LA MATANZA
DE LOS INOCENTES
José Ginés Marín
(Polop, Alicante, 1768 - Madrid, 1823)
1789-1799
Terracota
policromada
Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid
Escultura
neoclásica. Arte belenista
José Ginés. Degollación de los Inocentes, detalle |
Tras la llegada a España de Carlos III en 1759, el
monarca continuó practicando un divertimento por el que sentía una especial
atracción desde que ocupara el virreinato de Nápoles: el montaje de un belén
cortesano, cuya afición fue bien asumida por sus hijos, el príncipe Carlos y el
infante don Gabriel. Destinado a su hijo y heredero, el rey constituyó el
denominado Belén del Príncipe, cuya
instalación inicial se realizaba en tiempos de Navidad en el Palacio del Buen
Retiro, con un montaje integrado por la colección de figuras adquiridas por el
monarca en Nápoles, lo que le convierte en el introductor en España de la nueva
modalidad napolitana, con sus propias peculiaridades y características.
A partir de 1764 el soberano decidió instalar el
belén en el Palacio Real de Madrid, para lo que contaba con un nutrido grupo de
escultores, pintores, orfebres, escenógrafos, tramoyistas, carpinteros,
vidrieros y albañiles dedicados al complejo montaje del belén palaciego, que contaba
con un Misterio, compuesto de figuras españolas, el Cortejo de los Reyes Magos, formado por
piezas realizadas en Génova, y toda la colección napolitana reunida por el
monarca. El insaciable afán coleccionista hizo que este conjunto aumentara
hasta convertirse en un Belén monumental, integrado por 5950 piezas, que podía
contemplarse desde la víspera de la Nochebuena en una dependencia situada
debajo de la Capilla Real del Palacio.
José Ginés. Madre suplicando por su hijo |
Poco antes de producirse la muerte de Carlos III en
1788, había sido su hijo, el futuro rey Carlos IV, quien había decidido ampliar
la colección del Belén del Príncipe
con nuevos encargos solicitados a dos escultores levantinos formados en la
Academia de San Carlos de Valencia. El valenciano José Esteve y Bonet
(1741-1802) se ocupó de realizar un conjunto de figuras que, siguiendo la
estela de los belenes napolitanos, representaban campesinos y huertanos
españoles de alta significación etnográfica. Por su parte, el alicantino José
Ginés (1768-1823) recibiría en 1789 el encargo de realizar otros grupos,
destacando entre ellos, por la finura de su ejecución y sus valores expresivos,
el dedicado a la Matanza de los Inocentes.
EL MAGISTRAL CONJUNTO DE LA MATANZA DE LOS INOCENTES
José Ginés estuvo dedicado durante diez años al
modelado en terracota de figuras preciosistas que, formando impactantes escenas
de fuerte carga teatral, presentaban la narración evangélica en torno a la
sangrienta y despiadada decisión del rey Herodes.
José Ginés. Madre amamantando a su hijo |
La colección se compone de
grupos de soldados y verdugos que con violencia arrebatan y sacrifican las
criaturas de un conjunto de madres desesperadas, que en unos casos defienden y
protegen a sus hijos, llegando incluso a atacar a los esbirros, y en otros
expresan su desconsuelo al contemplar a sus hijos degollados.
En la interpretación de este tormentoso pasaje, José
Ginés acentúa el carácter violento de los personajes, resaltando el dolor y el
sufrimiento mediante escenas cargadas de tensión y sin concesiones a la mínima compasión.
Aunque todos los personajes participan de la misma persecución, el escultor
sabe infundir a cada figura una forma personalizada de reaccionar ante el
trance, plasmando matices personales en cada una de las figuras, de modo que
quedan reflejados con vehemencia sentimientos de violencia, miedo, odio,
sadismo, indignación, incomprensión, desesperación, instinto maternal, etc.,
utilizando para ello el expresivo lenguaje de la gesticulación y de las manos, acompañado
de un movimiento vehemente y de contorsiones anatómicas que proporcionan una
fuerte carga dramática.
