28 de febrero de 2018
VIAJE: NUEVA YORK - BOSTON, del 8 al 16 de junio 2018
PROGRAMA
Viernes 8 de junio:
VALLADOLID – MADRID – NUEVA YORK
Salida a las 7 h. desde la plaza de Colón con dirección al aeropuerto de
Barajas. Embarque en el vuelo regular de Iberia IB/6251 de las 12,10.
Llegada a Nueva York a las 14,25 (hora local). Trámites aduaneros. Traslado
a Nueva York. Alojamiento en el hotel ROW, categoría turista, 700 8 th Avenue.
Traslado a pie desde el hotel hasta el MOMA y regreso al hotel.
Sábado 9 de junio:
NUEVA YORK
Visita panorámica y visita a la zona sur de Manhattan. A últimas horas
regreso al hotel en transporte público.
Domingo 10 de
junio: NUEVA YORK
Posibilidad de asistir a una misa gospel. Por la tarde visita a la Hispanic
Society of America (importante colección
de Sorolla), Central Station, Puente de Brooklyn, etc.
Lunes 11 de junio: NUEVA
YORK
Visita al Museo Metropolitano, Central Park, exteriores del Museo Guggenheim
y Museo Frick Collection. Teleférico entre dos luces.
Martes 12 de junio:
NUEVA YORK
Visitas a los edificios más emblemáticos de la ciudad como el Empire
State, el Rockefeller Center, etc. Posibilidad de asistir a un musical en
Broadway.
Miércoles 13 de
junio: NUEVA YORK - BOSTON
Salida a primeras horas con dirección a Boston. Llegada y alojamiento.
Visita panorámica a la ciudad con guía local. Al finalizar la misma, visitas según
programa de Domus.
Jueves 14 de junio:
BOSTON
Visita al Museo Stewart Gardner. Por la tarde visitas por el centro de la
ciudad.
Viernes 15 de junio:
BOSTON - MADRID
Visita al Museo de Bellas Artes. A las 13 h. traslado al hotel para
recoger el equipaje y salida hacia el aeropuerto, donde se embarcará en el
vuelo IB/6166 de las 17,25 h. con dirección a Madrid (noche a bordo).
Sábado 16 de junio:
MADRID - VALLADOLID
Llegada a Madrid a las 6,20 h. (hora local). Alrededor de las 7.30 h.
salida hacia Valladolid, donde está previsto llegar sobre las 10 horas.
PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE (cama matrimonio): 1895 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE (cama matrimonio): 1945 €
PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE (dos camas): 1945 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE (dos camas): 1995 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 795 €
REQUISITOS:
Grupo mínimo 25 y máximo 30 personas.
INCLUYE:
- Viaje en autocar.
- Régimen de alojamiento y desayuno.
- Guías locales en Nueva York y
Boston.
- Dossier.
- Seguros (anulación).
NO INCLUYE
Extras en hoteles
y otras visitas no especificadas en el programa.
Cualquier otro
servicio no detallado en el apartado anterior.
INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo a domuspucelae@gmail.com o
en el tfno. 608419228.
FORMA DE PAGO: Primer pago de 600 € al realizar la inscripción.
Segundo pago de 600 € el 9 de abril. Pago del resto 21 días antes de la salida
del viaje.
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26 de febrero de 2018
VIAJE: ALBACETE Y SU ENTORNO, del 21 al 23 de abril 2018
Palacio Real de Aranjuez |
PROGRAMA
Sábado 21 de abril
Salida de Valladolid a las 6,45 h. desde Vallsur y a las 7 h. desde la plaza
de Colón. Aranjuez (Madrid): Visita al Palacio Real (El Palacio Real de
Aranjuez es una de las residencias de la familia real española, situada en el
Real Sitio y Villa de Aranjuez). Almuerzo en ruta.
Saelices (Cuenca): visita al Parque Arqueológico de Segóbriga (Segóbriga
constituye una de las ciudades romanas mejor conservadas y el más importante
conjunto arqueológico de la Meseta). Albacete: cena y alojamiento.
Domingo 22 de abril
Alcaraz: Visita panorámica, Plaza Mayor s. XVI, castillo s. XI, Santo
Domingo, La Regatería, portada del Ahorí, acueducto, iglesia de San Miguel,
casas señoriales. Riópar: Nacimiento del Rio Mundo. Ayna: Localizado en las
últimas estribaciones de la histórica Sierra de Alcaraz, conocida popularmente
como la Suiza Manchega. Liétor: surge durante el dominio islámico de
al-Ándalus. Iglesia parroquial de Santiago, monumento Bien de Interés Cultural,
torre de los siglos XV-XVI. Convento e iglesia de los Carmelitas Descalzos, fundado
por San Juan de la Cruz. Ermita de Nuestra Señora de Belén, ciclo pictórico que
adorna todos sus rincones con unas muy peculiares pinturas populares,
realizadas entre 1734 y 1735. Albacete: cena y alojamiento.
Teatro romano de Segóbriga (Cuenca) |
Lunes 23 de abril
Albacete: Panorámica de la ciudad (museos cerrados los lunes); catedral, Teatro
Circo, Pasaje de Lodares. Almuerzo y regreso a Valladolid, con parada técnica de
camino en Alcorcón. Llegada a Valladolid a últimas horas de la tarde.
