TRIPTICO DE
MÉRODE
Robert
Campin o Maestro de Flémalle (Valenciennes, h. 1375-Tournai, 1444)
Entre 1425 y
1430
Óleo sobre tabla
The Cloisters, Metropolitan Museum
of Art, Nueva York
Pintura gótica
flamenca. Maestros primitivos
Cuando en el siglo XV el arte europeo estaba
dominado por el gótico internacional, hizo su irrupción una sorprendente
corriente flamenca que revolucionó el modo de pintar para convertirse en un
movimiento prerrenacentista nórdico, con características muy diferentes al
fenómeno producido paralelamente en Italia. Aunque las claves definitivas del
nuevo arte serían proporcionadas primero por los hermanos Van Eyck y después
por Roger van der Weyden, el maestro pionero del grupo que hoy conocemos como
"primitivos flamencos" fue Robert Campin, considerado iniciador de un
movimiento caracterizado por la plasmación de un determinante realismo, con
atención al detalle y el brillante colorido. Obra suya es el Tríptico de Mérode, obra capital que se
expone en el Museo de los Claustros de Nueva York.
ROBERT CAMPIN O MAESTRO DE FLEMALLE
Los datos biográficos de este pintor flamenco
aparecen difuminados y rodeados de numerosas incógnitas que paulatinamente los
historiadores han ido o van desvelando para llegar al conocimiento de este
artista, del que están documentadas muy pocas obras. Debió nacer en
Valenciennes alrededor de 1375, estando documentado en la ciudad de Tournai a
partir de 1406, donde cuatro años después adquiere el rango de ciudadano. Allí
dirigió, hasta 1440, un importante taller en el que se formaron numerosos
aprendices, entre ellos pintores tan destacados como Roger van der Weyden y
Jacques Daret.
De su periplo vital, sabemos que en 1423 fue uno de
los promotores de la revuelta de los artesanos contra los patronos de la
aristocracia, convirtiéndose en decano de la cofradía de San Lucas, que
agrupaba a los gremios de pintores y orfebres. Un año después comenzó a
desempeñar funciones públicas como miembro de uno de los tres Consejos que
había establecido el nuevo régimen de la ciudad de Tournai, aunque, tras ser
derrocado en 1428, se retiró de la actividad pública y en 1429, como
consecuencia de su significación en el levantamiento, fue perseguido y se le
prohibió ejercer funciones públicas, que fueron consideradas contrarias a los
intereses de la ciudad.
En 1432 era condenado a un año de destierro y a una
peregrinación a Saint Gilles por haber mantenido relaciones extraconyugales con
una concubina llamada Leurence Polette, aunque finalmente la pena fue conmutada
por una pequeña multa gracias a la intervención de Jacqueline de Holanda,
Baviera y Henao, princesa reinante. Durante estos hechos mantuvo su popularidad
como pintor y jefe del taller, dedicándose al igual que otros artistas, junto a
sus trabajos pictóricos, a realizar trabajos considerados "menores",
como pintar estandartes, decoraciones murales y a realizar el policromado de
algunas esculturas.
En 1898, el historiador alemán Hugo von Tschudi
catalogó un grupo de pinturas del Stächeldsches Kunstinstitut de Fráncfort que
procedían del castillo de Flemalle, cerca de Lieja, a las que, al no conocerse
la identidad del autor, atribuyó de forma genérica al denominado Maestro de
Flemalle (tablas conservadas en el Museo de Frankfurt). Sería en 1909 cuando el
profesor belga George Hulin acabaría identificando al Maestro de Flemalle con
Robert Campin, teoría que se mantiene hasta nuestros días rodeada de cierto
misterio.
Robert Campin es un genial pintor que, partiendo
del gótico internacional, inicia una nueva corriente artística caracterizada
por importantes novedades técnicas y estilísticas, dando lugar a un nuevo
repertorio iconográfico. Es el pintor de la intimidad, de un ambiente doméstico
en el que aparece detallada la realidad y los personajes aparecen rodeados de
objetos de la vida diaria que adquieren un nuevo simbolismo y otorgan a sus
obras un aspecto profano.
