LAOCOONTE
El Greco, Doménikos Theotokópoulos
(Candia, Creta, 1541-Toledo, 1614)
Entre 1610 y 1614
Óleo sobre lienzo
National Gallery of Art,
Washington
Pintura manierista
EL MITO DE LAOCOONTE
El episodio fue recogido por Virgilio en el relato de la Eneida referido a la Guerra de Troya. Laocoonte era el sacerdote del templo de Apolo Timbreo en Troya, estaba casado con Antiopa y tenía dos hijos. Durante el asedio a la ciudad por los aqueos, estos simularon una retirada dejando en las puertas de Ilión, en son de paz, un caballo construido en madera como regalo al dios Apolo, lo que incitó a Laocoonte a exclamar: "Desconfío de los dánaos (griegos) incluso cuando dejan regalos", alertando a los troyanos del peligro de una posible trampa, por lo que sugirió el rechazo de esta ofrenda y su destrucción por el fuego. Como los troyanos no le hicieran caso, por considerar una profanación el destruir un regalo ofrecido a los dioses, Laocoonte lanzó teas en llamas contra el caballo, pero en ese momento emergieron del mar dos serpientes enviadas por la diosa Atenea que devoraron al sacerdote junto a sus dos hijos, hecho que fue interpretado por los troyanos como un castigo divino. Cuando estos abrieron las puertas de la ciudad para recibir con algarabía al caballo, pudieron comprobar que Laocoonte tenía razón.
EL DRAMA DE LAOCOONTE Y SUS HIJOS EXPRESADO POR EL GRECOEsta pintura fue seguramente inspirada por el descubrimiento en Roma del
célebre grupo escultórico, aunque el Greco plasma el relato a su manera, con su
personal e inconfundible estilo. En primer plano, con un excelente escorzo,
aparece derribado y desnudo el sacerdote troyano Laocoonte en el momento en que
es atacado por una serpiente contra la que lucha en vano. A su lado yace uno de
sus hijos muerto, mientras el otro, erguido y con gran esfuerzo —con todo el
cuerpo en tensión— trata de evitar ser mordido por una serpiente que con su
fuerza describe un arco en el espacio.
Al fondo El Greco asimila la ciudad de Troya a la morfología de Toledo,
apreciándose un recinto amurallado en cuyo interior destaca la silueta del
Alcázar y extramuros el barrio de la Vega, con la figura del caballo de la mítica
ofrenda dirigiéndose a la reconocible Puerta Nueva de la Bisagra, remodelada a
mediados del siglo XVI. En opinión de algunos, este juego de transformación
podría basarse en una antigua tradición por la que la ciudad de Toledo habría
sido fundada por dos cónsules romanos, Telemón y Bruto, supuestamente
descendientes de troyanos. El hecho de que la escena mitológica se localice en
la ciudad castellana supone una interpretación intemporal del tema, lo que convierte
la pintura en una lección moral, con validez universal en el tiempo y el
espacio.
Con gran maestría las sinuosas figuras están resueltas con escorzos que
contribuyen a proporcionar profundidad a la composición, destacando el
dinamismo de los personajes, que presentan el característico canon alargado del
pintor y con los músculos resaltados mientras son atacados con violencia. Toda
la escena esta bañada por una luz espectral en la que prevalecen los
colores fríos siguiendo recursos estrictamente manieristas, con ecos del
manierismo romano que El Greco conocía.
Acerca de la intencionalidad del pintor con esta obra se ha apuntado a Laocoonte como símbolo de la lucha del hombre contra el mal, es decir, con sentido moralizante, aunque también se ha sugerido la hipótesis de que hubiera utilizado el tema como una metáfora sobre la condena que sufrió de la Inquisición el arzobispo Bartolomé de Carranza.
