valladolid desde
que superó la mayoría de edad hasta 1602. En Valladolid participó en 1598,
junto a otros pintores locales, en la traza de un túmulo funerario que la
Universidad costeó para las honras fúnebres del rey Felipe II. También en
Valladolid se ordenó sacerdote, permaneciendo activo en la ciudad hasta finales
de 1602, cuando, tras conseguir la protección del Conde-Duque de Olivares,
decide trasladarse a la población sevillana de Olivares como capellán de un
convento. Posiblemente, poco antes de esa partida, es cuando pinta para la Casa
Profesa de los jesuitas de Valladolid la original serie que representa a seis Reinas Santas.
A partir de 1603 sus datos biográficos y su
trayectoria artística comienzan a desvelarse. Es cuando aparece instalado en
Olivares y su compleja personalidad artística contribuye en tiempos de Felipe
III a la evolución de la pintura andaluza hacia formas más naturalistas y
barrocas, mostrando en realidad, más que las influencias venecianas apuntadas por
los viejos tratadistas y después rechazadas por Jonathan Brown3, una
tendencia a plasmar con detalle elementos naturalistas en sus escenas, así como
una carga sentimental muy popular que se aleja de la idealización estética de
la pintura renacentista, convirtiéndose, según Valdivieso, en el primer pintor
sevillano "que supo humanizar lo divino y acercar el espíritu religioso a
la mentalidad popular", pudiendo ser considerado como el mejor pintor del
ámbito hispalense de principios del siglo XVII. Buenas muestras son las
pinturas del Martirio de San Andrés,
de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen
y la Venida del Espíritu Santo, todas
realizadas hacia 1615 y conservadas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Santa Helena. Juan de Roelas, 1601-1602 |
Con un estilo plenamente definido, a mediados de
1616 se instala en Madrid con la intención de beneficiarse de la corte tras ser
nombrado capellán real. En ese momento realiza pinturas en las que funde su
habilidad pictórica con sus conocimientos teológicos, incorporándose al
movimiento en favor de la Inmaculada Concepción, tan significativo en Sevilla
en las primeras décadas del siglo XVII, a través de pinturas con profusión de
alegorías sacras, como se aprecia en la Alegoría
de la Inmaculada que se conserva en el Museo Nacional de Escultura (ver ilustración), donde se
representa la magna procesión que se celebró en Sevilla en 1615 en honor de la
Inmaculada, con profusión de patriarcas de la Iglesia y de personajes
sevillanos retratados. Esta pintura, que inicialmente perteneció a la colección
real del Alcázar de Madrid, fue trasladada en tiempos de Carlos II al
monasterio de San Benito de Valladolid, pasando en 1835 de su sacristía al
Museo Provincial de Bellas Artes como consecuencia de la Desamortización.
Al no conseguir en Madrid el ansiado título de pintor del rey, Juan de Roelas decidió regresar a Olivares, donde ejerció como
canónigo en la Colegiata hasta que se produjo su muerte en 1625, siendo
enterrado en aquella iglesia. Dejaba tras de sí una prolífica obra que hoy se
halla repartida por iglesias y museos del mundo.
LA SERIE DE REINAS SANTAS INGLESAS DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL DE VALLADOLID
Ya se ha dicho que esta serie pictórica, destinada a
la Casa Profesa de los jesuitas de Valladolid, debió ser realizada por Juan de
Roelas hacia 1601-1602, poco antes de su traslado a la población sevillana de
Olivares. La serie representa a seis Reinas
Santas como mujeres de estirpe inglesa, tal vez por la vinculación de los
jesuitas con el Colegio de ingleses de San Albano de Valladolid, donde igualmente se conserva una serie de ocho reyes santos de Inglaterra que presentan el mismo tipo de marco fingido y las mismas características en el retrato que esta serie de reinas santas de Roelas. Proceden del Colegio de San Gregorio de Sevilla, también destinado a la formación de seminaristas ingleses, y son atribuidos a Francisco Pacheco, que los habría realizado entre 1605 y 1610. En el mismo Colegio de San Albano de Valladolid se guarda un Apostolado, atribuido
a Roelas por Diego Angulo, que junto a la pintura del Triunfo de San Gregorio fueron obras realizadas por Juan de Roelas para el
colegio de ingleses de Sevilla, de donde llegaron a Valladolid en 1779. Aunque esta última fue llevada a principios del XIX al Colegio Ushaw, del condado de Durham4, hace unos años fue devuelta, en un gesto de generosidad digno de elogio por parte del colegio inglés, al Colegio de San Albano de Valladolid5.
