RELIEVE DE
LA PIEDAD
Juan de Juni
(Joigny, Francia, h.1507 – Valladolid 1577)
Hacia 1538
Terracota
policromada
Museo Diocesano
y Catedralicio, Valladolid
Escultura
renacentista española. Manierismo. Escuela de Valladolid
Relieve de la Piedad. Juan de Juni, h. 1538 Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid |
Una de las experiencias más originales e
interesantes de Juan de Juni, pocos años después de llegar desde Francia y
establecer su taller en León en 1533, fue la serie de producciones en el más
humilde de los materiales: el barro cocido. Esta actividad, desconocida hasta
entonces e introductora de un matiz diferenciador entre los escultores de su
tiempo, junto al modo de trabajar los pliegues de los paños y la aplicación de
una perspectiva casi pictórica en sus relieves, manifiestan un profundo
conocimiento del arte renacentista italiano, lo que induce a pensar en la posible
presencia del escultor en el entorno de Florencia, Bolonia y Módena, donde en
una estancia tan corta como fructífera pudo conocer de cerca los trabajos en
terracota tanto de los Della Robbia y Verrocchio como de Nicolò dell'Arca y
Guido Mazzoni.
En este sentido, recogiendo la herencia de estos
grandes escultores en barro cocido, Juan de Juni llegaría a aplicar este
material en España para abordar la composición de esculturas de tamaño
monumental, del mismo modo que en Italia lo hiciera Antonio Begarelli, ambos
deudores de los escultores mencionados y con analogías estilísticas entre
ellos, lo que ha hecho especular sobre la posibilidad de un aprendizaje común y
una posible relación entre Juni y Begarelli.
Relieve de la Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo de León |
Para un maestro como Juan de Juni, que desde el
inicio de su actividad en el taller leonés durante la tercera década del siglo
XVI demuestra dominar tanto la escultura en piedra como en madera, las obras
modeladas en terracota, a causa de la ductilidad del material, le permiten
incorporar rasgos naturalistas y detalles pormenorizados que se traducen en una
blandura mórbida, especialmente apreciable en el modo de definir los paños,
abultados y agitados, en la tensión de músculos y nervios en unas corpulencias que recuerdan los modelos
miguelangelescos, y en los pequeños detalles aplicados en barbas, cabellos y
piel. Pero no hay que olvidar que una terracota con acabado policromado, no
vidriado, tiene como enemigo insalvable a la humedad, causa del deterioro,
generalmente por desidia, de la mayor parte de las composiciones monumentales
de Juni en terracota.
Tanto las características mencionadas, como el grado
de deterioro superficial producido por humedades, están patentes en obras tan
exquisitas como el San Mateo (ca.
1537) del Museo de León, y los grupos de San
Jerónimo y el Martirio de San
Sebastián (ca. 1537) de la iglesia-museo de San Francisco de Medina de
Rioseco (Valladolid), este último el mejor conservado de todos, incluyendo su
policromía.
Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo de León |
Pero además, Juan de Juni ensaya en pequeños
relieves de terracota abundantes y arriesgados escorzos que, en ocasiones, a
partir de un modelo pictórico, aparecen aplicados al límite para convertirse en
cuerpos distorsionados, siempre representando el tema de la Piedad en pequeño formato. Y, tan buen
grado de aceptación debieron tener como piezas devocionales en capillas y
oratorios particulares, que en torno al año 1538 Juan de Juni recurrió a la
producción seriada, a partir de un molde, de este tipo de placas en barro
cocido, diferenciándose entre sí tan sólo por los matices pintados de la
policromía y la personalización del marco por el cliente, lo que por otra parte
demuestra el aprecio por las innovadoras escenas creadas por Juni, siempre
cargadas de un patetismo recalcitrante adaptado al gusto hispano.
Una muestra de estos ensayos plásticos junianos es
la placa de terracota que con el tema de la Piedad
se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, obra que pese a
su pequeño formato y a estar enmarcada por un sencillo marco moldurado, se
presenta como una declaración de principios del inquieto Juan de Juni en su investigación
por conseguir la profundidad visual, experiencia que tendría sus consecuencias
en obras posteriores. Esta placa, realizada hacia 1538 y considerada la primera
de la serie por Juan José Martín González, procede de la iglesia vallisoletana
de San Martín y puede corresponder, aunque no es seguro, a la mencionada en
1613 en el inventario de pertenencias de Juana Martínez, viuda de Isaac de
Juni, escultor e hijo ilegítimo de Juan de Juni. La obra presenta grietas y
desprendimientos en su policromía que no impiden apreciar el contenido de la
escena.
Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Victoria & Albert Museum, Londres |
El motivo principal es la Piedad o la Virgen derrumbada al pie de la cruz con el cuerpo
muerto de Cristo en su regazo, figuras colocadas en primer plano y ocupando de
un lado a otro la longitud del relieve. Es en estas figuras donde Juan de Juni
aplica una composición manierista a partir de forzados escorzos que son poco
frecuentes en el arte renacentista de la época.
Sin embargo, mediante la eficaz aplicación de la
técnica del schiacciato —disminución
gradual del espesor a partir del primer plano hasta el fondo para crear la
ilusión de profundidad—, técnica iniciada por los romanos y perfeccionada en
Florencia por Donatello, Juan de Juni consigue crear el efecto tridimensional
de una Virgen vencida por el dolor, postrada de rodillas y apoyada con su mano
izquierda sobre una roca, con la cabeza caída hacia atrás y embutida tras su
hombro izquierdo, y con el brazo derecho describiendo un arco hacia el frente
para aferrarse al cuerpo inerte de Cristo, de modo que mientras el brazo
derecho se abalanza hacia el espectador, el izquierdo queda replegado al fondo
sugiriendo un volumen realmente inexistente. Su sentido dramático se refuerza con
la colocación del rostro inclinado y medio oculto por el manto, que ondea y se
agita expresivamente a consecuencia del viento.
Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Victoria & Albert Museum, Londres |
Otro tanto puede decirse de la figura de Cristo,
cuyo cuerpo sigue un movimiento helicoidal, con las piernas descoyuntadas
respecto al torso, mientras la cabeza también se desploma hacia atrás para
alcanzar la misma posición en ambas figuras a través de un escorzo sumamente
forzado, recurso que, junto a la distorsión de la potente anatomía, dota a la
escena de un fuerte dramatismo, con el dolor como verdadero protagonista.
En un segundo plano se sitúa la cruz, colocada en
perspectiva, y un arbusto inclinado sobre cuyo tronco reposa la corona de
espinas colocada sobre el paño utilizado en el descendimiento del cuerpo,
elementos que contribuyen a definir todo el proceso pasional. Un afán narrativo
prevalece en el plano del fondo, donde a la derecha se aprecia un hombre entre
árboles transportando la escalera utilizada en el Descendimiento y en el lado
opuesto a otro que en la cavidad de una roca prepara el sepulcro para el
entierro. Como complemento ambiental, en el fondo del paisaje aparece pintada
la ciudad de Jerusalén.
Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
De este pequeño pero significativo relieve en
terracota policromada se han conservado otras copias con pequeñas variantes en
la calidad de la pintura, todas ellas de la misma época, en torno a 1538, y con
las mismas dimensiones, 31 x 40 cm. Una de ellas en el Museo de León, obtenida
con el mismo molde e igualmente con pequeñas fisuras y desprendimientos en la
policromía, en este caso inserta en un marco recorrido por una inscripción que
define su finalidad devocional. También en un marco con un texto en latín aparece
la versión expuesta en una vitrina del Victoria & Albert Museum de Londres,
la mejor conservada de todas ellas, en la que se indica su posible procedencia
de Salamanca. Otro ejemplar pertenece a la colección del Museo Camón Aznar de
Zaragoza, con una altura de 5 cm. inferior a los tres anteriores, lo que se ha
interpretado como una ejecución en época posterior.
Con características similares, desde su adquisición
en 1967 se conserva otro relieve de la Piedad
realizado en el taller de Juan de Juni e igualmente elaborado con material de
bajo coste y fácil ejecución, en el Museo Nacional de Escultura. En este caso,
aunque las figuras de Cristo y la Virgen guardan una disposición similar, si
bien orientadas en distinto sentido, el detallismo del modelado es inferior y
la ambientación mucho más esquemática, reducida a la presencia de la corona de
espinas y unos árboles al fondo. Esto hace presuponer una segunda fase seriada
de la idea original de la que apenas se han conservado muestras de estas piezas
devocionales por la fragilidad del material, lo que aumenta el valor de lo
conservado.
Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo Marés, Barcelona |
Estas composiciones en relieve de Juan de Juni, con
sus características bidimensionales, fueron el preámbulo a otras versiones de
la Piedad realizadas por el escultor
con diferentes materiales, formatos y finalidad. Ello se aprecia en el
exquisito grupo del Museo Marés de Barcelona, también realizado en terracota y coetáneo
a las placas en relieve, donde Juni traslada la idea al bulto redondo perdiendo
la frontalidad y haciendo que los ejes de la composición manierista se disparen
en todas las direcciones, por lo que es necesario recorrerla desde todos los puntos de
vista para captar la totalidad de sus detalles, siendo una de las primeras
ocasiones en que ya aparece el recurso juniano de colocar las manos recubiertas
por paños, dejando asomar ligeramente algunos dedos.
Del mismo modo, la experiencia de estas pequeñas
placas sirven de base compositiva al relieve que preside el sepulcro del
arcediano Gutierre de Castro, originariamente en el interior de la Catedral
Vieja de Salamanca y después trasladado al claustro. Fue tallado por Juan de
Juni en 1540 en piedra arenisca de la zona y en él las figuras de Cristo y la
Virgen junto a la cruz, que repiten los mismos escorzos, aparecen acompañadas
de San Juan, María Magdalena y María Cleofás.
Piedad. Juan de Juni, h. 1575. Museo de las Ferias, Medina del Campo |
Otro tanto puede decirse del grupo de la Piedad tallado en madera hacia 1575 por
encargo de Rodrigo de Dueñas, banquero, prestamista y consejero de Carlos V,
para ser colocado en la capilla de la Casa Blanca, su finca de recreo situada
en las proximidades de Medina del Campo. Este grupo, perteneciente a la
colegiata de San Antolín y conservado en
el Museo de las Ferias de esta población vallisoletana, vuelve a presentar el
mismo tipo de escorzo y una composición similar para su vista frontal, en este
caso con las figuras asentadas sobre una gran peana y con el dolor de la Virgen
atemperado, con expresión ausente.
Incluso en la pequeña placa del Museo Diocesano y
Catedralicio de Valladolid se podría rastrear la génesis de la célebre Virgen de las Angustias, obra clave del
Renacimiento español que fue realizada hacia 1561 para la recién fundada
Cofradía de la Quinta Angustia, desde 1614 de Nuestra Señora de la Soledad y de
las Angustias, imagen que muestra a la Virgen derrumbada, con la cabeza hacia
atrás, el hombro izquierdo adelantado y apoyando su mano en una roca colocada
al fondo, todo un alarde de belleza trágica.
Informe : J. M. Travieso
Sepulcro de Gutierre de Castro. Juan de Juni, 1540 Claustro de la catedral de Salamanca |
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