Entre las calles de Santiago y María de Molina, en el mismísimo corazón de Valladolid, el paseante o visitante puede encontrar un edificio que ofrece varias sorpresas. La primera de ellas es que, traspasados los pasadizos característicos de un moderno centro comercial, publicitado como “Las Francesas”, se accede nada menos que a un elegante patio gótico de piedra en torno al cual se articulan diferentes negocios. Enseguida uno se da cuenta de que el patio es una reliquia del pasado que ha sobrevivido milagrosamente, encorsetado y amordazado por un bloque de viviendas de gran altura, polémica construcción que al paso de los años se presenta tan anodina como vil ejemplo de la feroz especulación padecida por la ciudad en fechas no muy lejanas.
La segunda sorpresa, si se repara en ello, es encontrar un pavimento muy singular en la galería inferior del patio, en realidad claustro del que fuera convento de Santa Cruz, de la Orden de las Comendadoras de Santiago, ya que no está realizado con losas de piedra, baldosas cerámicas o tarima, como es lo habitual, sino con un empedrado de guijarros seleccionados y multitud de huesos, concretamente tabas o astrágalos de animales. Del mismo modo que las teselas de los mosaicos, los pequeños cantos rodados, en los que predominan los que tienen una forma alargada, aparecen fijados con mortero y formando recuadros y orlas que configuran una decoración de tipo geométrico. De modo muy hábil se disponen en forma de espiga y siguen líneas sinuosas, estableciendo un largo tapiz formado por sucesivas composiciones cuadradas en las que predomina la simetría y los motivos de reminiscencia mudéjar.
Pero lo más curioso, por su rareza, es el uso de miles de tabas para remarcar, con su tono blanquecino y colocadas formando cordones, las líneas maestras del dibujo, de modo que este curioso empedrado, que sigue la modalidad tradicional y popular del "enchinado", aparece como un armonioso y original pavimento a dos colores que recubre la totalidad de las galerías. A pesar de estar convertido en espacio público desde hace ya muchos años y de acusar el desgaste de las piezas de hueso, el pavimento presenta un excelente estado de conservación, demostrando la eficacia y la maestría alcanzada en el uso de materiales tan modestos y rudimentarios. No obstante, es frecuente que no se valore esta peculiaridad constructiva en las guías turísticas o artísticas, cuyos autores rechazan abordar estas ingeniosas soluciones procedentes de la arquitectura popular castellana del siglo XVI, siendo muy frecuentes los empedrados, o mejor dicho, la citada técnica conocida como enchinado o enchinarrado, en aquellos conventos donde los recursos eran escasos (Convento de Santa Isabel), lo mismo que ocurría con la denostada arquitectura de adobe, aunque su funcionalidad como piso firme hizo que también se generalizase en zaguanes, patios de muchos palacios (entre ellos el Palacio Real de Valladolid) y en pórticos de iglesias, poniendo de manifiesto que el ingenio de los artesanos creativos bien podía suplir a los nobles materiales que conseguía el dinero.
A juzgar por la calidad de la sillería y la talla del claustro, y por el origen fundacional del convento, la elección de tan artesanal pavimento no debió obedecer a la escasez económica, sino a su demostrada resistencia. Su ejecución pudo realizarse ya muy avanzado el siglo XVI o incluso en el XVII, siendo la última obra rematada en aquella clausura.
EL ANTIGUO CONVENTO DE LA COMENDADORAS DE LA SANTA CRUZ
Este convento vallisoletano fue fundado en 1487 bajo la advocación de Santa Cruz por las hermanas doña María de Zúñiga y doña María de Fonseca, que cedieron sus viviendas de la calle del Campo (calle Santiago) para levantar un convento en el que ellas mismas ingresaron, destinado a acoger a las comendadoras hijas y mujeres de los prestigiosos Caballeros de Santiago.
De aquel primitivo edificio sólo se ha conservado el claustro que aquí se menciona, cuyo pago en 1537 le documenta como obra del maestro cantero Fernando de Entrambasaguas, que lo debió de terminar hacia 1530. A pesar de levantarse en un momento en que ya primaban las soluciones renacentistas, la traza sigue un trazado arcaico para su tiempo, aunque esmeradamente trabajado, con elementos góticos tomados de otros patios vallisoletanos levantados con anterioridad.
