Estampas y
recuerdos de Valladolid
Augusto Ferrer-Dalmau es un reconocido pintor, nacido en Barcelona en 1964, que comenzó su andadura realizando una pintura realista con vistas urbanas, paisajes y marinas, aunque en las dos últimas décadas se ha especializado en recrear escenas históricas y militares hasta convertirse en un verdadero especialista de pintura historicista hiperrealista, siendo considerado como un maestro insuperable en figuras ecuestres, que siempre pinta con elocuente naturalismo y gran lujo de detalles.
Aunque comenzó su andadura como diseñador textil
para distintas empresas catalanas, pronto se decantó por la pintura al óleo de
forma vocacional, plasmando vistas hiperrealistas de Barcelona y Madrid
siguiendo la estela de Antonio López, con gran éxito en aquellas exposiciones
en que presentó su obra. Sin embargo, encontraría sus verdaderas señas de
identidad con un tipo de pintura historicista vinculada a la milicia española,
reproduciendo sugestivas escenas con personajes, gestas y batallas del ejército
español a lo largo de su historia, siempre con un sorprendente y minucioso
realismo lleno de innumerables y documentados detalles en la recreación de
personajes, uniformes, lugares y hechos, con un trato especial, como ya se ha
dicho, en los temas relacionados con la caballería y sus gestas. Sus obras han
sido apreciadas tanto en exposiciones nacionales como internacionales, acompañando
a su carrera numerosos premios y galardones de rango militar recibidos en
España.
Desde el año 2007 se instaló en Valladolid,
compaginando sus trabajos pictóricos, no exentos de romanticismo, con obra
gráfica destinada a distintas editoriales e instituciones como ilustración de
libros y revistas de historia. Asimismo, dentro de su vinculación a diferentes
instituciones militares, ha participado junto a las tropas españolas en
conflictos internacionales haciendo bocetos y pinturas sobre el terreno.
Su estancia en Valladolid y su especialización en los
temas ecuestres quedan sintetizados en dos cuadros de pequeño formato que
recrean jinetes relacionados con la Academia de Caballería de Valladolid. En
uno de ellos se recoge una pareja de cadetes con el uniforme de gala preceptivo
en 1910, montados a lomos de esbeltos caballos rojizos y con la fachada de la
Academia de Caballería como telón de fondo. Con mucha habilidad el pintor
contextualiza de forma anacrónica la escena, ya que la nueva Academia de
Caballería, que con aspecto de palacio renacentista trazó el comandante de
ingenieros Adolfo Pierrad Pérez, no se comenzaría a construir hasta 1921. En
1910 la vista que podría verse al fondo sería la fachada del llamado Octógono, primera Academia de Caballería
que fue destruida por un incendio en 1915. En la pintura, tanto el edificio
como los caballos y jinetes aparecen minuciosamente descritos con la depurada
técnica con la que habitualmente este pintor ilustra nuestro pasado militar.
Otro tanto ocurre en un pequeño cuadro que
representa a un Capitán de Lanceros con el uniforme de gala de 1922, igualmente
con el nuevo edificio de la Academia de Caballería al fondo, que sin embargo no
fue inaugurado hasta 1924, en este caso ambientado con jinetes y ciudadanos que
deambulan por el Paseo de Zorrilla y como dato anecdótico hojas de los árboles
del Campo Grande desparramadas por el suelo.
Ferrer-Dalmau no sólo se ha vinculado con Valladolid
con estas pinturas, sino también con otras depositadas en el Palacio Real y en
el Museo de la Academia de Caballería, en todas ellas recreando sugestivas
imágenes de nuestro pasado militar, aquellas que tantos elogios han merecido
por parte de escritores, críticos y militares que aprecian en ellas su carácter
de verdaderas crónicas visuales de los momentos heroicos y legendarios vividos
por los ejércitos españoles.
Ferrer-Dalmau realizando una de sus obras. |
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