PRECIO SOCIO HABITACIÓN DOBLE: 250 €
PRECIO NO SOCIO HABITACIÓN DOBLE: 260 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 50 €
REQUISITOS: grupo mínimo 30 y máximo
40 personas.
INCLUYE:
- Autocar durante todo el recorrido.
- Hotel *** (habitación doble)
- Régimen de pensión completa según itinerario (incluido agua y vino).
- Dossier DOMUS.
- Entradas Palacio de Aranjuez y Yacimiento de Segobriga.
- Visita panorámica de Albacete con guía local
- Visita con guía local jornada completa en la provincia Albacete.
Pasaje Lodares de Albacete |
- Seguro de Viaje.
NO INCLUYE
Entradas y servicios no especificados en el apartado anterior.
Extras en hotel y restaurantes.
INFORMACION Y RESERVA DE PLAZAS: por correo en domuspucelae@gmail.com o en el tfno. 608 419228. Inscripciones a partir de las 0 horas del día 01-03-2018 hasta el 20 -03-2018.
FORMA DE PAGO: Agencia NAUTALIA Viajes C/ Miguel Iscar, 11 47001- Valladolid / Con tarjeta bancaria en Agencia / Por transferencia en la cuenta que le indicará la Agencia. Plazo desde la fecha de inscripción hasta el 9 de abril de 2018.
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VIAJE: TOLEDO, CIUDAD REAL, JAÉN Y CÓRDOBA, del 27 de abril al 1 de mayo 2018
Baños árabes de Jaén |
PROGRAMA
Viernes 27 de abril
Salida a las 15.15 h. desde Vallsur (Camino Viejo de Simancas y a las
15,30 h. desde la plaza de Colón con dirección a Toledo. Cena y alojamiento.
Por la noche visita nocturna a la ciudad.
Sábado 28 de abril
Salida a primera hora con dirección a Úbeda. En el camino visitaremos El Viso
del Marqués (Palacio de D. Álvaro de Bazán), Santa Cruz de Mudela, Plaza de Toros
(de las Virtudes). Comida en ALMURADIEL. Después del almuerzo, visita al castillo
de Baños de la Encina. Llegada a últimas horas a Jaén. Visita a la ciudad a pie
con guía local. Cena y alojamiento.
Domingo 29 de abril
Visita a Jaén: Museo Arqueológico, catedral y baños árabes. Al finalizar
la visita salida hacia Úbeda y visita con guía local. Traslado a Baeza, donde se
realizará la comida y una visita con guía local. Al finalizar, salida hacia
Córdoba. Alojamiento en residencia de Maristas.
Medina Azahara, Córdoba |
Lunes 30 de abril
Visita guiada a la ciudad de Córdoba, visitando Medina Azahara, Catedral,
etc. Comida y cena en la residencia.
Martes 1 de mayo
Tiempo libre para visitar los floridos Patios de Córdoba. Salida a las
13,30 h. con dirección a Valladolid. Comida en Almuradiel. Llegada a Valladolid por la noche, aproximadamente a las 22,30 h.
PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 399 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 429 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 100 €
REQUISITOS: grupo mínimo de 40
personas.
INCLUYE:
- Régimen de pensión completa (incluido agua y vino).
- Guía en todo el recorrido
- Seguro de Asistencia en viaje.
Patio cordobés. Fiesta de mayo |
- Traslado en autocar.
- Entradas al Palacio del Viso del Marqués, Colegiata de Úbeda, Medina Azahara,
catedral-mezquita de Córdoba, Palacio de los Reyes Cristianos, Museo Arqueológico,
Museo de Jaén, catedral de Jaén y Baños árabes.
NO INCLUYE
Entradas y servicios no especificados en el apartado anterior.
Extras en el hotel y el restaurante.
INFORMACION Y RESERVA DE PLAZAS: por correo en domuspucelae@gmail.com o
en el tfno. 608 419228. Inscripciones a partir de las 0 horas del día 26 de
febrero.
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23 de febrero de 2018
Theatrum: VÁNITAS CON ÁNGEL ADMONITORIO, una advertencia existencial e implacable
VÁNITAS CON
ÁNGEL ADMONITORIO
Francisco Velázquez
Vaca (Ponferrada, León, 1603-1661)
1639
Óleo sobre
lienzo
Monasterio
de San Quirce, Valladolid
Pintura
barroca española. Escuela castellana
En el vallisoletano monasterio de San Quirce,
ocupado por monjas cistercienses hasta su reciente desaparición, se encuentra
esta pintura encuadrada en el género de vanitas,
más concretamente en el subgénero de vanitas
con ángel admonitor, que si bien no constituye una obra maestra por sus
cualidades técnicas y estilísticas, su especial interés radica en la excepcional
aportación iconográfica a la sociedad sacralizada de su tiempo, adquiriendo la
función de una creativa llamada moralizante acerca de la brevedad de la vida y la
transitoriedad del poder, la riqueza y los placeres mundanos. Su autor es
Francisco Velázquez Vaca, un pintor berciano establecido temporalmente en
Valladolid que firmó esta pintura en 1639. La obra se relaciona, en cuanto a su
temática, con otras pinturas de idéntica intención realizadas por afamados
artistas hispanos —Antonio de Pereda, Juan de Valdés Leal, Andrés Deleito—, aunque
el conjunto de pinturas ajustadas estrictamente a esta iconografía, filtrada
por un severo sentido religioso, no supera la decena.
