El 14 de mayo de 1733, reinando en España el monarca borbón Felipe V, la ciudad de Valladolid recibió la visita más importante de su historia, la del mismísimo Jesucristo, aunque de ello sólo fue testigo una persona, Bernardo Francisco de Hoyos, un seminarista de 21 años que estudiaba para jesuita en el Colegio de San Ambrosio. Él y sus consejeros espirituales se encargaron de divulgar esta aparición, en la que pudo contemplar nada menos cómo Cristo le mostraba el corazón, así como los mensajes que recibió durante el trance, especialmente una promesa divina que tendría una enorme repercusión en todo el orbe cristiano de habla hispana.
EL PADRE BERNARDO DE HOYOS (1711-1735)
¿Quién fue el primero que izó la enseña
ensangrentada del Corazón?
Fue el padre Hoyos que en San Ambrosio
del mismo Cristo la recibió.
Así comenzaba una cancioncilla muy popular en Valladolid en los años 50 que relataba la visión del padre Hoyos y que se cantaba durante la fiesta de Cristo Rey, en una época en la que Franco, con el apoyo de la Iglesia, había implantado en España el nacional-catolicismo. Pero para conocer el origen de todo aquello hay que retrotraerse en el tiempo.
Bernardo Francisco de Hoyos nació el 20 de agosto de 1711 en Torrelobatón, provincia de Valladolid, y era hijo de Manuel de Hoyos, secretario de aquel Ayuntamiento, y de Francisca de Seña, natural de Medina del Campo. A los 10 años estudió en el colegio de los jesuitas de Medina del Campo, residiendo temporalmente en Alaejos durante una epidemia de peste. Cumplidos los 11 pasó a estudiar en el centro jesuita de Villagarcía de Campos. Tras la muerte de su padre, fue admitido como novicio en aquel seminario a los 14 años, donde realizó los votos perpetuos a punto de cumplir los 17, conociendo ya por entonces sus primeras experiencias místicas. Desde los 17 a los 20 años estudió Filosofía en el colegio de los Santos Pedro y Pablo de Medina del Campo (hoy iglesia de Santiago el Real) y, tras el fallecimiento de su madre en 1730, en septiembre de 1731 comenzó los estudios de Teología en el Colegio de San Ambrosio de Valladolid, centro en el que estaban establecidos los jesuitas desde 1567.
Por aquel tiempo, en Francia se había extendido la devoción al Sagrado Corazón de Jesús gracias a los escritos de
Santa Margarita María de Alacoque, que tras tener la experiencia mística de la aparición de Jesucristo para mostrarle su corazón, había solicitado a
Luis XIV, sin conseguirlo, la consagración de Francia a esta devoción. Por el contrario su nieto, el rey
Felipe V de España, si que se mostró favorable a ello, llegando a escribir al papa
Benedicto XIII para solicitarle Misa y Oficio propio en el culto al Sagrado Corazón en España.
Corría el año de 1733 cuando Bernardo de Hoyos, con 21 años y estudiante de Teología, recibió en San Ambrosio una carta de su amigo Agustín Cadaveraz, sacerdote y profesor de Gramática en Bilbao, en la que le solicitaba, para preparar un sermón, la copia de unos fragmentos de un libro sobre la devoción al Corazón de Jesús que había leído en la biblioteca del seminario vallisoletano. Cuenta Bernardo que cuando leyó el libro en su habitación para hacer la copia, sintió tales deseos de propagar esta devoción, que el día 14 de mayo, estando en oración, tras recibir el aliento del Arcángel San Miguel, cuya festividad como patrono de Valladolid se había celebrado el día anterior, recibió la visita de Cristo, que le mostró “su Corazón todo abrasado en amor, y condolido de lo poco que se le estima”, al tiempo que le comunicaba haber sido elegido para propagar su culto y su deseo de que la Compañía celebrase la fiesta del Sagrado Corazón.
En la cancioncilla mencionada anteriormente se refleja el encuentro de esta manera:
Jesús le dice: "Soy de Bernardo",
Bernardo dice: "Soy de Jesús,
mas sólo quiero que me regales
con las Espinas y con la Cruz,
pues por la herida me estás diciendo
que de este modo me amaste Tú".