EL GRUPO ESCULTÓRICO DEL LAOCOONTE Y SU REPERCUSIÓN EN EL ARTEEn la elección del tema y la representación del pasaje mitológico, El
Greco, aunque lo plasmara a su modo, no pudo sustraer su inspiración en un afortunado
acontecimiento que tuvo una enorme repercusión en el mundo del Arte: el
descubrimiento, en una fría mañana del 14 de enero de 1506, de un grupo
escultórico helenístico —disperso en nueve fragmentos— en un viñedo que Felice
de Fredis cultivaba en la colina del Esquilino de Roma. En aquellos terrenos,
antaño ocupados por la residencia del emperador Tito, anteriormente se
levantaba la célebre Domus Aurea de Nerón. Enterado el papa Julio II del
descubrimiento, envió para su reconocimiento al arquitecto Giuliano da Sangallo
y a Miguel Ángel, que impresionados por la calidad de la obra recomendaron al
papa su adquisición al reconocer en ella la mítica escultura citada en la
antigüedad por Plinio el Viejo en su Historia Natural, donde la
describía como la mejor obra artística de su tiempo, después de poder
contemplarla en la residencia del emperador Tito en Roma.
Agesandro, Atenodoro y Polidoro. Laocoonte, 50 d.C. Según la restauración de Filippo Magi, 1957-1960 Museos Vaticanos |
Cuando fue hallado el grupo escultórico, le faltaba el brazo derecho de
Laocoonte y parte de los brazos de sus hijos, con un aspecto similar al que
presenta un grabado de Marco Dente (Metropolitan Museum de Nueva York)
realizado pocos años después de su hallazgo. La admiración que causó la escultura
en el mundo artístico hizo que enseguida se realizaran intentos de
reconstrucción.
José Trilles y Badenes. Copia en yeso del Laocoonte según Montorsoli, 1887, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
En 1725 Agostino Cornacchini modificaba de nuevo la posición de los
brazos que estableciera Montorsoli, levantándolos en exceso, y en 1819
interviene Cánova para restituirlos a una posición próxima a la que había
establecido el escultor florentino. El enigma de la verdadera composición
quedaría desvelado cuando en 1905 el arqueólogo Ludwig Pollac reconoció el
brazo original en un comercio de antigüedades de la Vía Labicana de Roma, con
una posición que ya había aventurado Miguel Ángel. El brazo fue colocado
definitivamente en la restauración llevada a cabo por Filippo Magi entre 1957 y
1960.
Reconstrucción del Laocoonte Izda: Giovanni Antonio da Brescia 1500-1519, British Museum Dcha: Thomassin Simon, 1694, Colección particular |
El grupo helenístico del Laocoonte fue un revulsivo en el mundo
del arte desde el mismo momento de su descubrimiento por constituir la manifestación
por excelencia del pathos, término que define la íntima emoción que una
obra produce en quien la contempla, provocando sentimientos de empatía.
Generalmente se utiliza como referencia al padecimiento humano, a su dolor real
y aflicción para estimular en el espectador sus sentimientos personales.
Este concepto fue aplicado desde el Renacimiento por grandes maestros en las representaciones religiosas, especialmente en las figuraciones de santos, la Virgen y Cristo, muy eficaz en los pasajes de martirios y de la Pasión.
Izda: Marco Dente. Laocoonte, s. XVI, Metropolitan Museum Dcha: Marco Dente. Recreación del Laocoonte, 1517-19, Colección Furió |
El impacto del hallazgo del grupo escultórico de Laocoonte pervivió durante siglos. Sirva como testimonio el dibujo realizado por Federico Zuccaro a finales del siglo XVI en el que representa a su hermano Taddeo Zuccaro dibujando en el Belvedere (J. Paul Getti Museum), el uso ornamental de la escultura utilizado hacia 1673 por Abraham Begeyn en su pintura Paisaje con cabras y el Laocoonte (National Trust-Heelis, Reino Unido) o la imaginaria recreación de El hallazgo del Laocoonte realizada por Hubert Robert en 1773 (Museo de Bellas Artes de Virginia).
Informe: J. M. Travieso.
Federico Zuccaro. Tadeo Zuccaro en el Belvedere, s XVI-XVII J Paul Getti Museum |
Abraham Begeyn. Paisaje con cabras y el Laocoonte, h. 1673 National-Trust Heelis (Reino Unido) |
Hubert Robert. El hallazgo del Laocoonte, 1773 Museo de Bellas Artes de Virginia |
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