Como apunta Alfonso Pérez Sánchez1, las
pinturas de vanidades, como género,
encuentran su raíz en la alta calidad del bodegón
español, en el que se engloban las representaciones de objetos inanimados,
como flores, frutas, animales y todo tipo de objetos de uso cotidiano, en
ocasiones incluyendo algún personaje humano. Estas pinturas, que alcanzan su
culmen en la época dorada de la pintura española, como muestra de elementos
perecederos condenados al paso del tiempo suelen estar impregnadas de un vago
sentimiento religioso que refleja la mentalidad ascética y la reflexión sobre
la penitencia predicadas por las órdenes eclesiásticas, muy diferentes a las
naturalezas muertas de la pintura holandesa y flamenca —cuna del género—, en la
que los pintores intentan transmitir la idea de inmortalidad y belleza.
De modo que la vanitas
representa un mensaje o una lección moral basada en tres fundamentos2.
El primero es la idea de la vida no sólo como algo pasajero o transitorio, sino
tremendamente fugaz. El segundo define que todo lo que puede adquirir el
hombre, material e inmaterial, es irrelevante y vacuo. El tercero es dejar
constancia de que el hombre debe prevenirse para preparar su alma para la
salvación y la eternidad.
Este concepto de la vanidad tenía un vasto calado en
todos los niveles de la sociedad, por lo que no debe considerarse como un
concepto marginal relativo al ámbito religioso, sino como consecuencia de la
expansión en la sociedad de un profundo pesimismo existencial debido al declive
del imperio de los Austrias, esto es, a las crisis políticas y económicas. Como
apunta Enrique Valdivieso3, el repertorio pictórico, de fuerte carga
ideológica, "indica la necesidad de despreciar el dinero, la sabiduría, la
gloria militar y el poder político y eclesial, formulándose también la idea de
que ante la muerte, son idénticos los humildes y los poderosos", en
definitiva, que todo en este mundo es perecedero y sólo el reino de Dios es
eterno. De modo que las pinturas de vanitas,
a pesar de aparecer como avisos melancólicos y pesimistas, en el fondo
conllevan implícito un contenido positivo, pues dejan abierta una puerta a la
esperanza, ya que, como interpreta Peter Cherry4, "el desengaño
conducía al conocimiento, el arrepentimiento y finalmente a la salvación".
Las primeras pinturas de vanitas en España se desarrollan por influjo de pinturas holandesas
y flamencas, aunque pronto lograrán adquirir características propias y
originales respecto a la pintura foránea debido al fuerte dogmatismo religioso
y la exacerbada ideología imperante en todos los sustratos de la sociedad
española, donde bajo la influencia de Trento las artes plásticas se pusieron al
servicio del dogma religioso hasta llegar al límite, recibiendo la sensibilidad
del espectador un cúmulo de mensajes destinados a reforzar los cimientos de la
fe cristiana y orientar sobre conductas y actitudes morales.
Durante el Barroco, la iconografía de lo efímero se
interrelaciona con obras literarias que expresan reflexiones perturbadoras en
torno a la muerte. Baste recordar una serie de escritos de gran impacto social
que, como inspiradores de una iconografía mental, tuvieron gran repercusión
pictórica respecto al recurrente tema de la muerte. Entre ellas El arte de bien morir (h. 1500) de
Rodrigo Fernández Santaella, los Ejercicios
espirituales (1522) de San Ignacio de Loyola, el Tratado de la vanidad del mundo (1552) de Fray Diego de Estella, el
Libro de la oración y meditación
(1554) de Fray Luis de Granada o las Meditaciones
espirituales (1605) del padre jesuita Luis de la Puente, donde se refiere a
las Postrimerías (el final de la vida) y los Novísimos (lo que sucede después
de la muerte).
La pintura de vanitas
se relaciona con la noción del memento
mori (recuerda tu muerte), de fuerte valor simbólico. Para transmitir el
inexorable paso del tiempo, la fragilidad de la belleza y lo efímero del poder
y la riqueza se recurre reiteradamente a elementos como los cráneos, los libros
degradados, la candela, el reloj de arena, los mapas, astrolabios, flores,
frutas y humo, que, lejos de señalar con morbosidad lo macabro, adquieren el
ánimo de una reflexión moralizante sobre la dualidad vida-muerte. En tan
impactantes escenas el pintor conduce la mirada del observador a través de la
presencia de un ángel admonitor que con su dedo señala diferentes objetos, con
cuyo gesto intenta hacer discernir a quien lo contempla lo falso de lo
verdadero, el engaño del desengaño, la verdad de la apariencia a través de la
reflexión.