Como respuesta, Cristo le declara discípulo amado, como lo fuera Margarita María de Alacoque, y según las palabras del vidente, Cristo le mostró su corazón ardiente, rodeado de la corona de espinas y con una cruz en la extremidad superior. Ante el deseo de Bernardo de implantar su culto, Jesús le responde con el corazón inflamado en llamas de amor divino y le hace una promesa: “Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”.
Bernardo comunicó este encuentro a los directores del centro y a sus amigos jesuitas, teniendo muy buena acogida la propuesta de propagar este culto, especialmente por su director espiritual, el padre Juan de Loyola, al que envió centenares de cartas, escritos, apuntes y sermones, material que le serviría para escribir, poco después de la muerte de Bernardo, su libro "Vida del V. y angelical joven P. Bernardo Francisco de Hoyos de la Compañía de Jesús", obra capital para comprender el alcance de aquel arrebato místico.
Asimismo, Bernardo recaudó fondos para la impresión del libro “Tesoro escondido en el Sacratísimo Corazón de Jesús”, también escrito por Juan de Loyola y cuya primera edición vio la luz en la imprenta de la Real Universidad de Valladolid en 1734. El libro tuvo tal difusión, que en pocos años se hicieron hasta ocho ediciones en imprentas de diferentes ciudades.
Tras estas experiencias, Bernardo de Hoyos fue ordenado sacerdote el 2 de enero de 1735, a los 23 años, en el Palacio de Fabio Nelli de Valladolid, celebrando su primera misa en la festividad de Reyes en la contigua iglesia de San Ignacio (actual iglesia de San Miguel). Siguiendo con su deseo de expandir el culto al Sagrado Corazón en España, América, Filipinas y en todo el mundo, se comenzaron a traer estampas de Roma y después se imprimieron aquí. En junio de aquel año Bernardo organizó la primera novena pública en España dedicada al Corazón de Jesús en la capilla del vallisoletano Colegio de San Ambrosio (hoy convertido en Centro de Espiritualidad).
En agosto de 1735 pasa al colegio jesuita de San Ignacio, pero pronto enferma de tifus y fallece prematuramente el 29 de noviembre de 1735, cuando tan sólo había cumplido 24 años de edad. El jove fue enterrado en la iglesia de San Ignacio (actual San Miguel), pero después sus restos fueron trasladados a un lugar desconocido que todavía no ha podido ser localizado.
Como la vida da muchas vueltas, conviene recordar que en el año 1767 los jesuitas serían expulsados de España por el rey Carlos III y todos sus bienes confiscados. La iglesia del convento de San Ambrosio sería convertida en 1775 en parroquia de San Esteban el Real y en el colegio se instalaría en diciembre de 1771 el Seminario Escocés de Madrid. Cuando los jesuitas regresaron, los escritos de Bernardo se habían perdido, de ahí la importancia de la obra de Juan de Loyola, que recoge muchos de ellos.
En 1895 se inició el proceso de canonización que continúa en la actualidad. El 12 de enero de 1996, el Papa Juan Pablo II leyó el decreto en el que se declaraban sus “Virtudes heroicas”, con el que adquiría el título de Venerable, y en 2009 Benedicto XVI, con el asesoramiento de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, ha confirmado su beatificación en Valladolid el 18 de abril de 2010, después de aceptar como milagro comprobado, obrado por el padre Hoyos, la curación instantánea y científicamente inexplicable de María de las Mercedes Cabezas, natural de San Cristóbal de la Cuesta (Salamanca), víctima de una tumoración cancerosa en el vientre, hecho ocurrido el 23 de abril de 1936.
LA BASÍLICA DE LA GRAN PROMESA
La repercusión de la Gran Promesa recibida por el padre Hoyos fue enorme en España y países de influencia. La iconografía del Sagrado Corazón de Jesús pasaría a formar parte de la fisionomía de numerosas ciudades a través de la elevación de monumentos de gran formato, muchos de ellos de dudoso gusto, especialmente después de la consagración oficial de España al Sagrado Corazón, realizada el 30 de mayo de 1919 por el rey Alfonso XIII en el Cerro de los Ángeles, lugar próximo a Getafe (Madrid) elegido simbólicamente por estar considerado como el centro geográfico de España, donde se erigió un gran monumento coronado por el Sagrado Corazón, que se acompaña en la base con figuras de conocidos santos españoles.
