Perdido
ando, señora, entre la gente,
sin vos, sin
mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos,
porque no sois de mí servida;
sin mí,
porque no estoy con vos presente;
sin ser,
porque de vos estando ausente
no hay cosa
que del ser no me despida;
sin Dios,
porque mi alma a Dios olvida
por
contemplar en vos continuamente;
sin vida,
porque ya que haya vivido,
cien mil
veces mejor morir me fuera
que no un
dolor tan grave y tan extraño.
¡Que preso
yo por vos, por vos herido,
y muerto yo
por vos d'esta manera,
estéis tan
descuidada de mi daño!
FRANCISCO DE FIGUEROA (Alcalá de Henares, 1536-1588)
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