Con estas características, fue el pintor
vallisoletano Antonio de Pereda (1611-1678), afincado en la corte madrileña,
quien en 1634 realizó una Vanitas con
ángel admonitorio (Kunsthistorisches Museum de Viena) para Juan Alfonso
Enríquez Cabrera, almirante de Castilla y duque de Medina de Rioseco. Este
pintor incluye un mensajero divino que se presenta ante los mortales para
desengañarlos del aprecio a los bienes de este mundo5. En la escena
el pintor incluye como elementos diferenciadores dos mesas, una de ellas como
soporte de objetos referidos a la vida, que simbolizan el poder, la gloria, el
placer y los bienes del mundo, y otra con varias calaveras y objetos alusivos
al triunfo de la muerte sobre el poder y el saber humano, con el tiempo parado
sugerido por una vela apagada y una inscripción en el borde de la mesa que
proclama "nil omne" (todo es nada). Mencionada en su tiempo como
"desengaño", esta pintura, que no tenía precedentes en la pintura
española, fue pionera en establecer una fórmula expresiva que fue muy bien
acogida durante el resto del siglo XVII.
El mismo pintor realizaría hacia 1670
una segunda versión (Galería de los Uffizi de Florencia) en la que, como
novedad, incluye una representación pictórica del Juicio Final como momento
clave. Es posible que, para establecer el repertorio representado, el pintor
recurriera a imágenes de grabados o buscara la inspiración en algún texto
escrito.
Antonio de Pereda también realizó otras pinturas de Vanitas en las que limita el repertorio
a una serie de cráneos acompañados de objetos alusivos al paso del tiempo, como
la conservada en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza, en la que aparecen tres
calaveras en distintas posiciones —a modo de estudio anatómico— junto a una
caja con la esfera de un reloj, transmitiendo paradójicamente un mensaje
mortuorio a través de unas imágenes palpitantes de vida pictórica.
Siguiendo la estela de Antonio de Pereda, fue el
pintor Francisco Velázquez Vaca el autor de los dos "desengaños",
firmados y fechados en 1639, que se conservan en el convento de San Quirce de
Valladolid. Aunque su calidad técnica es sólo discreta respecto al dibujo y al
sentido del color, su iconografía es rica y sugerente, una de las más
trascendentales del barroco español por su contenido simbólico y carácter
moralizante.
Antonio de Pereda. Vanitas con ángel admonitorio, 1634 Kunsthistorisches Museum, Viena |
Otra pintura importante que desarrolla la
iconografía del Desengaño es la
conocida como El sueño del caballero (Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, Madrid), realizada a mediados del siglo XVII y tradicionalmente
atribuida a Antonio de Pereda, aunque en la actualidad su autoría, tras la
argumentación razonada por Pérez Sánchez, se adjudica a Francisco Palacios6,
un pintor de bodegones poco conocido que gozó de cierto renombre en la corte
madrileña, donde se le llegó a considerar discípulo de Velázquez. En esta
pintura, junto al ángel admonitorio, que sujeta una cartela con la inscripción
"Aeterna pungit, cito volat et
occidit", aparece un caballero dormido que parece soñar la escena,
repitiéndose el cúmulo de objetos colocados sobre una mesa, destacando entre
ellos una calavera, lo que le confiere un valor alegórico sobre la permanente
amenaza de la muerte.
LA VANITAS DE VALLADOLID: "BREVE ES LA VIDA DEL HOMBRE"
Con un sentido moralizante y con un planteamiento
análogo al de Antonio de Pereda, Francisco Velázquez Vaca contrapone con
crudeza los honores, placeres y riquezas que el hombre puede disfrutar en vida
con el irremediable destino de la muerte. Es la figura de un ángel —en su
calidad de mensajero divino— la que ejerce como introductor en la escena
mirando fijamente al espectador, al tiempo que con sus dedos señala dos velas,
una encendida y luminosa y otra recién apagada y humeante, que simbolizan la
vida y la muerte. El gesto del ángel equivale a un discurso con el que interpela
al observador, acentuando su papel comunicativo, pues alrededor de la llama de
la vela encendida, se dispone en círculo una inscripción que reza Breve es la vida del hombre, concepto
que constituye el motivo principal de toda la composición, una alerta para
canalizar la actitud humana durante la vida. Del mismo modo, alrededor de la
mecha de la vela apagada, aparece la inscripción Estinguimur uno momento, que aclara la rapidez con que se extingue
la vida.
Antonio de Pereda. Vanitas, h. 1660, Museo de Bellas Artes, Zaragoza |
Cada una de las velas aparecen sobre candelabros
colocados en mesas diferentes, estableciendo con ellas una efectista dualidad
simbólica y lumínica. Mientras que en la mesa de la derecha la luz de la vela que
permanece encendida no sólo ilumina la figura del ángel, sino que también permite
contemplar los objetos que representan los deleites terrenales, con refulgentes
brillos de los materiales preciosos, en la mesa de la izquierda la vela recién
apagada sume en la penumbra y oscuridad a toda una serie de objetos degradados
por el paso del tiempo y un conjunto de despojos humanos representados con gran
crudeza. De esta manera quedan netamente diferenciados los ámbitos de la vida y
la muerte.
En la mesa de la derecha, colocados sobre un rico
tapete carmesí, aparecen los objetos identificados con los deleites terrenales,
entre ellos tres flores alusivas a la sensibilidad y carácter efímero de la
belleza; un globo terráqueo como representación de la aspiración al poder en el
mundo, cuyo significado viene aclarado por una cartela adherida con la inscripción
Causa superbis vanitatis et falacie, especial
causa del engaño; un reloj de arena como advertencia del implacable paso del
tiempo; un juego de naipes y de dados que aluden al placer del juego; un
conjunto de monedas de oro y plata como símbolo de los anhelos de atesoramiento
de riquezas, lo mismo que una colección de joyas —cadenas, collares, broches,
pulseras, anillos, etc.— de oro, perlas y piedras preciosas, cuyo brillo
refulgente destaca en primer plano.