En sus pinturas predominan las composiciones sencillas,
la preocupación por la luz y el sentido espacial con complejas perspectivas,
factores que, junto a la fiel reproducción de las diferentes texturas, infunden
una extraordinaria plasticidad que se ha puesto en relación con la escultura de
la época, sin olvidar sus dotes de retratista.
Robert Campin fue uno de los primeros pintores que
aplicaron los pigmentos aglutinados con aceite —pintura al óleo—, consiguiendo
una brillantez en los colores, con extraordinarios efectos de veladuras, que
determinaría el nuevo estilo de la pintura flamenca. Si en sus primeras
obras se muestra deudor de maestros contemporáneos en la iluminación de
manuscritos, especialmente de los hermanos Limbourg, aunque siempre con unas
grandes dotes de observación realista, en su última etapa se aprecian elementos
domésticos tomados de Jan van Eyck —como el espejo convexo— y rasgos delicados
en la línea de Roger van der Weyden. Con todo ello abrió la vía a una
importante renovación iconográfica que fue materializada por los artistas de la
siguiente generación.
EL TRÍPTICO DE LA ANUNCIACIÓN O TRÍPTICO DE MÉRODE
Las tres tablas fueron pintadas entre 1425 y 1430
por encargo del matrimonio Engelbrecht, residente en Malinas, que aparece retratado
en la tabla izquierda como donante, pasando finalmente a ser propiedad de la familia
Mérode. Adopta la tradicional forma de tríptico, con una tabla central —64 x 63
cm— que duplica en anchura a las dos laterales, que cumplen la función de
puertas batientes. Encargado para uso devocional privado, aparece imbuido del
espíritu del materialismo burgués que se repetiría en el Matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck, aunque en este caso con un tema estrictamente religioso en el que la escena central tiene continuidad en
las laterales.
En la tabla central se representa el tema de la Anunciación, que se complementa con San José en su taller en la tabla
derecha y un retrato de los donantes
en la tabla izquierda, escenas concebidas para recrearse en el encanto de una
ambientación doméstica de gran fidelidad, incluyendo aspectos de la ciudad al
fondo, más allá de puertas y ventanas.
La Anunciación
En la tabla central está representado el momento en
que el arcángel San Gabriel se aparece a la Virgen para entregarle el mensaje divino,
aunque María aún no se ha apercibido de la presencia del ángel. Todos los
elementos ambientales, que son numerosos, han sido elegidos cuidadosamente para
reproducir un interior doméstico verosímil, aunque cada uno de ellos adquiere
un valor simbólico relacionado con el contenido mariano de la escena. El
espacio reproduce una característica estancia nórdica, con una ventana y una
alacena al fondo, dos óculos con vidrieras a la izquierda y una gran chimenea a
la derecha, con el pavimento enlosado y una techumbre de madera.
La Virgen aparece recostada sobre un banco y sumida
en la lectura de un libro sagrado que protege con un paño blanco. Viste una
amplia túnica roja que alude al misterio de la Encarnación, con un juego de
pliegues cuyos brillos forman una estrella y que, desparramados por el suelo, se
convertirán en una seña de identidad de la incipiente pintura flamenca,
pliegues minuciosamente descritos que se repiten en la blanca vestidura del
arcángel, que aparece revestido como un diácono oficiante, de modo que el hecho
adquiere un carácter sacramental de tipo eucarístico que es reforzado por la
presencia de una mesa en el centro a modo de altar.
En los remates del largo banco en que se apoya la
Virgen, dispuesto en escorzo, se aprecian unos remates en forma de pequeñas
figuras de leones que le confieren el sentido simbólico del trono de Salomón o
trono de la Sabiduría, recordando la estirpe de María. Nuevas referencias al
Antiguo Testamento pueden ser los dieciséis lados de la mesa, alusivos de los
principales profetas hebreos, lo mismo que el rollo con las antiguas profecías
que cuelga en ella, sobre el que se coloca el Nuevo Testamento con las páginas
abiertas indicando el nacimiento de un tiempo nuevo, señalando el fin de la
antigua ley la vela que se apaga con el batir de las alas del ángel, mientras
el jarro de azucenas representa la virginidad de María, el elemento más
convencional de la ambientación.