Las pinturas representan los retratos figurados de
Santa Edilberga, Santa Edita, Santa Helena, Santa Margarita de Escocia, Santa
Milburga y Santa Walburga, todos ellos uniformados por el tamaño y por aparecer
encuadrados por un marco pétreo fingido en el que se reserva un espacio ovalado
central para la colocación de la efigie, un espacio rectangular en la parte
inferior, presidido por el rostro de un querubín, con una inscripción en
caracteres romanos que identifican a cada santa, y un remate superior, de
diseño manierista, con un motivo heráldico en el centro, que adquiere el valor
de un esmalte coloreado, y decoración de guirnaldas con frutos y volutas a los
lados.
Santa Margarita de Escocia. Juan de Roelas, 1601-1602 |
En estos marcos fingidos, trabajados con la técnica
de la grisalla, Juan de Roelas muestra su habilidad para elaborar trampantojos
a partir del dominio del dibujo, de la aplicación de una perspectiva
naturalista y del uso magistral de la luz y el color, anticipándose en el
formato al Autorretrato que pintara Murillo en 1670 (National Gallery, Londres).
Las santas están representadas en la modalidad de
busto y recortadas sobre un fondo neutro desprovisto de ambientación, con las
mujeres rodeadas de elementos simbólicos muy equilibrados, como atributos de su
santidad, junto a pequeñas inscripciones relacionadas con expresiones de su fe.
En todas ellas se aprecia la transición entre el artificio manierista y el afán
naturalista del primer barroco, con modelos captados del natural y expresados
con gran dulzura, lo que define el estilo de Juan de Roelas y le sitúa como
gran retratista de la vida cotidiana, jugando con el tenebrismo para resaltar
las facciones y la indumentaria de las santas al estilo de Bassano.
Santa Edilberga
Aparece caracterizada como abadesa, vestida con
hábito y sujetando un báculo del que cuelga atada una corona de oro. Sobre su
cabeza luce una corona de flores en alusión a su virginidad y con su dedo
derecho señala una loa a Jesucristo que sale de su boca. Todos estos elementos
la muestran como religiosa, abadesa y virgen.
Santa Edilberga, que vivió en el siglo VII, era hija
del rey de Anglia oriental (actuales condados de Norfolk y Suffolk) y por tanto
reina de Inglaterra, privilegio al que renunció para ingresar como religiosa en
las Galias en la abadía de Faremoutiers, en la que llegaría a ser abadesa.
Murió en Ebreuil, Aquitania, en el año 695. Su vida religiosa estuvo
caracterizada por su gran abstinencia y perpetua virginidad. Es considerada
protectora de los embarazos y del reumatismo.
Aparece representada con hábito, sujetando entre sus
manos una corona de oro y un lirio alegórico a la castidad, así como una virginal
corona de flores sobre la cabeza.
Santa Edita o Santa Edith vivió en el siglo X y era
hija ilegítima del rey inglés Edgar el Pacífico. Este había raptado a su madre
Wilfrida en la abadía de Wilton, de cuya relación nació Edita. Cuando su madre
pudo escaparse, regresó con Edita a Wilton, donde Wilfrida se convirtió en
abadesa y la niña fue educada por las monjas. Tras el asesinato de su medio
hermano, el rey Eduardo el Mártir, algunos nobles ofrecieron a Edita la corona
de Inglaterra, pero la rechazó para permanecer consagrada, en estado de
humildad y obediencia, como religiosa en la abadía de Wilton, donde levantó una
iglesia dedicada a San Dionisio en la que fue enterrada cuando murió el 15 de
septiembre de 984.
Debido a su popularidad por su sabiduría, belleza y
santidad, su biografía, rodeada de leyendas milagrosas, fue escrita por
Goscelin hacia 1080. En su honor se dedicaron varias iglesias en Wiltshire y en
otras poblaciones inglesas.