Francisco Palacios. El Sueño del caballero, h. 1650 Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid |
Contrapuesta es la ambientación del ámbito de la
muerte en la parte izquierda, donde junto a los objetos proliferan las cartelas
con inscripciones. En el fondo Francisco Velázquez Vaca crea una atmósfera
estremecedora y siniestra con la colocación de un ataúd que contiene el cadáver
de un religioso amortajado de cuya boca sale la frase más dramática de la
pintura: Optimun non nasci, proximo cito
mori, una frase tomada de la literatura clásica que proclama que es mejor
no nacer llegando tan rápida la muerte, frase en la que el pintor refleja el
pesimismo reinante en el barroco hispano7. Con esta truculenta
figura Francisco Velázquez Vaca se anticipa a la pintura Finis Gloriae Mundi (El final de las glorias mundanas) que entre
1671 y 1672 Juan Valdés Leal pintara para la iglesia del Hospital de la Caridad
de Sevilla.
Sobre la mesa de la muerte son perceptibles
fragmentos de tibias, varios cráneos, algunos de ellos en plena descomposición,
tiaras, una mutilada corona de oro y otra de laurel, armas, varas de mando,
plumas y libros ajados, distribuyéndose entre estos elementos pequeñas cartelas
con frases reiterativas sobre la muerte y la fugacidad del tiempo. En un papel
colocado entre los libros aparece escrito "A todo el género humano esperamos como estamos, que con esto pasará
cuanto en el mundo corre y correrá. Dios os guarde". Asimismo,
asomando entre las páginas de un libro, se lee en otro papel "Letras y armas, corona y ermosura, que
destrozado ves de aquesta suerte, todo lo acaba el soplo de la muerte".
Francisco Velázquez Vaca. Vanitas (Morirás bella Isabela), 1639 Monasterio de San Quirce, Valladolid |
Otra inscripción envuelve un reloj de pesas colocado
en la parte superior con la frase "Diminui
vitam quelibet hora tuam", una advertencia de que la vida se acorta
con cada hora que pasa, idea complementada con otra frase situada a su lado:
"Temporis punctum", alusiva
a que la vida dura un instante.
Como es habitual en este tipo de pinturas que aluden
directamente a la Muerte, los elementos representados aparecen paradójicamente
como algo vivo reflejando la retórica barroca del desengaño, de modo que la
sensación de escuchar el mensaje es percibida por el sentido de la vista, tal y
como acertadamente lo expresa Quevedo8:
"Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos".
EL VELÁZQUEZ BERCIANO: FRANCISCO VELÁZQUEZ VACA
Considerado como un pintor secundario en el conjunto
de la pintura barroca española, llegó a destacar en el apagado panorama
pictórico leonés de su tiempo. Nació en Ponferrada (León) en 1603, siendo sus
padres el pintor Francisco Antonio Fernández Velázquez y Antonia de Mondravilla
Vaca, hija de pintor, es decir, hijo y nieto de artistas junto a los que debió
realizar su aprendizaje. En 1628 aparece en Granada, donde debió de completar
su formación, realizando una protesta, junto a otros pintores, por un impuesto
establecido sobre sus obras9.
Juan Valdés Leal. Alegoría de la Vanidad, 1660 Wadsworth Atheneum, Hartford |
A partir de diciembre de 1634 se encuentra en
Valladolid, donde en 1636 pintaba a los Padres
de la Iglesia en cuatro pechinas de la capilla de Nuestra Señora de los
Ángeles de la iglesia de San Andrés (sólo conservadas las de San Jerónimo y San
Gregorio). En 1639 aquí realizaba las dos pinturas de Vanitas que se conservan
en el convento de San Quirce: la Vanitas
con ángel admonitorio que hemos tratado, y una Vanitas (Morirás bella Isabela) alusiva a la emperatriz Isabel de
Portugal, cuyo cadáver causó un fuerte impacto a San Francisco de Borja. Por su
peculiar iconografía, estas pinturas son las más conocidas de su producción.
En 1640 abandona Valladolid para instalarse
definitivamente en Ponferrada. Allí contrae matrimonio con doña Isabel de
Valcárcel y Tapia, dama de la pequeña nobleza local con la que no llegó a tener
hijos, y allí comienza una incesante actividad realizando pinturas para
retablos de la región, ocupándose del dorado y estucado de algunos de ellos,
trabajos que le permitieron vivir con holgura y disponer de tres casas.
Según apunta Fernández Vázquez10, fue el
autor de la pintura del retablo de la basílica de La Encina, buen exponente de
su estilo. Realizó la policromía de retablos de iglesias de Cacabelos, Albares
de la Ribera, Campo, Cubillos, Salas de los Barrios y Castropodame, así como la
Virgen del Rosario de la colegiata de
Villafranca y trabajos para retablos de La Bañeza, Santiago de Compostela y
Monforte de Lemos. Como artista prolífico llegó a realizar ciento cincuenta
cuadros, once retablos, cuatro custodias y una docena de tallas policromadas,
practicando también los géneros del retrato y el paisaje.
