Estampas y recuerdos de Valladolid
Vocación, talento, paciencia y amor a Valladolid aglutinados
por el material más dulce en el que se puede trabajar: el azúcar. Así se podría
resumir el contenido del atípico museo instalado en la confitería-pastelería
Cubero de Valladolid, en la calle de la Pasión, sorprendente, se mire como se
mire, desde que fuera inaugurado el 27
de octubre de 1994 para reunir y mostrar dentro de vitrinas las dulces obras
creadas por el vallisoletano Enrique Cubero Román, verdadero alma del museo.
Enrique Cubero nació en Villafrechós (Valladolid) el
6 de abril de 1924 y desarrolló toda su trayectoria profesional en Valladolid,
produciéndose su muerte el 11 de agosto de 1997 en la ciudad de Castellón,
cuando disfrutaba de vacaciones familiares. Su trabajo comenzó en la tradición
confitera del chocolate y el azúcar de ascendencia familiar, pues ya sus
abuelos habían alcanzado un reconocido prestigio en este campo hasta llegar a
ser nombrados Proveedores de la Casa Real en 1902 por la reina María Cristina
de Austria, que también les otorgó el uso de Escudo de Armas, lo que
significaba la facultad de poder entrar en palacio sin tener que pedir
audiencia.
El año 1938, cuando contaba 14 años, tras pasar su
infancia en su pueblo natal, que se vio afectado por los efectos de la Guerra
Civil, Enrique Cubero se traslada con su familia a Valladolid, donde comienza a trabajar como
aprendiz en la confitería "El Buen Gusto" de la calle Mantería,
aprendiendo los secretos del oficio junto a Pablo Espartero, su propietario.
Paralelamente, simultanea su trabajo con sus estudios de dibujo, modelado y
talla en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, pues desde pequeño ya
había mostrado su inclinación hacia el arte.
En 1957, casado con Anselma, consigue
establecerse por su cuenta en una pequeña pastelería abierta en la calle Conde
Ansúrez, donde el aumento de clientela le permitió comprar en 1960 la
confitería en la que había realizado su aprendizaje, realizando en ella
sucesivas ampliaciones y el aumento de los trabajadores del obrador,
consiguiendo un gran prestigio en la ciudad.
En 1980 consigue abrir la actual "Pastelería
Cubero" en un nuevo edificio levantado en la céntrica calle de la Pasión,
dotada de un espacioso obrador, de una moderna cafetería o salón de té y de la
tradicional pastelería de servicio al público, donde comenzó a ofrecer los
refinados dulces por él creados, creando todo un repertorio de productos a
partir de materias primas y recetas tradicionales locales, como las almendras garrapiñadas de Villafrechós,
los tradicionales abisinios, los
personales turrones y mazapanes navideños, los empiñonados, los huesos de
santo y la extensa variedad de tartas, pasteles y pastas, productos para todas las épocas del año muy apreciados por los vallisoletanos.
En esos años comienza a aplicar sus habilidades
artísticas a la confitería, consiguiendo sorprender con sus obras realizadas en
azúcar mediante la fórmula del pastillaje
(aleación de azúcar tamizado, clara de huevo, gelatina y glucosa), difícil de
trabajar pero de resultado duradero, en las que comienza a reproducir motivos
arquitectónicos vallisoletanos e incluso una representación del su propio
obrador y la pastelería.
A partir de entonces Enrique Cubero comienza a
recibir premios y galardones en infinidad de convocatorias del gremio en
diversas ciudades españolas y en ferias internacionales, destacando entre ellos
la Medalla de Oro de Madrid en 1982, el Primer Premio Internacional de Milán en
1983, la Medalla de Oro de Tokio en 1984, el Primer Premio ONU en
Tecnoalimentaria Barcelona y la Gran Distinción de Nueva York, ambos en 1989,
recibiendo también numerosos galardones del Ayuntamiento de Valladolid (que en
1998 le dedicó una calle), así como de la Diputación de Valladolid, la Junta de
Catilla y León y de Asociaciones de Confiteros de toda España.
En el "Museo del Dulce Cubero" pueden
contemplarse espectaculares reproducciones de las fachadas de los principales
monumentos de Valladolid, entre ellos el Ayuntamiento (Medalla de Oro de
Barcelona), la Estación del Norte, la Universidad (Primer Premio Valencia 1985),
el Palacio de Fabio Nelli (Medalla de Plata de Valencia), el Colegio de Santa
Cruz, el Colegio de San Gregorio (Medalla de Oro de Tokio 1984), la Academia de
Caballería (Trofeo ONU de Barcelona 1987) y las iglesias de San Pablo (Copa de
Italia, Milán 1983), la Antigua (Medalla de Oro de Madrid), la Magdalena
(Medalla de Bronce de Valencia), las Angustias (Medalla de Oro Valencia 1986),
la Pasión (Medalla de Oro León 1984), San Juan de Letrán y el Carmen Extramuros
(Medalla de Oro de Tenerife), a lo que se suman el Castillo de Fuensaldaña
(Medalla de Oro Madrid 1982), el Palacio Episcopal de Astorga (Medalla de Oro
Tarragona 1985), una colección de palomares castellanos, un tren de mercancías,
una pastelería con obrador y el interior de una iglesia con pequeños detalles.
Ayuntamiento de Valladolid |
El museo de halla ubicado en la parte alta de la
cafetería-pastelería y permanece abierto al público a diario, de forma
gratuita, en horario de 10 a 15 y 17 a 22 horas.
Academia de Caballería, Valladolid |
Colegio de Santa Cruz, Valladolid |
Detalle de la fachada del Colegio de San Gregorio, Valladolid |
Detalle de la fachada de la Estación del Norte, Valladolid |
Palomares castellanos |
Información extraída del folleto editado por el Museo del Dulce Cubero.
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