Santa Milburga. Juan de Roelas, 1601-1602 |
Santa Helena
Santa Helena de Constantinopla aparece representada,
en su calidad de emperatriz, vestida con lujosas vestiduras, con un manto
sujeto por un ostentoso broche y luciendo una corona adornada con perlas. De
forma reverencial, evitando el contacto directo mediante un paño, lo que indica
que se trata de objetos que estuvieron impregnados de la sangre de Cristo, sujeta la Vera
Cruz con el rótulo de "INRI" y los tres clavos de la Crucifixión,
pues a ella se atribuye el descubrimiento de tan preciadas reliquias durante un
viaje a Tierra Santa.
Flavia Julia Helena seguramente nació en Drépano,
Bitinia, al noroccidente de Anatolia (Turquía), hacia el año 250. Era hija de
un sirviente y llegó a ser la concubina del tetrarca Constancio Cloro y después
su esposa, aunque en 292 la abandonó para casarse con la hijastra de Maximiano.
Helena fue madre de Constantino, que convertido en emperador del Imperio Romano
renombró la ciudad de Drépano como Helenópolis en honor de su madre. Helena
tuvo un papel muy activo en la corte imperial, influyendo sobre su hijo para la
conversión del imperio al cristianismo.
Famosa por su piedad, Santa Helena realizó un
peregrinaje por Tierra Santa y otras provincias de Medio Oriente para buscar
las reliquias de la Pasión de Cristo, que encontró tras hacer demoler un templo
erigido a Venus en el monte Calvario, llegando a encontrar también en su
periplo los restos de los Reyes Magos. Murió en Roma en 329 y es considerada
santa por ortodoxos y católicos.
Su presencia en esta serie responde a una leyenda
inglesa posterior, mencionada por el clérigo Godofredo de Monmouth, según la
cual fue hija del rey bretón Coel, que se alió con Constancio para evitar la
guerra entre los bretones y Roma.
Santa Margarita de Escocia
Santa Margarita está representada como reina de
Escocia, luciendo ricas vestiduras, con la corona sobre la cabeza y portando en
sus manos el cetro real.
Nació hacia 1045 en el castillo de Reka, al sur de
Hungría y era hija del príncipe inglés Eduardo el Exilado. Tras padecer
salvajes revueltas paganas realizadas contra Pedro Orseolo de Hungría, en las
que todos los extranjeros fueron atacados, en 1046 fue coronado Andrés I de
Hungría, que reforzó el cristianismo en el país. En esa atmósfera creció Santa
Margarita, que viajó a Inglaterra hacia 1057 cuando su familia fue llamada para
ocuparse de los asuntos sucesorios.
Cuando en 1066 moría su tío Eduardo el Confesor, el
rey anglosajón, Margarita llevaba una vida piadosa en territorio inglés, donde
su hermano Edgar Atheling decidió reclamar el trono vacante. En ese tiempo
Malcolm III, rey de Escocia, hombre magnánimo y bondadoso, decidió casarse con
alguna de las pocas mujeres pertenecientes a la familia real anglosajona,
contrayendo matrimonio con Margarita, que se convirtió en reina consorte de
Escocia y con la que tuvo ocho hijos. Sin embargo, en 1093 tanto su esposo
Malcolm como su primogénito Edward fueron asesinados durante el asedio contra
los ingleses en el castillo de Alnwic, y aunque quisieron ocultar la tragedia a
la reina Margarita, ésta se enteró y murió de angustia pocos días después en el
castillo Midlothian de Edimburgo.
Santa Margarita, que durante su vida se dedicó al
cuidado de los pobres y huérfanos, fue canonizada en 1251 por el papa Inocencio
IV por su santidad personal y su fidelidad a la Iglesia.
Santa Walburga. Juan de Roelas, 1601-1602 |
Santa Milburga
Santa Milburga aparece representada como reina, con
un rico vestido adornado con broches, una camisa de encajes y una medalla al
cuello con cuentas de cristal. En su mano sujeta un libro de oraciones y una
flor alusiva a su virginidad, mientras algo más al fondo aparecen depositados
la corona y el cetro y cuelga una pequeña pintura devocional con la Virgen y el
Niño.