Hombre profundamente piadoso y poseedor de una
importante biblioteca, enviudó en 1659, pasando a contraer nuevas nupcias. En
1661 fallecía en la casa situada junto a la desaparecida puerta del Paraisín de
Ponferrada, heredada de su primera esposa.
Juan de Juanes. Memento mori, 2º tercio siglo XVI Museo de Bellas Artes, Valencia |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso: Introducción.
En Pintura Barroca en España 1600-1750,
Ed. Cátedra, Madrid, 2010, p. 3.
2 JUÁREZ DÍAZ, Albert: El ángel
admonitorio en las pinturas de vanidades del Siglo de Oro. Universidad de
Gerona, 2013-2014, p. 7.
3 VALDIVIESO GONZÁLEZ, Enrique: Una
vanitas del pintor Francisco Velázquez Vaca. Boletín del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología (BSAA) nº 39, 1973, pp. 478-483.
4 CHERRY, Peter: El Bodegón en
España / El concepto de Vanitas. En Arte
y Naturaleza. El Bodegón Español en el Siglo de Oro. Fundación de Apoyo a
la Historia del Arte Hispánico, Madrid, 1959.
Jacques Linard. Vanitas, 1640-1645, Museo del Prado, Madrid (Foto Museo del Prado) |
6 Ibídem, pp. 44-45.
7 Ibídem, p. 49.
8 VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ, Luis: Vanitas:
Retórica visual de la mirada. Ed. Encuentro, Madrid, 2011, p. 59.
9 URREA, Jesús y VALDIVIESO, Enrique: Pintura barroca vallisoletana. Ed. Universidad de Sevilla y
Universidad de Valladolid, Sevilla, 2017, p. 175.
10 FERNÁNDEZ VÁZQUEZ, Vicente: El
Velázquez Berciano. Revista del Instituto de Estudios Bercianos nº 30-31,
2006, pp. 94-138.
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Patrimonio artístico de Valladolid
21 de febrero de 2018
Música en febrero: MARCHA PARA LA CEREMONIA DE LOS TURCOS, de Giovanni Battista Lully
En esta ocasión música barroca. La pieza Marche pour la Cérémonie des Turcs, perteneciente a la comedia Le Bourgeois Gentilhomme, estrenada en 1670 en el castillo de Chambord (corte de Luis XIV de Francia) con texto de Molière y música de Giovanni Battista Lully.
La grabación tiene el aliciente de haber sido realizada en la Sala Luca Giordano del Palacio Medici Riccardi de Florencia en mayo de 2009, siendo interpretada por la orquesta Modo Antiguo, dirigida por Federico Maria Sardelli.
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Música
19 de febrero de 2018
Bordado de musas con hilos de oro: LA ACACIA, de Jéssica Arias Minorance
-Dedicado a Antonio Gala-
Susurra tus
dulces versos
en lágrimas,
la caracola
amanecida en
la orilla,
florecida en
las rocas.
La arrastran
las olas.
La llueven
las nubes.
La acunan
estrellas.
Entre mis
manos
se deslizan,
tiernos, dulces,
entre las
tristes ramas
del
emocionado sauce.
Se deshacen
en la nieve
y en el
deshielo mueren
para nacer
acacia
en
primavera.
JÉSSICA ARIAS MINORANCE (Este
poema fue publicado en la revista Atticus Dos en junio de 2011).
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Rincón de las Musas
16 de febrero de 2018
Theatrum: SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, imagen sintética de la mística y la ascética
SAN PEDRO DE
ALCÁNTARA
Pedro de
Mena (Granada, 1628-Málaga, 1688)
Hacia 1663
Madera
policromada y postizos
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca
española. Escuela andaluza
La escultura en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Procedente de la compra por el Estado español de un
buen lote de esculturas que pertenecieron a la Colección del Conde de Güell, se
puede contemplar en el Museo Nacional de Escultura esta talla de Pedro de Mena
que representa a San Pedro de Alcántara
en su faceta de escritor místico, una escultura de 78 cm. de altura que es
considerada por algunos historiadores como la mejor versión del santo de
cuantas realizara el artista en términos de calidad artística y del tratamiento
de la cabeza, en opinión de María Elena Gómez Moreno "el ejemplar más
exaltado y ascético de todos".
Atrás quedan los años en que el historiador
granadino Emilio Orozco estudiaba esta representación de San Pedro de Alcántara de
Pedro de Mena y se quejaba de que inexplicablemente no se le concedía el mérito
que realmente merece. Hoy la percepción de la obra del escultor granadino con
taller en Málaga ha cambiado por completo. Sirva recodar la seducción producida
en Estados Unidos cuando se han presentado sus obras en algunas exposiciones, en las que era calificado como "el Bernini español".
Antes de su llegada a Valladolid, la escultura
perteneció a la marquesa de Villadarias, según consta en una etiqueta de 1898
que se conserva bajo su peana, pasando después a engrosar la importante
colección de escultura barroca reunida en Barcelona por el conde de Güell,
donde permaneció durante buena parte del siglo XX, hasta que los herederos del
rico industrial y político la ofrecieron al mercado del arte.
