LUGAR
RUPESTRE
Con la sed
más anciana,
arrodillado,
para
encontrarle el cauce al agua tuya,
me he bañado
de ti,
linfa
radiante;
me he
prosternado en ti,
nunca más
joven.
En la gruta
que parte en dos tu cuerpo,
me he
marchado por fin de mis orillas,
me he sumido
en tus labios,
con mis
labios.
Mi saliva te
hablaba sin idiomas.
Con la
humedad sagrada
he dibujado,
en la pared
de sedas de tu sima.
En resina
salobre del deseo,
he dispuesto
una rosa,
y la he
mordido.
Eché a volar
un ave,
y la he
matado.
Un hombre
había en pie,
y ahora no
hay nada.
CARLOS MARZAL
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