Tiene planta cuadrada y tres pisos, los dos inferiores compuestos por arcos escarzanos y el superior recorrido por vigas de madera sobre zapatas y un amplio voladizo sobre canecillos. Su elemento decorativo más destacado son los pretiles o antepechos calados que, a modo de barandas, ofrecen un variado muestrario de tracerías góticas muy bien trabajadas y en excelente estado de conservación. Los pretiles, arcos y capiteles siguen los modelos ya experimentados en la ciudad en los patios de San Gregorio y Santa Cruz, como también se hiciera en los claustros de los conventos de Santa Isabel y Santa Catalina, mientras que el tercer piso repite soluciones utilizadas en el Palacio de los Vivero y en la Casa de los Zúñiga. En el centro del patio se conserva una fuente, con taza y estanque, que está rodeada por un banco de piedra corrido alrededor. La gran escalera que conduce a los pisos superiores hoy está restringida a los usuarios de las viviendas, las galerías han sido acristaladas y el centro de este recoleto espacio, al menos hasta hace poco tiempo, es utilizado para la presentación de automóviles. ¡Qué cosas!
Del conjunto conventual también se conserva la iglesia, aunque se trata de un edificio muy posterior al claustro, comenzado en el siglo XVII y terminado en 1734, con una portada barroca que preside un pequeño patio o compás, decorada con esculturas de Pedro de Ávila y adosada a un costado de la nave. La iglesia sigue la funcionalidad conventual femenina, con una sola nave de planta cruciforme, capillas poco profundas entre contrafuertes, recorridas por balcones superiores, un escueto crucero coronado con cúpula y un largo coro a los pies separado por una reja. De su dotación se conserva un discreto retablo mayor neoclásico, dedicado a Santiago Batallador, que también fue elaborado por Pedro de Ávila para sustituir a otro de Esteban Jordán (hoy en la localidad de Ciguñuela). Sus bóvedas se decoran con suntuosas yeserías barrocas, similares a las de otras iglesias vallisoletanas, atribuidas a Matías Machuca. A través del citado compás el convento se abría a la céntrica calle de Santiago mediante un pórtico y una austera portada, adintelada y herreriana, realizada por Francisco de Mora.
La comunidad de las Comendadoras de Santa Cruz estuvo en activo hasta la Desamortización. Tiempo después el convento fue ocupado por las Dominicas Francesas, dedicadas a la enseñanza, que dieron el nombre actual al céntrico recinto. Cuando estas se trasladaron a su nueva sede en la Huerta del Rey, en la década de los setenta, se derribaron las dependencias colegiales en medio de una fuerte polémica y el claustro se mantuvo en el interior de la edificación privada, convertido en un pasaje público totalmente descontextualizado. La iglesia fue adquirida por el Ayuntamiento de Valladolid para reconvertirla en sala municipal de exposiciones. Al encontrarse todo ello en el espacio inmobiliario más caro de la ciudad, es posible que los responsables de la piqueta tengan la conciencia tranquila por haber preservado el claustro y la iglesia. Pero, ¿por amor al patrimonio o como simple pretexto para edificar toda una céntrica manzana? Seguramente por tener una mentalidad bastante más dura que las piedras del Patio de las Tabas.
Ilustraciones: 1 Detalle del pavimento de guijarros y tabas. 2 Aspecto actual de una de las galerías. 3 Vista parcial del claustro. 4 Detalle decorativo del pavimento. 5 Taba o astrágalo animal.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944798
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¡¡Madre mía!! (qué a estas horas estará desayunando en la ópera)
ResponderEliminarLa de veces que he pasado por aquí, y ni una sola mirando al suelo
pues que esto te sirva para aprender que el mundo que te rodea esta lleno de cosas hermosas (mas de las que te imaginas)
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/photo?fbid=2322479621230978&set=a.134386776706951 teo teo teodios facebook #PATIOLASFRANCESAS Y SE PUEDE VER TODO EL PATIO ASI COMO VISTAS INSOLITAS DE VALLADOLID
ResponderEliminarEste patio lo descubrí en 2016 de la mano del maestro Pablo. Un biólogo experto en arte. Pueden ver una de sus obras en www. El maestro y su cortina.
ResponderEliminarCuando paso, aunque no tenga que ir al claustro y si no llevo prisa, me encanta visitarlo y fijarme en el suelo
ResponderEliminarCasi más que en otras zonas. Gracias por el trabajo.
Agradezco esta buena información, no es frecuente recibir mensajes provechosos
ResponderEliminarEs una autentica vergüenza como esta el PAVIMENTO DEL CLAUSTRO DE LAS TABAS, paseo con frecuencia por esa zona y esta muy deteriorado, las instituciones no se preocupan por conservarlo, no saben valorar la joya que es.
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