La imagen responde a la gran devoción profesada a
San Pedro de Alcántara en el territorio meridional hispano como promotor de la
reforma de los Franciscanos Descalzos, especialmente en Granada, donde con
motivo de su canonización el 28 de abril de 1669 se organizaron grandes
fiestas, según relata el cronista fray Antonio de Huerta1, entre
ellas la celebración con gran solemnidad de un acto religioso en la catedral,
la composición de una Música seraphica en
ocho voces en el Real Convento de San Francisco y una procesión para
colocar una imagen del santo en el convento del Ángel Custodio, cuyo cortejo
iba precedido por cuatrocientos mosqueteros y animado por salvas de cañones
disparadas desde la Alhambra.
Posible anónimo napolitano, último tercio siglo XVII San Pedro de Alcántara confesando a Santa Teresa Santuario del Santo Cristo Ecce Homo, Bembibre (León) |
Ya en años precedentes, apoyadas en el fervor
popular, se habían multiplicado por Andalucía las representaciones de San Pedro
de Alcántara, tanto referidas a su faceta de escritor místico como a su estrecha
relación con Santa Teresa de Jesús (canonizada en 1622), de la que fue confesor
y consejero durante su visita a Ávila, donde la alentó sobre la reforma del Carmelo
y donde cambiaron impresiones sobre sus proyectos, llegando a escribir Santa
Teresa: "Este santo hombre me dio
luz en todo y me lo declaró y dijo que no tuviese pena sino que alabase a Dios
y estuviera tan cierta que era espíritu suyo, que, si no era la fe, cosa más
verdadera no podía haber ni que tanto pudiese creer" (Libro de la Vida
30, 4-5-6).
Esta relación tuvo efectos recíprocos, pues, si como
informa el biógrafo alcantarino fray Arcángel Barrado, el santo fraile descalzo
propició con sus gestiones los permisos del primer breve para la fundación del
convento teresiano de San José —otorgado por el papa Pío IV el 7 de febrero de
1562—, su condición de Padre Espiritual de la santa propició su beatificación
en 1622 y su posterior canonización en 1669.
Estas relaciones de Santa Teresa y San Pedro de
Alcántara también se reflejaron en el arte, tanto en pintura como en escultura,
dando lugar a una peculiar iconografía apreciable en el convento sevillano de
las Hermanas de la Compañía de la Cruz, en el convento madrileño de Madres
Jerónimas o en el toledano de Santo Domingo del Real, aunque tal vez el grupo
más expresivo sea el de San Pedro de
Alcántara confesando a Santa Teresa que se guarda en el Santuario del Santo
Cristo Ecce Homo de Bembibre (León), posible obra napolitana del último tercio
del siglo XVII2.
La representación de San Pedro de Alcántara materializada por Pedro de Mena puede
inspirarse en grabados realizados en Roma por Luca Ciamberlano en vísperas de
su beatificación en 1622, que recogían la descripción física hecha por Santa Teresa:
"Tan extrema su flaqueza que no
parecía sino hecho de raíces de árboles". A ello se debe su aspecto estilizado
y enjuto, mientras que en su condición de "doctor místico" su imagen
es influida por las representaciones de la santa abulense —divulgadas con
maestría por Gregorio Fernández—, en las que sujeta un libro y una pluma en
pleno rapto de inspiración divina, incorporando en ocasiones sobre su hombro,
al igual que la santa, la paloma del Espíritu Santo.
También es posible que el modelo
creado por Pedro de Mena derive de las desaparecidas imágenes de ambos santos
que realizara Manuel Pereira3 para el retablo mayor de la iglesia de
San Andrés de Madrid, obras que pudo conocer durante su estancia en la corte
entre 1662 y 1664.
Pedro de Mena establece un arquetipo en el que el
santo franciscano aparece de pie y estático, del mismo modo que su célebre
escultura de San Francisco de Asís de
la catedral de Toledo, realizada igualmente en 1663. De anatomía esbelta, para
expresar el rigor asumido por los franciscanos descalzos —también conocidos
como alcantarinos— aparece revestido con el mísero hábito pardo en el que se
aprecian grandes remiendos. Para resaltar su edad avanzada y su austera vida,
el escultor renuncia a su idealización y le presenta con una calvicie
pronunciada y cabello canoso por encima de las orejas sugiriendo la tonsura, así
como arrugas pronunciadas en el cuello, bajo las mejillas, en los ojos, en la
frente y en las manos. Pero, junto a estos elementos de caracterización, cobra
más intensidad su actitud, sujetando un libro en su brazo izquierdo y la mano
derecha levantada portando una pluma, mientras levanta su rostro a lo alto en
busca de la inspiración divina que reflejará en su Tratado de la oración y la meditación.
El escultor mantuvo de forma constante la
disposición del hábito en todas las versiones realizadas en su taller,
caracterizadas por presentar a la altura del pecho un plegado de forma
triangular que a partir de la cintura, ajustada por el cordón franciscano de
tres nudos —alusivos a los votos de castidad, obediencia y pobreza—, cae hasta
los pies formando una profunda hendidura que proporciona movimiento a la
figura. Reiterativa es también la policromía aplicada, a base de carnaciones a
pulimento con matices realistas y una minuciosa descripción de las hilaturas
del hábito, distinguiendo con distintos tonos los remiendos, un recurso que
aplica por igual en otros de sus santos franciscanos: San Francisco, San
Antonio de Padua y San Diego de Alcalá. Desde el punto de vista técnico, destaca
el alto grado de virtuosismo en el tallado del capucho del hábito y los bordes
de las mangas, resueltos en finísimas láminas que asemejan un lienzo real.