Menos frecuente es la representación del mensaje
divino mediante la pequeña figura del Niño Jesús que portando una cruz ha
atravesado el cristal de uno de los óculos "sin romperle ni mancharle".
Otros elementos, como los instrumentos de lavar situados al fondo recuerdan el
lavado de manos de los oficiantes tras la transustanciación de la Misa, sacralizando así el espacio.
El taller de San José
En la tabla derecha se muestra otra dependencia contigua
de la misma vivienda, en este caso ocupada por San José, aunque durante la
Anunciación todavía no compartiera su vida con María. El espacio describe con
detalles minuciosos el taller de carpintero, con San José ocupado en elaborar
una ratonera en alusión a la cita de San Agustín: «La cruz del Señor era la
ratonera del diablo; el cebo por el que fue capturado fue la muerte del Señor».
Otra ratonera también aparece colocada en el exterior de la ventana, adquiriendo de nuevo el
significado de un cebo para capturar a Satán, según la interpretación de Erwin
Panofsky.
Con una perspectiva un tanto forzada, San José,
caracterizado como un noble patriarca, ocupa un escaño rematado por un celosía,
mientras se ocupa en realizar taladros en una tabla con un berbiquí. Ante él se
coloca una mesa de trabajo sobre la que aparecen numerosos útiles de trabajo
descritos con detalle, como una barrena, un martillo, unas tenazas, un formón,
una cuchilla, clavos, virutas, etc., que se complementan con la sierra y el
hacha de la parte inferior. Original es el modo de sustentar abiertas desde el
techo las puertas y ventanas del taller, dejando visible al fondo una sugestiva
panorámica urbana con un caserío de tipo flamenco, dos grandes iglesias y
pequeños personajes deambulando por las calles. Robert Campin muestra en la
escena toda una variedad de elaboradas texturas para reproducir distintas
maderas, piezas metálicas, diferentes paños, etc.
Tabla de los donantes
La tabla izquierda está reservada a los donantes,
que aparecen arrodillados ante la puerta de su vivienda, en la que se produce
la escena evangélica, según se deduce de los blasones que aparecen en los
vitrales de la tabla central. Se trata del matrimonio Petrus Engelbrecht y su
esposa, acomodados comerciantes de paños y lana, con negocios en Amberes,
Malinas y Luxemburgo. Petrus Engelbrecht y su hermano Hendrik estuvieron
implicados en el asesinato de un sacerdote relacionado con uno de sus socios en
el negocio, hecho por el que el socio fue ejecutado y los hermanos Engelbrecht encarcelados en Colonia, hasta que
fueron liberados, por mediación del duque de Borgoña y el obispo-príncipe de
Lieja, bajo el juramento de vivir en paz, siendo reflejado su castigo en un
blasón impuesto con una cadena en forma de "V" invertida sobre las
armas familiares.
Junto a Petrus Engelbrecht también aparece postrada
su primera esposa, dama natural de Colonia cuyo apellido —Schrinemecher
(carpintero)— pudo determinar la elección de la escena de la tabla derecha. Era
miembro de un rica familia y tras su fallecimiento Petrus Engelbrecht llegaría
a contraer nuevas nupcias en dos ocasiones más, una con Heylwich Bille, de
Breda, y otra más con Margareta Kempenere, a la que dejó una importante
fortuna.
Los esposos donantes se ubican en un patio que
precede a la entrada de su residencia, rodeado de un muro almenado en el que se
levanta un cuerpo de guardia sobre la puerta, junto a la que aparece un
personaje barbado caracterizado como un mensajero ciudadano, en consonancia con
el cometido del arcángel de la tabla central. De esta figura el historiador Helmut Nickel afirmó en 1966 que
había sido añadido a la pintura original. Tras la puerta se vislumbra de nuevo
un rincón urbano de Malinas, con ciudadanos en las viviendas, una mujer
cosiendo en la calle y un caballero transitando por ella.
El Tríptico de Mérode, cuyos valores compositivos
se basan en el magistral dominio del dibujo, llegó al Metropolitan Museum de
Nueva York tras ser adquirido en el mercado del arte, después de que
perteneciera a la familia aristocrática belga de los Arenberg y a la condesa de
Mérode, de la que toma su nombre.
Informe: J. M. Travieso.
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