Al mismo tiempo comenzaron a proliferar las cofradías y congregaciones, ocupando un lugar destacado en templos y domicilios particulares la imagen edulcorada del Corazón de Jesús, bajo la creencia de aquella privilegiada protección a España y sus gentes.
Como es lógico, la repercusión en Valladolid fue trascendental. En 1923, cuatro años después de la consagración monárquica en el Cerro de los Ángeles, por iniciativa del arzobispo Remigio Gandásegui se asentó una descontextualizada y colosal estatua del Sagrado Corazón, realizada en hormigón por el escultor Ramón Núñez, sobre la torre reconstruida de la catedral herreriana, que hoy sigue marcando el punto más elevado de la ciudad (sobre ella se trata en el artículo del 18 de enero). Asimismo, en 1941, en los inicios del gobierno franquista, la discreta iglesia ubicada junto al convento de San Ambrosio, que fuera financiada a principios del XVII por Jerónimo Román, obispo de Tlaxcala (México) y levantada seguramente por Diego de Praves, adquirió la categoría de Santuario Nacional de la Gran Promesa. Para destacar la nueva titularidad, se modificó el retablo mayor, en el que se incorporó una enorme imagen del Sagrado Corazón tallada por el padre Félix Granda. El 12 de mayo de 1964 el papa Pablo VI concedió al templo el rango de Basílica Menor y en 1994 el antiguo colegio de la Compañía se restauró para convertirle en Centro de Espiritualidad.
Pero por si esto fuera poco, en los años 50 comenzó a proyectarse en torno al Santuario la construcción del denominado Alcázar de Cristo Rey, un complejo arquitectónico de gigantescas proporciones proyectado por el arquitecto Pascual Bravo, presidido por una torre más alta que la de la catedral, que englobaría el Santuario y el Colegio de San Ambrosio y que ocuparía la manzana formada por las actuales calles del Santuario, Simón Aranda, José María Lacort y Alonso Pesquera. Pero esta utópica construcción, cuya maqueta se conserva en el actual Centro de Espiritualidad, no se quedó en un mero proyecto, puesto que las obras se iniciaron con la ayuda económica del ministro José Antonio Girón, aunque se llevó a cabo de forma parcial. A él pertenecen los edificios que hacen esquina entre las calles Santuario y Simón Aranda, donde se localiza la sede de Acción Católica y el teatro Cervantes, que muestran la dudosa estética del faraónico recinto. Aquel proyecto, que contaba con museos, biblioteca, sala de ejercicios espirituales, hospedería, un teatro misional, sala de exposiciones y un hotel monástico, descabellado para quienes lo llegaron a definir como un parque temático de carácter sacro, se abandonó y se ha preservado en su estado casi original el discreto Santuario y parte del histórico colegio de San Ambrosio, cuya vistosa fachada barroca de 1740 fue trasladada al jardín del Colegio de Santa Cruz, donde actualmente permanece.
CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN EN ABRIL 2010
La celebración de la beatificación de Bernardo de Hoyos se llevará a cabo en Valladolid el 18 de abril de 2010 en el paseo central del Campo Grande, en un altar colocado junto al monumento a Colón, siendo la primera vez que se celebra en la ciudad una ceremonia de este tipo. En ella participarán 50 obispos españoles y un delegado del papa Benedicto XVI, contando con la asistencia de autoridades. El acto ha sido coordinado desde hace tiempo por el Arzobispado de Valladolid y el Centro Diocesano de Espiritualidad del Corazón de Jesús, que han creado una Comisión para la Beatificación que tiene su propia página web oficial:
http://www.padrehoyos.org/01_1_padreHoyos.php?id_ap=4
Ilustraciones: 1 Grabado con el retrato idealizado del padre Bernardo de Hoyos. 2 Colegio de San Ambrosio de Valladolid, donde se produjo la aparición, a principios del siglo XX. 3 Retablo de la Basílica de la Gran Promesa. 4 Detente o emblema en una casa de Urueña, Valladolid (foto Juan Alcor). 5 Aspecto del exterior de la Basílica de la Gran Promesa (foto Travieso) . 6 Edificios construidos del Alcázar de Cristo Rey en Valladolid (foto Travieso). 7 Primitiva fachada de la iglesia del Colegio de San Ambrosio, actualmente en el jardín del Palacio de Santa Cruz.
Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944613
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