Tampoco falta, como es habitual en las obras de
Pedro de Mena, la aplicación de diferentes postizos que realzan su realismo.
Junto a los invariables ojos de cristal, a los que en algunos ejemplares
incorpora pestañas de pelo real del mismo modo que en sus dolorosas, lleva el cordón franciscano a la cintura confeccionado
con soga y el libro y la pluma (desaparecidos en la escultura vallisoletana) están
tallados como objetos independientes.
La escultura de
San Pedro de Alcántara, síntesis de la mística y la ascética propugnada por
la Contrarreforma en la sociedad sacralizada de su tiempo, se convirtió en un
arquetipo iconográfico que tuvo una extraordinaria aceptación entre la
clientela del escultor, emulando en este sentido a los modelos arquetípicos
creados por Gregorio Fernández años antes.
El historiador Ricardo de Orueta llegaba a atribuir
a Pedro de Mena en 1914 hasta ocho esculturas representando a San Pedro de Alcántara con
características similares4. Actualmente, después de los estudios más
recientes aportados por historiadores como Emilio Orozco Díaz, Mª Elena Gómez Moreno, Salvador Andrés
Ordax, Andrés de Sales Ferri Chulio, Donato Mari, José Ignacio Hernández
Redondo, Jesús Pareja, Domingo Sánchez-Mesa, Lázaro Gila Medina, etc., sabemos
que la serie producida en el obrador malagueño superó con creces esa cantidad,
estimulando además a otros escultores a copiar el modelo.
Entre los ejemplares conocidos de Pedro de Mena
representando a San Pedro de Alcántara (la
mayoría elaborados en la década de los 60 del siglo XVII), a pesar de que
presentan características comunes referidas a su faceta de escritor místico, se
puede establecer una triple tipología:
PRIMER TIPO
El santo aparece representado con el hábito franciscano de lino áspero
y pardo, con capucho, grandes remiendos resaltados y cordón postizo. Su tamaño
oscila entre los 40 cm. y la escala casi natural. Pertenecen a este grupo las
esculturas del santo conservadas, entre otros, en los siguientes lugares:
- Museo de Bellas Artes, Granada
(Colaboración de Alonso Cano y Pedro de Mena)5.
- Convento de San Antón (MM
Clarisas), Granada.
- Iglesia de Santiago, Montilla
(Córdoba).
- Museo Marés, Barcelona (antes en
Ayuntamiento de Barcelona).
- Museo Nacional de Escultura,
Valladolid (antes en colección Conde de Güell).
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara. Izda: Museo Nacional de Escultura, Valladolid / Dcha: Convento de San Antón, Granada |
SEGUNDO TIPO
El escultor incorpora a la figura, que viste el hábito franciscano con
capucho y cordón postizo, la esclavina o manto corto que propició en su
reforma, siempre tallado con habilidad en finas láminas. Responden a este tipo
los ejemplares conservados en:
- Convento de San Ildefonso
(Trinitarias Descalzas), Madrid.
- Museo Nacional de Arte de
Cataluña, Barcelona (antes en colección José Baret).
- Museum of Art, Cleveland (antes
en colección Bauer).
- Colección particular (procedente
de Granada, donde lo conoció Emilio Orozco).
TERCER TIPO
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara. Izda: Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona / Dcha: Museo Marés, Barcelona |
Imagen vestidera, con la cabeza y las manos talladas y acopladas a un
maniquí revestido con un hábito confeccionado con telas reales. Los ejemplares
de los que se tiene constancia fueron destruidos.
- Iglesia de los Santos Mártires,
Málaga (Fotografías estudiadas por Ricardo Orueta). Destruido en 1931.
- Iglesia de San Juan Bautista,
Vélez-Málaga (Málaga). Destruido en 1936.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara y detalle, 1663-1670 Museum of Art, Cleveland (Estados Unidos) |
NOTAS
1 ANDRÉS ORDAX, Salvador: San
Pedro de Alcántara inspirándose como escritor. En "Teresa de Jesús.
Maestra de oración". Las Edades del Hombre, Ávila-Alba de Tormes, 2015, p.
196.
2 ANDRÉS ORDAX, Salvador: San
Pedro de Alcántara confesando a Santa Teresa. En "Teresa de Jesús.
Maestra de oración". Las Edades
del Hombre, Ávila-Alba de Tormes, 2015, p. 200.
3 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel: San
Pedro de Alcántara. En Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección /
collection, Madrid, 2009, pp. 228-229.
4 ORUETA Y DUARTE, Ricardo de: La
vida y la obra de Pedro de Mena y Medrano. Centro de Estudios Históricos,
Madrid, 1914, pp. 117-118, 156-163, 193, 209-210.
Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara y detalle Colección privada (procedente del mercado del arte) |
5 Este ejemplar, que es el único de la serie con distinta disposición
corporal, procede del convento del Santo Ángel Custodio de Granada.
Izda: Alonso Cano y Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara, Museo de Bellas Artes, Granada / Dcha: Pedro de Mena. San Pedro de Alcántara, Convento de San Ildefonso, Madrid |
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