José Ginés. Esbirro raptando a un niño |
Si el sentimentalismo de las figuras recoge la
herencia barroca de tan fuerte raigambre hispánica, así como influencias
genovesas y napolitanas dieciochescas, algunas de las figuras muestran resabios
propios de la escultura neoclásica, como se aprecia en detalles de las
vestiduras y tocados, así como en el uso de veladuras para crear el efecto "velato", muy admirado en la época. En ello se aprecia la versatilidad del escultor, que hace
gala de adaptación a los diferentes lenguajes para adaptarlos a sus necesidades
expresivas.
La figuras, que van montadas sobre pequeñas
plataformas y se ajustan a diferentes escalas para crear un efecto de
profundidad, se acompañan del gusto por los postizos propios del momento, como
ojos de cristal, lágrimas fingidas, etc., con unos colores en la policromía que
denotan la influencia de Salzillo en el ámbito levantino.
Parte de aquella colección escultórica del Belén del Príncipe pasó a poder del infante
don Carlos María Isidro, si bien, tras la requisa de sus bienes en 1837, ingresaron
en la Real Academia de San Fernando cuarenta y siete grupos y figuras, entre
ellos el magnífico conjunto de la Matanza
de los Inocentes.
José Ginés. Madre desesperada con su hijo degollado |
Esta meritoria serie ha conocido un paulatino proceso de
restauración por la institución madrileña durante la década pasada, liberándose
en el proceso, tanto peanas como figuras, de restos de antiguas restauraciones,
entre ellos repintes, adhesivos, barnices, encerados y suciedad general,
procediéndose, cuando ha sido conveniente, al estucado de pérdidas
volumétricas, algunas reintegraciones cromáticas y aplicación de una capa
protectora final.
EL ESCULTOR JOSÉ GINÉS
Nacido en 1768 en la población alicantina de Polop,
a los 10 años ingresó en la Academia de San Carlos de Valencia, donde obtuvo
varios premios de dibujo y dos primeros de pintura y escultura. En 1783, cuando
contaba 16 años, se trasladó a Madrid con una pensión para continuar sus
estudios en la Real Academia de San Fernando, donde obtuvo nuevos premios.
En 1799 consiguió el puesto de Estuquista de la Casa
Real, en 1814 fue nombrado académico de mérito de la Real Academia de San
Fernando, de la que sería director tres años después, y en 1816 obtuvo el cargo
de Primer Escultor de Cámara de Fernando VII.
José Ginés. Madre protegiendo a su hijo |
En su oficio de escultor, José Ginés siempre
demostró una gran versatilidad en el dominio de diversos materiales, desde sus
sofisticados trabajos en terracota, donde imprime a las figuras una exquisita
morbidez, hasta sus trabajos en mármol, como el grupo de Venus y Cupido del Museo del Prado,
decantados por un neoclasicismo de gran delicadeza.
Es igualmente autor de escultura religiosa, como los
Cuatro Evangelistas esculpidos en
estuco en la capilla del Palacio Real de Madrid; de diferente mobiliario, como
las cuatro mesas de estilo etrusco de la galería de estatuas de la Casita del
Labrador de Aranjuez; de algunos retratos, como el de Isabel de Braganza que se
guarda en la Academia de San Fernando; incluyendo proyectos de escultura
efímera, como el Carro fúnebre de Daoiz y
Velarde o el grupo de España y el
genio del cristianismo del catafalco de la reina Isabel de Braganza.
Informe: J. M. Travieso.
Fotografías: Web de la Real Academia de San Fernando de Madrid.
José Ginés. Soldado matando a un inocente |
José Ginés. Mujeres atacando a un verdugo |
José Ginés. Desolación |
José Ginés. Detalle de mujeres desconsoladas |
José Ginés. Niños muertos |
José Ginés. Mujer de raza negra |
José Ginés. Detalle de mujer con puñal |
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