Santa Milburga, de la que se desconoce la fecha de
nacimiento, era hija de Merewalh, rey de Mercia, y de santa Ermenburga. Cuenta
la leyenda que tenía un misterioso poder sobre los pájaros, con los que hablaba
para preservar los cultivos. En 722 fue nombrada por el arzobispo san Teodoro
abadesa de la abadía benedictina de Wenlock, por ella fundada, donde recibió
las ayudas de su padre y su tío Wulferio. Allí llevó una vida muy humilde,
practicando la predicación y, sobre todo, la oración. Se le atribuyen numerosos
hechos prodigiosos, entre ellos la curación de enfermos, ciegos e incluso el
resucitar a un niño muerto.
Después de una vida de santidad y milagros, padeció
una larga enfermedad que soportó con serenidad hasta su fallecimiento.
Santa Walburga
Santa Walburga, con la cabeza cubierta por una toca
blanca, se muestra mirando fijamente al espectador mientras enarbola una
pequeña cruz en su mano derecha y sobre su hombro izquierdo reposa un cetro del
que pende una corona de oro.
Walburga, también conocida como Walpurgis, nació en Devonshire
(Inglaterra) hacia el año 710. Según la leyenda, era hija del mítico rey san
Ricardo el Sajón y de Winna, hermana de san Bonifacio, predicador en Germania.
Cuando tenía once años, su padre y sus hermanos peregrinaron a Roma, quedando
ella al cuidado de la abadesa de Wimborne, abadía en la que permaneció recluida
26 años y donde aprendió a escribir en latín, un hecho fundamental para su
posterior actividad en Alemania en apoyo de su tío san Bonifacio, siendo
considerada la primera escritora de Inglaterra y Alemania.
Tras recibir la noticia de la muerte de su padre, el
año 748 Santa Walburga viajó a Wurtemberg para asistir a san Bonifacio,
ingresando como monja en el convento de Heidenheim, fundado por su hermano san
Willibaldo en Baviera, donde llevó a cabo una austera disciplina. Según la
leyenda, durante aquel viaje santa Walburga calmó una terrible tempestad con
sus oraciones, siendo difundido el milagro por los marineros que lo
presenciaron, por lo que comenzó a ser recibida con veneración por donde pasaba
camino de Maguncia, donde se reunió con san Bonifacio.
En Heidenheim fue nombrada abadesa del monasterio,
donde falleció en febrero de 777. Tras la ruina de aquella abadía, en 870 sus
restos fueron trasladados hasta Eichstädt, donde comenzó su veneración pública.
Según la leyenda piadosa, su cuerpo emanaba un aromático aceite que fue
distribuido, a modo de reliquia, por muchos lugares del mundo como un líquido
maravilloso contra el poder de las brujas y de las tormentas. Esto dio lugar al
rito de purificación de la conocida como Noche
de Walpurgis (30 de abril-1 de mayo), donde se encendían hogueras y se
distribuía el óleo contra los poderes malignos recogiendo viejas tradiciones
paganas.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Detalle de la Alegoría de la Inmaculada. Juan de Roelas, 1616 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
NOTAS
1 FERNÁNDEZ DEL HOYO, Mª. Antonia. Juan
de Roelas pintor flamenco. Boletín del Museo Nacional de Escultura nº 4,
2000, pp. 25-28.
2 Ibídem, p. 26.
3 BROWN, Jonathan. La Edad de
Oro de la pintura en España. Madrid, 1990, pp. 124 y 126.
4 VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique. La
pintura en Valladolid en el siglo XVII. Excma. Diputación Provincial,
Valladolid, 1971, p. 51.
5 NAVARRETE PRIETO, Benito. Valladolid recupera El Triunfo de San Gregorio de Juan de Roelas. Información del blog de Benito Navarrete Prieto (benitonavarrete.blogspot.com), marzo 2010.
5 NAVARRETE PRIETO, Benito. Valladolid recupera El Triunfo de San Gregorio de Juan de Roelas. Información del blog de Benito Navarrete Prieto (benitonavarrete.blogspot.com), marzo 2010.